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Investigadores avanzan en la identificación del interruptor que desata la adicción a los opiáceos en el cerebro

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Noticia | 02/06/2016


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MADRID, 1 Jun. (EUROPA PRESS)

Una investigación realizada por un equipo de científicos dirigido por Steven Laviolette, de la Universidad de Western, en Canadá, ha contribuido a comprender mejor las formas en las que los opiáceos modifican los circuitos cerebrales para llevar al ciclo de la adicción.

Mediante el uso de modelos de roedores adictos a los opiáceos, estos expertos han demostrado que los opiáceos afectan a las vías de formación de la memoria asociativa en múltiples formas, tanto a nivel de la anatomía (conexiones entre neuronas) como a niveles moleculares (cómo las moléculas dentro del cerebro afectan a estas conexiones).

La identificación de estos cambios inducidos por opiáceos ofrece más esperanza para desarrollar objetivos farmacológicos más eficaces y terapias para prevenir o revertir el efecto de la exposición a los opiáceos y la adicción, como han explicado los autores en la 10 Reunión Anual de Neurociencia de Canadá, que se celebra hasta el miércoles en Toronto, Canadá.

"El desarrollo de tratamientos para la adicción a los opiáceos más efectivos requerirá un cambio en la manera de ver los efectos de los opiáceos en el cerebro. En lugar de ser una enfermedad crónica y permanente, la evidencia reciente muestra que la adicción es controlada por mecanismos de conmutación moleculares en el cerebro, que se pueden activar o desactivar con las intervenciones adecuadas", dice el doctor Steven Laviolette.

La adicción a los opiáceos se está extendiendo y aumentando exponencialmente y en la actualidad se estima que afecta a 15,5 millones de personas en todo el mundo. Las propiedades adictivas de los opiáceos se deben, en gran parte, a la capacidad de esta clase de fármacos para producir poderosos recuerdos asociados con la intensa experiencia de placer y euforia que causan.

Recordatorios ambientales que desencadenan la evocación de estos recuerdos pueden causar una recaída y estos recuerdos pueden considerarse el principal impulsor del ciclo de adicción, desde el uso crónico, a la abstinencia y luego la recaída por activación del recuerdo.

Durante décadas, la investigación clínica y preclínica consideraba que el consumo de opiáceos causaba cambios permanentes en los circuitos de recompensa del cerebro, lo que resultaba en una persistente vulnerabilidad a la recaída. Sin embargo, investigaciones más recientes han demostrado que los opiáceos inducen cambios en múltiples circuitos cerebrales, incluidos los circuitos de recompensa y de memoria, y que estos cambios no son estáticos, sino que muchas adaptaciones inducidas por fármacos podrían invertirse.

UNA PUERTA ABIERTA A MEJORAS FARMACOLÓGICAS

"Un reto fundamental para la investigación de la adicción identificar los cambios moleculares precisos en el cerebro causados por las drogas adictivas como la heroína o narcóticos con receta", dice el doctor Laviolette. "Una vez que entendemos este proceso, podemos desarrollar intervenciones farmacológicas más efectivas para prevenir o revertirlas", añade.

Entre los objetivos identificados por Laviolette están receptores y otras proteínas implicadas en la señalización de un neurotransmisor llamado dopamina. Más concretamente, su trabajo ha demostrado que la señalización de la dopamina en dos regiones cerebrales conectadas implicadas en el procesamiento de la memoria relacionada con los opiáceos, llamada grupo basolateral de la amígdala (BLA, por sus siglas en inglés), una región profunda del cerebro, y la corteza prefrontal medial (córtex prefrontal medial), que se encuentra cerca de la superficie del cerebro, se activa por la exposición a opiáceos.

Su investigación muestra que en los animales que nunca han sido expuestos previamente a los opiáceos, la memoria de recompensa asociada con los opiáceos requiere un receptor de dopamina llamado D1R en el BLA, y una molécula de señalización extracelular llamada quinasa relacionada con la señal 1/2 (ERK1/2 ).

Sin embargo, después de la exposición crónica a los opiáceos, la formación del recuerdo de recompensa de los opiáceos se hace independiente de D1R y depende más bien de un segundo receptor de la dopamina, llamado D2R, y una proteína llamada CaMKII. Como la expresión de CaMKII se ha asociado con la consolidación y permanencia de recuerdos en otras regiones del cerebro, este interruptor puede reflejar la formación de un recuerdo de recompensa de los opiáceos más fuerte y más estable.

Curiosamente, cuando el equipo del doctor Laviolette anañizó la señalización dentro de otra región del cerebro también involucrada en procesar el recuerdo vinculado con los opiáceos y situada más cerca de la superficie del cerebro, la mPFC dopamina, encontró que esta señalización también cambió por la exposición a opiáceos, pero en sentido opuesto a lo que se observó en el BLA. En el córtex prefrontal medial, la señalización en animales desconocedores de los opiáceos requiere CaMKII, mientras que no es así en animales habituados a los opiáceos.

En conjunto, estos resultados ponen de manifiesto los cambios precisos y las adaptaciones que se producen en el cerebro después de la exposición a opiáceos y el desarrollo de la adicción. Nuevos enfoques farmacológicos para dirigirse a estos cambios proporcionarán tratamientos más eficaces para reducir el poder de los recuerdos relacionados con las drogas que llevan a la adicción a opiáceos.




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