El estigma social y la complejidad a la hora de identificar los síntomas retrasa el diagnóstico de los pacientes que sufren trastorno bipolar. Una enfermedad cuya edad media de inicio está a los 19 años y que en España se suele diagnosticar siete años más tarde.
“Al ser una enfermedad que se manifiesta por alteraciones emocionales en el comportamiento y en la forma de pensar, la detección no es sencilla porque tampoco hay una forma objetiva de verificar el diagnóstico ya que está basado en unos síntomas que consisten en cambios de humor”, explica Eduard Vieta, jefe del servicio Psiquiatría y Psicología del Hospital Clinc de Barcelona quien ha liderado un trabajo llevado a cabo por Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) sobre la intervención temprana en el trastorno bipolar.
“Las personas que tienen un trastorno bipolar tienen una enfermedad que para mucha gente es desconocida y por tanto pasan por muchos especialistas hasta que se da con el diagnóstico”, continúa Vieta. “En el momento en que realmente se diagnostica este trastorno el abordaje consiste en una combinación de fármacos porque al final esta enfermedad tiene alterados los mecanismos que regulan el estado de ánimo y por tanto hay unos cambios químicos que hay que modificar”, añade el psiquiatra.
“Además de la medicación se hacen intervenciones psicológicas, psicoterapia, para ayudar a la persona a entender mejor lo que le ocurre y adaptarse mejor a esa circunstancia que le hace cambiar su visión de las cosas. Estos cambios alteran su forma de ver la vida. Por eso es muy importante tener el apoyo de un profesional que te ayude a tener mayor objetividad”, subraya el experto.
Síntomas prodrómicos
Una intervención temprana podría prevenir significativamente muchas complicaciones clínicas y sociales asociadas al trastorno bipolar.
“La edad media de inicio está a los 19 años. Pero luego la edad de diagnóstico está sobre los 20-30 años. En España llevamos siete años de retraso y en Estados Unidos son 10 porque el sistema sanitario es peor. Por tanto, en esos siete años de retraso ocurren muchas cosas que se podrían prevenir”, destaca Vieta.
El trastorno bipolar tiene un importante componente genético por lo que los científicos del Cibersam apoyan la existencia de síntomas prodrómicos previos al primer episodio maniaco en adolescentes con progenitores afectados.
“En los centros especializados ya se hacen programas de prevención que son muy sensatos y que no diagnostican a nadie que todavía no cumpla los criterios de la enfermedad. Lo que se hace es un seguimiento a hijos de padres con trastorno bipolar pero sin ningún prejuicio”, insiste Vieta. “Pero sí que es verdad que cada vez mas hay políticas de prevención porque el principal problema es que cuando se consigue el diagnóstico la enfermedad está muy avanzada. Siempre estamos llegando tarde porque hay muchas barreras. Incluso el estigma social es una de las más importantes que hace que la gente no vaya al psiquiatra hasta que las cosas ya están bastante mal”, concluye.