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Se calcula que el ser humano tiene unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las cuales solamente 100 pueden llegar a ser perjudiciales. La flora aglutina a todas las bacterias del sistema gastro-intestinal y constituye la mayor reserva de microbiota de todo el organismo humano. Esta investigación ha identificado relaciones entre dos tipos de flora y su incidencia sobre algunas respuestas emocionales en los seres humanos. Según los autores de este estudio, se trata de la primera demostración empírica de la relación entre diferentes comportamientos humanos y la composición microbiana de seres humanos sanos. Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones sobre la influencia de los organismos intestinales sobre las emociones se han efectuado en animales. Se ha comprobado por ejemplo que la flora intestinal de los roedores puede modificar su comportamiento. Relación comprobada Esta investigación ha demostrado que la misma asociación afecta a los seres humanos. Los científicos analizaron muestras fecales de 40 mujeres sanas, con edades comprendidas entre los 18 y los 55 años, y dividieron los resultados de los análisis en dos grupos, en función de la composición de su flora intestinal. Uno de los grupos analizados mostró una mayor abundancia de un tipo de bacteria llamada Bacteroides, mientras que el otro grupo disponía de una abundancia mayor de otra bacteria denominada Prevotella. A continuación, los investigadores escanearon el cerebro de las participantes a través de imágenes de resonancia magnética, mientras les mostraban diversas imágenes pensadas para provocar una reacción emocional, ya sea positiva, negativa o neutra. De esta forma pudieron descubrir que las personas que tenían una flora intestinal dominada por Bacteroides tenían una materia gris más densa en el córtex frontal y las regiones insulares, las zonas del cerebro especializadas en el tratamiento de informaciones complejas. Asimismo, mostraban un hipocampo más voluminoso, la zona cerebral implicada en la memoria. Sin embargo, las personas del segundo grupo tenían menos desarrolladas esas mismas áreas cerebrales, confirmando que existe una estrecha relación entre las regiones emocionales, sensoriales y las de la atención, que tenemos en el cerebro, y la composición de la flora intestinal. Cuando los investigadores mostraron imágenes negativas, las participantes que tenían más bacterias Pretovella mostraban una actividad más pobre en la región del hipocampo, al mismo tiempo que presentaban niveles de ansiedad, estrés e irritabilidad más elevados cuando miraban las imágenes. Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: http://journals.lww.com/psychosomaticmedicine/pages/default.aspx
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Psychosomatic Medicine
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