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Un nuevo gen, conocido como «Tet1», esencial para el proceso de extinción de la memoria, permitiría olvidar recuerdos postraumáticos

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Noticia | 30/09/2013
Inve


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stigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) han llevado a cabo una nueva investigación que podría ser clave a la hora de tratar los trastornos por estrés postraumático. Este nuevo estudio ha descubierto el importantísimo papel que puede llegar a desempeñar un nuevo gen, conocido como «Tet1», esencial para el proceso de extinción de la memoria.

Según los investigadores, el gen «Tet1» parece controlar a un pequeño grupo de otros genes necesarios para la extinción de memoria. Li - Huei Tsai, directora del Instituto Picower del MIT para el Aprendizaje y la Memoria, junto al resto de su equipo, llegaron a esta conclusión tras experimentar con ratones en una reciente investigación, cuyos resultados han sido publicados en la revista «Neuron».

Estos animales fueron divididos en dos grupos: uno, con el «Tet1» activado y otro con el gen anulado. Ambos grupos fueron introducidos en jaulas en los que se practicaron pequeñas descargas eléctricas para provocarles una experiencia algo traumática. Al volver a ingresar en la jaula una vez formada la memoria, los ratones con el «Tet1» anulado continuaban traumatizados porque asociaban ese espacio a la mala experiencia vivida. Sin embargo, el otro grupo fue capaz de «olvidar» ese pensamiento negativo y de aprender nuevas tareas, desvaneciéndose así los recuerdos antiguos.

«En realidad, no se borra nada de la memoria original», explica la investigadora, sino que hay dos memorias que compiten entre sí y una se impone a la otra en función de si el «Tet1» domina o no. «El viejo rastro de la memoria está diciendo a los ratones que ese lugar es peligroso. Pero la nueva memoria les informa que ahora ese lugar es seguro», dice Li - Huei Tsai. Por tanto, los ratones con el «Tet1» anulado se quedan anclados en sus viejos pensamientos y son incapaces de extinguir el viejo recuerdo y de aprender cosas nuevas.

Tal y como explica el MIT, los investigadores encontraron que el efecto que ejerce el «Tet1» sobre la memoria depende la alteración de los niveles de metilación del ADN, una modificación que controla el acceso a los genes. Cuando estos niveles son altos, los genes no se activan, mientras que los niveles más bajos permiten que se expresen.

Los resultados sugieren que es necesario establecer un nivel de umbral de la metilación para la expresión de los genes y el trabajo de «Tet1» es mantener baja la mutilación. De esta forma, se garantiza que los genes necesarios para la formación de la memoria están preparados y listos para ponerse en marcha en el momento en que seas necesarios.

Ahora, los científicos confían en la estimulación de este gen en seres humanos para ayudar a tratar casos de trastornos postraumáticos y adicción.

Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: www.cell.com/neuron/home
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Neuron

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