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Las consecuencias de la nueva normalidad están latentes en la actualidad. Algunos factores como el fácil acceso a la pornografía, el aprendizaje de los niños y el fracaso escolar, las secuelas mentales del confinamiento y la interacción con las tecnologías son algunos de los nuevos retos que deben afrontar los profesionales de la salud mental. A continuación, analizaremos cada uno de los desafíos que tienen que enfrentar psicólogos, psiquiatras y todas aquellas personas que se dedican al bienestar de la mente.
Confinamiento
La etapa de confinamiento tuvo consecuencias negativas aun para aquellas personas que no atravesaron síntomas físicos del coronavirus. Las conductas se vieron afectadas por el encierro y, en consecuencia, aumentó el consumo de sustancias, como los narcóticos y el alcohol. Asimismo, se produjeron más episodios de agresividad y violencia doméstica. Un estudio de la Revista Interamericana De Psicología encontró que, además, esta situación desencadenó ansiedad, depresión y estrés, producto de la exposición a la información constante de los medios de comunicación.
Fracaso escolar
El confinamiento también tuvo consecuencias directas en el fracaso escolar, un factor de riesgo que es cada vez más notorio en la sociedad. La rutina de los niños y adolescentes se vio afectada por la pandemia y lo cierto es que, en casa, no alcanzaron la misma productividad que en la escuela. La falta de sociabilización se presenta como uno de los factores que más influyó negativamente en el rendimiento de los estudiantes. La soledad, la violencia doméstica, la situación económica familiar y el abuso sexual intrafamiliar son los principales factores que contribuyen a un menor desempeño en el ámbito escolar.
Dependencia a las nuevas tecnologías
Si el problema de la dependencia a las tecnologías ya existía antes de la pandemia, esta contribuyó a agravarlo. Numerosos estudios encontraron que el comportamiento de las personas en relación con los dispositivos móviles es cada vez más problemático. La adicción al teléfono, la necesidad de revisar sus notificaciones y, en definitiva, la dependencia que los aparatos tecnológicos generan han llevado, incluso, al suicidio y, en menor escala, a problemas de sociabilización y comunicación.
Consumo de drogas a temprana edad
Diversos estudios españoles encontraron que la edad media en la que los adolescentes comienzan a consumir drogas se sitúa en torno a los 14 años. El principal problema detrás de esta alarmante estadística es que los narcóticos están disponibles y son los adolescentes los que tienen que decidir si probarlos o abstenerse. En tal sentido, los problemas que atraviese el individuo son determinantes en su decisión; entre ellos, se pueden mencionar el fracaso escolar, los conflictos familiares y las situaciones abusivas que viven los adolescentes en los distintos ámbitos.
Acceso a la pornografía entre los jóvenes
La pornografía está disponible entre los jóvenes que tienen acceso a Internet y su principal problema es que crea ideas equivocadas acerca de la sexualidad entre ellos. El consumo excesivo de pornografía tiene, entre otras consecuencias, conductas sexuales riesgosas entre los adolescentes, como la práctica de sexo sin preservativo, según encontraron algunos estudios. Asimismo, promueve una conducta sexual agresiva, en especial, dada la disponibilidad de contenido violento.
Frente a todos estos nuevos desafíos, que fueron agudizados por la pandemia, los profesionales deben contar con las herramientas necesarias para ayudar a las personas a superarlos. Un máster en salud mental proporciona la formación continua que el personal de la salud mental necesita para asistir a quienes sufren las consecuencias producto de la nueva normalidad.
Universidad de Murcia