Actualmente, se estima que entre 10.000 y 12.000 niños y adolescentes están siendo tratados con benzodiacepinas por problemas de salud mental en Cataluña, reveló Joan Vegué, quien dirige el Plan Director de Salud Mental y Adicciones de la Generalitat, durante un evento de la Fundación Vila Casas en Barcelona, con la participación de Miquel Casas, Profesor Emérito de Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona y líder del Programa SJD MIND Escuelas en el Hospital Materno-Infantil de Sant Joan de Déu.
Durante la pandemia, se observó un incremento de tres veces en los intentos de suicidio entre jóvenes, así como un aumento en los desórdenes alimenticios y problemas de comportamiento. Asimismo, se registró un incremento en la demanda de servicios de salud mental para niños y adolescentes.
No obstante, Vegué señaló que la situación está comenzando a estabilizarse y reconoció que destinar solo el 6% del presupuesto de salud a la salud mental es insuficiente. Aunque Cataluña ha implementado algunas mejoras, como planes para tratar los desórdenes alimenticios y el suicidio, se necesita un mayor número de recursos específicos y cambios para mejorar el acceso y la resolución de problemas de salud mental.
Miquel Casas resaltó la necesidad de atender los trastornos de neurodesarrollo, como el TDAH, trastornos del espectro autista, discapacidades intelectuales y problemas específicos de aprendizaje, y solicitó una estrategia específica similar a la recién aprobada por el gobierno francés para el período 2023-2027.
Casas advirtió sobre un problema significativo en Cataluña y España con estos trastornos, estimando que el 20% de los escolares catalanes, aproximadamente 170.000 niños y jóvenes, podrían estar afectados. Estos trastornos generan sufrimiento continuo a los menores, quienes a pesar de sus esfuerzos, enfrentan dificultades año tras año. Si estos niños y jóvenes alcanzan la universidad sin superar estos obstáculos, se enfrentan a una alta tasa de abandono escolar, lo que también representa un coste emocional significativo.
Los niños con trastornos de neurodesarrollo a menudo no logran cumplir con las expectativas académicas, lo que lleva a un círculo de fracaso y abandono escolar, comenzando así un ciclo de malestar y ansiedad que puede resultar en comportamientos disruptivos.
Cataluña, en particular, tiene una de las tasas más altas de bajo rendimiento y abandono escolar en Europa, lo que a menudo se asocia con estos trastornos subyacentes.