<u>Antecedentes en las neurociencias</u>
La realidad clínica nos dice que hay un aumento significativo de pacientes que solicitan tratamiento relacionados con el abuso y la adicción a los opioides legales de prescripción (SAMSHA, 2009) ya que estos van reemplazando a la heroína y a la cocaína como drogas de mayor mortalidad (Paulozzi el al, 2006; ManchiKanti, 2007). Después del cannabis, son los fármacos prescritos (opiáceos sedantes, estimulantes y tranquilizantes) los más consumidos.
Este cambio en la modalidad del consumo de opioides, podría ser consecuencia en de la creencia en población no adicta, de que los opiáceos legales son más seguros y menos adictivos que los opiáceos ilegales como la heroína. Estos cambios de los patrones de consumo tienen importantes implicaciones para la investigación, prevención y tratamiento. (Fisher el al 2007).
Hasta la publicación de este estudio, las evidencias estaban basadas en población en tratamiento. Marcas el al, en 2004 investigando pacientes en tratamiento con metadona demostró que los pacientes que consumen heroína tienen más problemas con el alcohol, más cuadros de dolor y más psicopatología que los consumidores de otros opioides. Este grupo tiene, sin embargo, menos recaídas y permanecen más tiempo en tratamiento (Moore et al 2007). En general todos los estudios muestran diferencias entre los consumidores de heroína respecto a los de otros opioides. Los primeros tienen más consumos de otras sustancias, puntúan peor en cuestionarios de calidad de vida y presentan más patología dual.
Se cuestiona que los datos encontrados en estos estudios de pacientes en tratamiento, no pueden ser totalmente extrapolables a la población general.
Diferencias en la psicopatología según el opioide consumido
En el artículo del cual procede este comentario, los autores nos demuestran las diferencias entre consumidores de heroína respecto a consumidores de otros opioides, utilizando los datos del estudio nacional de comorbilidad psiquiátrica, NESARC, que nos ofrece las tasas de prevalencia en población general de trastornos mentales y consumo de sustancias tanto del Eje I como del II según el DSM-IV entre los años 2001-2002.
En este caso en el Eje II no se recoge el Trastorno Límite de Personalidad, lo cual es evidentemente un sesgo limitador, pero que no invalida resultados novedosos.
Para ello se establecieron cuatro subtipos de consumidores, que no adictos, de sustancias:
- el grupo A eran los que consumían heroína y otros opioides,
- el grupo B otros opioides que no fueran heroína y no estuvieran prescritos,
- el grupo C sólo consumía heroína
- el grupo D consumía otras drogas que no fueran opioides.
El grupo A y C, consumidores de heroína y otros opioides y solo heroína, tenían más edad, raza negra y más antecedentes de consumo de otras sustancias como marihuana cocaína, inhalantes o alucinógenos, siendo el grupo A el que más consume otras sustancias.
El grupo B, consumidor de otros opioides, tenía una menor prevalencia en consumo de sustancias a excepción de tranquilizantes y sedantes.
Por último el grupo D, usuarios de drogas no opioides es que el que tiene menor riesgo, a excepción del consumo de marihuana.
Este estudio revela una considerable heterogeneidad entre los diversos grupos de consumidores de opioides. Hay diferencias significativas en las características sociodemográficas y la comorbilidad con otros consumos, siendo esta última más prevalente en los tres primeros grupos.
En comparación el grupo A, usuarios de heroína y otros opioides son el grupo con más probabilidad de patología dual (estado de ánimo, ansiedad, juego patológico y trastornos de la personalidad). El grupo menos prevalente era el D. Esta diversidad en la psicopatología apoya a la necesidad de distinguir a los usuarios de heroína de otros usuarios de opioides en la investigación y en la clínica con el fin de mejorar el pronóstico y optimizar las respuestas al tratamiento (Marcas y otros el al, 2004; Moore, el al, 2007).
<b>Los hallazgos más relevantes del estudio</b> es la mayor carga de psicopatología, patologia dual, del grupo A, heroína y otros opioides, tanto a lo largo de la vida como en el momento actual, presentando unas altas tasas de adicción a opiáceos (55%) o heroína (67%), como a otras sustancias (alcohol, el 87%, tabaco, el 72%, la marihuana, 71%, la cocaína, el 61%, alucinógenos, 52%; las anfetaminas, el 47%, sedantes, el 46%, y tranquilizantes, el 41%), y con altas prevalencias de otros trastornos mentales (estado de ánimo, el 57%; t. ansiedad, 39%; t. de la personalidad, 48%),excepto en la adicción al alcohol y el trastorno estado de ánimo, que suelen ser menores, respecto al resto de grupos.
Si bien este estudio no puede determinar la causalidad, la investigación ha sugerido que esta comorbilidad, se explica en parte por factores de riesgo comunes, características genéticas, o de automedicación en los estados de ánimo negativos u otros trastornos tales como ansiedad, depresión y dolor crónico (Khantzian, 1997; Tsuang et al, 1998;. Marcas et al, 2004; Cicero et al, 2008).
También nos sugiere que el consumo de heroína y otros opioides es un marcador de vulnerabilidad, con altos índices de uso de otras sustancias y trastornos psiquiátricos y en consecuencia que pueden presentar problemas especiales en el tratamiento (ladrillo, 2004).
Esta investigación nos proporciona nuevos conocimientos acerca de los usuarios del grupo B, que han consumido otros opioides y nunca heroína. Habitualmente buscan tratamiento en una pequeña proporción (Marcas et al, 2004;.. Moore et al, 2007; Banta- Green et al., 2009). El 93% de consumidores de opiáceos nunca había usado heroína. Es de destacar que no hay diferencias significativas en cuanto al consumo de otras sustancias entre en grupo B y C es decir solo otros opiáceos o solo heroína, con la particularidad que los primeros abusan de las drogas recetadas, mientras que los consumidores de heroína tienen más problemas con el uso de drogas ilícitas tales como la dependencia a la heroína, el consumo por vía intravenosa, y consumo de cocaína (Marcas et al, 2004;. Sigmon, 2006;. Rosenblum et al, 2007).
Otro hallazgo significativo es que a pesar de la elevada tasa de trastornos psiquiátricos entre el grupo B, otros opioides y no heroína, tiene una baja probabilidad de evolucionar a una trastorno abuso de sustancias (Moore et al, 2007;.. Rosenblum et al, 2007).
Aún con sus limitaciones, (tenemos que remarcar que no es población adicta), podemos decir que este es el primer estudio en identificar distintos patrones de uso y de trastornos psiquiátricos entre grupos mutuamente excluyentes de consumidores de opiáceos en el población en general.
Bibliografía
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