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Estrategias de intervención psicológica para la prevención del tabaquismo en adolescentes.

Fecha Publicación: 30/04/2012
Autor/autores: Yazmín Salas Moore

RESUMEN

El presente trabajo trata de ofrecer una visión amplia y clara sobre el problema de  adicción al consumo de tabaco en jóvenes adolescentes sus daños y efectos en la salud, motivos de inicio y mantenimiento además se habla sobre el quehacer  del psicólogo y profesionales de la salud orientados a la promoción y prevención del tabaquismo.   Créditos de la imagen: Smoking is glamorous, por gaelx, en Flickr. 


Palabras clave: adolescencia; tabaquismo; estrategias de intervención.
Área temática: .

Salas Moore YE. Psicologia.com. 2012; 16:11.
http://hdl.handle.net/10401/5486

Revisión teórica

Estrategias de intervención psicológica para la prevención
del tabaquismo en adolescentes
Yazmín Emilia Salas Moore1*

Resumen
El presente trabajo trata de ofrecer una visión amplia y clara sobre el problema de adicción al
consumo de tabaco en jóvenes adolescentes sus daños y efectos en la salud, motivos de inicio y
mantenimiento además se habla sobre el quehacer del psicólogo y profesionales de la salud
orientados a la promoción y prevención del tabaquismo.
Palabras Claves: Adolescencia, tabaquismo, estrategias de intervención.

Recibido: 03/12/2011 ­ Aceptado: 02/02/2012 ­ Publicado: 30/04/2012

* Correspondencia: yaz_salas@hotmail.com
1 Estudiante de Licenciatura en Psicología en Instituto Tecnológico de Sonora.
Psicologia.com ­ ISSN: 1137-8492
© 2012 Salas Moore YE.

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Salas Moore YE. Psicologia.com. 2012; 16:11.
http://hdl.handle.net/10401/5486

I.-Introducción
Es en la adolescencia cuando se ofrecen oportunidades para el crecimiento, no solo en las
dimensiones físicas sino también en la competencia cognoscitiva y social, la autonomía, la
autoestima y la intimidad. La adolescencia es una época en que aumenta la divergencia entre la
mayoría de los jóvenes, quienes se dirigen a una adultez satisfactoria y productiva, y una
importante minoría (cerca de uno de cada cinco) que enfrentara problemas importantes
(Papalia, 2005).
Es por ello que se pueden mencionar que al inicio de la adolescencia se establecen los patrones
de conducta que contribuyen a riesgos, como el beber en exceso, el abuso de drogas, la actividad
sexual, las pandillas, montar motocicleta sin casco hasta el uso de armas de fuego (Papalia,
2005).
Dentro de esos riesgos se puede encontrar el tabaquismo siendo este; la adicción al tabaco
provocada, principalmente, por uno de sus componentes activos, la nicotina; la acción de dicha
sustancia acaba condicionando el abuso de su consumo. El tabaquismo es una enfermedad
crónica sistémica perteneciente al grupo de las adicciones y está catalogada en el Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-IV de la American Psychiatric
Association. Actualmente se cree la causa principal mundial de enfermedad y mortalidad
evitable, se considera una enfermedad adictiva crónica con posibilidades de tratamiento. Según
(Larousse, 2008) el tabaquismo se refiere a la intoxicación crónica producida por el abuso del
tabaco, que afecta a los aparatos; digestivo, circulatorio, respiratorio y al sistema nervioso, a su
vez el tabaco es una planta herbácea anual o perenne, originaria de la isla de Tobago, de hasta
2m de altura.
Según la Organización Mundial de la Salud (1998). El tabaco es la primera causa de enfermedad,
invalidez y muerte prematura del mundo. Está directamente relacionado con la aparición de 29
enfermedades, de las cuales 10 son diferentes tipos de cáncer, y es la principal causa del 95% de
los cánceres de pulmón, del 90% de las bronquitis y de más del 50% de las enfermedades
cardiovasculares. El consumo de tabaco mata aproximadamente 3 millones de personas por año
en el mundo, o sea, el tabaquismo significa el 7% de las defunciones. De continuar las tendencias
actuales, esta cifra aumentara a 10 millones en el 2030 y la mitad de estos decesos ocurrirá en
los países en desarrollo.
En los años setenta y principios de los ochenta se desarrollaron y evaluaron varios enfoques
innovadores de la educación sobre el tabaco en las escuelas. Se basaron fuertemente en teorías
psicosociales (en particular en la teoría del aprendizaje social) para comprender el
comportamiento del adolescente relativo a la salud, y se presentaron de modo que ayudaran a
los jóvenes a desarrollar las habilidades personales necesarias para resistir a las presiones
sociales que llevan a fumar (OMS, 1998).
El tabaco es la droga en la que se inician los jóvenes de ambos sexos a edad más temprana, hacía
los 13 años. Un año después, hacia los 14, comienzan a consumir diariamente. Paralelamente, ha
aumentado la percepción del riesgo. Tres cuartas partes de los jóvenes que fuman se han
planteado dejar el tabaco y más de la mitad están pensando seriamente en dejarlo. La intención
de dejarlo es superior en las chicas que en los chicos, siendo también mayor entre ellas el
porcentaje de quienes lo han intentado realmente (41% frente al 34,5%). Numerosos estudios
señalan la etapa adolescente como aquella de mayor riesgo en el inicio del consumo de alcohol y
tabaco, oscilando la edad e indicando que si se principia en este hábito a una edad temprana
aumenta el riesgo de convertirse en un bebedor y fumador regular, desarrollando dependencia y
sufrir consecuencias a largo plazo derivadas de esta conducta.

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Otras investigaciones establecen que el tabaco y el alcohol se erigen como drogas de entrada,
con lo cual la posibilidad de recurrir a otras drogas se intensifica. Publicaciones realizadas en
México documentan una importante asociación entre la práctica de consumir tabaco y alcohol, y
el consumo de drogas entre estudiantes de enseñanza media y media superior (Medina-Mora,
2002).
Un estudio de gran interés en lo que respecta a describir la prevalencia de consumo de tabaco en
adolescentes españoles, y con una muestra que amplía el rango de edades de 10 a 18 años, es el
de Mendoza (2007), este trabajo nos muestra una estimación de la dimensión del problema del
tabaquismo, edad por edad, en el alumnado español. Los datos indican que el consumo de
tabaco es directamente proporcional a la edad y que existen importantes diferencias de género
en la transición de los fumadores desde la experimentación hasta el consumo diario. Así, en los
alumnos de 10 años se observa que ambos géneros presentan patrones similares, siendo la
proporción de varones que afirma haber fumado tabaco alguna vez del 6,4% y del 4,7% entre las
mujeres. En el alumnado de 12 años una proporción significativamente mayor de alumnos
varones que de alumnas han fumado alguna vez tabaco. La situación se invierte a partir de los 13
años, pero las diferencias sólo son significativas desde los 14 años en adelante. Ya a los 18 años,
las tasas son mucho más elevadas alcanzando un 88,8% en las chicas y un 77,5% en los chicos.
En lo que se refiere al consumo diario las tasas son cercanas al 0% entre los alumnos de 10 a 11
años. A los 12 años se sitúan alrededor del 1% en ambos géneros. Superan el 10% a partir de los
14 años, con cifras significativamente mayores en las chicas en todos los grupos de edad. En el
alumnado de 18 años, un tercio de los chicos y aproximadamente la mitad de las chicas
consumen tabaco diariamente (33% y 53,8% respectivamente).
De todos estos hechos se desprende que se ha producido una generalización del consumo de
alcohol y tabaco entre nuestros jóvenes y adolescentes, principalmente entre las mujeres, como
consecuencia de la gran aceptación y permisividad social que existe en nuestra sociedad
respecto a las drogas legales. A ello se suma, la escasa percepción del riesgo asociado a su uso y
su fácil accesibilidad.
Debido al alto índice registrado de consumo de tabaco en jóvenes adolescentes se pretende
enfatizar el actuar del psicólogo ante la presencia del mismo así como sus posibles actuaciones
dentro de la promoción y prevención. Para ello es importante tener en cuenta el desarrollo tanto
físico, personal, social y cognoscitivo del adolescente para poder así obtener una visón mas clara
acerca del mundo adictivo que rodea al joven. El término desarrollo, en su aceptación
psicológica mas general, se refiere a ciertos cambios que experimentan los seres humanos (o los
animales), desde la concepción hasta la muerte y estos mismos se dividen en diversos aspectos
como lo es el desarrollo físico que bien se sabe se refiere a los cambios corporales, el personal se
utiliza para designar los cambios que ocurren en la personalidad de un individuo, el desarrollo
social se refiere a los cambios en la forma en que el individuo se relaciona con los demás, y el
desarrollo cognoscitivo tiene que ver con los cambios en el pensamiento (Woolfolk, 2010).
Analizando las encuestas de 2005, 2006 y 2008, presentadas en la encuesta de Tabaquismo en
Jóvenes en México 2003, 2005, 2006, 2008. La prevalencia de estudiantes fumadores entre 13 y
15 años se encontraba entre 10.5 y 27.8%. El consumo más alto se presentó en Toluca (27.5%),
Puebla (27.5%) y Ciudad de México (27.8%); y los más bajos en Colima (11.5%) y Culiacán
(10.5%). Por género, se encontró el mismo comportamiento entre hombres y mujeres. Sin
embargo, es importante resaltar que en Campeche, La Paz, Morelia y Pachuca la prevalencia de
consumo de tabaco en mujeres fue mayor que en hombres.
Entre 5 y 15% de los estudiantes mexicanos reportaron consumir otro producto de tabaco, como
pipa, puro, o tabaco para inhalar o mascar.

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Los estudiantes inician el consumo de tabaco a edades más tempranas, generalmente antes de
cumplir los 15 años. La ETJ encontró que entre 8 y 15% de los estudiantes ha probado el
cigarrillo antes de los 13 años. Comenzar a fumar a temprana edad incrementa las
probabilidades de padecer enfermedades cardiovasculares (infarto agudo al miocardio),
respiratorias (enfisema y bronquitis crónica) y cáncer de pulmón, entre otros, incluso se puede
morir prematuramente por alguna de estas causas. La mitad de los fumadores regulares que
empezaron el consumo de tabaco en la adolescencia muere por alguna enfermedad atribuible al
consumo de tabaco.
El presente trabajo tiene como objetivo primordial fomentar la participación del psicólogo en
cuanto a generación de programas y/o estrategias de acción para promover la prevención del
consumo de tabaco en jóvenes adolescentes desde las edades más tempranas con el fin de
reducir su iniciación o consumo, ya que según Kalina (2000). El tabaquismo en una adicción
prevenible, controlable y tratable.

II.- Desarrollo
Actualmente el tabaquismo origina un problema de Salud Pública de tal relevancia que ha
planteado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo haya considerado como una de las
más graves amenazas para la Salud Mundial en el actual milenio. La forma mas común de
consumo de tabaco es el cigarro, en cuyo humo se han identificado alrededor de 4,000
componentes tóxicos, y de ellos 50 causan cáncer, la composición depende del tipo de tabaco, la
temperatura de combustión, la longitud del cigarrillo, la porosidad del papel, los aditivos y los
filtros.
·

Los componentes tóxicos mas importantes del cigarro son:

Nicotina: es una sustancia toxica que aumenta la presión sanguínea e incrementa el ritmo
cardiaco, provoca la liberación de adrenalina y reduce el apetito. La nicotina es responsable
de la adicción al tabaco.
La dependencia a la nicotina es una enfermedad crónica con recaídas, y la mayoría de los
fumadores requieren cinco a siete intentos fallidos antes de lograr dejar de fumar (Kalina,
2000).
Alquitrán: es un residuo negro y pegajoso responsable de provocar cáncer, particularmente
en boca, sistema respiratorio y pulmones.
Monóxido de carbono: es un gas sin olor altamente toxico, similar al que se genera en la
combustión de la gasolina y el petróleo. Es el responsable que disminuya la cantidad de
oxigeno que nuestro organismo requiere.
Consumo según; Encuesta Global de Tabaquismo en Adultos (GATS) México 2009.
En México, 15.9% de la población (10.9 millones) son fumadores actuales: 24.8% (8.1 millones)
de los hombres y 7.8% (2.8 millones) de las mujeres. 7.6% son fumadores diarios (11.8%
hombres y 3.7% mujeres). Los fumadores diarios, en promedio, consumen 9 cigarrillos por día
(hombres 10 cig./día y mujeres 8 cig./día).
Sus efectos y daños pueden ser;
A) Psicológicos
· Relajación y sensación de mayor concentración
· Ansiedad y depresión consecuentes a la dificultad para dejar el tabaco

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B) Fisiológicos
· Disminución de la capacidad pulmonar
· Fatiga prematura
· Pérdida de los sentidos del gusto y olfato
· Envejecimiento prematuro de la piel de la cara
C) Orgánicos
· Faringitis y laringitis
· Dificultades respiratorias
· Tos y expectoraciones
· Ulcera gástrica
· Cáncer pulmonar
· Cáncer de boca, laringe, esófago, riñón y vejiga
· Bronquitis y enfisema pulmonar
Sus riesgos;
· Dependencia física y psicológica
· Si fumas la ultima parte del cigarro, corres el riesgo de consumir una mayor
concentración de sustancias tóxicas
· Elevas el riesgo de padecer alguna enfermedad respiratoria, del corazón, diabetes,
gastritis o afectar al producto si estás embarazada
· Podrías provocar algún accidente si fumas al ir conduciendo o en la cama
· Si no apagas bien tu cigarro puedes provocar algún incendio
· Si fumas en ambientes cerrados, en presencia de niños o enfermos les haces respirar las
sustancias tóxicas que produce el cigarro
En referencia a los datos anteriores se generan inquietudes y diversos estudios que buscan
conocer las causas de inicio y prevalencia en el consumo de tabaco. Díaz, Villalbí, Nebot, Auba y
Sanz (1998) nos presentan es su investigación los factores predominantes para el inicio del
consumo de tabaco. Entre sujetos que nunca habían fumado, los principales agentes causales
fueron la intención de fumar, así como la influencia y el consumo por parte de los amigos,
hermanos, y la madre, destacando el sexo masculino. Sin embargo fue el sexo femenino quien
presento una frecuencia mayor en el hábito entre los sujetos que previamente habían
experimentado con el tabaco (Campos y Neira 2011).
Una hipótesis interesante es la que postula que los fumadores buscan con su hábito tabáquico
conseguir un balance entre estimulación y desensitización que sea el más reforzador en su
búsqueda de efectos gratificantes (Kalina, 2000).
Rotter (1966; 1976) nos menciona en su teoría del Aprendizaje Social, que las experiencias de
una persona desempeñan un papel fundamental en la determinación del comportamiento
actual, por que ellas interfieren en los nuevos aprendizajes del sujeto.
Solano y Jiménez (1999) opinan que, la influencia de las Unidades Especializadas de
Tabaquismo se debería proyectar en torno a estos cuatro amplios marcos de actuación:
A) Prevención del comienzo del consumo de tabaco. La prevención del inicio del consumo de
tabaco en jóvenes y adolescentes se debe desarrollar fundamentalmente en el ámbito escolar y
familiar. Aunque se ha demostrado que para desarrollar programas eficaces que ayuden a los
jóvenes a seguir siendo no fumadores se necesita mucho más que el enfoque tradicional de la
educación sanitaria, y es preciso además crear un entorno de apoyo, por ejemplo, prohibiendo
fumar en los lugares públicos. Este enfoque amplio necesita también el soporte de políticas
públicas activas. Para lograr reducir el consumo de tabaco en los jóvenes es necesaria una
educación eficaz que mejore los conocimientos y permita a los jóvenes desarrollar recursos

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personales y sociales adecuados para ofrecer resistencia a las numerosas presiones que inducen
a fumar. Los elementos decisivos para que estos programas educativos tengan éxito son los
siguientes:
- Proporcionar información relevante sobre las consecuencias a corto plazo para la salud.
- Ayudar a los jóvenes a desarrollar recursos personales y sociales que les ayuden a hacer frente
a las presiones favorables al tabaquismo (marketing, publicidad).
- Utilizar distintos métodos de comunicación que combinen la relación personal con la
comunicación masiva.
- Apoyar la formación de profesores y otros trabajadores sociales.
- Desarrollar y difundir materiales informativos de apoyo de buena calidad.
- Apoyar tanto a quienes no desean adquirir el hábito como a los jóvenes que quieren
abandonarlo.
La creación de un entorno apropiado de apoyo es vital para que los programas de educación
sobre tabaquismo sean eficaces. Los elementos claves de tales programas son los siguientes:
- Reducir el consumo de tabaco entre los adultos.
- Hacer que los padres participen en la educación sobre tabaquismo para reforzar el trabajo
realizado en las aulas.
- Desarrollar políticas escolares sobre control del consumo de tabaco que afecten tanto a los
profesores como a los alumnos.
- Promulgar leyes que limiten la venta de tabaco a los jóvenes.
- Prohibir la publicidad de los productos del tabaco.
- Adoptar una política de precios que haga la compra de tabaco poco atractiva para los jóvenes.
Los datos disponibles indican claramente que los mayores avances se logran cuando hay
colaboración entre organizaciones públicas y privadas preocupadas por el control del
tabaquismo, y cuando padres, profesores, profesionales sanitarios y los propios jóvenes
participan plenamente en el proceso.
B) Ambientes sin humo. La legislación para controlar el consumo de tabaco en lugares públicos
y en los lugares de trabajo está orientada a evitar y eventualmente eliminar los riesgos de la
exposición involuntaria a la contaminación ambiental por humo de tabaco y proteger el derecho
de las personas no fumadoras a disfrutar de espacios públicos y laborales sin humo. La
legislación también ayuda a evitar que los jóvenes fumen, pues con ella se transmite la idea de
que fumar es un acto socialmente inaceptable y proporciona ayuda al gran número de
fumadores que quieren dejar el hábito. Las restricciones legales sobre las ventajas de crear
ambientes comunes sin humo necesitan ser apoyadas a través de programas educativos y de
defensa de las mismas por la población general, profesionales sanitarios y por supuesto, los
políticos.
C) Ayuda para dejar de fumar. Abandonar el consumo de tabaco en cualquier momento de la
vida proporciona beneficios inmediatos y beneficios evidentes a largo plazo para la salud.
Numerosas encuestas muestran que cerca del 70% de los fumadores afirman que les gustaría
dejar de fumar. Intervenciones mínimas en atención primaria resultan eficaces y rentables para

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ayudar al abandono del tabaco, con tasas de abandono entre el 5% y el 10%. Estos índices de
abandono se pueden duplicar y a veces triplicar con el empleo de la terapia farmacológica. Las
intervenciones más intensas y selectivas, con sesiones de seguimiento, provocan una mayor
motivación para el cambio, y logran mayores tasas de éxito, que oscilan entre el 20% y el 40%.
En la actualidad disponemos de fármacos que han demostrado su utilidad en el tratamiento del
tabaquismo, avalados por numerosas guías terapéuticas que acreditan su eficacia y han
demostrado su evidencia científica.
Estos fármacos pueden ser derivados de la nicotina (chicle, parche, inhalador bucal y spray
nasal) o antidepresivos (bupropión). Cuando se combina la terapia farmacológica con el apoyo
psicológico ya sea individual o de grupo, se mejoran sustancialmente los porcentajes de éxito, de
ahí que la mejor práctica sea el uso combinado de ambos.
D) Dimensión educativa o formativa. Por otra parte se ha comprobado que aquellos
profesionales sanitarios que han sido formados adecuadamente tienen más posibilidades de
implicarse en actividades relacionadas con el control y tratamiento del tabaquismo con índices
de éxito más elevados y con mejores resultados que aquellos que no reciben formación alguna.
Por lo que esta dimensión educativa o formativa sería otro aspecto que las Unidades
Especializadas de Tabaquismo podrían ejercitar.
De acuerdo con Morales (1997), una de las tareas abordadas por el psicólogo en el sector salud
en referencia al adolescente es el inicio de prácticas, hábitos o estilos de vida nocivos para la
salud a largo plazo, cómo son la ingesta de bebidas alcohólicas y el fumar. Para ello debe
desarrollar estudios e investigaciones dirigidas a la identificación de grupos vulnerables y/o
condiciones del ambiente que favorecen estas prácticas. Así mismo, diseñar estrategias que
aborden la problemática en comunidades estudiantiles o grupos de comunidades urbanas y/o
rurales, identificar y adiestrar en la práctica de buenos hábitos y la generación de actividades
grupales dirigidas específicamente a esta población (Campos y Neira 2011).
Refiriéndose a casos mas graves dentro del consumo de tabaco se encuentra una aportación
significativa, la de John R. Hughes donde nos menciona que a los fumadores no motivados para
interrumpir su hábito hay que administrarles, en primer termino, una psicoterapia motivadora,
y luego medicación y una terapia psicosocial para su seguimiento. Para aquellas personas que
fracasan en los tratamientos con parches transdermicos y/o chicles de nicotina, Hughes
recomienda la asociación con bupropion y el agregado de terapias conductistas. También
puntualizo que los casos severos de adicción a la nicotina deben ser tratados por psiquiatras, por
ser los únicos profesionales capacitados para enfrentar una problemática tan grave. (Kalina,
2000).
Para Irigoyen, Robles y Piña (1992). El psicólogo debe valerse de la investigación social y su
vínculo con el campo de la salud, para el desarrollo de investigación dirigida a aquellos factores
que contribuyen a la práctica de comportamientos preventivos, así como aquellos que los
obstaculizan. Situación en la que el estudio de la percepción de riesgo, estilos de vida y, la
práctica y formación de hábitos adquieren gran importancia.

III.- Conclusión
Según lo expuesto anteriormente, sabemos que el tabaquismo es una enfermedad prevenible y
tratable, la cual genera enfermedades crónicas y devastadoras. No se tiene duda sobre la alta
tasa de mortalidad que genera esta enfermedad, por ello la importancia de la promoción y
prevención dentro del consumo de tabaco en jóvenes adolescentes. Se explico brevemente los
motivos de inicio más comunes así como las causas que llevan al individuo a su uso y abuso. La

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falta de una buena contención familiar, la baja autoestima, el no poder identificar una
autoridad, los modelos familiares adictivos, los procesos depresivos, la búsqueda de riesgos y
nuevas sensaciones, las presiones grupales y sociales, etc. Son factores influyentes en el inicio
del consumo.
En cuanto a la Prevención, se mencionaron algunos tipos y modelos existentes, la preocupación
expuesta en este trabajo está orientada hacia los adolescentes. La adolescencia es una etapa de
cambios físicos, familiares y sociales, es el campo de cultivo ideal para la incorporación de
nuevos hábitos. Se sienten megalómanos, presentan dificultades en sus vínculos, les importa
mucho ser aceptados por sus pares, que como transitan por sus mismos caminos "son los únicos
capaces de entenderlos" (Larmusch 2008).
En concordancia con Harrsch (2005) la función del psicólogo (dentro del área clínica) consiste
en evaluar programas encaminados a la prevención y solución de problemas concernientes a la
salud mental, eligiendo alternativas adecuadas a la realidad nacional. Así mismo intervenir en
situaciones de crisis.
Por ello la importancia de crear programas que coadyuven a la prevención del consumo del
tabaquismo en adolescentes ya sea en el contexto escolar, familiar o social. Es necesario un
tratamiento más serio del tema, más sistematizado, más amplio, es necesario un plan que pueda
aplicarse en la comunidad educativa, implicando a los docentes, padres y principalmente a los
adolescentes. La educación es el mejor instrumento de prevención. Así como disminuir los
factores de riesgo y hacer que los jóvenes opten por estilos de vida más saludables.

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Referencias
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Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Salas Moore YE. Estrategias de intervención psicológica para la prevención del tabaquismo en
adolestences. Psicologia.com [Internet]. 2012 [citado 30 Abr 2011];16:11. Disponible en:
http://hdl.handle.net/10401/5486

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