Aportaciones de aripiprazol en el tratamiento de pacientes agudos con
esquizofrenia.
FUENTE: PSIQUIATRIA.COM. 2008; 12(4)
J. Orta Rodríguez.
Hospital Sant Joan de Déu, Sant Boi, Barcelona
Recibido el 11/03/2009
Planteamiento del problema
La esquizofrenia es un trastorno mental grave, complejo y heterogéneo que se asocia, generalmente, a un
importante deterioro somático, funcional y de la calidad de vida1. La esquizofrenia no tienen ningún
síntoma patognomónico2 y existen otros muchos trastornos psiquiátricos que cursan con síntomas psicóticos que
también pueden presentarse en la esquizofrenia3. Además, no hay pruebas específicas que aseguren su
diagnóstico en las primeras fases de la enfermedad, y sólo el tiempo de evolución (sintomatología durante un
periodo más o menos prolongado según las distintas nosologías) y el curso (en brotes, generalmente con
deterioro y afectación funcional) permiten confirmar el diagnóstico de esquizofrenia3. Los síntomas pueden
afectar a diversos ámbitos psicológicos, pudiéndose agrupar en síntomas positivos (delirios y alucinaciones,
principalmente), síntomas negativos (pensamiento empobrecido, alogia, déficit volitivo), síntomas afectivos
(afecto aplanado, inadecuado; ahedonia, apatía) y síntomas cognitivos (déficits neurocognitivos, estrechamente
vinculados al resultado funcional de los pacientes).
En general, se acepta clásicamente que la prevalencia de la esquizofrenia en la población general es del 1%. Las
cifras de prevalencia anual en el año 1998, recopiladas por varios registros correspondientes a distintas provincias
españolas, coinciden con los valores asumidos de prevalencia mundial, que oscilan aproximadamente entre el 2 y
el 4,5 por 1.000 habitantes4. Según un estudio realizado en Cantabria por Vázquez-Barquero (1995), la incidencia
aumenta hasta el 19 por 100.000 (18,8 para los varones y 19,3 para las mujeres) en la población en situación de
riesgo (definida por los autores como aquella con edades comprendidas entre los 15 y los 54 años)4.
Según las guías clínicas publicadas por la APA2, los objetivos del tratamiento de la fase de agudización
psicótica interesan de manera primordial a los síntomas positivos: evitar que el paciente sufra lesiones,
controlar las alteraciones del comportamiento, disminuir la gravedad de la psicosis y de sus síntomas
asociados (delirios, alucinaciones, agitación, agresividad, angustia) e identificar y analizar los factores
desencadenantes del episodio agudo. Se trata además de recuperar con rapidez el mejor nivel de
funcionamiento, establecer una alianza terapéutica con el paciente y su familia, formular planes de tratamiento a
corto y a largo plazo y poner al paciente en contacto con los correspondientes servicios de asistencia ambulatoria.
Vale decir que el tratamiento farmacológico instaurado para el manejo y control de estas fases agudas puede
determinar el tratamiento de mantenimiento durante los períodos de compensación clínica, por lo que la eficacia
sobre síntomas negativos-afectivos-cognitivos debe ser tenida en cuenta en la elección terapéutica, entendiendo
así el abordaje integral de las diferentes fases y problemáticas de la esquizofrenia.
Durante la fase de estabilización, el objetivo principal del tratamiento, además del mantenimiento de la
compensación clínica, debe centrarse en continuar el proceso de recuperación y lograr un mejor
funcionamiento y calidad de vida2, y por ello la gran importancia de una buena vinculación a dispositivos
comunitarios, terapias rehabilitadoras, trabajo con las familias, etc. Además, en los pacientes que han sufrido dos
o más episodios en los últimos 5 años, se recomienda la administración de medicación antipsicótica de
mantenimiento durante un tiempo indefinido2. En este sentido, los tratamientos antipsicóticos deben sumar a su
eficacia un bajo perfil de efectos adversos (tolerancia), ya que cuanto menor sea la presencia de efectos
indeseables, mayor será igualmente la aceptación subjetiva por el paciente de los fármacos prescritos, factor
importante para aumentar la adherencia terapéutica (el 60-70% de los pacientes sin tratamiento de
mantenimiento sufre una recaída antes de 1 año, y este porcentaje aumenta hasta prácticamente el 90% en los 2
años siguientes2).
Un antipsicótico de mecanismo de acción único
Aripiprazol es el primer y a día de hoy único- antipsicótico con un novedoso mecanismo de acción, agonismo
parcial del sistema dopaminérgico D2, por lo que podría hablarse de una tercera generación de
antipsicóticos, después de los típicos y los atípicos (véase la figura 1)5. Este agonismo parcial supone que en
presencia de un substrato hiperdopaminérgico actuaría disminuyendo los niveles de dopamina (mejorando así los
síntomas positivos, relacionados con una hiperfunción dopaminérgica en las vías mesolímbicas);
simultáneamente, en presencia de substratos hipodopaminérgicos, estimularía la transmisión dopaminérgica
(mejorando los síntomas negativos, relacionados con una hipofunción dopaminérgica en las vías mesocorticales).
Además, al no antagonizar las vías dopaminérgicas D2 a nivel nigroestriatal y túberoinfundibular cabe esperar una
menor presencia de efectos adversos relacionados: síntomas extrapiramidales e hiperprolactinemia,
respectivamente (véase la figura 2)6,7.
Aripiprazol posee también actividad sobre el sistema serotoninérgico, comportándose como un agonista
parcial de los receptores 5HT1A (efecto ansiolítico) y como antagonista de los receptores 5-HT2A (efecto
beneficioso sobre la sintomatología negativa y menor incidencia de SEP), de tal manera que se podría decir que
aripiprazol actúa como un "modulador" del sistema dopamina-serotonina, con posibles repercusiones
clínicas: una mejoría de los síntomas afectivos y un buen perfil de tolerancia8.
Finalmente, cabe destacar también una afinidad relativamente baja sobre los receptores alfa-1 (relacionados con
la hipotensión ortostática) e histamínicos H1 (implicados en la ganancia de peso y la sedación); y una mínima
afinidad por los receptores muscarínicos y, por ello, con escasas posibilidades de que produzca un efecto negativo
sobre la función cognitiva9.
Aripiprazol es el antipsicótico con mayor afinidad por los receptores dopaminérgicos D2, siendo su afinidad incluso
mayor que la de haloperidol10.
Dentro de los principales datos farmacocinéticos de aripiprazol destacan una absorción rápida tras la
administración oral, la ausencia de modificaciones farmacocinéticas cuando se administra junto a comidas, una
vida media de eliminación de 75 horas que permite una única administración al día y su metabolización hepática
mediante los citocromos CYP3A4 y CYP2D611 (véanse las tablas 1 y 2)8,9.
Kikuchi et al12 (1995) han estudiado el mecanismo de acción de aripiprazol demostrando que este fármaco
produce un efecto antagonista en el receptor D2 en modelos de hiperactividad dopaminérgica y un efecto agonista
en el receptor D2 en modelos de hipoactividad dopaminérgica. Burris KD et al13 (2002) confirman que aripiprazol
produce una estabilización, en lugar de un bloqueo, del tono dopaminérgico. Yokoi F et al14 (2002) ponen
de relieve que la administración de dosis de aripiprazol de entre 10 y 30 mg, que provocaban una alta ocupación
de los receptores dopaminérgicos en la zona estriada (hasta del 90%), no se acompaña de efectos
extrapiramidales superiores a los observados con placebo. Este hecho se debe a la actividad intrínseca como
agonista parcial sobre los receptores D2 exclusiva de aripiprazol.
Principales estudios sobre aripiprazol
Los principales ensayos clínicos de eficacia a corto plazo Petrie JL et al15 (1997), Daniel DG et al16 (2000),
Kane JM et al17 (2002) Potkin SG et al18 (2003), y el metaanálisis de los estudios a corto plazo de Marder SR et
al19 (2003) han demostrado la superioridad de aripiprazol frente a placebo y tasas de respuesta similares a las
de haloperidol. Además, aripiprazol produce un rápido inicio de la mejoría clínica, diferencias significativas en
cuanto a la menor elevación de los niveles de prolactina respecto a risperidona, ausencia de prolongación del
intervalo QTc, incidencia inferior de acatisia, somnolencia y SEP que haloperidol, e incidencia similar de
somnolencia y SEP que placebo.
Los estudios a largo plazo - Pigott TA et al20 (2003), Kasper S et al21 (2003), McQuade RD et al232 (2004),
Kern RS et al23 (2006) y Chrzanowski WK et al (2006)24 - han demostrado diferencias estadísticamente
significativas de aripiprazol respecto a placebo en los cambios de las puntuaciones medias de las escalas PANSS
total, PANSS positiva, BPRS derivada de PANSS, CGI-mejoría y CGI-gravedad. Se aprecian diferencias
estadísticamente significativas (p <0,003) de mayores tasas de respuesta con aripiprazol que con haloperidol,
desarrollando efectos adversos relacionados con SEP un número significativamente mayor (p <0,001) de
pacientes tratados con haloperidol (58%) que los pacientes que habían recibido aripiprazol (27%) y no se
observan diferencias en relación a la ganancia de peso. Aunque los resultados de la eficacia comparativa entre
aripiprazol y olanzapina han sido similares, se han encontrado diferencias estadísticamente significativas (p
<0,001) en el aumento de peso (14% de los pacientes tratados con aripiprazol y 37% de los pacientes con
olanzapina), cambios desfavorables del perfil lipídico con olanzapina (y cambios neutros/mínimos con aripiprazol),
así como de la prolactina (aumentos superiores al límite superior de normalidad en pacientes con concentraciones
basales normales: 8% de los pacientes tratados con aripiprazol y 37% de los pacientes tratados con olanzapina).
Entre placebo y aripiprazol, no se observan cambios significativos de la glucemia en ayunas ni de las
concentraciones de lípidos. Además, aripiprazol produce una mejoría significativamente mayor (p <0,05) de la
memoria verbal secundaria en las semanas 8 y 26 que la ocasionada por olanzapina. En el último de estos
estudios (Chrzanowski WK et al24), se ha valorado aripiprazol frente a olanzapina (52 semanas), demostrándose
una eficacia a largo plazo equivalente entre ambos fármacos, pero diferencias estadísticamente significativas del
aumento de peso entre aripiprazol y olanzapina en todas las valoraciones (semana 52 [UOA]: +2,54 con
olanzapina frente a +0,04 kg con aripiprazol; p<0,001) y diferencias estadísticamente significativas del
porcentaje de pacientes con valores basales normales y niveles clínicamente importantes tras el tratamiento con
olanzapina y aripiprazol respectivamente en relación a los niveles del colesterol total (52% frente a 24%,
p<0,002), colesterol LDL (38% frente a 16%, p<0,007), triglicéridos (47% frente a 22%, p<0,007) y prolactina
(incremento de 9,30 con olanzapina frente a 0,78 con aripiprazol [p = 0,003]).
El estudio sobre el riesgo de hospitalización en pacientes esquizofrénicos tratados con antipsicóticos de
Carrigan et al25 (2005) demuestra que los pacientes con menor riesgo de rehospitalización son los tratados con
aripiprazol, con una reducción de la tasa de rehospitalización del 71% (razón de riesgos instantáneos de 0,29, IC
del 95% de 0,08-0,99)25. Además, los pacientes tratados con aripiprazol son los que tienen el menor riesgo de
interrupción del tratamiento (razón de riesgos instantáneos de 0,60, IC del 95% de 0,50-0,72)25.
Tres estudios metabólicos que evaluan el riesgo metabólico del uso de antipsicóticos - Newcomer JW26 (2004),
Olfson M et al27 (2006), De Hert M et al28 (2006) - han puesto de relieve que aripiprazol parece asociarse con un
menor riesgo de aumento de peso y complicaciones metabólicas, tiene un riesgo menor de hiperlipidemia
que el apreciado con los antipsicóticos de primera y de segunda generación y que ocasiona, después de 3 meses
de tratamiento, una reducción significativa del peso corporal, del índice de masa corporal y del perímetro
abdominal. Además, aripiprazol reduce significativamente las concentraciones de glucosa e insulina en ayunas, el
índice de resistencia a la insulina, las concentraciones séricas de lípidos y las concentraciones de prolactina. En el
trabajo de De Hert M et al28, aripiprazol produjo la reversión de 7 casos de diabetes de inicio reciente. En este
sentido, la Asociación Americana de Diabetes (2004)29 recoge el efecto de diferentes antipsicóticos sobre
parámetros metabólicos, donde se muestra claramente el buen comportamiento de aripiprazol (véase la tabla 3).
Los estudios naturalísticos (BETA30,31 y STAR32) se diseñan para valorar la efectividad de un tratamiento
farmacológico en un ámbito más real; estos estudios suelen aportar información importante sobre la efectividad
de una medicación en una población más amplia de pacientes. Los estudios clínicos poseen unos criterios de
inclusión y de exclusión más restrictivos y, por tanto, suelen excluir a pacientes con diagnósticos múltiples o con
historias médicas complejas31.
El estudio BETA ha evaluado la efectividad, una valoración global que comprende la eficacia, la seguridad y la
tolerabilidad, además de factores adicionales, como son la pauta de dosificación, la medicación concomitante y las
preferencias por la medicación del paciente y de su cuidador30.
Los dos estudios BETA (americano30 y europeo31) tienen el mismo objetivo, evaluar la efectividad de aripiprazol
durante 8 semanas en pacientes con esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo30. El estudio BETA americano se
ha realizado en 291 consultas de psiquiatría de EE.UU.30 y el estudio BETA europeo en 14 países europeos31. Sus
principales conclusiones han sido que los pacientes que cambiaban su tratamiento antipsicótico por aripiprazol
mostraban una mejoría clínica y manifestaban su preferencia por el nuevo tratamiento, con independencia del
antipsicótico que hubieran recibido previamente30. En estos estudios, aripiprazol produjo una mejoría continua de
la puntuación CGI-Mejoría, demostrándose su efectividad desde la primera semana31; además, durante el
periodo de estudio, la incidencia y la gravedad de los acontecimientos adversos fue similar a la de los estudios de
registro30, siendo la mayoría de los acontecimientos adversos de carácter leve o moderado31.
El estudio STAR32 se ha realizado en 98 centros de 12 países europeos con el objetivo principal de evaluar la
efectividad del tratamiento de aripiprazol durante 26 semanas frente al tratamiento estándar (olanzapina,
quetiapina y risperidona) con antipsicóticos atípicos. Sus resultados han demostrado una mejoría significativa
mayor en la calidad de vida en los pacientes tratados con aripiprazol que en los que habían recibido el tratamiento
estándar. Considera la medicación actual "mucho mejor" que la medicación anterior una proporción mayor de
pacientes tratados con aripiprazol y de sus cuidadores32. Los siguientes porcentajes de pacientes tratados con
aripiprazol o su medicación anterior consiguieron un incremento mínimo del 10% de la puntuación de los ítems de
síntomas negativos (62% frente a 49%, respectivamente), somnolencia (49% frente a 36%, respectivamente),
aumento de peso (35% frente a 23%, respectivamente), estado cognitivo (54% frente a 43%, respectivamente),
energía (65% frente a 49%, respectivamente) y estado de ánimo (56% frente a 43%, respectivamente)32.
La presentación intramuscular (7,5 mg/ml) se aprobó en Europa en el año 2006 para el tratamiento de la fase
más aguda de la esquizofrenia. Algunas de las características de esta nueva presentación de aripiprazol
intramuscular relevantes respecto a su rapidez de acción en los cuadros agudos son la consecución de las
concentraciones plasmáticas pico (Cmax) en un tiempo medio de 1 y 3 horas y un área bajo la curva (ABC) en las
dos primeras horas un 90% más elevada con la administración intramuscular que con la administración oral33.
Dos estudios fundamentales han valorado la eficacia de aripiprazol en solución inyectable: el estudio de TranJohnson TK et al34 (2007), que evalúa cuatro dosis de aripiprazol IM frente a haloperidol IM (7,5 mg) o placebo
IM en pacientes agitados con esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o esquizofreniforme, y el estudio de
Andrezina R et al35 (2006), que basándose en los resultados del primer estudio, compara aripiprazol IM, a la
dosis de 9,75 mg, frente a haloperidol IM (6,5 mg) y placebo IM, en pacientes con esquizofrenia o trastorno
esquizoafectivo que, posteriormente, reciben tratamiento oral con aripiprazol o haloperidol durante cuatro días. La
variable principal de eficacia del estudio de Andrezina R et al35 es la variación de la escala PEC (subescala de
excitación de la escala PANSS) dos horas después de la primera inyección y sus resultados demuestran que tanto
aripiprazol IM como haloperidol IM producen una disminución estadísticamente significativa (p<0,001) de la
puntuación de la escala PEC (7,27; -7,75, respectivamente) frente a placebo (-4,78) y que ambos (aripiprazol IM
y haloperidol IM) son más eficaces que placebo en pacientes con agitación grave (PEC > 18).
A diferencia de otros antipsicóticos, aripiprazol no se comporta como un agente sedante y un subanálisis con
exclusión de los pacientes con sobresedación muestra que los pacientes con una mejoría significativa más
importante (p<0,001) de la subescala PEC son precisamente los que no estaban sobresedados; es decir, que la
eficacia de aripiprazol IM en la agitación del paciente esquizofrénico es independiente de la sobresedación. A su
vez, esto ha demostrado que para el tratamiento de los pacientes agitados no es necesaria una sedación excesiva.
Además, los pacientes tratados con haloperidol presentan más efectos extrapiramidales (12,6%) que los tratados
con aripiprazol im (1,7%) o con placebo (2,3%).
En la evaluación de la fase de transición a la formulación oral (aripiprazol 15 mg y haloperidol 10 mg) se observa
que aripiprazol mantiene la respuesta alcanzada en la fase inicial de tratamiento intramuscular36.
La dosis inicial recomendada de aripiprazol solución inyectable es de 9,75 mg (1,3 ml), administrada como una
única inyección intramuscular. El rango de dosis efectiva de aripiprazol solución inyectable es de 5,25-15 mg
como una única inyección. Se puede administrar una segunda inyección 2 horas después de la primera y no se
deben administrar más de tres inyecciones dentro de un período de 24 horas.
La dosis máxima diaria de aripiprazol es de 30 mg (incluyendo todas las formulaciones de aripiprazol) 11.
Aripiprazol en España
En relación al manejo de aripiprazol en España, el estudio REA aporta información de forma específica sobre el
uso del fármaco en el ámbito ambulatorio. Este estudio incluye dos estudios (REAI y REAII)37-40 observacionales
retrospectivos y multicéntricos en el que han participado 200 psiquiatras y cada uno de los mismos se ha recogido
información de unos 1000 pacientes con esquizofrenia. El objetivo del estudio REA ha sido identificar las
características y el perfil de los pacientes que habían recibido tratamiento con aripiprazol durante un periodo
mínimo de dos meses previos al estudio.
Los resultados de los datos combinados de ambos estudios demuestran que la efectividad y tolerabilidad de los
pacientes tratados con aripiprazol son muy similares en ambos estudios, lo que indica que los resultados son
sistemáticos. Pese a tratarse de pacientes con una mala respuesta a tratamientos anteriores, y de ahí la razón de
cambio, estos pacientes obtienen muy buenos resultados de efectividad y tolerabilidad. En el primer y segundo
estudio, la efectividad es muy buena o buena en el 76,0% y el 75,2% de los pacientes y la tolerabilidad también
es muy buena o buena en el 88,9% y de 93,8% de los pacientes, respectivamente. El patrón de cambio más
usado es el de sustitución y parece dar mejores resultados en efectividad que el de adición.
Igual de importante es conocer cómo se comporta aripiprazol en el control de síntomas de pacientes agudos. Para
ello se presenta la información obtenida de las conclusiones del grupo de trabajo PSIQ-A. El grupo de trabajo
PSIQ-A41 está compuesto por 23 psiquiatras clínicos de Unidades de Agudos de diferentes hospitales de toda
España; este grupo ha valorado su experiencia con aripiprazol en el abordaje de la descompensación
esquizofrénica en medio hospitalario (pacientes ingresados en Unidades de Agudos en su práctica clínica habitual).
Algunas de las recomendaciones de uso elaboradas por el grupo PSIQ-A se han ido presentando en diferentes
reuniones y congresos de nuestra especialidad. El grupo PSIQ-A41-44 ha elaborado unas recomendaciones para el
cambio a aripiprazol, pero es preciso tener en cuenta que el cambio no puede hacerse "muy despacio" en
pacientes con un episodio agudo. En Unidades de Agudos, la monitorización constante de los pacientes permite,
en general, acortar esos tiempos de forma drástica.
Aripiprazol es un fármaco antipsicótico eficaz en el tratamiento de las diferentes fases de la esquizofrenia,
tanto en descompensación aguda como en mantenimiento, con un excelente perfil de tolerancia. Las dosis
recomendadas en situaciones clínicas de descompensación esquizofrénica, con predominio de síntomas
positivos, son de 25-30 mg/día. Cuando en la clínica predominan los síntomas negativos, dosis menores son
suficientes y efectivas (hasta 15 mg/día). Las citadas dosis pueden agruparse en una única toma diaria, lo
que puede también facilitar el cumplimiento para los pacientes.
Las dosis plenas pueden alcanzarse en 1-3 días (con escaladas de 5-10 mgr/día); escaladas aún más rápidas
pueden conllevar peor tolerancia.
La sustitución por aripiprazol de cualquier antipsicótico previo debe conllevar una cuidadosa pauta
descendente del mismo, y el manejo clínico de este cambio debe considerar las dosis, el tipo de antipsicótico y el
tiempo que llevaba instaurado. En este sentido, hay que tener en cuenta que el bloqueo dopaminérgico D2 previo
(de cualquier antipsicótico, típico o atípico) va a ser sustituído por el agonismo parcial D2, propio de aripiprazol.
La ausencia de perfil sedativo de aripiprazol puede requerir la asociación temporal, sobre todo en las fases
iniciales de instauración, de fármacos de perfil más sedativo (benzodiacepinas, levomepromazina, quetiapina,
hipnóticos), como tratamiento sintomático de ansiedad, angustia, insomnio o cualquier otra clínica acompañante
que requiera un abordaje más inmediato.
En general, se recomienda el uso de aripiprazol en monoterapia antipsicótica -siempre que la evolución clínica
lo permita- para maximizar su mecanismo de acción diferencial.
La experiencia de uso de aripiprazol permite decir que se trata de un fármaco bien tolerado, no sólo por bajo perfil
de efectos adversos, sino también por la "tolerancia subjetiva" del paciente, que lo percibe como un
medicamento "diferente", mejor recibido y aceptado que otros que ya conocía previamente; además, contribuye a
disminuir pronto la angustia psicótica de los pacientes, provocando así cierta sensación de "bienestar". Todo lo
cual incide en favorecer la adherencia en los tratamientos a largo plazo, habituales en el caso de los pacientes con
esquizofrenia, así como un mejor "insigth" y permite trabajar de forma más temprana la conciencia de
enfermedad.
La respuesta en pacientes con predominio de síntomas negativos-residuales tendría que ver con el aumento
del flujo dopaminérgico a nivel mesocortical: mayor actividad, "más ganas de hacer cosas", contribuyendo
así a la posibilidad de éxito de medidas de carácter rehabilitador en los enfermos más cronificados.
En el caso de los primeros episodios, en los pacientes más jóvenes o con menor tiempo de evolución de
la enfermedad, aripiprazol es una opción antipsicótica bien aceptada y tolerada, tanto por el paciente como por
su entorno familiar: los pacientes están activos, sin sobresedación y sin aparición de problemática somática
acompañante (sobrepeso, metabolopatías, etc).
Conclusiones
En la base del interés que puede que debe, me atrevería a concluir- suscitar entre los clínicos aripiprazol está su
novedoso y único mecanismo de acción, centrado en su agonismo parcial D2, sin olvidar su papel modulador
del equilibrio dopamina-serotonina y su baja o mínima afinidad por otros receptores, relacionados éstos con la
presentación de diferentes efectos adversos. La ausencia de bloqueo D2 mesolímbico directo, presente en el resto
de antipsicóticos (tanto típicos como atípicos [antagonistas D2]) y la mejoría simultánea de la transmisión
dopaminérgica a nivel mesocortical permiten suponer que su efecto antipsicótico de bloqueo
dopaminérgico es menos "brusco", lo que podría explicar la buena aceptación subjetiva inicial que, en
general, suelen mostrar los pacientes tratados con aripiprazol. Esta combinación de eficacia (simultánea frente a
síntomas positivos y negativos) y tolerancia (tanto subjetiva como objetiva [menor presencia de SEP,
hiperprolactinemia, sedación, aumento de peso y afectación de parámetros metabólicos]) puede traducirse en una
mayor adherencia terapéutica de los pacientes, mejorando así el cumplimiento, y en último término la calidad
de vida y el pronóstico de nuestros pacientes con esquizofrenia (menos recaídas y reingresos; mayor
recuperación funcional).
El manejo por los clínicos de un nuevo fármaco supone también un aprendizaje, tanto a nivel de dosificación,
retirada del tratamiento previo, abordaje inicial del perfil no sedativo, siendo necesario trabajar sobre el concepto
de "activador" entendido como normalizador de la actividad del paciente. En cualquier caso, el exclusivo
mecanismo de acción de aripiprazol se va a traducir en una respuesta clínica también cualitativamente
diferente en nuestros pacientes, que no debe confundirse con una ausencia de respuesta.
La presentación intramuscular también supone una nueva herramienta para el abordaje de situaciones que
requieran una rápida respuesta en situaciones clínicas complejas, en general ligadas a servicios de urgencias y
unidades de agudos (agitación, negativismo, oposicionismo, etc.), tratando de evitar sedaciones profundas y la
aparición de otros molestos efectos adversos para el paciente (distonía aguda, principalmente). El uso en estos
casos de aripiprazol intramuscular busca el efecto de "calmar sin sedar", que puede ser muy beneficioso para el
paciente y para la relación terapéutica de éste con sus médicos, personal cuidador e instituciones (pudiendo
tener, quizás, una vivencia menos "traumática" de su ingreso, por ejemplo).
En definitiva, aripiprazol supone una estrategia antipsicótica diferencial en virtud de un mecanismo de acción
novedoso, único y eficaz, por lo que bien podría hablarse de una tercera generación de antipsicóticos, de la que
aripiprazol supone el primer y esperanzador escalón para un tratamiento integral de la esquizofrenia.
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Figuras
Figura 1. Primer antipsicótico de una nueva generación*
Figura 2. Vías dopaminérgicas del cerebro*
Tablas
Tabla 1. Características fundamentales de aripiprazol8
Tabla 2. Perfil de unión a los receptores de aripiprazol y otros antipsicóticos9
Tabla 3. Resumen de los efectos metabólicos de los antipsicóticos atípicos29
Tabla 4. Conclusiones del grupo PSIQ-A*
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