Desde la perspectiva de la teoría del deseo mimético de René Girard (1972), una persona desea algo, no porque lo considere un objeto deseable en sí, sino porque otras personas lo desean. Un objeto no es deseable en sí: se convierte en deseable porque otra persona lo quiere poseer. Un hombre será deseado por una mujer en la medida en que es el objeto de deseo de una mujer rival. De la misma forma, lo que suscita el deseo de un hombre hacia una mujer es el deseo del rival hacia esa mujer. Ese deseo mimético nos lleva a apropiarnos de los objetos que desean los demás y eso crea conflictos o luchas fratricidas por el poder. Ese deseo se contagia y se propaga en la sociedad, creando una crisis mimética. La forma de resolver esa crisis es designar una víctima expiatoria y canalizar la cólera y la violencia sobre ella. El sacrificio del chivo expiatorio desactiva la violencia fratricida. El tercer cerebro (Oughourlian, 2013) es el cerebro de las neuronas espejo y del deseo mimético que nos muestra el modelo, el rival o el obstáculo en el otro. Las neuronas espejo (Giacomo Rizzolati, 1996) de la persona observadora actuarían en resonancia con las neuronas corticales que están activadas en la persona modelo que realiza la acción. De esta forma la actividad de las neuronas espejo parece ofrecer un fundamento biológico a la teoría del deseo mimético.