El valor de la naturaleza, el contraste de culturas y la pérdida de valores por la obsesión de la vida digital, temas ganadores.
Un relato del psicólogo Javier Tavárez, de Santurtzi, sobre el valor de la naturaleza ha resultado ganador del primer premio en castellano de la tercera edición del Concurso de Relatos Breves organizado por el Grupo Cultural del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia. Por su parte, la psicóloga Naiara Ozamiz, de Andramari, Getxo, ha resultado ganadora del primer premio en euskera por un texto sobre el contraste de las culturas y las clases sociales.
El certamen tiene como propósito desarrollar la creatividad literaria de los profesionales de la Psicología de Bizkaia desde el lado precisamente de la Psicología. Se pretende que, a través de unas líneas, el lector tenga contacto con la mente humana y en segundos se cree un espacio de reflexión sobre un tema relacionado con la Psicología.
En este sentido, la obra de Javier Tavárez titulada “El viaje” es una poesía que hace hincapié en el valor que tiene la naturaleza. Según explica “la intención del relato es una invitación a cambiar la mirada del lector, que no use el ojo de la carne ni el ojo de la mente, sino que trate de ver con el ojo del corazón o en última instancia con el ojo del espíritu; y así, de esta manera pueda percibir y darse cuenta, que todo tiene consciencia en la naturaleza”.
“En el relato usando el pretexto del viaje, podríamos decir iniciático, de una hoja de roble, se tratar de despertar esta sensibilidad en el lector que le posibilite esa nueva mirada”, destaca. Por otro lado, Naiara Ozamiz señala que en su relato, que lleva por nombre Junesen Abentura, “refleja el constraste entre diferentes culturas, clases sociales y la esperanza que puede llegar a tener una persona por cambiar de vida y la realidad con la que se encuentra”.
Por último, el segundo premio en castellano ha sido entregado a JavierGutiérrez, de Algorta, por el relato “Like” que profundiza en que la sociedad de hoy los aspectos emocionales y profundos quedan a merced de la digital, provocando una pérdida de valores por la obsesión de la vida digital.