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Noticia | 08/09/2023

Cada vez más agresiones a sanitarios: `Las físicas se denuncian; las otras, en buena medida, se dejan pasar´



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Puñetazos y huesos rotos. Amenazas, algunas con armas. Destrozos en el material de trabajo. Son agresiones reales que ha sufrido el personal sanitario en los últimos meses. El Sistema Nacional de Salud (SNS) registró 13.210 notificaciones de violencia física y verbal en 2022. Unas 36 al día. "No creí salir viva", confiesa Rosa. Como otros profesionales, se siente desprotegida ante algunos pacientes a los que, cumpliendo con su deber, sólo trataba de ayudar.


Manuel, que lleva 25 años ejerciendo la Medicina, asegura que en la última década se ha agravado la agresividad. Él fue atacado en las Urgencias de un hospital andaluz. Tras examinar a una niña y ante la imposibilidad de explorar a su hermano, pidió a la madre que buscara ayuda para sujetarlo mientras él iba recibiendo a otros pacientes. Al llegar, el padre le acusó a gritos de no atender al niño. "Yo estaba escribiendo, se puso a mi lado y a traición empezó a darme puñetazos en la cabeza, el costado, me fracturó un dedo". El agresor le persiguió. Ante el reproche de los testigos, le asestó, de palabra, un último golpe: "Así aprende".


"Ocurren más agresiones en atención primaria, pero la incidencia por número de consultas es mayor en hospitales, y más en Urgencias hospitalarias "Pese a las restricciones aun vigentes al contacto directo por el coronavirus, en 2021 se produjo "la recuperación de la tendencia constante y paulatina del incremento de notificaciones de agresiones", según el informe que realizó el Ministerio de Sanidad, que contabilizaba 10.170 agresiones en total. El último informe de 2022 refleja un aumento del 5%, sugiriendo que vuelve la vieja normalidad de la violencia creciente. "Ha sido el máximo histórico", confirma sobre el año pasado José María Rodríguez Vicente, integrante del Observatorio de Agresiones de la Organización Médica Colegial (OMC).Su información se refiere sólo a los facultativos, pero el "repunte" se recoge también en las estadísticas del Consejo General de Colegios de Enfermería. "La pandemia marcó un antes y después en cómo se percibía el sistema sanitario y, como se mantiene la precariedad, la gente está más frustrada", sostiene Carmen Guerrero, portavoz del sindicato de Enfermería Satse. También lo nota Manuel en el hospital, que ahora ve a los pacientes "más exigentes, demandantes y agresivos". El diagnóstico de este deterioro lo formula Rodríguez Vicente: "Nos hemos acostumbrado a vivir con la amenaza y el insulto".


Solo una parte llega a los tribunalesLos datos señalan la tendencia pero no reflejan la magnitud del problema. Porque no todas las agresiones se notifican. Después, de las notificadas, sólo una parte llega a los tribunales. Guillermo Pérez Rivero es abogado especialista en Derecho Sanitario y desde hace 27 años asesora al Colegio de Médicos de Las Palmas. "Son más los que no acuden a la vía judicial que los que sí. Casi todas las agresiones físicas se denuncian. Las otras, en buena medida, se dejan pasar", apunta este letrado.


Pérez Rivero destaca como avances la figura del Interlocutor Policial Sanitario -para agilizar los trámites-, la consideración de estos profesionales como agentes de la autoridad si son atacados en su trabajo y la mayor sensibilidad de los jueces. Pero una barrera frena muchas denuncias: "Las incomodidades para personas no habituadas al mundo judicial".


Colegios profesionales y sindicatos instan a no pasar por alto comportamientos violentos. "La profesión no tiene por qué sufrir estas situaciones", defiende la portavoz de Satse. El informe ministerial menciona que en 2022 se registró una agresión física por cada 5,6 agresiones no físicas. Pero ninguna debería ignorarse. "Dar golpes en una mesa, tirar la pantalla del ordenador o cosas al suelo de mala manera es una agresión", explica el abogado Pérez Rivero.


Como una agresión evidente vivieron los afectados lo sucedido en abril en el Centro de Salud Lagasca, en Madrid. Un paciente derivado de Urgencias y al que ya se había prescrito un tratamiento montó en cólera al saber que no le daban la baja laboral -motivo habitual de tensión- y que no podía verle un segundo médico. Amenazó al personal sanitario y administrativo, golpeó ordenadores, arrancó la conexión telefónica, arrojó al suelo lo que encontró a su paso..."Ocurren más agresiones en atención primaria, pero la incidencia por número de consultas es mayor en hospitales, y más en Urgencias hospitalarias", explica Rodríguez Vicente. "Pacientes y familiares llegan con un estrés importante, son servicios que se saturan con frecuencia, el nivel de frustración es bastante alto y se paga con quien está más cerca", completa Guerrero. La ira puede dirigirse contra médicos, enfermeros, auxiliares, administrativos o celadores. A veces ha alcanzado en plena calle a conductores de ambulancia y personal de emergencias.El informe de Sanidad sobre 2022 menciona que los agresores son los pacientes (71%) y acompañantes (29%). En el 58% de los casos en que se notificó el género, fueron hombres. Las víctimas son mayoritariamente mujeres, predominando entre los 35 -55 años y principalmente son personal administrativo y facultativo. Los datos de la OMC sobre 2022 indica que un 89% de las agresiones son a médicos en la sanidad pública.


¿Qué hay detrás de las agresiones?


Para la portavoz de Satse, la Enfermería acusa la falta de personal. "Si una enfermera no descansa, hace un exceso de jornada, lleva 20 ó 25 pacientes en una planta, se traduce en una atención que no es segura y en una asistencia de menor calidad". Una opinión que comparte Rodríguez Vicente a propósito de los facultativos. "A menor número, mayor número de consultas. Los cupos en muchas comunidades son exagerados, la falta de tiempo rompe de entrada la relación médico-paciente. A partir de ahí, todo es posible".


Desde la silla del paciente otro elemento enrarece esa relación: la influencia del Doctor Google. "Da más información, pero no más formación", apunta Rodríguez Vicente. Ve positivo el reconocimiento de derechos a los pacientes pero no todos, añade, los entienden: "Piensan que sólo tienen derechos, o que el sistema y el médico tienen la obligación de atenderles tal y como quieren, y eso no siempre es posible". Manuel lo resume de forma gráfica: "Creen que un antibiótico lo soluciona todo".


Aunque no resuelvan el problema de fondo, los agentes de seguridad pueden ser disuasorios en situaciones específicas como la atención a colectivos conflictivos, a personas bajo el efecto del alcohol o de drogas, a pacientes con brotes violentos. Pero hay entornos donde impera la desprotección. Rosa, enfermera en Castilla-La Mancha, fue salvajemente atacada en una visita a domicilio por el hijo de un paciente cuando le explicaba cómo cambiar un catéter al enfermo. "Sin mediar palabra, me dio un puñetazo enorme que me tiró al suelo". Se vio indefensa en un escenario de pesadilla. "Cuando me di cuenta de que no tenía daños cerebrales y quise huir, salió de la cocina desencajado con el cuchillo, ahí lo di todo por perdido, estaba aterrada".


A ella y a una cuidadora que estaba en la vivienda les buscó refugio un hermano del agresor. Cuando este se fue, escaparon al hospital, donde Rosa quedó ingresada. "Rotura de la órbita del ojo izquierdo, rotura de los huesos nasales y una lesión ocular, aparte del shock traumático por una situación en la que vi la muerte de frente". Su relato se cierra con un elemento que abre otro debate. "Esta persona tenía una enfermedad psiquiátrica, pero no teníamos conocimiento de ella, no tenía tarjeta sanitaria".


Rosa - con 33 años de experiencia- no pone el foco en esa patología sino en las circunstancias. "No sé si lo hubiera podido evitar, pero me hubiera protegido mejor. Si sé que tiene una enfermedad que genera agresividad, estoy alerta o voy acompañada". La campaña que presentaron en febrero el Consejo General de Colegios de Enfermería y la Policía aconseja que a las visitas a pacientes conflictivos acudan dos profesionales y dejen la puerta abierta.


Agresores reincidentes


El problema radica en la identificación de esos pacientes. Aunque choca con la protección de datos, Rosa reclama que conste algún tipo de alerta -"un color, una letra, un símbolo"- sobre estos riesgos. "Cuando vaya un compañero nuevo, que desconozca lo que ocurrió, irá desprotegido", subraya.  Guerrero cita entre las propuestas de Satse que en las historias clínicas figuren las agresiones a profesionales.


 En 2022 el 20% de las notificaciones recogidas por Sanidad correspondieron a reincidentes.Este sindicato solicita una ley nacional, que planteó sin éxito el PP en el Congreso. "No puede ser que no se pongan medidas", denuncia su portavoz, que enumera propuestas: "Sistemas de vigilancia, botón del pánico, formación en resolución de conflictos, incluso en defensa personal". Desde la OMC se reclama "la creación de un observatorio general liderado por el Ministerio de Sanidad, con los consejos de las profesiones sanitarias y con el Ministerio de Justicia". Todos piden campañas de educación a los pacientes. "Hay enfermedades que desgraciadamente no curamos, pero es intolerable agredir al que te va a cuidar", lamenta Rodríguez Vicente.


Con las competencias transferidas a las comunidades, el Ministerio de Sanidad destaca la actuación de Guardia Civil y Policía como interlocutores directos del sector y del grupo de trabajo que está publicando informes anuales. A finales de 2022 puso en marcha la campaña ‘Cuida de quien te cuida’. Algunos de sus consejos de prevención: retirar objetos arrojadizos, tener un plan de huida. En caso de riesgo inminente, se aconseja el aviso inmediato a las Fuerzas de Seguridad, por teléfono o a través de la aplicación AlertCops.


Miedo, ansiedad, estrés postraumático son las secuelas psíquicas más frecuentes entre los sanitarios agredidos. Las físicas dependen de las lesiones. Rosa estuvo dos meses de baja, con asistencia psicológica. El Servicio de Salud de Castilla–La Mancha se ha personado como acusación particular en el caso, le ha apoyado y facilitado un nuevo destino. "Adoro mi trabajo y eso me ha ayudado a volver feliz al puesto donde estoy ahora", cuenta.Sin embargo, la mayoría de los agredidos no está a salvo de un reencuentro con el agresor. Un trimestre tardó en reincorporarse Manuel, sufre secuelas leves en el dedo roto. "El primer mes y medio lo pasé mal psicológicamente, con pesadillas, escuchaba un ruido y me ponía en alerta". Admite que antes de atender a familiares del hombre que le atacó incrementa sus medidas de autoprotección. Nunca se ha planteado abandonar. "Tanto como eso, no, porque me gusta lo que hago, pero hay compañeros que se lo piensan".


 

Fuente: Diario Médico
Palabras clave: agresiones, físicas, sanitarios
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