Alrededor de 192 millones de animales son utilizados cada año con fines científicos en todo el mundo. Métodos alternativos, como el empleo de chips de órganos de humanos, permiten estudiar enfermedades y probar medicamentos eliminando el uso de animales. En España, un proyecto sinérgico entre la universidad de Alcalá de Henares y el CSIC estudia la enfermedad de Alzheimer desde la tecnología órgano en chip, desarrollando sistemas microfluídicos que permitan estudiar sistemas celulares para poder diagnosticar y conocer mejor la enfermedad. El uso de `minicerebros humanos´ en cultivo abarata los costes, acorta los tiempos de desarrollo de nuevas terapias y posiblemente producirá resultados más fácilmente extrapolables a los pacientes.
Desarrollo de una plataforma multiorgánica en chip microfluídico para el estudio in vitro de enfermedades neurodegenerativas (Proyecto Neurochip) es el título de un proyecto sinérgico de la Comunidad de Madrid que llevan a cabo de forma conjunta el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CESIC) y la Facultad de Ciencias de la Universidad Alcalá de Madrid (UAH) con el objetivo de estudiar la enfermedad de Alzheimer con un sistema microfluídico a través de la constitución de un organoide o chip.
Alberto Escarpa, Catedrático de Química Analítica de la UAH, señala que se trata de "estudiar la enfermedad de Alzheimer desde la tecnología `órgano en chip´, desarrollando sistemas microfluídicos que permitan estudiar estos sistemas celulares para poder diagnosticar y conocer mejor la enfermedad, pudiendo ver como se comportaría un fármaco…" El trabajo del profesor Escarpa y su equipo es "desarrollar los dispositivos y la idea final es integrar los sistemas celulares del CSIC y obtener entre ambos grupos una aproximación integral al estudio de esta enfermedad". De esta forma, se intenta emular en un sistema celular complejo la enfermedad. "La ventaja de los sistemas microfluídicos es que podemos emular con flujos bajos y en un sistema in vitro el sistema del cuerpo y su comportamiento", añade Escarpa.
Este sistema de sensorización permitirá al CSIC avanzar en la detección de la enfermedad de Alzheimer en fases muy tempranas. Así lo explica Daniel Bachiller, director del Grupo de Terapias Avanzadas (CIB-CSIC): "producimos estructuras en el laboratorio que funcionan de forma semejante a como lo hace el cerebro humano porque las hacemos a partir de células madre humanas. De esta forma, es posible reproducir la enfermedad de una forma muy fiable y estudiarla en detalle. A partir de las células madre podemos producir neuronas, que es donde se manifiesta la enfermedad.
Y lo hacemos en estructuras de 3 dimensiones: los organoides cerebrales, que tienen una complejidad espacial mayor que los cultivos en 2 dimensiones y reproducen mejor la organización del cerebro humano. Hemos visto en el laboratorio que los organoides acaban produciendo algunas de las características de la enfermedad de Alzheimer, como, por ejemplo, las placas de amiloide. Los organoides nos permiten profundizar en el estudio de las bases moleculares y celulares de todo lo que está ocurriendo allí y progresar más rápidamente en la búsqueda de posibles soluciones. Es un buen modelo para probar nuevos remedios que luego puedan aplicarse al resto de las personas enfermas de alzhéimer".
