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Óscar Marín: `Hay factores, como vivir en una ciudad, que están directamente relacionados con algunas enfermedades como la psicosis´



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Noticia | 10/05/2023

Este catedrático de Neurociencias e investigador tiene como objetivo comprender el desarrollo del cerebro y los orígenes de los trastornos mentales posteriores.


Dirige el Centro de Trastornos del Neurodesarrollo en el King's College de Londres y desde el año pasado es miembro de la Royal Society del Reino Unido, la prestigiosa institución fundada a mediados del siglo XVII y a la que también pertenecieron científicos como Isaac Newton, que la presidió, o el premio Nobel español Santiago Ramón y Cajal, considerado como el padre de la Neurociencia. Óscar Marín sigue la estela de esa disciplina y su empeño en conocer al máximo el órgano más complejo de nuestro organismo, el cerebro, y los trastornos originados en su largo desarrollo tales como la epilepsia, la esquizofrenia o aquellos incluidos dentro del espectro autista.


PREGUNTA: La primera pregunta es casi obligada. ¿Qué son los trastornos del neurodesarrollo?
RESPUESTA: 
De forma muy general son enfermedades o disfunciones del cerebro, de nuestro sistema nervioso, que se producen como consecuencia de una desviación en el desarrollo normal de esta estructura y que puede ocurrir por una gran cantidad de cosas, pero realmente es una trayectoria, digamos anormal, que resulta finalmente patológica del desarrollo del cerebro.



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P: ¿Durante cuánto tiempo se desarrolla nuestro cerebro?
R: 
De una forma un poco ingenua tendemos a pensar que todo el desarrollo se produce cuando estamos en el útero de nuestra madre, y que cuando nacemos lo único que sucede es que crecemos, que cambiamos de tamaño. Pero el desarrollo de nuestro cerebro continúa en nuestra vida y ocurren todavía muchísimos procesos que siguen configurando cómo se estructura nuestro cerebro; no es simplemente que crezca, de hecho ya no genera más neuronas en ese momento, pero se establecen muchas conexiones en los primeros años de vida, se eliminan aquellas que no funcionan, se reconfigura el cerebro... Es seguramente la máquina biológica más compleja que conocemos. Lleva mucho tiempo para desarrollarse, prácticamente desde que somos concebidos hasta que alcanzamos el final de la segunda década de nuestras vidas, es decir los 20 o 21 años.


P: Entonces, ¿es en esos años cuando nuestro cerebro ya estaría maduro?
R: 
En realidad yo siempre digo que nunca deja de desarrollarse, porque, aunque efectivamente cuando alcanzamos esa edad adulta nuestro cerebro está básicamente configurado, nuestro cerebro cambia continuamente. Cada vez que aprendemos, cada vez que olvidamos algo, las conexiones de nuestro cerebro cambian. El número de neuronas no aumenta, salvo en sitios muy concretos, y no hay un recambio neuronal, pero las conexiones están reconfigurándose de forma continua. Es decir, los mismos procesos que ocurren durante el desarrollo, la formación y reconfiguración de esas conexiones, siguen ocurriendo en el cerebro adulto.


P: ¿Hay algún momento que sea más crítico o más importante en el desarrollo del cerebro cuando estamos en el útero materno?
R: 
Empezamos a tener una idea más clara de cuándo ocurre la mayor parte de los problemas y un gran número de enfermedades que, de alguna manera, debutan muy temprano en la vida. Por ejemplo, los trastornos del espectro autista y otro tipo de desórdenes que aparecen, digamos, en los primeros años de vida. Ahora sabemos que el tercer trimestre del embarazo es un periodo particularmente importante en el desarrollo fetal porque es un periodo en el que se están produciendo muchas neuronas a un ritmo, digamos vertiginoso. Es decir, en los últimos tres meses de gestación. Y estamos empezando también a formar conexiones entre las neuronas, se producen los primeros ajustes, se eliminan aquellas neuronas que no se han colocado en el sitio correcto... O sea que es una época particularmente importante porque hay una serie de eventos muy críticos en el desarrollo del cerebro.

Pensamos que, en gran medida, muchas de las alteraciones del desarrollo, que sabemos que son genéticas, afectan fundamentalmente a ese periodo de la formación cerebral en el que desafortunadamente están pasando muchas cosas y, por lo tanto, todavía tenemos mucho trabajo por delante para intentar entender exactamente en qué caso, en qué tipo de alteración genética, qué problema está ocurriendo.

Este paraguas, este conjunto de trastornos del neurodesarrollo, va a requerir una medicina muy personalizada para saber en cada caso, prácticamente individuo a individuo, cuáles son los procesos que están siendo alterados y que, finalmente, producen un cerebro que es muy parecido al del resto de la población pero que tiene una serie de cambios que lo han desviado, lo han sacado de su trayectoria normal de desarrollo haciendo que aparezcan algunas discapacidades o algunas funciones que se han alterado y que desembocan en unos problemas que tratamos de corregir.


P: Además de factores genéticos, ¿hay factores ambientales que influyen en esos problemas de desarrollo cerebral?
R:
 Exactamente. Los genes son muy importantes; la información genética. Utilizando un símil de la construcción, por ejemplo la de una catedral, que es lo que sería nuestro cerebro, la información genética son los planos, es la información que necesitamos para construirla y si los planos están alterados, obviamente eso va a dar lugar a una estructura alterada. Y en el neurodesarrollo sabemos que el componente genético es muy, muy elevado. Seguramente el 80% del riesgo es fundamentalmente genético. Pero también sabemos, y eso está muy relacionado con este periodo tan largo de desarrollo de nuestro cerebro, que durante todo ese tiempo estamos expuestos, primero, dentro del útero, y después a todo el ambiente que nos rodea. Por ejemplo, sabemos con bastante certeza que infecciones víricas durante el embarazo, especialmente en etapas avanzadas de la gestación, provocan respuestas inmunes que pueden, de alguna manera, interaccionar con esos cambios genéticos y empujar al desarrollo del cerebro a tomar una trayectoria incorrecta.

Lo mismo en los primeros años de vida, el entorno social, cómo aprendemos, de quién aprendemos, si vivimos en condiciones de mucha pobreza, malnutrición... Todos ellos, que son claramente ambientales, también tiene un impacto muy importante en el desarrollo del cerebro.


P: ¿Cuáles son los principales trastornos provocados por estas alteraciones?
R: 
En causa genética, la mayor parte de los trastornos del neurodesarrollo producen, en un porcentaje muy elevado, epilepsia y en otros muchos casos, discapacidad intelectual o trastornos del espectro autista, que es un término paraguas que engloba una población de personas muy diversa, desde algunos con patologías y problemas médicos muy severos y que necesitan atención 24 horas los siete días de la semana, hasta otros que están en un rango muy diferente y que no tienen una patología muy marcada.También sabemos que hay trastornos que tienen impacto a más largo plazo. Por ejemplo, mucha psicosis, incluyendo la esquizofrenia, cuya edad media de debut clínico está en torno a los 20 o 22 años. Esto, que parece muy tarde, sabemos que es una consecuencia de un desarrollo anormal, atípico del cerebro y que, de alguna manera, se manifiesta mucho más tarde y, probablemente muy en relación con otros aspectos de nuestra vida social y la interacción con otras personas.


P: ¿De qué prevalencia podemos hablar?
R: 
Si uno incluye todo este paraguas de enfermedades hablamos de una incidencia global de entre el 3% y el 5% de la población y seguramente me esté quedando corto. Es un problema realmente importante y que, obviamente, aunque emerge durante el desarrollo de los primeros años de nuestra vida, en la mayor parte de los casos hay una consecuencia que afecta a la vida entera de la persona. Es decir, muchas de las personas que tienen este tipo de enfermedades requieren atención durante el resto de su vida.


P: ¿Se dan ahora más casos por la vida que llevamos, por los factores ambientales?
R: 
La epidemiología no es excesivamente clara en esto. Sí es cierto que hay factores, como vivir en una ciudad, que están directamente relacionados con el desarrollo de algunas enfermedades, como es el caso de la psicosis; hay una relación muy muy marcada. No quiere decir que las ciudades sean malas, sino que la forma de vida en sociedad en una ciudad es mucho más estresante en líneas generales que en un centro urbano más pequeño.Lo que realmente ha cambiado en los últimos 20 años es que tenemos una capacidad de diagnóstico muchísimo mayor; ahora tenemos una idea más clara de por qué surgen y dónde surgen los problemas del neurodesarrollo. Creo que la incidencia, en líneas generales, no es mucho mayor, pero sí hay factores que pueden alterar. Por ejemplo, en los autismos, sabemos que la edad del padre tiene una influencia bastante importante, que muchas de las alteraciones genéticas que se observan en el autismo se producen no por alteraciones genéticas del padre, sino por una mutación que se ha producido en el esperma y que es transmitida al hijo. Es decir, cuanto mayor es el padre más probabilidades tiene de acumular mutaciones en las células reproductoras.


P: Como en tantas otras enfermedades, ¿el diagnóstico precoz es fundamental?
R: 
En el caso del sistema nervioso, la ventaja y también la desventaja, el hecho de que sea el órgano que se desarrolla más lentamente, hace que cuanto antes sepamos si existe un problema podamos tener una mayor capacidad de intervenir. Nuestro cerebro es muy, muy plástico; mucho más plástico cuando somos pequeños que cuando somos mayores. De manera que es mucho más fácil aprender un idioma o aprender a montar bicicleta cuando uno es un niño que cuando eres un adulto. Esa capacidad de plasticidad hace que incluso aunque no tengamos herramientas todavía muy depuradas la intervención temprana siempre sea mucho más efectiva que si esperamos mucho tiempo.
Cada enfermedad va a tener una ventana terapéutica, un momento en el que, una vez conozcamos cuál es el problema en cada caso, se actúe. Y cuanto antes lo hagamos más posibilidades tendremos de recuperar la mayor parte de su función.


P: ¿Qué avances terapéuticos ha habido?
R: 
Lo más sorprendente es que el desarrollo de terapias avanza más deprisa que nuestro conocimiento del cerebro. Por eso yo siempre enfatizo que estos dos caminos tienen que avanzar en paralelo. Necesitamos terapias y cada vez tenemos mejores herramientas, pero es muy importante que sepamos exactamente qué tenemos que arreglar porque si no será muy complicado.Tenemos desde terapias conductuales, que actúan reforzando una serie de hábitos o cambiando algunos en los niños. Esto no es magia. Cuando hacemos eso, lo que estamos haciendo es modificar la estructura desde fuera. Además hay mucho desarrollo farmacológico, cada vez de más precisión, y también tenemos una nueva ola de posibles terapias, como es la terapia génica que nos va a dar, en según qué casos, una batería de aproximaciones que van a ser muy importantes para algunos desórdenes como para la atrofia espinal. Este es un paradigma porque hasta hace muy poco era la principal causa de muerte en niños por causas genéticas y, sin embargo, ahora, con el desarrollo de las terapias génicas estamos empezando a revertir ese problema.

Fuente: Diario Médico
Palabras clave: psicosis, ciudad, factores
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