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Noticia | 31/10/2023

El cambio de hora pone en el foco al sueño, un centinela 'ninguneado' de la salud



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En la madrugada del sábado al domingo se produjo el cambio de hora en España -los relojes se atrasaron una hora- con el que comienzó el horario de invierno, y que hace que muchas personas sufran alteraciones en su ritmo normal de sueño.


En la mayoría de los casos, serán efectos pasajeros que se irán reajustando en escasos días, pero para otros supondrá un efecto negativo añadido a sus ya problemas de insomnio, la alteración de sueño más frecuente entre la población mundial.


Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el problema, lejos de disminuir, aumenta y no solo entre los adultos sino también entre niños y población juvenil. Esta entidad calcula que cerca del 50% de la población mundial adulta y el 24% de la población infantil no tiene un sueño de calidad.


Dormir 7 horas al día es la cantidad mínima que se recomienda para mayores de 18 años. Sin embargo, y según un informe realizado por profesionales de la Sociedad Española de Neurología (SEN), un 25,5% de los españoles duerme menos de estas horas y solo un tercio descansa 8 horas o más.


Más preocupante aún resulta que más de 1,7 millones de españoles afirme no dormir ni siquiera 6 horas al día, poniendo en riesgo su salud.Estas deficiencias se han agravado en los últimos años por el influjo de la pandemia por covid-19 y sus secuelas sanitarias, sociales y también económicas. Es lo que investigadores de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, conceptúan como corosomnia o covidsomnia, y que ha puesto de manifiesto que la cantidad de personas que experimentan insomnio aumentó de 1 de cada 6 a 1 de cada 4 tras la pandemia.


Recupera funciones 


Un sueño desfavorable, tanto en calidad como en cantidad, no solo dificulta realizar las actividades diurnas de forma adecuada. La evidencia sobre su influjo en el desarrollo o mal pronóstico de otras patologías -como las cardiovasculares, las neurológicas, las endocrinológicas como la obesidad e incluso las tumorales-, está más que probada. Por ello combatir el insomnio, controlando o ajustando los patrones recomendados de sueño, es actualmente un desafío entre los profesionales implicados en su abordaje.


"Dormir no es una pérdida de tiempo. Es una etapa o periodo del día en el que se reponen neurotransmisores, receptores, ordenamos la memoria, restauramos la función cardiovascular... Por eso, dormir bien, sin alteraciones y el tiempo suficiente aumenta la calidad de vida", indica Alex Iranzo, neurólogo del Centro del Sueño del Servicio de Neurología del Hospital Clínic de Barcelona.


En España, alrededor de un 30-40% de la población general ha pasado noches en vela alguna vez en su vida, lo que se conoce como insomnio agudo. De ellos, un 5% -aunque algunos autores lo situarían hasta en un 15%-, presenta insomnio crónico, el más problemático- pero solo un 2,5% de estos acude al médico refiriendo tener insomnio y con pretensiones de tratarlo.


Según la Clasificacion Internacional de los Trastornos del Sueño de la Academia Americana de Sueño, el insomnio se define como un sueño de mala calidad o que sea insuficiente en relación con el tiempo. La cronificación del trastorno requiere que se mantenga por un tiempo superior a tres meses.


Se calcula que más de 12 millones de personas en España no descansan de forma adecuada y más de 4 millones padecen algún tipo de trastorno del sueño crónico y grave.


El insomnio es un síntoma, indica Iranzo; "es como decir dolor o picor, y puede obedecer a muchas y variadas causas". En el desarrollo del insomnio agudo influyen preocupaciones relevantes capaces de alterar o eliminar el sueño: pérdida de puesto laboral, diagnóstico de una grave enfermedad, acoso escolar, por ejemplo. "El desencadenante es un acontecimento vital, y cuando se resuelve emocionalmente, el sueño se encauza de nuevo".


En el paciente crónico los motivos son también múltiples. Puede ser secundario a un dolor o a una enfermedades como Alzheimer o Parkinson, que afectan a los centros reguladores del sueño. También existe el insomnio denominado psicofisiológico y que afecta a personas que no refieren ninguna preocupación que, aparentemente, les pueda quitar el sueño.


Según Iranzo, "estas personas responden a las 3 Ps. P de personalidad muy exigente, preocupada por las cosas, que anticipan. Se trata de un carácter que predispone a un mayor riesgo de insomnio. La otra P se relaciona con el precipitante, factores como ruido y preocupaciones importantes, entre otros. Por último, está la P de los factores perpetuantes que hacen que esta predisposición perdure y, por tanto, se cronifique la alteración con el apoyo, además, de malos hábitos o malas percepciones sobre el sueño: leer en la cama, mirar pantallas o móviles antes de irse a dormir, hacer siestas durante la tarde o cambiar  horarios".


Del elevado número de afectados y de la variedad de alteraciones y efectos negativos que, a corto, medio y a largo plazo, puede generar sobre la salud general, surge el interrogante al que la comunidad médica y científica intenta dar respuesta desde hace tiempo: ¿se puede acabar con el insomnio?


Ana Fernández Arcos, miembro del Grupo de Trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES), que acaba de celebrar su XXX Congreso nacional en Pamplona, y neuróloga en el Barcelona


Beta Brain Research de la Fundación Pasqual Maragall y en el Hospital del Mar, ambos en Barcelona, considera que puede ser posible conociendo y entendiendo mejor esta alteración: desvelar todos los mecanismos que lo producen para desarrollar un mejor tratamiento.


En primer lugar, hay que trabajar desde las bases. "Además de tratar el insomnio como un trastorno, hay que tener o reenseñar medidas de buena educación, subrayando que dormir bien y tener un sueño de una correcta duración y de buena calidad es fundamental para la salud. De hecho, cada vez hay más evidencia científica que demuestra que dormir de una forma no adecuada, en cantidad y en calidad, puede favorecer el desarrollo o el empeoramiento de otras patologías: cardiovasculares, demencias, cancer, entre otras".


Después, es necesario avanzar en su diagnóstico y, sobre todo, "conseguir que un insomnio de inicio agudo, a partir de un desencadenante, no se cronifique. Tratar precozmente a esas personas significaría no tener un porcentaje tan elevado de personas insomnes que se pasan años, incluso décadas, durmiendo mal".  


Sin datos de cronificación


 En este punto, la neuróloga indica que no hay datos suficientes sobre qué casos de insomnio agudo pueden llegar a cronificarse. "Pocos de estos pacientes están registrados, acuden al médico y se han tratado. Y hay que tener cuanta de que se trata de personas con un mayor riesgo de cronificación".


A su juicio, la realidad pone de manifiesto que "se necesitan más recursos sanitarios para tratar a estos afectados desde el primer momento. La falta de recursos hace que haya tantas personas durmiendo mal, aunque por suerte, cada vez se otorga más importancia al sueño, cada vez consultan más personas y cada vez se puede tratar de una manera más adecuada”.


Para Alex Iranzo, a pesar de que "es muy difícil erradicar el insomnio", siempre "hay un margen de mejora en todos los pacientes; en algunos total y en otros parcial".


En las posibilidades de éxito intervienen muchos factores, según el neurólogo. "El primero se centra en el paciente y en desvelar por qué tiene insomnio. Después está su predisposición a quererse curar y seguir los consejos del terapeuta y, por último, contar con las habilidades y el conocimiento del terapeuta, que ha de ser especialista en sueño".


En cualquier caso, y según los profesionales, el insomnio sigue siendo un problema importante, tanto en las consultas de atención primaria como en las unidades especializadas en sueño, que requiere de profesionales muy especializados y de pacientes muy comprometidos para colaborar en terapias conductuales sobre hábitos de sueño. "Se necesitan más terapeutas y más tiempo para llevar a cabo las estrategias de una forma adecuada", insiste Alex Iranzo.


Terapia de primera elección


Los abordajes de tipo cognitivo conductual son el tratamiento de elección y de primera línea para el insomnio crónico.


Su objetivo es mejorar o restablecer hábitos saludables de sueño con el asesoramiento de especialistas en tratamiento cognitivo conductual del insomnio, según el neurólogo Diego García Borreguero, director del Instituto del Sueño, en Madrid, quien subraya que "el tratamiento farmacológico es, en este ámbito, de segunda elección. Siempre debe haberse intentando previamente un tratamiento cognitivo o conductual que, por otra parte, requiere un elevado grado de involucración por parte del paciente".


El tratamiento cognitivo o conductual requiere un elevado grado de involucración por parte del paciente. 


Alex Iranzo insiste en que cuando se inicia una terapia de estas características, el profesional también debe dar una cierta seguridad al paciente, explicar expectativas, que no pueden ser elevadas desde el principio, sino que se ayuda poco a poco-, y "dejar claro que no se trata de una carrera de 100 metros sino que es de 1.500. Sabemos que estas terapias pueden fracasar, pero también fracasan las farmacológicas en estos pacientes, por lo que es necesario incidir en la reconstrucción de hábitos con terapias cognitivas o conductuales".


La mayor limitación de la terapia cognitivo conductual -que además de ser la de elección es la que dispone de mayor evidencia de efectos positivos a largo plazo- es la disponibilidad, sostiene Ana Fernández Arcos. "Por desgracia, pocos centros disponen de ella y precisa también de un compromiso importante, que implica mucho esfuerzo, por parte del paciente para realizar cambios conductuales con respecto a su sueño”.


 Según los datos que maneja Diego García Borreguero, se calcula que entre un 50-75% de personas que inician estrategias cognitivo-conductuales controlan su problema en un plazo de entre tres y seis meses, con una media de sesiones de entre cinco y diez, según los casos.


Sin embargo, "hay que tener en cuenta que se trata de un cuadro crónico en el que la tendencia a la propensidad al insomnio va a persistir durante toda la vida".


Este es uno de los motivos por el que algunos pacientes recurren, inevitablemente y en ciertos periodos de su vida, a medicamentos para el insomnio: fármacos para los que, en muchos casos, según un estudio publicado en The Lancet, existe una "falta sorprendente de datos a largo plazo", expresaba Andrea Cipriani, investigadora del citado trabajo y profesora de Psiquiatría de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.


La terapia farmacológica podría considerarse, según Ana Fernández Arcos, en pacientes que no tienen acceso a la terapia cognitivo-conductual o que no responden a este abordaje. "Algunos grupos también contemplan a personas que, de forma objetiva, duermen menos de 6 horas. Por las consecuencias de este hecho a largo plazo, quizás serían candidatos al tratamiento farmacológico en primer lugar".

Fuente: Diario Médico
Palabras clave: sueño, insomnio, cambio de hora
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