La ansiedad, que tanto nos puede llegar a agobiar, ha sido compañera del ser humano desde siempre. Dice el psicólogo clínico Miguel Ángel Rizaldos que «gracias» a la ansiedad no nos atropella un coche o no caemos por un barranco: «Cuando nos enfrentamos a un peligro como ocurría en el principio de los tiempos (una manada de lobos, por ejemplo) el sistema nervioso desataba una serie de reacciones fisiológicas (taquicardia, tensión muscular, hiperventilación, etc.) que nos capacitaban para correr o luchar». La ansiedad, tal como cuenta el experto, es la respuesta del organismo a un peligro o a algo desconocido, nuevo. «Debe quedar bien claro que sin la ansiedad no hubiera sobrevivido el ser humano».
Y aunque este trastorno es tachado de «malo», el psicólogo no está del todo de acuerdo porque encuentra en la ansiedad un buen aliado: Esta deja de ser «buena» o adaptativa cuando el peligro identificado no es tal (por ejemplo, estar en un autobús) o cuando la reacción es exagerada (el peligro existe, no justifica la activación de la ansiedad). Subir a un autobús supone cierto peligro, pero no justificaría la aparición de una crisis de pánico».
¿Cuándo se convierte en algo malo?
Tenemos problemas de ansiedad cuando respondemos con un nivel de ansiedad alto en circunstancias en las que el resto de la gente no parece tener problemas. ¿Por qué se llega a tener un nivel de ansiedad tan alto? «Sabemos actualmente que causas de los trastornos de ansiedad son genéticas, fisiológicas y cognitivas (del pensamiento). A un nivel de ansiedad tan alto se llega por que la información que recibimos de nuestro entorno a través de nuestros sentidos es procesada en nuestro cerebro de forma errónea», indica Miguel Ángel Rizaldos.
El experto en psicología clínica pone un ejemplo para entender los casos en los que la ansiedad controla nuestra vida: «Si nos encontramos ante un examen de conducir y procesamos esa circunstancia de forma errónea, nuestro cerebro entenderá que nos encontramos ante un "león" y desencadenara todos los mecanismos de respuesta ante un "peligroso león". Estaría padeciendo un ataque de pánico».
Se considera que alrededor de un 20% de la población ha sufrido alguna vez uno. Pero, ¿por qué de ese 20% solo el 7% vuelve a tener problemas con la ansiedad? Miguel Ángel Rizaldos explica que ellos dieron a ese episodio de sus vidas más importancia del que realmente tenía. «Volvamos al examen. Muchas personas se ponen enfermas ante un examen importante. Pero lo atribuyen a causas lógicas (no he desayunado, es una lipotimia, son los nervios, etc.). El 7% que tendrá problemas con la ansiedad será aquel que decida huir de la situación y no enfrentarla», cuenta.
En verano aumenta
Y en verano, parece que esta enfermedad aumenta. ¿Las razones? El cerebro más activo y el calor provocan más ataques en los ansioso. «Las personas cuando padecen ansiedad pueden tener mejores y peores temporadas, en función de multitud de variables, y está demostrado que durante el verano aumentan el número de casos de ansiedad y también de depresión», explica Miguel Ángel Rizaldos. Cuenta el psicólogo que las temperaturas altas del verano provocan que nuestro cuerpo consuma más energía para poder mantener estable la temperatura del cuerpo y esto hace que el cerebro pueda estar más activado y esta aceleración llegar a ansiedad.
«Otra circunstancia significativa es que en verano nos resulta más complicado dormir bien, y el no descansar adecuadamente disminuye el bienestar y aumenta las sensaciones de angustia», alerta el experto. Al sumar la ansiedad con una falta de descanso adecuado por no conciliar el sueño bien, da como resultado que la persona no pueda pensar con claridad al día siguiente y no regule sus emociones.
Qué hacer
En verano las temperaturas altas pueden potenciar la aparición de la ansiedad: «El calor aumenta la sensación de agobio y estar en sitios cerrados sin ventilar o sin aire acondicionado pueden aumentar los síntomas de la ansiedad», indica.
Además de los consejos para superar la ansiedad (con las estrategias a tres niveles: fisiológico, motor y cognitivo), en verano, con los meses de temperaturas elevadas y la vuelta de las vacaciones, hay que seguir algunas pautas que recomienda el psicólogo Miguel Ángel Rizaldos:
- No tomar bebidas con mucho azúcar o con cafeína.
- Evitar el alcohol, ya que aumenta la temperatura corporal.
- No consumir comidas copiosas y muy grasas.
- Vestir con ropa ligera que transpire bien el sudor.
- No hacer actividad física de forma intensa en las horas de mayor calor.
