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Envejecimiento y vulnerabilidad. Población vulnerable en la Ciudad de Buenos Aires

  • Autor/autores: Gabriela Groba * y Alberto Mario Fustinoni **.

    ,Artículo,Psicogeriatría,


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Artículo | Fecha de publicación: 12/02/2001
Artículo revisado por nuestra redacción

La problemática emergente de los cambios en la estructura por edades de la población está referida, sin duda, al envejecimiento de las sociedades. Si bien el concepto de envejecimiento aplicado a los individuos aislados es claro y corresponde al aumento de su edad cronológica, cuando se trata de una población en su conjunto, el mismo concepto deviene más complejo y pueden hallarse más de u...



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La problemática emergente de los cambios en la estructura por edades de la población está referida, sin duda, al envejecimiento de las sociedades.

Si bien el concepto de envejecimiento aplicado a los individuos aislados es claro y corresponde al aumento de su edad cronológica, cuando se trata de una población en su conjunto, el mismo concepto deviene más complejo y pueden hallarse más de una manera para definirlo.

A partir de la Asamblea Mundial del Envejecimiento, llevada a cabo en 1982 por las Naciones Unidas, se ha adoptado la definición operativa de “envejecimiento de la población” como un proceso de cambio de la estructura por edades de una población, caracterizado por el aumento en la proporción de las personas a partir de los sesenta años.

El envejecimiento de la población mundial y de los países de Latinoamérica, manifiesta una marcada tendencia progresiva, según indican los últimos estudios efectuados sobre el tema.

El impacto del envejecimiento en ciertos sectores estratégicos de la estructura social (sistema educativo, mercado de trabajo, seguridad social, atención y prevención de la salud integral, las estructuras familiares, la economía ligada al consumo) es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta para realizar la planificación económica y social.

El concepto de vulnerabilidad quizás sea el que mejor exprese el punto de partida para el diseño de políticas sociales y el ajuste de las mismas a las cambiantes realidades a las que este sector de la Tercera Edad se ve sometido.

Según la Organización Mundial de la Salud, los grupos de ancianos en situación de vulnerabilidad y riesgo son aquellos que poseen algunas de las características descriptas a continuación:

Ø Los muy ancianos (los viejos viejos), mayores de 80 años

Ø Los que viven solos en una vivienda

Ø Las mujeres ancianas, sobre todo solteras y viudas

Ø Los que viven en Instituciones

Ø Los que están socialmente aislados (individuos o parejas)

Ø Los ancianos sin hijos

Ø Los que tienen limitaciones severas o discapacidades

Ø Las parejas de ancianos en las que uno de los cónyuges es discapacitado o está enfermo

Ø Los que cuentan con muy escasos recursos económicos

R. Atchely considera que la vulnerabilidad es, no solamente una característica objetiva, sino también subjetiva.

Basados en nuestra experiencia de trabajo sobre esta población, consideramos que sería conveniente agregar como puntos determinantes fundamentales para entender y comprender la situación de vulnerabilidad en la población:

Ø Bajo nivel Sociocultural

Ø Carencia de redes de apoyo (redes sociales de contención)

Ø Aislamiento emocional

La Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento acordó un Plan de Acción Internacional, donde se reconoce que “la calidad de vida no es menos importante que la longevidad y que, por consiguiente, las personas de edad deben, en la medida de lo posible, disfrutar en el seno de sus propias familias y comunidades de una vida plena, saludable, segura y satisfactoria y ser estimadas como parte integrante de la sociedad”.

Como punto de partida se estableció la necesidad de una asistencia integral que responda a las necesidades de los ancianos. La política de atención debe tender a mantener a éste en el medio comunitario durante el mayor tiempo posible. La recomendación Nº30 dice que “Los servicios sociales deberán tener por objeto la creación, promoción y mantenimiento, durante el mayor tiempo posible, de las funciones activas y útiles de las personas de edad en la comunidad y para la comunidad”.

Por otra parte, en el capítulo sobre Metas y Recomendaciones en Materia Política, dice que se deben brindar a las personas de edad oportunidades para satisfacer su necesidad de realización personal. Es importante que las políticas y programas promuevan oportunidades de expresión en diversas funciones que resulten estimulantes, considerando que éstas pueden ser entre otras: la participación ininterrumpida en la familia, el crecimiento mediante el aprendizaje escolar y no escolar, la expresión por medio del arte y la artesanía, la participación en organizaciones de la comunidad, el esparcimiento y los viajes, el trabajo, etc.

Una cuestión muy importante a tener en cuenta es la posibilidad de prevenir -o al menos aplazar- las consecuencias negativas del envejecimiento, ya que muchos factores (por ejemplo el estilo de vida) pueden encontrarse asociados a una vejez problemática. Por lo tanto, una buena nutrición, ejercicios físicos y asistencia sanitaria permanente, resultan de gran relevancia a la hora del diseño de políticas sociales.

Al analizar el grado de vulnerabilidad de la población debemos tener en cuenta a la edad como una de las variables que, históricamente, fue tomada como referencia inmediata para medirlo. Pero en esta época, en particular a partir de la década de los 80 -sobre todo con el agotamiento del “estado de bienestar” -es necesario ampliar el número de las variables para comprender la situación de vulnerabilidad/riesgo de una población. Inciden notablemente, acelerando este proceso, las variables socioeconómicas que hoy en día determinan más que “la edad”, la forma en que estos ancianos han envejecido, cómo proyectan y cuáles son sus perspectivas de futuro.

En nuestro país debemos agregar a esto los notables y acelerados cambios a los cuales se ha visto sometida la sociedad argentina desde la década del ‘90 con la aplicación de una feroz e inhumana política de corte neoliberal, que ha desmantelado y transformado la estructura social, precarizando y expulsando del mercado laboral a grandes masas de población que aún en condiciones de jubilarse no han podido completar sus años de aporte o se han visto obligados a aceptar cualquier tipo de trabajo en condiciones infrahumanas, con ingresos en negro y con un sistema de cobertura social prácticamente inexistente.

Las consecuencias de un sistema previsional a punto de colapsar, sin capacidad para absorber y contener la nueva demanda, ni a los futuros jubilados (ej. PAMI), el gran porcentaje de la población mayor que actualmente percibe ingresos -jubilaciones y pensiones- promediando entre $151 a $300, producto de un “mercado globalizado” que genera precarización del empleo (aumentando el trabajo en negro, la jornada laboral, la baja de los aportes jubilatorios y aumento de la terciarización), son fenómenos que provocan, por un lado, el achicamiento del mercado laboral, ya de por sí deprimido, un nivel cada vez menor de aporte a las cajas jubilatorias, dentro del sistema dual Estado y AFJP . Como consecuencia, en el futuro, será cada vez menor la franja de ancianos que posea un ingreso y una cobertura social que les permita un nivel digno de vida, poniendo en grave riesgo su supervivencia.

En los últimos tiempos a surgido un nuevo sector, con características propias, denominado “Jóvenes–Viejos–Jóvenes”, ampliando la clasificación existente que divide a los adultos mayores en “viejos- viejos” y “viejos- jóvenes”. Este sector se conformaría según nuestra clasificación, por aquellos que poseen entre 50 y 60 años, que se encuentran en una doble disyuntiva, de que a pesar de ser jóvenes psíquica, física y con posibilidades de ser económicamente productivos, el mercado los a expulsado caracterizándolos como viejos improductivos. Son cronológicamente jóvenes, pero el sistema de protección social no está preparado para absorber la demanda de esta franja de la población, sin programas sociales alimentarios o planes de vivienda que los contenga, sumiéndolos cada vez más en situación de marginación y de exclusión, y engrosando la franja denominada “nuevos pobres”, actualmente considerada una nueva clase social por algunos investigadores, dada su permanencia temporal.

Pasaremos a plantear las principales causas del envejecimiento de la población en Argentina, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires

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El envejecimiento de la población no solo altera las relaciones entre los grupos, sino la estructura interna de los mismos. Por otro lado hay un incremento del número de personas mayores de edad dentro de la población económicamente activa y de los viejos-viejos dentro del conjunto de las personas de la tercera edad.

Lo expuesto implica, entonces, la necesidad de profundización en la elaboración de las políticas sociales dentro del ámbito del Estado, contemplando estos cambios.

Es útil aclarar que en la actualidad existen programas sociales destinados a las personas mayores, entre ellos, en la Ciudad de Buenos Aires funcionan los Hogares de Día para la Tercera Edad desde el año 1989. En este trabajo, nos hemos propuesto analizar el grado de vulnerabilidad/riesgo de la población concurrente a los mismos.

Distribución espacial y por sexo del fenómeno

Según el censo de 1991 el porcentaje de mujeres dentro del conjunto de 60 años y más era superior al de los hombres, representaba un 57% y se acrecentaba en los ancianos de más de 75 años, donde las mujeres alcanzaban un 62%.

El proceso de envejecimiento es más marcado en las mujeres que en los varones.

El censo citado muestra dentro del grupo de 60 años y más, 75 varones por cada 100 mujeres; en el grupo de 75 años y más, la proporción era de 61 hombres por cada 100 mujeres.

Al discriminar esta población según las distintas jurisdicciones del país, encontramos que la Ciudad de Buenos Aires posee el mayor porcentaje de ancianos: 22,1%, y Tierra del Fuego posee el menor 3,4%, tal como detallamos a continuación.

También, la Ciudad de Buenos Aires posee el mayor porcentaje de ancianos mayores de 80 años (16,2 %) mientras Tierra del Fuego posee el menor (6,7%). El 39,1% de la población anciana residente en el país, vive en el área denominada metropolitana, que comprende la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.



Las sucesivas crisis económicas y la precarización de las condiciones de vida –a la que ya nos hemos referido- de las personas comprendidas en la franja etaria que va desde los 60 años y más, hace imposible revertir el proceso de empobrecimiento al que están sometidos.

Este censo registra 318. 631 ancianos en el país que pertenecen a hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), esto significa un 7,6% del total de la población que tiene 60 años y más.

La población anciana argentina ha variado de un 7% en 1950, a un 13,2% en 1995.

Este crecimiento de la población admite como causas primordiales, el descenso de la fecundidad y bajos índices de mortandad, lo que representa una disminución del segmento de jóvenes y un aumento en el número de personas mayores de 60 años, invirtiéndose la pirámide familiar tradicional que ahora se conforma con un hijo, dos padres, cuatro abuelos y varios bisabuelos.

Según datos proporcionados por el Censo Nacional de Población y Vivienda de 1991, las personas de 60 años y más, alcanzaban a 4.198.148, de las cuales el 31% correspondían a la franja de 60-64 años, el 25% a 65-69 años, el 18% a 70-74 años y aproximadamente un 25% para 75 años y más.

Desde el punto de vista estrictamente demográfico el proceso de envejecimiento es consecuencia del cambio en las tendencias de la fecundidad, de la mortalidad y eventualmente de las migraciones, a lo que hoy se suma el incremento de esperanza de vida en relación con los adelantos científicos y técnicos.

La esperanza de vida al nacer experimentó un crecimiento progresivo. Era de 62,7 años en 1950-1955 (60,4 años para los varones y 65,1 para las mujeres), pasó a 71 años en 1985-1990 (67,6 años para los varones y 74,6 para las mujeres) y su proyección para el período 2020-2025 es de 77,5 años (74 años para los varones y 81,1 para las mujeres).

En cuanto a los ancianos -segmento en aumento constante en la población argentina- las proyecciones realizadas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, indicaban que en 1995 superarían los 4.5 millones (13,2% de la población total), llegarían a casi 6 millones en el año 2010 (14,1%) y se acercarían a 8 millones (16,6%) en el año 2025. También se estima que en el año 2050, casi la cuarta parte de la población (23,4%) pertenecerá a este grupo etario. Esta tendencia se incrementaría particularmente en el grupo de 80 años y más, donde se verificaría entre los años 1995 y 2025 casi una duplicación de la participación relativa, pasando del 1.5% al 2.8%.

Proyecciones realizadas sobre la población de 60 años y más

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El envejecimiento de la población no solo altera las relaciones entre los grupos, sino la estructura interna de los mismos. Por otro lado hay un incremento del número de personas mayores de edad dentro de la población económicamente activa y de los viejos-viejos dentro del conjunto de las personas de la tercera edad.

Lo expuesto implica, entonces, la necesidad de profundización en la elaboración de las políticas sociales dentro del ámbito del Estado, contemplando estos cambios.

Es útil aclarar que en la actualidad existen programas sociales destinados a las personas mayores, entre ellos, en la Ciudad de Buenos Aires funcionan los Hogares de Día para la Tercera Edad desde el año 1989. En este trabajo, nos hemos propuesto analizar el grado de vulnerabilidad/riesgo de la población concurrente a los mismos.

Distribución espacial y por sexo del fenómeno

Según el censo de 1991 el porcentaje de mujeres dentro del conjunto de 60 años y más era superior al de los hombres, representaba un 57% y se acrecentaba en los ancianos de más de 75 años, donde las mujeres alcanzaban un 62%.

El proceso de envejecimiento es más marcado en las mujeres que en los varones.

El censo citado muestra dentro del grupo de 60 años y más, 75 varones por cada 100 mujeres; en el grupo de 75 años y más, la proporción era de 61 hombres por cada 100 mujeres.

Al discriminar esta población según las distintas jurisdicciones del país, encontramos que la Ciudad de Buenos Aires posee el mayor porcentaje de ancianos: 22,1%, y Tierra del Fuego posee el menor 3,4%, tal como detallamos a continuación.

Este censo registra 318. 631 ancianos en el país que pertenecen a hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), esto significa un 7,6% del total de la población que tiene 60 años y más.

Fuente: SOS-SIEMPRO sobre la base de datos del  Censo 1991 INDEC
Fuente: SOS-SIEMPRO sobre la base de datos del  Censo 1991 INDEC

Porcentaje de población de 60 años y más con NBI

Asimismo, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) correspondiente al segundo semestre de 1995, el 5,2% de los ancianos residentes en el área metropolitana no satisfacen sus necesidades básicas. Si medimos la pobreza a través de los ingresos, según “la línea de pobreza” , esta cifra se extiende hasta un 13% en los ancianos pobres antes mencionados. El 67,9% es pobre sólo por los ingresos, el 19,8% lo es sólo por el NBI y el 12,3% no sólo posee NBI, sino que también sus ingresos se encuentran por debajo de la línea de pobreza.

Estos datos estadísticos indican con claridad que todos los organismos e instituciones abocados a la problemática de la Tercera Edad deberán optimizar los recursos existentes, creando nuevas alternativas para atender las múltiples necesidades que requiere este sector.



Más allá de los datos demográficos, en cuanto al incremento de esta población y las modificaciones que esta situación conlleva, es importante a la hora de pensar en el diseño de políticas sociales tener presente el concepto de vulnerabilidad que delimita claramente el sector poblacional al que, en forma urgente, deberían alcanzar las políticas sociales para la Tercera Edad, esencialmente, los beneficiarios directos de los programas en marcha y de las iniciativas que con la mayor celeridad deberemos poner en funcionamiento.

Es en este marco que nuestras conceptualizaciones e informaciones tienen algún sentido: orientar los datos en función de lograr un entendimiento mas acabado de esta problemática, pensando a las personas mayores como “ Colectivos Vulnerables”

El notable envejecimiento de la población de la Ciudad de Buenos Aires -a diferencia del resto del país- es un fenómeno solamente comparable al de las grandes ciudades europeas, sobre todo se refleja en los adultos mayores que superan los 80 años. Esto se debe a varios factores: baja en la tasa de natalidad, alto incremento de la calidad de vida y mejor atención de la salud. Simultáneamente se produce un efecto no deseado ya mencionado, la brutal caída en sus niveles de ingresos. De manera que esta población se encuentra en situación de riesgo al no poder acceder a una alimentación adecuada, ni a una vivienda en condiciones óptimas para ser habitada, contribuyendo al aumento de su situación de vulnerabilidad, con probabilidad, además, de incapacidad física.

Foto Cuadro I Total de población de 60 años discriminados por edad en intervalos de 5 años

Cuadro I Total de población de 60 años discriminados por edad en intervalos de 5 años

Otro punto importante a considerar es la situación de soledad vivida por la gran cantidad de ancianos, tanto los que viven solos como aquellos que viven con sus cónyuges, sin ninguna red social que los contenga, y que superan los 75 años.
Este fenómeno debe ser tomado muy en cuenta ya que, a mayor edad, mayor es el porcentaje de mujeres que se encuentran en situación de soledad. Por ejemplo: en el grupo etario de 60 a 64 años tenemos 42% de varones frente a un 58% de mujeres, para la franja de 70 a 74 años, las mujeres representan el 62% frente al 38% de los Varones y para los mayores de 80 años, este porcentaje sube hasta un 72% de Mujeres frente a un 28% de hombres. La particularidad es que las mujeres envejecen con mayor deterioro físico.
El grado de envejecimiento de la población no es uniforme en toda la ciudad. Hay zonas en las cuales se ha acelerado el proceso en los últimos tiempos, mientras en otras el fenómeno tiene menor intensidad. Por ejemplo en la Circunscripción 22 (Villa Lugano, Villa Riachuelo y Soldati) hay un 11,9% de ancianos, mientras en la 2 (Barracas, parte de Nueva Pompeya y Parque Patricios) hay un 15,2%.
Las dos zonas presentan la forma típica de población en transición, con una alta tasa de natalidad y una escasa población anciana tal como detallamos en los Cuadros III y IV.
En contraposición, en el cuadro III encontramos circunscripciones que presentan un alto porcentaje de población anciana, superando la media del país (12,9%) y la de la ciudad (21,3%). Son estas circunscripciones las que consideramos con mayores urgencias.

Foto Cuadro III Población mayor de 60 años, por circunscripción electoral En porcentaje

Cuadro III Población mayor de 60 años, por circunscripción electoral En porcentaje

Consideramos que es un deber ineludible del Estado implementar políticas sociales destinadas a reparar las falencias y deficiencias del sistema con respecto a este sector, denominado Tercera Edad.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, existen ya una serie de programas destinados a esta franja que intentan atenuar las desventajas que el sistema económico genera, mediante la oferta de espacios donde los ancianos puedan expresarse, ser contenidos, relacionarse con otras personas de su edad, resolver mínimamente su situación alimentaria, ayudando a frenar el proceso de deterioro, especialmente las personas que se encuentran en situación de soledad.
Con este fin, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha implementado desde 1989 los Hogares de Día para la Tercera Edad.
Son centros de atención diurna totalmente gratuitos donde los ancianos que concurren reciben una prestación alimentaria que comprende (desayuno, almuerzo y merienda), realizan actividades recreativas, por ej.: talleres de gimnasia, yoga, teatro. Se brinda también atención jurídica, social y psicológica. Actualmente funcionan 13 Hogares de Día distribuidos en otras tantas zonas de la ciudad, los requisitos de ingreso es ser mayor de 60 años y ser auto validos o tener un leve grado de dependencia .

Tal como enunciamos en párrafos anteriores, la población muy vulnerable vive casi en su totalidad (94%) en viviendas que hemos definido como institucionales. En cambio, la población vulnerable (83%) posee algún tipo de vivienda medianamente estable (casa o departamento) el 61% son propietarios, un 18% alquila y al 20% restante, les fue cedida por un familiar. Estas viviendas generalmente no cuentan con todas las condiciones óptimas para ser habitadas.
De la población poco vulnerable, la totalidad vive en casa o departamento. Un 87% son propietarios, un 5% alquila, y al 8% restante, la vivienda les fue cedida.
Si analizamos la distribución por el tipo de vivienda y sexo, las mujeres viven en su gran mayoría en casas o departamentos (88%) y un 8% en inquilinatos. En cambio, en los varones este porcentaje se reduce hasta alcanzar un 68% (casa o departamento), otro 15% vive en inquilinatos y un 12 % en Hogares de Tránsito.
Un fenómeno a tener en cuenta al analizar la vivienda, es que en el caso de la población que vive en casa o departamento, existe un alto porcentaje de viudos (50%) si le sumamos los divorciados, los separados y los casados, esta cifra asciende a prácticamente el 100%, aumentando entre ellos la probabilidad de que, en un futuro, sin familia de contención, salvo su cónyuge con bajos ingresos y con una alta probabilidad de perder sus viviendas, se encuentren en situación de alto riesgo social.
El nivel de ingreso que predomina entre los ancianos que poseen vivienda y aquellos que viven en Hogares –institucionales- oscila entre 151 y $300 y representa el 58 y 44% respectivamente.
Es alto también el porcentaje de aquellos que cobran menos de $150, de los cuales un 19% vive en casa o departamento y otro 33% en hogares institucionales. Si sumamos las dos franjas por nivel de ingreso de quienes viven en casa o departamento, éstos alcanzan a un 77% con graves problemas para mantener sus viviendas.
De los que viven en viviendas institucionales: 38% son solteros, 12% casados, 22% viudos, 7% divorciados y 22% separados.
Al centrarnos en la convivencia de la vivienda, detectamos en nuestra investigación la existencia de un alto porcentaje de población que vive sola, sobre todo los que poseen casa (52%)mientras el 17% vive con pareja. La suma de ambos porcentajes da como resultado que el 69%, al no contar con una familia o amigos que los contenga, los ubica en una situación de riesgo ya que pueden sufrir algún tipo de accidente por lo avanzado de su edad y no tener a quien recurrir, por otro lado pueden perder sus viviendas, al no poder afrontar los gastos que estas le demandan para su manutención .
La mayoría de los que viven en casa o departamento concurren a los Hogares de Día por necesidad de compañía (54%) y el 39% lo hace por razones económicas. En cambio, de los que viven en los hogares institucionales el 80% asiste por razones económicas y el 18% por compañía.

Cobertura Social
Dentro de la población vulnerable el 83% posee algún tipo de cobertura social, producto de un trabajo estable con aporte a obras sociales. El 65% de ellos tiene PAMI, y el 16% restante, otras obras sociales (IMOS, Bancarios, etc.).
Prácticamente la totalidad de los incluídos en la categoría poco vulnerable (el 93%) posee cobertura social. El 73% tiene PAMI y el 20% otras obras sociales.
Relacionando el grado de vulnerabilidad y concurrencia a los Hogares tratamos de ver si el grado de vulnerabilidad afecta y/o condiciona la participación de los concurrentes en las actividades de los Hogares, qué talleres son los preferidos y cuál es el principal motivo de concurrencia.
Al cruzar el nivel de vulnerabilidad con el motivo de concurrencia descubrimos que este último varía sustancialmente según el grupo en que se encuentren.
Los ancianos muy vulnerables por ejemplo, concurren casi en su totalidad, el 89% lo hace por razones económicas y el 11% por la necesidad de compañía. Recordemos que la mayoría de ellos viven solos. El 56% no participa en ningún taller de los que se realizan en los Hogares, en cambio, el 51% de los vulnerables concurre por razones económicas y el 43% por la necesidad de estar en compañía. El 82% participa en los talleres. Entre sus preferencias se encuentran los talleres de yoga (31%) los grupos de reflexión/memoria (17%) taller de Gimnasia (12%) y las clases de Teatro (10%).

El 68% de la población poco vulnerable reconoció como principal motivo de concurrencia al Hogar, la necesidad de contar con compañía, y el 21%, que lo hacía por razones económicas. El porcentaje restante manifestó que su concurrencia se debía principalmente a las actividades que se realizan en los Hogares.
Con respecto a este grupo nos interesó saber, cuántos participaban efectivamente de los talleres. Descubrimos que, al igual que la población vulnerable, la participación era muy alta, llegando al 92%, resultando nuevamente el taller más elegido el de Yoga (41%) y el segundo en preferencia, los grupos de Memoria y Reflexión (14%). En el cuadro a continuación veremos con mayor claridad lo expuesto.

Fuente. Datos propios según, censo de concurrentes de los Hogares de Día, 1999, Area Estadística G.C
Fuente. Datos propios según, censo de concurrentes de los Hogares de Día, 1999, Area Estadística G.C

Las estadísticas indican con claridad que todos los organismos e instituciones abocados a la problemática de la Tercera Edad deberán optimizar los recursos existentes, como así también, crear nuevas alternativas para atender las múltiples necesidades que requiere este sector.

Dado el carácter integral y abarcativo, el programa Hogares de Día para la Tercera Edad, es por sus características, el más pertinente y mejor preparado para afrontar las desigualdades sociales que el sistema genera.

Es necesario, por lo tanto, priorizar la instalación de los Hogares de Día en aquellas circunscripciones de la ciudad de Buenos Aires donde los ancianos se encuentran en situación de alto riesgo social y con NBI. Teniendo en cuenta que es un deber ineludible del Gobierno de la Ciudad atender las necesidades de dicho sector, evitando de esa forma el agravamiento de la situación.

Así también, se hace ineludible la implementación de algún programa destinado a resolver la situación de emergencia habitacional por la que este sector está atravesando. Al respecto cabe destacar que las opciones para comenzar a ocuparnos del tema son diversas. Según nuestro criterio no hay por qué tomar sólo una línea. Las articulaciones adecuadas entre las diferentes respuestas operativas al problema habitacional en la Tercera Edad nos irá acercando a la creación de un sistema de resolución eficiente y eficaz que contemple las distintas situaciones de nuestros mayores en la Ciudad de Buenos Aires.

Estaremos entonces diseñando políticas que posibiliten la implementación de:



Ø Viviendas Tutelares

Ø Mini Residencias

Ø Viviendas Compartidas

Ø Acogimiento familiar para personas mayores

Ø Residencias



Basados en nuestra experiencia de trabajo, los ancianos vulnerables son los que poseen alguna de las siguientes caracteristicas.

Ø Bajo nivel Sociocultural

Ø Carencia de redes de apoyo (redes sociales de contención)

Ø Aislamiento emocional



Envejecimiento en la Ciudad de Buenos Aires

Un punto importante es la situación de soledad vivida por la gran cantidad de ancianos,

fenómeno a tener en cuenta ya que, a mayor edad, mayor soledad. El grado de envejecimiento de la población no es uniforme en toda la ciudad. Hay zonas en las cuales se ha acelerado el proceso en los últimos tiempos, mientras en otras el fenómeno tiene menor intensidad

Para trabajar sobre el grado de vulnerabilidad en la que se encuentra esta población, hemos elaborado una escala que intenta medir la gravedad de la situación que cada uno de nuestros mayores soporta diariamente la cual consta de tres categorías.



a.- Población Muy Vulnerable.

b.- Población Vulnerable con NBI.

c.- Población de baja vulnerabilidad o poco vulnerable.



Consideramos que es necesario priorizar la instalación de los Hogares de Día en aquellas circunscripciones de la ciudad de Buenos Aires donde los ancianos se encuentran en situación de alto riesgo social y con NBI. Y algún programa destinado a resolver la situación de emergencia habitacional por. Según nuestro criterio no hay por qué tomar sólo una línea. Las articulaciones adecuadas entre las diferentes respuestas operativas al problema habitacional en la Tercera Edad nos irá acercando a la creación de un sistema de resolución eficiente y eficaz que contemple las distintas situaciones de nuestros mayores en la Ciudad de Buenos Aires, ej.

Viviendas Tutelares

Mini Residencias

Viviendas Compartidas

Acogimiento familiar para personas mayores

Residencias

Amadasi, E. Y Fasio, A. El concepto de vulnerabilidad en la literatura gerontológica.

Revista Geriatría Mundial. (34-35) Buenos Aires, 1997.

Atchely, R. Social forces and aging. An introduction to social gerontology. California:

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INDEC. Censo de Población. 1991

INDEC. Proyección de población por sexo y edad. En Análisis Demográfico. Buenos

Aires: Gobierno de la Ciudad, 1996.

INDEC. Serie de Análisis Demográfico. Dirección Estadística y Censo. Buenos Aires:

Gobierno de la Ciudad, 1998.

Knopoff, Rene. Prejuicios, mitos y estereotipos. En: Dimensiones y aspectos de la vejez.

Biblioteca Política Argentina, n°311. Buenos Aires: Centro Editor de América

Latina, 1991.

Odone, Julieta. Los Ancianos en la Sociedad. En: Dimensiones y aspectos de la vejez.

Biblioteca Política Argentina n°311. Buenos Aires: Centro Editor de América

Latina, 1991.

Pochtar, Nora; Pszemiarower, Santiago. La tan temida ancianidad. Serie Documentos de

Políticas Sociales, n° 14. Centro de Documentación en Políticas Sociales. Buenos

Aires: Gobierno de la Ciudad, 1999.

CENSO de población concurrente a los Hogares de Día y Encuesta de Satisfacción del año 1999. Información propia, no impresa.

SELA (Sistema Economico Latinoamericano). La incorporación de la equidad en la estrategia de desarrollo para America Latina y el Caribe. Pobreza un Tema Impostergable , nuevas respuestas a nivel mundial Bernardo Kliksberg (compilador). CLAD, Fondo de Cultura Economica, Programa de las naciones Unidas para el Desarrollo, México 1993

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