La legalización del cannabis medicinal parece cada vez más cerca. Con el informe de la Comisión de Sanidad y Consumo del Congreso en marcha, España podría entrar en la lista de los 47 países en el mundo que regulan su uso terapéutico.
La 'última bala' por la regulación para los enfermos crónicos españoles y una idea que el 90% de la sociedad saluda, de acuerdo con encuestas del CIS. También la ONU le retiró en 2020 la categoría de droga peligrosa y defendió sus propiedades médicas. Todos los sectores aprueban sin fisuras su regulación, salvo uno: la psiquiatría, que alerta: "Cuanto más accesible sea el acceso a las drogas, mayor número de trastornos mentales habrá". El riesgo empieza en la adolescencia: hay estudios que confirman que los jóvenes que consumen cannabis tienen cuatro veces más posibilidades de tener un trastorno psicótico a lo largo de su vida.
"Estamos asistiendo a un uso fraudulento del apellido medicinal. No se puede pretender que se llame medicinal a algo que no ha sido sometido a la leyes de las agencias reguladoras", advierte a 20minutos Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y jefe del área de Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid con más de 25 años de experiencia en el estudio de las enfermedades derivadas del consumo de drogas.
"Si hay algo que realmente funciona para una patología y cuyos beneficios superan a los riesgos, las agencias reguladoras y los médicos serían los primeros en prescribir esas sustancias", apunta el especialista. Pero, a su juicio, no es el caso.
"Hay un claro conflicto de intereses -apunta-. Si los políticos de verdad creyeran que la regulación no comporta ningún riesgo para la salud, no tendrían problema en hacer ensayos científicos", agrega. Por añadidura, pone el ejemplo de la vacuna del coronavirus, "que se tenía un año antes de que se administrara, pero se obligó a las farmacéuticas a demostrar que era mejor que el placebo, a garantizar su seguridad y ver qué problemas planteaban".
La realidad es otra, explica el doctor Arango: "Con dinero de la Comisión Europea hemos hecho un estudio de las distintas incidencias de trastornos mentales en ciudades de Europa (Londres, Ámsterdam o Madrid) y allí donde hay cannabis, el número de personas que tienen un primer episodio psicótico se multiplica por cuatro".
Asimismo, en la unidad de adolescentes con trastornos mentales que dirige, el 50% de los 500 ó 600 pacientes que reciben todos los años dan positivo en marihuana. "Todos son menores de edad y si se facilita aún más la accesibilidad al cannabis, podrían ser muchos más", cuenta.
"¿Esto quiere decir que la mayor parte de la gente que fuma cannabis tiene un trastorno mental? No, pero existe un factor de riesgo demostrado de que aumenta el riesgo de trastornos mentales como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia o el suicidio", señala. La verdadera pregunta, dice, es si la sociedad quiere ser protectora con los demás: "Esto es igual que con las máquinas tragaperras: si las normalizamos en todas partes, mucha gente vulnerable podría caer en la ludopatía".
Así pues, Arango continua argumentando, "cuando la gente toma un medicamento está asumiendo un riesgo por un beneficio", pues les puede "quitar el dolor de cabeza", pero al mismo tiempo "puede producirles una úlcera". Y aquí es donde cree que el debate político y mediático no está contemplando los debidos criterios técnicos: "Se está hablando del cannabis como una sustancia inocua que produce la felicidad sin ningún tipo de daños y eso es mentira", denuncia.
Por otro lado, el especialista aclara que en España "a día de hoy un médico de la Seguridad Social puede prescribir cannabidiol o CBD para aliviar determinadas patologías". El CBD es el segundo componente más popular del cannabinoides, y a diferencia del tetrahidrocannabinol o THC, no es un psicoactivo ni está fiscalizado específicamente, de ahí que en los últimos años la oferta de productos con esta propiedad se haya disparado.
Este martes, Más Madrid ha registrado una proposición no de ley (PNL) instando al Gobierno de la Comunidad de Madrid a impulsar una regulación integral del cannabis en adultos. Se trata de una vieja propuesta que ya lanzó Íñigo Errejón -líder de la matriz Más País- para sacar el psicotrópico de la clandestinidad y del "mercado negro". Para justificarlo, aseguraba que distintos estudios estiman que la medida crearía alrededor de 100.000 empleos y unos ingresos vía impuestos de aproximadamente 3.312 millones de euros anuales.
La formación regional echa mano del ejemplo del estado norteamericano de Colorado que, desde su regulación en 2014, ha ingresado vía impuestos directos e indirectos más de un billón de dólares (1.000 millones de euros). Lo que no se dice, precisa Arango, es que "el número de intoxicaciones por cannabis en niños entre 0 y 8 años se multiplicó por 10 tras su legalización en Colorado."
En la veintena de estados de EE UU que han legalizado la marihuana con fines lúdicos o terapéuticos "mueren miles de personas diarias por opiáceos comprados en cajitas en la farmacia", según Arango. Esto equivale a "más gente que en el pico más alto de la heroína hace 30 ó 40 años y mucha más que por Covid".
"Yo no abogo por una cosa u otra, sino que como profesional de la salud mental estoy obligado a explicar que toda decisión política comporta una serie de riesgos y debo avisar sobre qué ha sucedido en una seria de países donde se ha puesto el cannabis más accesible", concluye el jefe de la psiquiatría española.
