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XXXIII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría: La dieta puede ser un elemento protector o de riesgo en relación a la salud mental



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Noticia | 13/03/2025

 


Dra. Eva Garnica: «existe una serie de estudios prospectivos en los que se demuestra cómo la dieta mediterránea (basada en verdura, fruta, legumbres, pescado y grasas saludables) puede ser protectora frente a depresión, o cómo la dieta “occidental”, basada en comida rápida, carbohidratos refinados, grasas no saludables y ultraprocesados, aumenta el riesgo de trastorno mental».


«Está demostrado que las dietas altas en azúcar y en alimentos procesados empeoran la salud cerebral».
Las personas con esquizofrenia consumen dietas más proinflamatorias, seguidas por las personas con trastorno bipolar, y con depresión mayor (las personas sanas consumen las menos proinflamatorias).



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¿Cuáles podrían ser las vías por las que la dieta podría ser dañina para las personas y su salud cerebral y mental? La Dra. Eva Garnica, psiquiatra y jefa de estudios de la Unidad Docente de la Red de Salud Mental de Bizkaia, y profesora de Psiquiatría en la Universidad de Deusto, señala que hay diferentes hipótesis que lo explican, «desde la inflamación, a la modificación de la microbiota, las alteraciones metabólicas y otros».


La experta, con más de quince años dedicada a la docencia de posgrado, participa en el XXXIII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría —la reunión decana de la Psiquiatría estatal, una referencia anual en la que se presentan las actualizaciones y líneas emergentes en salud mental, y que se celebra en Vitoria-Gasteiz del 5 al 7 de marzo— con una ponencia titulada ‘La nutrición en las personas con enfermedad mental grave: de la anomalía a las intervenciones correctoras’.


Según dijo, de entrada se conoce que las personas con trastorno mental grave, término que se emplea para personas con esquizofrenia, trastorno bipolar o similares, «mueren de media entre 15 y 20 años antes de lo esperado, y que la principal causa de muerte (como en el resto de población, y contra lo que algunos podrían pensar) es la enfermedad cardiovascular».


La experta recuerda que existen estudios sobre grandes poblaciones que demuestran que las personas con trastorno mental grave comen habitualmente comidas más calóricas que las personas sanas.


«Cuando se revisa cómo es la dieta de estas personas en cuanto a calidad y el contenido de lo que comen, las investigaciones señalan que las personas con trastorno bipolar se alimentan más a base de dieta occidental (comida rápida y ultraprocesados) y menos a base de dieta tradicional tipo la Mediterránea. Curiosamente, se ha visto que en psicosis temprana hay ya una relación de gravedad de los síntomas con mayor ingesta de calorías y menor de proteínas», pone de relieve la también autora del blog divulgativo www.nuecesparaelcerebro.com


En la dieta en general de los pacientes con trastorno mental grave se encuentra que «consumen menos vegetales, frutas, pescado, frutos secos y aceites vegetales. Ingieren en cambio más bebidas carbonatadas y azucaradas (tipo refrescos), pasteles y dulces, azúcar en general, pan blanco, aceites hidrogenados y comida rápida». En cuanto a grasas, «comen más grasas saturadas y ‘trans’» (las procedentes de la industria alimentaria mediante la modificación de grasas naturales para conseguir mejores propiedades para su venta, como mayor palatabilidad y menor coste) «y menos grasas saludables» (como las del aceite de oliva virgen extra, los frutos secos, etc.).


«Está demostrado que las dietas altas en azúcar y en alimentos procesados empeoran la salud cerebral», asevera la Dra. Garnica.


A la hora de explicar las vías por las que la dieta podría ser dañina para las personas y su salud cerebral y mental, la experta recuerda que la ciencia ha demostrado «la existencia de inflamación en personas con trastorno mental grave», gracias a marcadores sanguíneos que así lo indican. 


Por otro lado, se sabe que «las dietas altas en carbohidratos refinados, azúcar, ultraprocesados y grasas ‘trans’ aumentan la inflamación sistémica en las personas que las consumen». La experta cita un estudio científico en el que, partiendo de un cuestionario en el que se analiza la inflamación a través de la dieta (que analiza la presencia de determinados nutrientes en la alimentación) se demuestra que las personas con esquizofrenia consumen dietas más proinflamatorias, seguidas por las personas con trastorno bipolar y con depresión mayor. En cambio, las personas sanas se alimentan con dietas menos proinflamatorias.


Para la psiquiatra, dado que está bien establecida la relación entre inflamación dietética y salud en población general, y los también conocidos beneficios de intervenciones dietéticas para la salud física en trastorno mental grave, «es razonable explorar la inflamación dietética en algunas de las desigualdades en salud de las personas con estas patologías psiquiátricas» (obesidad, diabetes, riesgo cardiovascular). Según afirma, «es importante también añadir que la obesidad en sí ya es inflamatoria» por lo que las diferentes estrategias para disminuir obesidad suelen también mejorar la inflamación.


Existe una serie de estudios prospectivos en los que se demuestra cómo «la dieta mediterránea (basada en verdura, fruta, legumbres, pescado y grasas saludables) puede ser protectora frente a depresión, o cómo la dieta “occidental”, basada en comida rápida, carbohidratos refinados, grasas no saludables y ultraprocesados, aumenta el riesgo de trastorno mental». 


En esta línea, la psiquiatra también apunta la existencia de «ensayos con nutracéuticos, como el omega3 (que demuestra menos depresión en pacientes que están tratados con interferón y son suplementados con estos ácidos grasos), con los folatos en pacientes deprimidos con ese perfil más inflamatorio», y hablan del papel protector y preventivo en pacientes jóvenes con trastorno mental grave.


En los últimos años está habiendo, por otra parte, «mucha investigación sobre las alteraciones de la microbiota y por tanto del eje microbiota-intestino-cerebro, y comienzan a demostrarse eficaces algunas intervenciones a ese nivel», desde las más basadas en estilo de vida (como mejorar la alimentación, hacer ayuno intermitente, realizar ejercicio físico) a otras más complejas como los “psicobióticos” o incluso el trasplante fecal.


Por último, la Dra. Eva Garnica apunta la existencia de toda una corriente de profesionales en el ámbito internacional poniendo el enfoque en los tratamientos «a un nivel metabólico, desde el tratamiento en sí de la obesidad a la llamada “neurocetoterapia”, es decir, el intento de mejorar los trastornos cerebrales y mentales mediante el uso de dieta cetogénica y/o ayuno intermitente. Nuestra recomendación sería, eso sí, hacer dicha dieta usando alimentos de la dieta mediterránea, para amplificar los beneficios de uno y otro tipo de patrón dietético», concluye la psiquiatra.


 



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Palabras clave: dieta, salud mental, curso nacional de actualización en Psiquiatría

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