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Este trastorno se traduce en la alteración significativa en la adquisición y desarrollo del lenguaje que no está justificada por ninguna causa física, neurológica, intelectual ni sensorial en unas condiciones sociales adecuadas. Esta es una de las afirmaciones en la que coinciden los miembros de este comité organizado por la Aelfa-IF y dirigido por la especialista Elvira Mendoza.
Uno de estos expertos, el psicólogo y logopeda del Centro de Atención Infantil Temprana San Rafael de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Granada, Armando Montes, explica que es importante acotar la definición de este tipo de alteraciones así como delimitar los criterios diagnósticos, porque muchos trastornos se solapan con el TEL a edades tempranas y es fundamental identificarlos correctamente.
Por este motivo, el documento recoge la propuesta de basar el diagnóstico en la muestra de estandarización CELF-4 o en un test de lenguaje diseñado para la población española con buenas propiedades psicométricas. Asimismo, es importante repetir estas pruebas a los niños más pequeños pasados 6 meses para confirmar o descartar el trastorno.
El psicólogo del CAIT San Rafael insiste en la importancia de la detección a edades tempranas de este trastorno con el que el niño nace y que puede empezar a manifestar síntomas desde los 18 meses de edad en adelante. Sin embargo el diagnóstico de TEL en niños muy pequeños es complicado. A los 4 años se podría hablar de posible TEL y, frecuentemente, no es hasta los 5 años cuando puede establecerse el diagnóstico definitivo. Esta es una alteración relativamente frecuente con la que las personas que la padecen conviven toda la vida, sin embargo la sintomatología mejora notablemente una vez que se diagnostica y se emprenden los tratamientos terapéuticos. Montes advierte que en ocasiones el TEL puede traer consigo en paralelo el desarrollo de problemas de aprendizaje, sociales o emocionales, por lo que es fundamental el diagnóstico y tratamiento temprano.
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