Barría Muñoz JR. Psicologia.com. 2012; 16:19.
http://hdl.handle.net/10401/5511
Artículo original
Anatomía de los hombres que ejercen violencia hacia sus
parejas: Primer levantamiento de datos para el diseño de
un perfil
Anatomy of violence against men who exercise their partners: First survey data for the design of a profile
Javier Roberto Barría Muñoz1*, Atilio Macchiavello Rodríguez2
Resumen
La presente investigación, es de carácter exploratoria-descriptiva y propone un perfil preliminar
psico-socio-demográfico del hombre que ejerce violencia contra su pareja. Su relevancia radica
en que para la descripción de las formas de violencia, el riesgo y la peligrosidad de los sujetos, la
presente investigación se basó en el reporte de los propios autores de violencia (el hombre que
maltrata. De una población de 611 sujetos, se obtuvo una muestra de 234 sujetos que pasaron la
fase de diagnóstico y evaluación para ingresar a una intervención psico-socio-educativa grupal.
Se aplicaron: el Cuestionario General de Maltratadores, de Barría & Macchiavello, 2011,
adaptada de la Entrevista General de Maltratadores de Echeburúa & Fernández-Montalvo,
(1997); el Test de Identificación de Trastornos Relacionados con el Uso del Alcohol (Babor, De la
Fuente, Saunders y Grant, 1989) (Cuestionario AUDIT); el Listado de Síntomas SCL-90
(Derogatis, 1975) (Inventario de Sintomatología Asociada); y el Inventario de Pensamientos
Distorsionados sobre la Mujer y sobre el Uso de la Violencia (Echeburúa & Fernández-Montalvo,
1997). Los resultados obtenidos muestran que los maltratadores son un grupo homogéneo. Por
medio del análisis de clúster, se obtuvieron dos grupos: el primer grupo (clúster 2) de violentos
solo con su familia, agrupa al 82,3% de sujetos derivados de tribunales de familia y espontáneos,
con un tipo de violencia denominada violencia de control coercitivo. Además se obtuvo en el
clúster 2, un subgrupo de un 17,1%, con un tipo de violencia situacional. Y el clúster 1, estuvo
constituido por un 17,7% de sujetos derivados de fiscalía que correspondería a maltratadores
solo con su familia y antisociales de bajo riesgo.
Palabras Claves: Violencia de género, Hombres de maltratan a su pareja, Violencia de Control
coercitivo.
Abstract
This research is exploratory and descriptive in nature and proposes a preliminary profile
psycho-socio-demographic of the man who commits violence against a partner. Its relevance is
that to describe forms of violence, risk and danger of the subject, this research was based on the
report of the authors of violence (the man who mistreated. Of a population of 611 subjects,
resulting in a sample of 234 students who passed the assessment and evaluation phase to enter
psycho-social intervention and educational groups. were applied: General Questionnaire
abusers of Barria & Macchiavello, 2011, adapted from the General Interview abusers of
Echeburúa & Fernández-Montalvo (1997), the Identification Test-Related Disorders Alcohol Use
(Babor, De la Fuente, Saunders, & Grant, 1989) (AUDIT Questionnaire), the Symptom Checklist
SCL-90 (Derogatis, 1975) (Associated Symptoms Inventory) and the Inventory of Distorted
Psicologia.com ISSN: 1137-8492
© 2012 Barría Muñoz JR, Macchiavello Rodríguez A.
1
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Thoughts on Women and the Use of Violence (Echeburúa & Fernández-Montalvo, 1997). The
results show that the offenders are a homogeneous group. Through cluster analysis, we obtained
two groups: the first group (cluster 2) of violent only with their family groups to 82.3% of
subjects derived from family courts and spontaneous, with a type of violence called violence of
coercive control. Also obtained in cluster 2, a subgroup of 17.1% with a type of situational
violence. And the cluster 1, consisted of 17.7% of subjects derived from prosecutors that would
correspond to abusers alone with his family low-risk and antisocial.
Keywords: Gender violence, Men abuse their partners, Coercive Control violence.
Recibido: 02/05/2012 Aceptado: 25/06/2012 Publicado: 05/09/2012
*Correspondencia: jbarria@med.uchile.cl, atiliomr@gmail.com
1 Javier Barría Muñoz, Escuela de Postgrado, Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Programa
de Doctorado en Psicoterapia y Etiología Clínica.
2 Atilio Macchiavello Rodríguez, Encargado Nacional de los Centros de Hombres por una Vida Sin
Violencia, Servicio Nacional de la Mujer de Chile.
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Introducción
Este documento corresponde a una primera aproximación investigativa en 6 regiones
del país (IV, V, VI, VII, X, y RM) con la finalidad de explorar un perfil psico-socio-demográfico
de los hombres que ejercen violencia hacia su pareja, que fueron atendidos en el programa
"Hombres por una Vida sin Violencia" del Servicio Nacional de la Mujer de Chile. Durante el año
2012, se realizará la continuación de ésta investigación con la ampliación a 11 regiones del país,
con la incorporación de nuevas variables de análisis, tales como: estudio del apego,
psicopatología, personalidad, identidad de género y formas de resolución de conflicto.
La problemática del estudio de los hombres que ejercen violencia contra su pareja,
implica entender que la detención de la violencia intrafamiliar pasa por un cambio y un proceso
de desaprendizaje y resocialización de los sujetos (varones), donde se intervenga tanto en las
dimensiones comportamentales, afectivas-fisiológicas, cognitivas, educativas (creencias,
esquemas de mundo y valores) y biográficas vinculares (Grupo-25, 2010), promoviendo un
cambio multidimensional y un cambio en la identidad, que implique una desidentificación del
Modelo Masculino Tradicional y Hegemónico (Bonino,1998; 2006).
Hay un cierto nivel de dificultad en la terminología que se utiliza en describir la
violencia que ejercen los hombres sobre las mujeres. Se han utilizado los conceptos de violencia
machista, terrorismo íntimo, violencia doméstica y violencia intrafamiliar. Si embargo, desde
una perspectiva de género, la violencia doméstica, describiría las desigualdades que se producen
a partir de la estructura social patriarcal; y el adjetivo familiar, describiría el tipo de vínculo o
relación víctima-victimario, pudiéndose incluir en el término, la pareja, los hijos, los padres
(abuelos) incluso la violencia de hijos a padres. La violencia contra la pareja, se inscribe, en la
lógica de una variedad de relaciones íntimas que incluyen matrimonios, convivencias, y
cohabitaciones entre parejas homosexuales (Loinaz, 2008).
Los comportamientos de violencia de los hombres, son aprendidos en un proceso de
socialización primaria, en las relaciones familiares significativas y en una socialización
secundaria, a través de la adaptación del sujeto a su entorno extrafamiliar (escuela y amigos).
Por lo cual, se va a operacionalizar la violencia contra la pareja, como un conjunto de
comportamientos que conforman un patrón abusivo, que sostiene y/o genera asimetría e
inequidad (poder y control), y no como un problema de impulsividad. Con un fuerte raigambre
cultural, que genera consecuencias negativas en la salud de las mujeres, en las relaciones de
pareja, en niños y niñas, y en los propios hombres que la ejercen, también indirectamente en la
comunidad masculina sin historia de violencia contra su pareja.
Desde ésta visión, se entiende que la violencia usada por los hombres abusivos, rompe
con el principio de paridad en la relación de pareja, como una condición básica para poder
mediar un conflicto entre pares. Es por ello, que no se define la violencia como una estrategia de
resolución de conflictos, sino como una herramienta que busca anular la demanda y
subjetividad de la pareja.
El uso de violencia, implica una mirada socio-jurídica, ya que constituye un delito (una
falta en el caso de la violencia psicológica y un delito en el caso de la violencia física), y como tal
es opcional para el sujeto o dicho de otra forma, es una elección que el hombre decide entre
muchos otros comportamientos no abusivos. Un ciudadano común sabe que no puede agredir a
sus congéneres sin recibir un castigo penal o una demanda. Por lo cual, la violencia intrafamiliar
no soluciona los conflictos, sino los tiende a agravar y formar un circulo vicioso que "enferma" a
la pareja (Dutton, Corvo, & Hamel. 2009). Consecuentemente, esta violencia instrumentalizada,
tiene como su máxima expresión la anulación total de la mujer, en forma de femicidio o
asesinato de la pareja.
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Del mismo modo, hay que diferenciar la violencia de la agresión, no reduciendo la
violencia sólo al cuadro de la agresión física o verbal más evidente, sino entendiendo que la
violencia puede ser cualquier intento de imponer la propia voluntad de una de las partes (en este
caso el hombre) a la otra (Mujer). Lo que implica tratar de restringir, limitar o bloquear el
ejercicio y goce de derechos y libertades personales y civiles.
Por lo cual, en la evaluación de si una situación es constitutiva de violencia, o para poder
determinar si se trata de un acto de violencia entendida como vulneración de derechos y
libertades, es necesario conocer no sólo el hecho o acción en sí misma, sino el significado
subjetivo que tiene el conflicto para las partes, e incorporar una perspectiva de derecho o
sociojurídica en su análisis.
Estudios Tipológicos de Hombres que Maltratan a su Pareja
El estudio de la violencia intrafamiliar, y específicamente de los hombres maltratadores
de su pareja, ha tenido dos fases. La primera, generada en las décadas de los 70' y 80', que tuvo
como objetivo describir la violencia y sus tipos, sus fases y los riesgos hacia las víctimas
(mujeres, niños y ancianos). Una segunda fase, se comenzó a generar a partir de los 90', cuyos
estudios se centraron en establecer tipologías en base a tres dimensiones: la gravedad de la
violencia, la generalidad de la violencia (hacia su mujer, niños y demás personas) y la presencia
de psicopatología clínica y trastornos de personalidad (Johnson y Ferraro, 2000).
Como mencionan Holztworth-Munroe & Stuart (1994), los primeros esfuerzos de
clasificación empíricos-deductivos de tipologías de maltratadores, se generaron a partir de las
experiencias clínicas y de consultas de los profesionales que comenzaban a trabajar con
hombres que abusaban de sus parejas y sus familias, siendo un avance importante el
establecimiento de perfiles diferenciales psicopatológicos y de trastornos de personalidad a
partir de instrumentos como el MMPI (Minnesota Multiphasic Personality Inventory) y del
MCMI (Millon Clinical Multiaxial Inventory) (Amor, Echeburúa, Loinaz, 2009).
Las primeras tipologías son las de Dutton y Golant (1997), que separan a los hombres que
maltratan en tres categorías: a) Tipo A: Maltratador Básico, b) Tipo B: Maltratador
Hipercontrolador y c) Tipo C: Maltratador Psicópata, y la de Holztworth-Munroe & Stuart
(1994), quienes a partir de un análisis de 15 investigaciones, llegaron a la conclusión que hay
tres subtipos de hombres que maltratan: a) Violentos sólo en la familia (FO).
Establecieron, que aproximadamente el 50% de los maltratadores son Violentos sólo con su familia,
con una violencia de baja severidad y generalidad, con baja implicación delictiva por parte del agresor
y niveles bajos de abuso de alcohol e intensidad moderada de la ira. Vendría siendo símil al
maltratador Básico informado por Dutton y Golant ( 1997).
Una segunda categoría son los maltratadores, b) los Disfóricos/Borderline ((DB). Un 25%
de las muestras analizadas, la constituían sujetos violentos contra la pareja, más severos que los FO,
con una violencia extrafamiliar e implicación delictiva bajas o moderadas. Este subtipo padecería,
además del trastorno de personalidad borderline o esquizoide, niveles moderados de abuso de alcohol
y altos niveles de depresión e ira.
Un tercer grupo, lo constituyen los c) Violentos en general (GVA). Un 25% de la muestra,
presentaban niveles moderados a alto de violencia hacia su pareja, con una implicación delictiva y
características de la personalidad antisocial, con consumo abusivo de alcohol, y niveles moderados de ira
y bajos de depresión, que vendría siendo similar al Maltratador Psicópata de Dutton y Golant
(1997).
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Una segunda modalidad de perfiles es la sugerida por Cavanaugh & Gelles (2005).
Están basadas en el riesgo potencial del agresor hacia la víctima. Se establecen tres niveles: a)
Agresores de bajo riesgo, a lo menos el 50% de las muestras de maltratadores presentan menos
patología y similar al resto de la población. Un segundo grupo b) Agresores de riesgo
moderado, con presencia moderada de violencia, con moderado a bajo control de la ira, y con
moderado a alto nivel de psicopatología. Este grupo, es similar al informado por disfórico/límite
de Holztworth-Monroe y Stuart, y los hipercontroladores de Dutton. Un tercer grupo, o de alto
riesgo, con una larga historia de violencia intra y extrafamiliar, con consecuencias asociados al
abuso y el maltrato, que permiten reconsiderar una de las primeras teorías tipológicas de Dutton
(1988) sobre antisociales, con un alto nivel de psicopatología, con un alto riesgo incluso de
femicidio.
Cavanaugh y Gelles (2005), establecen un perfil de hombres que maltratan a partir del
nivel de riesgo. Los hombres que maltratan de bajo riesgo y de riesgo moderado que han
realizado asaltos ocasionales a su pareja, tienen un mejor pronóstico de revertir sus conductas
violentas (Hamel y Nicholl, 2005); sin embargo, los hombres que maltratan de alto riesgo o
antisociales se cuestiona que si una terapia sea suficiente (Dutton, 1988), como señalan Hamel y
Nicholl (2006) un hombre antisocial en general, los más probable es que tenga que estar
sometido a otras medidas restrictivas que permitan su control conductual de manera más
efectiva.
Una tercera modalidad, desde un enfoque fisiológico, es la propuesta de Gottman y
Levenson (1995, 1998, citados en Cáceres, 2008), quien midió la respuesta cardiaca de hombres
golpeadores, en reposo y durante un conflicto, identificaron dos grupos; Maltratador Tipo I o
Cobra, y maltratdor tipo II o Pitbull. Se produce, lo que denominaron, ensamblaje fisiológico: el
contagio de la aceleración fisiológica del uno al otro. Este ensamblaje fisiológico, cuando se
analizan con detalle las emociones subyacentes, no es simétrico, sino que existen sutiles
diferencias en la devolución y el contagio de elementos negativos de las mujeres y de los
hombres. Las emociones negativas que predominan entre los hombres son ira y desprecio,
mientras que las correspondientes de la mujer son tristeza y miedo.
A su vez la tipología disfórica-límite de hombres que ejercen violencia, propuesta por
Holtzworth-Munroe y Stuart (1994), que se describe e implica a una persona necesitada,
dependiente, y abrumada emocionalmente, que recurre a la violencia en la frustración. Jacobson
y Gottman (1998) llamó a esto el "pitbull" tipo de agresor, y fueron capaces de demostrar la
excitación emocional extrema y física y angustiosa, en comparación con la "cobra" el tipo. Este
tipo de abusador es más probable que muestren evidentes problemas de ajuste emocional y
angustia, como depresión, el temor al abandono, y una gran dependencia emocional de la
víctima.
La limitación de los modelos tipológicos según Robinson (2005), es que solo hay
consenso, con el tercer tipo o maltratador antisocial, sin embargo, los subtipos I y II, varían en
sus formas de agrupación, entre los autores.
Tipos de relaciones de violencia
En una cuarta modalidad, Johnson y Ferraro (2000), sostienen que hay cinco tipos de
relaciones de violencia. La primera es La violencia de pareja común; cuando hay uno o
máximo dos incidentes de violencia, y no se utiliza como parte de un patrón de conducta para
controlar a la pareja. El segundo tipo es el Terrorismo íntimo; como una táctica de generar
control y manipulación. Cabe aquí señalar, que la violencia aún puede haber ocurrido sólo una
vez o dos veces, y puede ser relativamente de "baja intensidad". Sin embargo, todavía implica el
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abuso emocional y los hombres que muestran este patrón de abuso tienen más posibilidades de
matar a sus parejas. Este tipo es más probable que utilizan la violencia como una forma de
control, si bien pueden parecer muy angustiados durante los episodios violentos, la aparición
de la rabia casi incontrolable es un acto, una herramienta de muchos para intimidar y controlar
a los demás. Estos hombres que maltratan son más propensos a participar en venganza
cuidadosamente planeada y más violenta cuando termina la relación, y por lo tanto, son mucho
más peligroso para sus víctimas.
Un tercer tipo es La resistencia violenta; donde la pareja masculina se transforma
en una figura de control y miedo para la mujer, por lo cual, la mujer puede responder con
violencia en defensa propia. Johnson y Ferraro (2000) llaman a este patrón de violencia de
auto-defensa. Este tipo de violencia se produce en respuesta a una amenaza percibida, puede ser
un evento de una sola vez, y no es parte de un patrón de control y manipulación.
Un cuarto tipo, es el Control violento mutuo; este tipo de violencia puede ser lo que
se piensa como un "combate" o pelea mutua. Asimismo, señalan que las mujeres tienen más
probabilidades de sufrir un daño más grave.
Método
Participantes:
La población en estudio, estuvo constituida por 611 sujetos, siendo la totalidad de los usuarios
atendidos entre Enero y Diciembre de 2011, en los centros "Hombres por una Vida sin
Violencia" del SERNAM, en 6 centros, de 6 regiones (IV, V, RM, VI, VII, X). Sin embargo, hubo
una pérdida muestral conformada por: un 27,1%, de sujetos que desertaron del programa en las
primeras cuatro sesiones de evaluación, y un 34,6% de sujetos que omitieron información o que
los instrumentos no se contestaron en su integridad. Por lo cual, la muestra definitiva quedó
constituida por 234 sujetos (38,3%), que terminaron la etapa de evaluación, antes de entrar a la
intervención individual y grupal. La muestra quedó conformada de la siguiente forma: 22
sujetos de La Serena (IV región); 55 sujetos de Viña del Mar (V región); 30 sujetos de Estación
Central (RM); 22 sujetos de Rancagua (VI región); 57 sujetos de Talca (VII región); y 48 sujetos
de Puerto Montt (X región).
Instrumentos:
1.
Entrevista General Estructurada de Maltratadores adaptado en Chile por
Macchiavello, 2010, y luego por Barría & Macchiavello, 2011 de la Entrevista
General de maltratadores de Echeburúa & Fernández-Montalvo, (1997). Recoge
información sociodemográfica del sujeto, explora el desarrollo evolutivo, antecedentes de
salud mental y física, antecedentes delictuales, consumo de alcohol y sustancias. Explora
además variables de relación de pareja, como celos, uso del alcohol en episodios de violencia.
Se incorporaron ítemes que exploran las formas de violencia que usa el sujeto contra su
pareja y además acciones de cambio psicoterapéutico en él.
2. Test de Identificación de Trastornos Relacionados con el Uso del Alcohol
(Babor, De la Fuente, Saunders y Grant, 1989) (Cuestionario AUDIT). Tiene por
objeto la identificación de personas con un consumo peligroso del alcohol, antes que
presenten una dependencia física, o que hayan surgido problemas crónicos de tipo médico.
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Consta de 10 preguntas que puntúan de 0 (nunca) a 4 (diariamente) en las 8 primeras
preguntas y de 0 a 2 en las 2 ultimas. El corte de 8 puntos revela la existencia de problemas
relacionados con el alcohol. En la muestra chilena el instrumento arroja un índice de
fiabilidad, Alpha de 0,73.
3. Listado de Síntomas (SCL-90-R) (Inventario de Sintomatología Asociada) (Derogatis,
1975; versión Argentina, 2008). Es un cuestionario autoadministrado de evaluación
psicopatológica general. Consta de 90 ítems, con 5 alternativas de respuesta en una escala de
tipo Likert, que oscilan entre 0 (Nada) y 4 (Mucho). Este cuestionario está constituido por
nueve dimensiones de síntomas primarios (Somatización, Obsesión-compulsión,
Sensibilidad interpersonal, Depresión, Ansiedad, Hostilidad, Ansiedad fóbica, Ideación
paranoide y Psicoticismo). Además ofrece tres índices globales que reflejan el nivel de
gravedad global. En este estudio se ha utilizado el GSI (Índice Global de Gravedad, que tiene
un punto de corte de 63) en la evaluación inicial. La fiablilidad test-retest es de 0,70 y el
coeficiente alfa de consistencia interna es de 0,90. En cuanto a la validez predictiva, la
sensibilidad es del 83% y la especificidad del 80% (Echeburúa et al, 2009). En el caso de la
muestra chilena, el SCL-90, obtuvo un Alpha de 0.91.
4. Inventario de Pensamientos Distorsionados sobre la Mujer y sobre el Uso de la
Violencia (Echeburúa & Fernández-Montalvo, 1997). Consiste en un listado de 29
ítemes dicotómicos (Verdadero o Falso), cuyo objetivo es detectar pensamientos irracionales
hacia la mujer y la violencia. Consta de dos subescalas, de 13 ítemes y 16 preguntas
respectivamente. La primera subescala de 13 itemes, evalúa pensamientos distorsionados
hacia la mujer, y la siguiente escala de 16 preguntas, evalúa el uso de la violencia como una
forma aceptable de resolver los conflictos. Los autores, sugieren que el instrumento solo sirve
para la exploración de los pensamientos distorsionados y no ofrece propiedades
psicométricas. En la muestra chilena, el índice que confiabilidad del instrumento es de un
Alpha de 0.66.
Procedimiento:
Los instrumentos fueron aplicados por los equipos técnicos de cada ciudad donde se
ejecuta el programa Hombres por una Vida sin Violencia, siendo asesorados por el investigador
principal en la aplicación y tabulación de dichos instrumentos. El investigador principal,
confeccionó una base de datos a nivel nacional, y realizó devoluciones de los aspectos
psicométricos de los instrumentos a los equipos técnicos de cada sede.
Cada sede entregó los datos en bruto, en papel y CD-rom, y el investigador ingresó y
tabuló los datos por medio del programa SPSS 15.0. Los instrumentos se aplican en las 4
primeras sesiones, que sirven de diagnóstico del sujeto, para posteriormente pasar a
intervención psico-socio-educativa grupal.
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Resultados
A. Antecedentes Socio demográficos.
Como vemos en tabla N° 1, el promedio de edad de los hombres que maltratan es
de 39 años, estando el 66,7% en el rango de 31 a 50 años, siendo la edad mínima 18 años y la
edad máxima 67 años. Dutton (1997) plantea que según la edad promedio, estos hombres se
encuentran en la etapa de la Intimidad v/s el Aislamiento según el modelo de Ciclo Vital de
Erickson. En este sentido, la tarea fundamental de esta etapa se relacionaría con la capacidad de
establecimiento de relaciones interpersonales saludables, que el ejercicio de violencia hacia la
pareja generaría daños éste vínculo y la intimidad relacional afectiva.
Tabla N° 1. Datos socio-demográficos Hombres que ejercen Violencia contra su pareja
Universo
631 sujetos, 6 centros (Regiones IV, V, VI, VII, X y RM)
muestra
234 sujetos, de los 6 centros que completaron etapa de Diagnóstico
edad
39 años promedio
Estado civil
48,3% casado
19,6% soltero
7,4% separado
Ingreso
$ 358.484 promedio
escolaridad
33,1% educación media completa
35,1% educación superior Técnica y Universitaria
30% educación menor a segundo medio
Ocupación
93,6% se encuentra trabajando
12,8% vendedores
9,7% trabajadores independientes
8,9% trabajadores dependientes (comercio, ventas y servicio)
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Vías de derivación
49,5% de Tribunal de Familia, Tribunal de lo Penal y Fiscalías
39, 7% ingresa en forma voluntaria
Estado civil y relación de pareja. El 48,3% de los sujetos están casados, el 19,6% es
soltero, y sólo el 7,4% está separado. El 87% de los hombres, se encuentra en una relación de
pareja en la actualidad, estando el 68,2% viviendo con la misma pareja que agredió. El 32,8%
terminó o terminaron su relación de pareja, el 18,8% volvió a tener otra pareja y el 27% ha
tenido entre 2 a 4 relaciones de pareja. Lo que implica que en la mayoría de los casos (68,2%) en
el que un hombre ejerce violencia, sigue viviendo con la mujer a la cual ha ejercido maltrato.
Esto es coherente con la información obtenida a través del sistema informático del SERNAM
sobre los Centros de la Mujer (2012), cuyos registros indican que 64% de las mujeres atendidas
mantienen una relación de pareja o conviven con el hombre que las maltrata, con el riesgo que
ello implica para la salud física y mental de la pareja. Es decir, los hombres (18,8%) que tienen
una nueva pareja y que ya han ejercido violencia, podrían volver a ejercer la agresión con su
nueva pareja, con una alta probabilidad que la violencia persista, se mantenga o comience, y que
la mujer esté en riesgo vivir episodios de violencia. En este sentido, la violencia puede estar
presente tanto si la pareja se mantiene como si se separa, en este último caso no es poco
frecuente que la mujer reciba hostigamientos y ataques.
Origen Étnico. El 97,4% es chileno, y el 2,6 % proviene de otras nacionalidades (Perú,
Argentina, Italia, Holanda y Japón). Sólo el 4,3% declara ser de origen mapuche. Lo que es
coherente con las investigaciones (Garda, 2007) que mencionan que se deben considerar las
características locales e idiosincrática de la violencia como una variable interviniente, porque
contextualiza el marco ideológico y la valoración de la identidad de género de esa determinada
cultura.
Escolaridad. El 33,4 % de los sujetos ha completado la enseñanza media, el 35,1%
tiene estudios técnicos y universitarios, incluso hay 3 sujetos con postgrado (maestría). El 30,3%
presenta un nivel educativo de enseñanza básica a segundo medio, teniendo solo el 18,2%
educación básica. Las regiones con menor educación son Talca y Puerto Montt, con educación
menor a 4 medio (15%) y la educación más alta, se encuentra en Viña del Mar y Estación Central
(11%) concretada en Educación Universitaria y Técnica Profesional. De los datos se desprenden,
que hay tres grupos reconocibles, los que tienen educación básica, los sujetos con enseñanza
media completa, y los Técnicos-Universitarios profesionales. Lo que implicaría distintos
desarrollos cognitivos, compresión lectora, y habilidades socioafectivas para enfrentar las
intervenciones psicosociales.
Una de las hipótesis, es que la socialización primaria y secundaria, o educación informal,
podría ser un factor más determinante que la educación formal; es decir, que podrían haber
estado expuestos a comportamientos de violencia y abusos en su desarrollo evolutivo. Y que de
esta educación se producen sujetos con déficits en habilidades sociales, comunicacionales y de
recursos no violentos para la mediación de conflictos. También, podría implicar un desafío en
relación a las formas de intervención con hombres maltratadores, dado que la intervención no
debe basarse sólo en elementos informativos y cognitivos, sino que en aspectos vinculares,
resocializadores y relacionados con las vivencias en la historia de vida.
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Ocupación e Ingreso. El 93,6% de los sujetos declara que se encuentra trabajando en
una diversidad de oficios que van desde: obreros de la construcción, obreros agrícolas y
pesqueros, carabineros, ingenieros, vendedores, pescadores, bodegueros, etc. Siendo las
ocupaciones de mayor porcentaje: los vendedores con un 12,8%, los trabajadores
independientes con un 9,7%, los trabajadores dependientes en áreas de ventas y servicios con un
8,9%, el 4,7% son obreros agrícolas y de la construcción. Sólo el 6,4% está cesante, y el 4,8% son
estudiantes. Los datos anteriormente mostrados, rompen con los mitos que pudieran afirmar
que los hombres maltratadores son desadaptados o cesantes, que no están insertos socialmente,
o que se pueda reducir a un segmento de la población con menor educación y con oficios que
demandan trabajo físico, como obreros de la construcción.
El 38,6% de los sujetos tiene contrato indefinido, el 16,3% trabaja en forma
independiente y el 24% trabaja a plazo fijo o a trato. El promedio de ingreso es de $358.484.-, el
ingreso que más se repite (moda) es de $300.000. El 64% gana entre $150.000.- a $450.000.- y
el ingreso más alto es de $ 2.500.000. La población correspondería al decil 3 y 4, por lo que el
ingreso y el nivel económico no sería un factor determinante para ejercer violencia. Este dato
viene a poner en duda y análisis lo mencionado por Larraín (1987), sobre que la pobreza sería
un factor sostenedor y precipitante de la violencia.
El 63,8% está satisfecho con su trabajo y el 69% se siente con tensión en el mismo. En
relación a si el trabajo le afecta en su comportamiento familiar u otra circunstancia externa, el
55,3% menciona que no le afecta. Sin embargo, el 17,2% utiliza el trabajo para criticar a su
familia, discutir con ellos, o trae los problemas a su casa. Lo que lleva a reflexionar en un
aspecto doble de la relación trabajo-violencia; por un lado, un grupo (17,2%) de sujetos no sabe
filtrar ni elaborar sus tensiones y frustraciones laborales de otra forma que no sea
descargándose con su pareja e hijos. Pero ¿Por qué se descargan en su familia y con su pareja?
¿Por qué no la descargan con alguien en la calle, con su jefe u otra autoridad?. Ya que, por otro
lado, aparte de descargarse, lo que los hombres pueden estar haciendo es ocupar su trabajo
como excusa y justificación para ejercer malos tratos, lo cual no nos permite dar con una
relación causal, sino que nos muestra un comportamiento abusivo donde se aprecia una
distorsión en el entendimiento de lo que es la confianza, la cercanía y la intimidad. Un 12,4%
utiliza el trabajo para aislarse de los problemas en su casa, lo cual nos hace referencia a un
comportamiento de micromachismo (Bonino, 2006).
Vivienda. El 46,3% de los hombres tiene casa propia, el 29,3% arrienda, y el 19,2% vive
de allegado. El 75,2% de las viviendas de los usuarios tiene entre 2 a 3 dormitorios, siendo el
promedio 2,5 habitaciones por vivienda, entre un mínimo de 1 dormitorio y un máximo de 10.
Duermen en un promedio de 2,5% camas por vivienda y el 79,1% menciona que no le afecta la
vivienda en su relación de pareja. No se observa precariedad en la vivienda, ni hacinamiento en
el núcleo familiar.
Vías de Derivación. El 39,7% asisten a los centros del Programa de atención, por
demanda espontánea, el 49,5% es derivado por el Sistema Judicial: Tribunales de Familia por
violencia psicológica, y por violencia física desde Fiscalía, y Tribunales de Garantía. Siendo el
principal vía de derivación los Tribunales de Familia con un 28,6%. El 10% restante es derivado
de Municipios, Colegios, Programas del SENAME, empresas y Centros de Mujer. Sin embargo,
se sigue apreciando un alto nivel de laxitud de las instituciones judiciales y policiales en el
momento de la denuncia y derivación. Por una parte, existe un vicio de la gestión judicial en las
Suspensiones Condicionales de los Procedimientos de las causas, donde se da una salida
alternativa rápida y mecánica (que es un beneficio, cuando lo que el hombre requiere para dejar
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Muñoz Barría JR. Psicologia.com. 2012; 16:19 - http://hdl.handle.net/10401/5511
de ejercer violencia son consecuencias sociales y legales reales que frenen su maltrato), donde
no se escucha técnicamente bien, y no se valora bien los riesgos y la pertinencia o no de la
participación del hombre en un programa especializado.
Por otro lado, el que muchos hombres se acerquen de manera espontánea a los Centros
de Hombres, podría significar que quizá es su primera solicitud de ayuda por su problema,
también podría significar que prefieren acercarse directa y discretamente al Centro de Hombres
por la vergüenza que genera el reconocerse frente a otros como maltratador, o para evitar
quedar con antecedentes penales por violencia intrafamiliar.
El 40,2% tiene como medida cautelar prohibición del acercarse a la pareja y a los hijos, y
el 10,6% tiene como medida la condición de asistir a un programa de atención de hombres
agresores como medida de suspensión condicional de la condena. Otro hecho que debe
consignarse, es que los tribunales de familia derivan más casos que los Juzgados en lo Penal,
implica que los funcionarios del poder judicial podrían ver la violencia familiar más como una
"falta" o un problema familiar que como delito. En este sentido, falta una mayor indagación
sobre ¿Qué pasa con los casos penales que no son derivados?, o los centros ¿o hay una
subvaloración o un desconocimiento?
B. Historia familiar
Entorno familiar y la violencia sufrida durante su infancia. El 72,9% de los
sujetos proviene de una familia nuclear: padre y madre. Solo un tercio, el 34,3% de los usuarios
sus padres se separaron. El 59,7% menciona que tuvo una relación cálida y respetuosa con sus
padres y el 27,9% tuvo una relación distante, y sólo el 11,8% tuvo una relación conflictiva. El
74,3% recibió maltrato físico a veces o con frecuencia y un 7,7% sufrió violencia sexual. El 38,6%
menciona haber recibido maltrato psicológico, sin embargo la violencia psicológica se percibe
cuando es "evidente" como descalificaciones, groserías, y gritos. El 52,6% recibió castigo físico a
veces y con frecuencia de parte de sus profesores.
Llama la atención la alta tasa (74,3%) de violencia física recibida en su familia y escuela,
lo que permite hipotetizar que la violencia ha sido una forma legítima de corregir y disciplinar a
los niños. En la vida cotidiana de los sujetos, la violencia estuvo legitimada como forma de
educar, es decir, fueron socializados en una cultura que avalaba la violencia como recurso
válido. Incluso el código civil consideraba la violencia como forma de educación al estar
permitidos el corregir y castigar con uso de fuerza moderada (buscar cuando se cambia).
Esta cultura de la violencia, se puede percibir ya que solo 11,8% de los hombres
agresores, refiera una relación conflictiva con sus padres, pese a que a los menos un 74,3%
recibió castigo físico de ellos. Esto se podría interpretar como que el uso de la violencia está
normalizada, naturalizada por el grupo de hombre que ejercen violencia, y/o que su afectividad
y valoración de la relación corre por un cauce paralelo a los malos tratos en la relación, como le
sucede en su relación afectiva y de pareja de adulto.
Abuso y violencia ejercida por su padre hacia la madre del usuario. El 43,6%
señala que su padre maltrataba físicamente a veces y con frecuencia a su madre. Y que el 46,6%
de sus padres abusaban del alcohol. El 22% menciona que su padre abusaba sexualmente de su
madre. El 46,5% señala que su padre abusaba psicológicamente de su madre. Lo que es
consistente con las investigaciones de Dutton (1998) sobre que el maltratador presencia
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violencia de su padre hacia su madre especialmente violencia física, psicológica y sexual. Por lo
que se podría entender que su violencia actual está fundada en parte en esta experiencia, y en un
43% de los sujetos ha aprendido en forma vicaria la violencia como una forma habitual de
resolver conflictos familiares.
Hay un grupo del 21,8% menciona que agredió entre 1 a 4 veces a sus padres y que un
30% utiliza la fuerza física y las amenazas para resolver sus problemas cotidianos. Sin embargo,
es importante tener cuenta que los agresores, tienden a justificar sus comportamientos de
violencia. Algunas de estas formas de justificación para no asumir plenamente la
responsabilidad, que va desde el minimizar, el externalizar su responsabilidad, culpar a la
víctima, hasta la negación más flagrante que es desconocer los comportamientos que se han
ejercido, a pesar de haber denuncia de la policía y un expediente judicial. Por lo tanto, hay que
considerar que es muy probable que en estas respuestas exista una subdeclaración de los hechos
de violencia. A pesar de ello, la importancia que tienen los datos es que es la propia declaración
y reconocimiento de los hechos por parte de los sujetos agresores de sus parejas. Lo anterior
concuerda, con las investigaciones de Rathus y Feindler, (citados en Loinaz, 2008), que
mencionaban que la información de los maltratadores es poco fiable, con una tendencia a
mostrar una cara mas deseable.
De acuerdo a los datos anteriores, es importante considerar que muchas de las formas
de violencia psicológica por las que se les pregunto, son formas de violencia psicológica muy
aceptadas, normalizadas o invisibilizadas en nuestra sociedad, por lo que es muy posible que los
maltratadores al contestarlas haya sido la primera vez que se veía enfrentado a qué éstos
comportamientos eran formas de maltrato hacia la mujer en la relación de pareja.
Historia Delictual. El 69,5% reconoce que el único delito por el cual lo han detenido
ha sido el episodio de violencia. El 36,9% ha estado involucrado en actos de violencia fuera de la
pareja, especialmente discusiones con sus hermanos en un 32,4%, el 10,2% presenció el
apuñalamiento de una persona y el 2,8% ha participado en peleas callejeras. Un 18,8% ha sido
detenido por consumo de alcohol en la vía pública. Si bien no existe un perfil delictual habitual,
el uso de la violencia es un delito en Chile, por lo que aquellos hombres que reiteran el abuso
deberían ser considerados como delincuentes habituales.
Violencia hacia parejas anteriores. Un 35% informa que ejerció violencia
psicológica, un 30% de violencia física, un 24% de destrucción de objetos, y un 17% de violencia
sexual con sus parejas anteriores. Lo que implica que un tercio de los agresores son reincidentes,
y que seguirán cometiendo este tipo de delito, si no se previene o detiene esta situación.
En relación a las acciones de violencia cometidas de mayor porcentaje esta: insultar o
humillar un 41,9%; abofetear un 25,8%; agarrar un 25,2%; empujar un 25,2%; y prohibir que su
pareja haga cosas un 14,8%. Otras formas de violencia que declaran los maltratadores que han
ejercido con su pareja anterior, son: amenazar con pegar 11,6%, tirar al suelo 11%, tirar el pelo
9%, amenaza de suicidio 8,4%, amenaza de asesinato 7,1%, pegar con el puño (combo) 6,5%, dar
patadas 6,5%, estrangular que puede considerarse intento de homicidio 5,8%, morder 3,2%,
atacar con un arma u objeto 1,3%, y forzar a tener relaciones sexuales sin el consentimiento de la
pareja 3,9%.
Podemos apreciar, que la violencia puede tener una extensa gana de comportamientos
que desembocan en formas físicas de enfrentar los conflictos. Solo el 12,9% ha tratado de
resolver problemas con terapia de familia, y el 9% ha intentado dialogar con su pareja. El 91%
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de los hombres están declarando que no se dan un espacio para escuchar lo que ella quiere decir
sobre el conflicto.
C. Violencia con la pareja actual.
Perfil socio demográfico de la Pareja Actual. El 34,9% de las parejas de los
hombres que maltratan, tiene educación superior o técnico profesional, 30,9% tienen educación
media completa y sólo el 31,8% tienen menos de segundo medio. El 54% de las parejas trabajan
actualmente. Lo cual muestra, que los niveles de estudios son similares entre agresor y víctima,
también se rompe el mito de la mujer dependiente económicamente y que el hombre es el único
proveedor, ya que más de la mitad de las parejas trabaja. Sólo el 46% de las mujeres dependen
económicamente de sus parejas. Sin embargo, se presume que entre 15 a un 20% de las mujeres
que dependen económicamente de sus parejas, adicionalmente realizan trabajos esporádicos,
sin que el hombre los visualice, ya que sólo se declaran los trabajos formales y que se ejercen
fuera de la casa.
Nivel de satisfacción con su pareja actual. El 60% se encuentra satisfecho con su
relación de pareja. El 51,3% tiene un nivel de satisfacción sexual alto y muy alto con su pareja. Se
podría hipotetizar por un lado que los HEVPA presentan un egocentrismo producto de una
socialización tradicional de género, que fomenta que los hombres sólo estén centrados en sí
mismos, en sus propias necesidades y satisfacciones, versus la socialización femenina
tradicional que enseña a la mujer a centrar su identidad alrededor del cuidado otros y los
vínculos. Por lo que los hombres tienden a percibir su propio placer y no captar las señales y
emociones en sus parejas. Esto podría explicar que su satisfacción sea unilateral y no se sienta
incómodo o insatisfecho con los daños de la violencia en la mujer, es decir, que no empatize con
ella en su daño de la violencia. Lo que podría confirmar una de las hipótesis de los
investigadores de la teoría del apego que han sostenido que la violencia "corre" por un canal
paralelo al afecto. Estas investigaciones (Kimmel, 2006), mencionan que los agresores tienen
miedo de perder a sus parejas, y quedarse solos, y sin su pareja e hijos. Presentan estilos de
apegos dependientes e inseguros, lo que los vuelve susceptibles a la separación y abandono y los
hace más peligrosos en periodos de separación y abandono por parte de la pareja (Kelly &
Jhonson, 2008).
Si bien el 31,3% ha manifestado haber tenido problemas de infidelidad con su actual
pareja, sin embargo cuando se le consulta por la cantidad de parejas extraconyugales, el 43,7%
refiere haber tenido entre una a tres parejas extraconyugales, con un tiempo de duración de
menos de 6 meses hasta 4 años y más. El 65,3% se considera una persona celosa, sin embargo,
solo el 21,9% piensa que su pareja le es infiel, además un 24% declara que su pareja se lo contó o
se enteró por otras personas, y en un 56,2% piensan que su mujer es provocadora y llama
excesivamente la atención de otros hombres. La información en relación a la celotipia, presenta
una doble dimensionalidad, porque permiten apreciar que los celos son sentimientos de control
y a su vez, esconden el patrón de apego, y el silenciamiento de la violencia o permite tener
alguna excusa para justificar la agresión, de lo cual es agresor no hace responsable y tiende a
minimizar.
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Violencia ejercida a la pareja actual. El 85% de la violencia se producen antes del
cuarto (4) año de iniciada la relación de pareja. Por lo cual, se va desarrollando en la convivencia
diaria con la pareja. El 32% de los actos de violencia se produce cada uno a tres meses, el 30% es
semanal, y sólo un 3,5% menciona que es diaria, siendo la violencia diaria especialmente
psicológica. El 57,5% señala que ha apreciado un aumento de la violencia, el 72% señala un
aumento de moderado a severo. El 47,4% menciona que el aumento es mensual a diario y el 63%
señala que este aumento de la violencia termina en violencia física.
Como vemos en la tabla N°2, podemos ver los tipos de violencia que se ejercen sobre el
50% de la muestra. Como señalamos en el apartado sobre la violencia contra la pareja anterior,
se hipotetiza que hay un patrón de violencia que se repite, que primero son los gritos y
descalificaciones, luego la sujeta y la empuja, y la abofetea.
Tabla N°2. Tipos de Violencia Física, psicológica y sexual ejercida a la pareja actual
Tipo de Violencia
Porcentaje
1
Le gritó
80,1%
2
Le dijo garabatos y ofensas
75,3%
3
La empujó
63,8%
4
La sujetó
62,5%
5
Le hizo sentir culpable
62,1%
6
La trató como sirvienta
60%
7
Le dijo que la culpa fue de ella
58,4%
8
Le asusta con la mirada
58%
9
Le atacó su autoestima
55,5%
10
La menosprecia
53,3%
11
La abofeteo
53%
12
No le dio importancia a la violencia usaba
51,8%
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13
Golpea paredes o muebles
50%
En un análisis más detallado por formas de violencia. En relación a la violencia física, el
63% empuja a su pareja, el 62,5% la sujeta, el 53% la abofetea, y un 44,8% la zamarrea. Del
mismo modo, la escupe, le da golpes de puño, la patea, le rompe la ropa y le tapa la boca. Sin
embargo, también se cometen intentos de homicidios como: ahorcamiento en un 13,4%,
sofocamiento en un 8,2% y un 16,5% ha amenazado con matarla. Incluso, hay un grupo del
11,8% que golpeo o empujó a su pareja o la trató a choques cuando ella estaba embarazada.
Se hipotetiza que las formas de violencia físicas, quieren señalar que la sujeta: le limita
sus movimientos, la zamarrea: intenta "tranquilizarla" a la fuerza, y la abofetea: la corrige. Un
hecho que debe consignarse, es que el 25,6% de la violencia ocurre cuando ellas están
durmiendo y han consumido algún tipo de barbitúrico cuando se produce la violencia. El 50,5%
de los agresores menciona que su pareja había consumido fármacos para dormir. Ello implica,
que el sujeto busca en momento de mayor vulnerabilidad de la víctima y donde sea más fácil
someterla.
Se podría hipotetizar que hay un uso premeditado de la violencia, que iría en contra de
la idea que el sujeto que golpea a su pareja generalmente en un acto impulsivo, o por
acumulación de tensión, pero los datos nos están mostrando que hay un grupo de sujetos que
usa el momento donde la pareja está más vulnerable para discutir y golpearla.
Como vemos en la tabla N°2, sin bien los datos no nos indican que son comportamientos
asociados unos con otros, podríamos sugerir o imaginar una escena con una secuencia de
comportamientos, que podrían comenzar con una agresión verbal descalificadora y humillante,
luego el agresor sujeta a su pareja, la abofetea y la empuja. Estos tipos de comportamientos van
a tener similitud, como veremos más adelante, con la violencia ejercida con la actual pareja.
-
Insultar y humillar es un ataque a la autoestima, menosprecio, intentar disminuir, e
intentar recuperar mi posición superior, ya que en algún ámbito se siente inseguro o ha
sido desplazado en su poder,
-
Abofetear: corregir, disciplinar, educar,
-
Agarrar: no tolero la situación, y tengo que aplacar la demanda, "siéntate" y Empujar:
rechazo, no quiero saber nada de ti, córrete.
Tabla N° 3. Episodios de violencia en el último año.
Tipo de Violencia
Porcentaje
VIOLENCIA PSICOLOGICA
99,9%
VIOLENCIA FISICA
22,2
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LANZAMIENTO DE OBJETOS
38,5
VIOLENCIA ECONOMICA
48,8%
Se da cuenta de la ira: El 59,2% se da cuenta que se va a poner violento. El 50%
experimenta malestares físicos y fisiológicos, el 15,2% tiene pensamientos persistentes presentes
y un 25,8% menciona que no se da cuenta de ningún signo.
Forma de mediación de conflictos. El 97% menciona que la violencia no es una
forma aceptable de resolver conflictos. El 79,5% cree que puede llegar a evitar problemas de
violencia. El 53,7% cree que ha discutido problemas en forma relativamente calmado. 78,9%
cree que le pide la opinión a su pareja de algunas veces a frecuentemente. El 82,3% cree que
escucha a su pareja desde algunas veces a frecuentemente. Que le ha pedido disculpas en un
79,4%. El 80,8% menciona que ha intentado hacer algo en beneficio de su pareja como buscar
información, quedarse callado, contar hasta 10 y buscar ayuda.
Los datos anteriormente señalados, nos están mostrando dos situaciones: por un lado,
existe un grupo de hombre en los cuales la situación de violencia que están viviendo les
incomoda, o les produce disonancia y tienen una motivación efectiva de cambio. Y por otra
parte, existe otro grupo que la única forma de la detención de la violencia ha sido la denuncia y
el control de la policía.
Violencia psicológica. Entre las acciones con mayor frecuencia, están: le grita un
80,1%, le asusta con la mirada un 58%, Golpea paredes o muebles un 50%, Se acerca de manera
amenazante un 46,5%, Destruyó cosas u objetos un 38,5%, Realizar actos violentos a su
alrededor un 28,8% Destruyó su propiedad un 19% y le muestra armas un 9,3%. Este tipo de
violencia, el 46% mencionan que hicieron de 4 a 10 veces. El 72,4% de los hombres agresores
menciona que su mujer alguna vez ha tenido miedo de él.
Al hombre agresor le es difícil apreciar la violencia psicológica, solo aprecia la más
extrema o burda. Se hipotetiza que la forma de relacionarse entre ambos y comunicarse con su
pareja es en un tono elevado, agresivo, y descalificador, y genera acciones alrededor de ella, para
intimidarla o provocarle miedo, hasta el extremo de mostrarle armas si es necesario, todo ello,
para evitar agresiones físicas mas graves o que la discusión se termine rápidamente, avisándole
(por medio de las acciones intimidantes) que si no se termina la discusión van a venir agresiones
físicas.
Abuso Emocional. Le dijo garabatos y ofensas un 75,3%, Le hizo sentir culpable un
62,1%, Le atacó su autoestima un 55,5%, La menosprecia un 53,3%, La humilla un 48,9%, le
Intentó disminuirla como persona un 44,9%, Le dijo apodos ofensivos un 37,9%, La interrumpía
mientras comía o dormía 22%.
Primer acto de violencia. Existe la creencia enraizada que la violencia es una
escalada, sin embargo, en la muestra de maltratadores, el primer episodio de violencia, fue en
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un 20,9% ahorcamiento a la pareja, el 19% comenzó con una discusión y se terminó en golpes
(bofetada, codazo, golpe en la cara), el 31,6% comenzó agresiones verbales, y amenazas, y un
30,4% usó armas y objetos contundentes. Por lo cual, la violencia no necesariamente puede ser
sostenida y constante, sino más bien se habla de pocos episodios o "asaltos" pero muy violentos,
ya que en un 48,7% ocurrió de una a 3 veces y el 34% han ocurrió de 4 a 6 veces y más. Otro
hecho a consignar, que un 29,5% de los sujetos comete un acto similar entre 2 a 3 veces.
Aislamiento. La interrogaba acerca de sus actividades, 42,2%, Le impidió o trato de
que no fuera donde deseaba, 36%, Le revisó el teléfono, o la agenda, cartera, 36%, Le impidió
tener ciertas amistades 32,4%, Escuchaba sus conversaciones telefónicas 27,6%, La seguía
17,8%, Le abría las cartas 14,2%
Formas de Justificación de la violencia. El 60% de los varones declara que usa
este tipo de justificaciones. Le dijo que la culpa fue de ella un 58,4%, No le dio importancia a la
violencia usaba un 51,8%, Le echó la culpa a otra persona un 35,8%, Le dijo que no se acuerda
de la violencia causada un 23%, Le dijo que usted actuó en defensa propia un 15%. Llama la
atención que no se acuerda y que actuó en defensa propia
Manipulación de niños y niñas y uso del Maltrato hacia ellos. Los sujetos
maltratadores, señalan que sus hijos han presenciado o visto episodios de violencia en un
63,9%, Los hombres creen que a los niños les afecta la violencia en un 45,9%. Mencionan que los
niños reaccionan con miedo, llanto y corren (41%), y que sus hijos también participan o se ven
envueltos en los actos de violencia (40,2%), aguantan la violencia que están viendo (20,9%) y
que han despertado y llegado a la habitación donde estaban peleando (18,2%). Incluso
mencionan que sus hijos agredieron a su madre (22,1%) como una forma de reacción ante la
violencia.
Por otra parte, ellos han amenazado con quitarle a los hijos (18,7%) a su pareja, les han
dicho a sus hijos que ella no es una buena madre (17,3%), han usado a los niños como
mensajeros (16,9%), y utilizan las salidas con los niños para acosarla o agredirla (5,8%).
El 23,7% menciona que sus niños reciben castigo físico en la casa, y que se castiga a
veces o con frecuencia a sus hijos (52,3%). El 24,3% de los hijos de los maltratadores tienen
comportamientos problemáticos en la escuela y en la casa. El 64,2% cree que sus hijos se pueden
ver beneficiados con información o apoyo por los efectos de la violencia recibida, sin embargo
hay un grupo que menciona que una intervención externa o de un programa lo va afectar en
nada el comportamiento de sus hijos (20,9%).
Privilegios Masculinos. La trató como sirvienta 60%, Tomo decisiones sin
consultarlas 37,2%, Le dijo cual era su lugar y el trabajo de ella en la casa 35,4%, No hizo las
tareas de la casa que les correspondía 35,4%, La mandó como si fuera patrón 31%, No colaboró
con el cuidado de los niños 30,5%, Estableció reglas en su casa sin consultarla 30,5%, Esperaba
que ella estuviera sexualmente disponible cuando usted quisiera 27%
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Violencia sexual. Presionado para tener relaciones sexuales sin su consentimiento,
18,6%, Presionado para mirar pornografía con usted, 9,5%
Abuso Económico. Tomo decisiones financieras sin consultarle, 24,3%. Le pide que le
rinda gastos que ella hace, 21,7%. No dejo que ella supiera cuando gana 19%, Se gasta el dinero
en salidas, alcohol descuidando a su familia16,8%, Le impidió que ella trabajará fuera de la
casa14,2%, No le deja usar dinero, o chequera, o tarjetas13,3%, Le hizo que le pidiera
dinero10,6%, No hizo los pagos para mantener a sus hijos 9,3%
Amenazas y Coerciones. La amenazó con hacerle daño 29,2%, Trató de forzarla a
retirar la medida judicial 10,2%, Amenazó con hacerle daño a sus familiares 9,3%, La chantajea
o la presiona para salirse con la suya 25,2%, Le hizo que hiciera algo ilegal, 2,2%
Que podría pasar si no deja la violencia a largo plazo. Perdida de metas 25,6%,
No recuperar a su familia23,8%, No va a pasar nada 18,9%, Perder el trabajo8,5%, Quedarse
solo9,8%, Terminar preso o muerto3%.
Que cambios positivos le gustaría hacer. No sentir más ganas de ser violento o
controlarla 39,5%, Recuperarme y quererme, 25,9%, Conocer herramientas para manejar la
violencia 16,7%, Tener más raciocinio, cálmame, y aceptar al otro12,2%
D. Creencias distorsionadas sobre la mujer y el uso de la violencia.
Como vemos en la tabla N° 4 se pueden desprender dos interpretaciones, primero que
existe un grupo de varones que la violencia le produce disonancia, y que visualizan que
posiblemente puede haber un problema psicológico detrás, sin embargo las creencias elegidas
"Siempre es un delito que un hombre maltrate a una mujer", y "Los hombres que maltratan a sus
parejas, son personas con graves problemas psicológicos que a menudo no saben lo que hacen",
es una respuesta esperable de una alta deseabilidad social, hay que señalar que los sujetos han
llegado a los centros derivados de tribunales por violencia intrafamiliar e intentan mostrar una
mejor faceta. Sin embargo hay un 18,7% que cree que el golpear a su pareja no es un delito y que
los hombres que golpean no tendrían ningún problema de índole de salud mental.
Tabla N°4. Creencias distorsionadas sobre la mujer y el uso de la violencia
Creencias distorsionadas hacia la violencia
Porcentaj
e
18
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28.- Siempre es un delito que un hombre maltrate a una mujer:
82,3%
29- Los hombres que maltratan a sus parejas, son personas con graves problemas
psicológicos que a menudo no saben lo que hacen:
70,4%
20.- La mayoría de los hombres que agreden a sus parejas se sienten avergonzados y
culpables por ello:
69,4%
Creencias distorsionadas hacia la mujer
7.- Una mujer que permanece conviviendo con un hombre que la maltrata debe tener
un serio problema psicológico:
porcentaj
e
65%
11.- Muchas mujeres provocan deliberadamente a sus parejas para que éstos pierdan el
control y les golpeen:
60,1%
13.- El hecho de que la mayoría de las mujeres no suele llamar a la policía cuando están
siendo maltratadas, prueba que quieren proteger a sus parejas:
56,5%
A su vez, en las creencias distorsionadas relacionadas con la mujer se muestra, muestra
formas de justificaciones que el hombre agresor puede usar para no hacerse responsable del
delito y responsabilizar a la víctima, como "El hecho de que la mayoría de las mujeres no suele
llamar a la policía cuando están siendo maltratadas, prueba que quieren proteger a sus
parejas", existen creencias de la cultura popular religiosa que la mujer debe aguantar a su pareja
y soportar dignamente, la importancia de los actuales cambios en la legislación es que ha
permitido aumentar el nivel de denuncias haciendo emerger problemas que estaban
invisibilizados como es la violencia intrafamiliar.
E. Salud mental
Entre las enfermedades que han declarado tener los hombres agresores son: Depresión
13,3%, Hipertensión 16,4, Asma 22,7%, Lesiones por apuñalamiento 3,9% y 14% han intentado
cometer suicidio. Se han encontrado relación entre la depresión, sobre todo la depresión bipolar
y los ciclos de la violencia (Calvete, 2008) y las amenazas de intento de suicidio sobre todo en las
etapas de separación y alejamiento de la pareja (Castellano, Lachica, Molina, y Villanue
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