La conducta antisocial se refiere a cualquier conducta que refleje infringir reglas sociales, como alguna acción contra los demás, romper objetos que no les pertenecen, pelearse o agredir, fumar, beber, entre otras (Garaigordobil, 2005). El presente estudios tuvo como propósito conocer y comparar las conductas antisociales de los adolescentes estudiantes del nivel medio superior por sexo. Se trabajó con 724 adolescentes (311 hombres y 413 mujeres), los cuales realizan sus estudios de nivel medio superior de primer hasta quinto semestre en escuelas públicas del Valle de Toluca, con un rango de edad de 14 a 17 años. Los participantes viven principalmente con sus padres y hermanos. Se aplicó el Cuestionario de Conducta Antisocial (CC-A) de Martorell y González (1992); validado por Morales (2015), compuesto por un total de 36 ítems, con cuatro opciones de respuesta, integrados en tres factores: Aislamiento, Agresividad y Retraimiento/ansiedad. Se empleó t student para comparar por sexo. De acuerdo con los resultados obtenidos las conductas antisociales que más presentan los adolescentes son: retraimiento/ansiedad, seguido de aislamiento y finalmente agresividad. Al hacer la comparación se encontró que las mujeres perciben tener más conductas de retraimiento/ansiedad.
Existe una múltiple variedad de términos para referirse a las conductas antisociales, por ejemplo comportamientos agresivos e impulsivos, así como los trastornos o problemas de la conducta, entre otros. De acuerdo con Garaigordobil (2005) la conducta antisocial se define como cualquier conducta que refleje infringir reglas sociales y/o sea una acción contra los demás; entre algunas conductas están romper objetos de otras personas o romper objetos de lugares públicos en la calle, el cine, autobuses, golpear, pelearse o agredir a personas, fumar, beber, falsificar notas, no asistir a la escuela o llegar tarde intencionalmente, copiar en un examen, robar, ensuciar las calles y tirar basura.
Aunque estas conductas antisociales son diferentes, suelen estar asociadas, pudiendo darse, de forma conjunta; todas se encaminan a infringir reglas y expectativas sociales y son conductas contra el entorno, incluyendo propiedades y personas (De la Peña, 2012).
Además esos actos contra los demás constituyen con frecuencia problemas de referencia para el tratamiento psicológico, jurídico y psiquiátrico; además de las serias consecuencias inmediatas de las conductas antisociales, tanto para los propios agresores como para las otras personas con quienes interactúan, los resultados a largo plazo, a menudo, también son desoladores. Cuando los niños se convierten en adolescentes y adultos, sus problemas suelen continuar en forma de conducta criminal, alcoholismo, afectación psiquiátrica grave, dificultades de adaptación manifiestas en el trabajo y la familia y problemas interpersonales (De la Peña, 2012).
Por su parte Andújar (2011) menciona que los tipos de comportamientos antisociales pueden organizarse en cuatro grandes categorías: agresivos (inicio de peleas, amenazas, actos crueles, homicidio), daño a la propiedad privada (ocasionar incendios, romper vidrios, dañar coches, vandalismo), fraudes y robos (mentiras, timos, falsificaciones, hurto) y violaciones de las normas (normas escolares, huídas de clase, fugas, ingesta de alcohol y drogas).
Desde una aproximación psicológica menciona De la Peña (2012) que las actividades o conductas anteriormente citadas, se podrían entender como un continuo, que iría desde las menos graves o también llamadas conductas problemáticas, a las de mayor gravedad, llegando incluso al homicidio y el asesinato. No obstante, en este fenómeno conductual, se habla comúnmente de desviación o conductas desviadas, definidas éstas como aquellas conductas, ideas o atributos que ofenden (disgustan, perturban) a los miembros de una sociedad, aunque no necesariamente a todos. Lo desviado, sería lo “raro”, lo “distinto”, aquello que se aparta del “término medio” dentro de unas coordenadas sociales dadas...