Tras unas breves palabras sobre el concepto de la homeostasia, presentamos ahora algunas consideraciones relacionadas con los mecanismos que mantienen la estabilidad mental. Se recalca, de manera especial, el sistema restitutivo cerebral que depende de la dopamina. También se hacen algunas consideraciones acerca de la formulación moderna de la hipótesis dopaminérgica de la desestabilización psicótica.
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Vol. 6, núm. 3 Noviembre 2007
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HOMEOSTASIS:
CONSIDERACIONES SOBRE EL MANTENIMIENTO DE
LA ESTABILIDAD MENTAL
Ricardo Dávila
(Catedrático
de
Bioquímica.
Universidad del País Vasco.
Euskal Herriko
Unibertsitatea)
SUMMARY
After a few words about the concept of homeostasis, we present some
considerations related to the mechanisms that maintain mental stability. Particular
emphasis is given to a brain restitutive system that is dopamine dependent. And some
considerations are made about the modern formulation of the dopaminergic hypotheis of
psychotic destabilization.
KEY WORDS
Homeostasis; dopaminergic system; psychotic decompensation.
RESUMEN
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CORE Academic, Instituto de Psicoterapia, Manuel Allende 19, 48010 Bilbao (España)
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Tras unas breves palabras sobre el concepto de la homeostasia, presentamos ahora
algunas consideraciones relacionadas con los mecanismos que mantienen la estabilidad
mental. Se recalca, de manera especial, el sistema restitutivo cerebral que depende de la
dopamina. También se hacen algunas consideraciones acerca de la formulación
moderna de la hipótesis dopaminérgica de la desestabilización psicótica.
PALABRAS CLAVE
Homeostasis; sistema dopaminérgico; descompensación psicótica.
1.HOMEOSTASIS
Como es bien sabido, este término fue acuñado por el fisiólogo Cannon
(Cannon, 1928)(1) parte de las observaciones de Claude Bernard sobre la estabilidad de
varios parámetros en los seres vivos ( en el hombre, por ejemplo, la glucemia, la
temperatura corporal, la tensión arterial, la frecuencia cardíaca etc.). En términos
sencillos la homeostasis consiste en el mantenimiento del medio interno dentro de
límites tolerables. Y en términos prácticos consiste en la puesta en marcha de los
mecanismos de adaptación a los cambios que se produzcan.
El propio Cannon enfatizó que había escogido el término "homeo" , en griego
equivalente a semejante, y no el de "homo" equivalente a igual, ya que las condiciones
compatibles con un buen funcionamiento vital pueden variar dentro de unos límites y no
son valores constantes.
La relevancia de los trabajos de Cannon sobre los innumerables procesos
biológicos implicados en el mantenimiento de la constancia estructural y funcional le
valieron el premio Nobel.
Se podrían dar muchas más definiciones porque además el concepto ha
evolucionado y se ha aplicado a la sociología, la psicología, la ecología etc; pero,
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naturalmente, el poco tiempo de que disponemos lo dedicaremos a algunos aspectos de
los mecanismos que contribuyen a la conservación de la salud mental.
En relación con los mecanismos que se ponen en marcha para mantener o
recuperar la estabilidad mental conviene hacer algunas consideraciones iniciales.
Cuando hablamos de actividad mental, y, por añadidura, de salud mental, no
estamos refiriéndonos a un mundo aparte, que no está regido por las leyes universales.
Es algo que existe en nuestro universo físico. Y el universo es caótico y todo en él
tiende al desorden(Huertas, 2007) (2). De esta forma se necesita menos energía para el
mantenimiento de las estructuras. Si embargo, los organismos vivos que habitan en él
tienden al orden. Cuanto más complejos son sus estructuras, son más ordenadas y
tienden a consumir más energía, todo ello en contra del universal "segundo principio de
la termodinámica" que implica que todos los procesos se realizan de forma que aumente
la "entropía". Como consecuencia de ello conviene recordar que los organismos vivos, y
el hombre entre ellos, están continuamente peleando y ganando batallas a las reglas
universales, mediante los mecanismos homeostáticos que consiguen mantener nuestro
medio interno dentro de unos límites compatibles con la normalidad y en última
instancia con la vida...y que siempre "pierden la guerra".
Obviamente el estudio de la guerra, siempre perdida, queda para el nivel
religioso de análisis y, mientras tanto, nos hallamos implicados en batallas que
intentamos manejar cada vez con más sutileza y eficacia y en las que sí podemos influir.
Este continuo batallar adquiere una especial relevancia cuando se producen las
crisis
Entendiendo el término "crisis" como una amenaza de ruptura del equilibrio
acompañada de trastornos de la organización caracterizados por la incapacidad del
individuo para abordar la nueva situación con los medios habituales. En las crisis
funcionan al extremo los mecanismos hoemeostáticos y, dicho de una manera muy
simple, mediante sistemas de feedback negativo, o positivo, los sistemas de recepción
captan la crisis, la comunican a los sistemas de control que a su vez dan las ordenes
pertinentes a los órganos efectores. Con ello se intenta mantener la situación dentro de
un orden aceptable. Pero en las crisis graves se requiere en general una intervención
externa, porque el continuo fracaso de los mecanismos homeostáticos, sean biológicos o
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psicológicos para restaurar el equilibrio pueden conducir a situaciones menos fácilmente
reversibles, o a estados patológicos estables, o, finalmente, a situaciones irreversibles.
De estas últimas, si se logra salir, se sale con secuelas o grandes déficits.
La atención rápida y adecuada puede evitar que el muelle homeostático pierda su
elasticidad y capacidad de recuperación. ¿Recuerdan la alusión, en la obra teatral " La
venganza de D. Mendo", al juego de las siete y media :.." un juego vil, pues juegas cien
veces, mil, y mil veces ves febril que o te pasas o no llegas. Y el no llegar da dolor pues
indicas que mal tasas.....pero ahí de ti si te pasas, si te pasas es peor".
2.SALUD MENTAL Y CEREBRO
En relación con nuestra Salud mental las grandes crisis ponen en alerta roja al
órgano donde se sustenta la actividad mental: El cerebro. Ello no significa que las
primeras causas de las crisis sean siempre de origen cerebral pero sí que siempre
implican al cerebro.
En esta relación siempre interesante y con frecuencia conflictiva entre Psicología
y Biología o entre Neurociencias y Teorías Psicológicas, la prudencia es la madre de la
ciencia y frente a la enfermedad, y frente al enfermo, conviene olvidar las teorías
universales, siempre incompletas, y pensar en las técnicas terapéuticas.
Desde posiciones en las que se piensa en una existencia autónoma del psiquismo
hasta aquellas desde las que se afirma una dependencia absoluta del psiquismo de las
estructuras cerebrales, se puede optar alternativamente por ver las enseñanzas que nos
va dando una realidad que siempre acaba por imponerse. Y hoy se puede afirmar que la
fuerza de las neurociencias es tal, y será mayor en el futuro, que tanto las teorías
psicológicas como las terapias derivadas, en particular la terapia de orientación
analítica, no pueden tener mejor aliado que la Neurobiología.
Los avances en las técnicas de Neuroimagen funcional, en las bases
neuroquímicas del comportamiento; y el desarrollo de los estudios sobre la interacción
entre la susceptibilidad genética y el entorno externo e interno escribiendo sus
resultados sobre la plasticidad neuronal, sólo pueden contribuir a afinar las teorías
psicológicas y a mejorar las técnicas psicoterapéuticas. Conviene recordar aquí una
reciente consideración del Nobel James D. Watson (Watson, 2006)(3):" Entender la
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contribución genética al desarrollo de los trastornos del comportamiento dará finalmente
una plataforma intelectual mucho más sólida para entender como los demás factores
(nurture) afectan a nuestro comportamiento. El éxito en la actual cacería de genes tendrá
la consecuencia de un aumento, no de una disminución, del interés en esos otros
factores no genéticos."
A pesar de las dificultades para acercar los distintos lenguajes (más que los
conceptos) que las teorías psicológicas o biológicas emplean (dicen en un libro reciente
un psicoanalista y un neurocientífico suizos que puede parecerse al intento de
acoplamiento entre un oso polar y una ballena) (Ansermet & Magistretti, 2004) (4), hay
que intentarlo.
La realidad, además, nos impone el hecho de que la relevancia de la causa
psíquica o de factores biológicos es muy diferente en los distintos casos de crisis o de
alteración de la estabilidad mental y que, cada vez más, gracias a los avances científicos
es posible determinarlas. Ello puede en ocasiones limitar el valor del síntoma y por
ende el exceso de interpretación, haciendo irrelevante la intervención psicoterapéutica,
o, al contrario, atenuar o eliminar intervenciones biológicas, incluídas las
farmacolólogicas.
Hoy en día, y sobre todo en un próximo futuro, que muchos de ustedes por su
juventud seguro que van a gozar, las técnicas de neuroimagen permiten, no en un corte
transversal sino como en el cine, observar como se producen, donde y con que
intensidad, procesos cognitivos, emociones, alucinaciones y delirios; y como en
ocasiones por la naturaleza y lugar de los fenómenos visualizados se puede deducir que
éstos no tienen nada que ver con la historia del individuo o si ,considerando las
estructuras que se activan, más independientes del entorno actual, y relacionadas con la
plasticidad y el aprendizaje tempranos, son susceptibles de verse influídos
favorablemente por una sintonización fina a través de una piscoterapia. ¿Saben que se
puede visualizar el efecto neuroquímico que covaría con la mejora clínica en el
transcurso de una psicoterapia?
Pueden imaginarse como posible algo que anteayer era una quimera y que es el
hecho, que yo estimo excitante, de desarrollar la psicofarmacología teniendo como uno
de los modelos fisiofarmacológicos las rutas nerviosas que recorre y fortalece la
intervención psicoterapéutica.
Por otro lado, cada vez mejor, el terapeuta o el grupo de posibles terapeutas
podrán comprobar los casos en que el síntoma o los síntomas son poco relevantes para
el tratamiento. Algunos ejemplos son ya antiguos, algunos ya olvidados porque se han
excluido del diagnóstico psiquiátrico donde estaban incluidos: PGP, endocrinopatías,
metabolopatías congénitas etc. La prudencia a que nos referíamos sigue siendo
aconsejable. Habrá casos en que una intervención genética erradicará el problema u
otros, como el caso del padre de aquel psicoanalista norteamericano tratado durante
largo tiempo con psicoterapia, mientras su depresión se acentuaba, y que , retirado a su
pueblo, vio resuelto de inmediato su problema simplemente retirando la medicación
antihipertensiva que tomaba (un fármaco que vaciaba los reservorios de monoaminas).
Este caso lo tengo especialmente grabado porque lo leí en una época en que a la vez que
muchos hacíamos esfuerzos de acercamiento entre disciplinas, a través por ejemplo de
relacionar la bioquímica de la memoria con la plasticidad neuronal y la importancia de
los conocimientos y experiencias de la infancia, paralelamente se cometían unos
excesos que hicieron escribir esto a uno de nuestros médicos y psicoanalista de mayor
renombre, el profesor Yllá: " Una de las cosas que más han contribuido al desprestigio
del Psicoanálisis es su incapacidad para limitarse y ceñir sus incomensurables
posibilidades hermenéuticas a la situación analítica...dando interpretaciones a diestro y
siniestro cuando no vienen a cuento...En este sentido...cada vez me parecen más
importantes los factores constitucionales y orgánicos en la enfermedad mental...soy
partidario de una actitud psicoterapéutica, porque si no se puede curar al menos se alivia
y ayuda...Pero honradamente pienso que cuanto más experiencia se tiene y más
psicopatología se sabe, más se valoran los factores biológicos" (Ylla, 1985) (5).
Hoy se puede afirmar que el conocimiento neurobiológico, acompañado en
ocasiones de la intervención farmacológica, puede ser el mejor aliado de la eficacia
psicoterapéutica. En cada caso particular las prioridaes serán distintas, y el tratamiento,
cuanto más individualizado, tendrá más posibilidaes de éxito. La lógica nos indica que
se deberá empezar por calibrar el peso que la parte biológica y psicológica tienen en
cada caso.
El conocimiento, la prudencia, y la renuncia, en la práctica, a cosmovisiones, nos
lleva a reconocer nuestras limitaciones y aceptar, por ejemplo, que el beneficio de una
larga psicoterapia o de una intervención biológica, nunca hará que un individuo
infradotado en su capacidad de adaptación por razones genéticas, y por graves y
negativas experiencias en su niñez, supere o tan siquiera iguale a otro individuo bien
dotado genéticamente y con un desarrollo infantil con buenos padres y un buen entorno
general.
Después de estas consideraciones generales pasamos a referirnos brevemente a
un sistema de adaptación, de cáracter homeostático, ejemplo paradigmático de los
mecanismos biológicos que sustentan la estabilidad mental. Hemos escogido el sistema
dopaminérgico por su relevancia, pero también como homenaje al Profesor Arnold J.
Friedhoff, maestro y amigo tanto del profesor Guimón, organizador del Symposium.
Es un sistema cuya función va más allá de simple mediador de la
neurotransmisión. Su difusión general en el SNC, aun sin ser el sistema más abundante,
la existencia de distintos receptores, su capacidad de autorregulación y sobre todo su
estratégica interacción con los otros sistemas de neurotransmisión le hacen
particularmente dotado para ejercer, entre otras, una función homeostática.
Además, y relacionada con una de las grandes crisis a la que nos enfrentamos en
salud mental, la "desestabilización psicótica", muestra una muy especial relación entre
su actividad en corteza prefrontal con distintas zonas subcorticales. Su funcionamiento
en la corteza es un claro ejemplo de mecanismo homeostático: la relación entre
actividad cortical y actividad dopaminérgica tiene la forma de una "U" invertida, de tal
manera que variaciones importantes en la actividad dopaminérgica producen escasa
variación en la función cortical; comportándose el sistema como un "buffer" o tampón.
La dopamina, hoy tan famosa, apenas era considerado un mero metabolito
precursor de la síntesis de la noradrenalina cuando, hace cincuenta años, el hoy reciente
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premio Nobel Arvid Carlsson (Carlsson, Lindqvist, & Magnusson, 1957; Seeman et al.,
2005)(6) la propuso, en contra de la opinión vigente, como neurotransmisor y
posteriormente demostró junto a otros investigadores, que la acción de los fármacos
antipsicóticos se realizaba a través del bloqueo de sus receptores, descubrimiento que
llevó a la primera, y simplista, hipótesis dopaminérgica de la esquizofrenia.
El progreso de la Neurobiología ha demostrado, como era de esperar, una gran
complejidad tanto de la neurofisiologia de la actividad mental como de los sustratos
biológicos de la enfermedad mental. Ello ha implicado a distintas zonas cerebrales,
distintos sistemas de neurotransmisión y al conocimiento más detallado de la actividad
dopaminérgica. Sabemos que ésta, como sucede con otras funciones y tanto para regular
como para autorregularse, funciona con una actividad basal continua (tónica) que regula
la actividad fásica, más potente, resultado de la llegada de estímulos. La actividad tónica
modula la fásica, de una manera parecida a la que un murmullo o ruido de base quita
intensidad a los sonidos emitidos en ese ambiente.
Aunque se han hecho muchas formulaciones sobre la implicación de otros
sistemas de transmisión en la aparición de psicosis ( por ejemplo glutamatérgicos)
nuevos hallazgos de último hora
han vuelto a poner de moda la hipótesis
dopaminérgica, bien que formulada de una manera más compleja. Ello ha sido debido
en parte a la demostración de que también los nuevos antipsicóticos actuan a traves de
receptores D2 y a que sustancias como la ketamina, fenciclidina o nemantina actuan
sobre los receptores D2 de alta afinidad a concentraciones similares a las que lo hacen
sobre los receptores NMDA del sistema glutamatérgico.
Hoy se postula que la desestabilización psicótica sería un fallo en el sistema
restitutivo cerebral dopamino dependiente que implicaría una hipodopaminergia
corticofrontal asociada a una hiperdopaminergia en ciertas zonas subcorticales,
agravada esta última por la presencia de receptores D2 en estado de alta afinidad para la
dopamina. Es un ejemplo claro de intento homeostático fallido.
También el Sistema dopaminérgico nos sirve para recordar que el conocimiento
neurobiológico es útil para afinar el abordaje psicoterapéutico; por ejemplo se ha puesto
de manifiesto que las diferencias individuales en la actividad dopaminérgica predicen
una mayor o menor susceptibilidad a caer en el consumo de drogas: seguramente el
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extremo más condicionado bioquímicamente se beneficiará menos de una intevención
psicoterapéutica que el extremo en que predominen los factores de riesgo psicosocial
(familia, entorno...). También nos sirve para poner un ejemplo de como el mismo
síntoma o síntomas pueden tener diversas causas.
Así las manifestaciones psicóticas (que no son en si mismas manifestaciones
químicas) pueden tener distintos sustratos o causas biológicas. Seeman, en unos
elegantes estudios (Seeman et al., 2005)(7), ha demostrado que a una situación de
hiperfuncionalidad o supersensibilidad dopaminérgica se puede llegar por distintos
caminos: administración de anfetaminas, de cortisona, de fenciclidina, o "knockouts" de
diversos genes: COMT, receptores D2 etc. La elevación de entre un 200 y un 900% de
receptores D2 en estado de alta afinidad, asociado a la sintomatología psicótica, es el
resultado final de muchas agresiones diferentes al cerebro.
Pero aunque la dopamina tenga un papel central en la expresión de algunos
síntomas psicóticos y en el mecanismo de acción de los antipsicóticos, no existen
pruebas de un papel primario etiológico ni de que la dopamina sea un agente exclusivo.
Ahora bien, aún sin olvidar el papel que puedan tener otros sistemas, la demostración
reciente, a que antes nos hemos referido, de que sustancias como ketamina, fenciclidina
o nemantina durante mucho tiempo consideradas de acción selectiva en el sistema
glutamatérgico a través de los receptores NMDA, también son capaces de estimular los
receptores D2 de alta afinidad a concentraciones similares a las que actúan sobre
receptores NMDA, ha contribuido a reforzar el papel del sistema dopaminérgico como
ruta final de la desestabilización psicótica y como sustrato de la acción neuroléptica.
Seguramente lo que veremos en un próximo futuro, antes de avanzar en la
caracterización individualizada del proceso psicótico en cada paciente, serán los
"Estabilizadores de dopamina", con unas propiedades ya presentes en parte en los
nuevos antipsicóticos, pero desarrollando aún más la capacidad de unirse y separarse en
breve tiempo a los receptores de dopamina, y actuando como agonistas y antagonistas
según convenga, consiguiendo con pocos síntomas secundarios potenciar el papel
homeostatico del sistema y su contribución a los mecanismos restitutivos de la salud
mental.
La formulación actual de la Hipótesis Dopaminérgica nos permite poner un
adecuado ejemplo en relación con el tema de la homeostasis y su ruptura que hoy nos
ocupa. Recordando el juego de las siete y media, los sistemas restitutivos dependientes
de la actividad dopaminérgica e impulsados por ella, son al mismo tiempo el sustento
fisiopatológico de la desestabilización psicótica, pero seguramente no la enfermedad
primaria que puede tener y seguramente tiene diversas causas, evidenciadas también por
los múltiples genes que interaccionan para aumentar la susceptibilidad para desarrollar
un cuadro psicótico.
El sistema dopaminérgico también tiene la característica de además de poder ser
observado cada vez con más detalle directamente en el cerebro mediante técnicas de
Neuroimagen funcional , poder ser indirectamente medido de manera no traumática
desde la periferia, a través de las medidas en plasma de alguno de sus metabolitos y de
el análisis de las variantes de genes implicados en su metabolismo: COMT, MAO,
genes reguladores de los receptores etc.
Precisamente a través de estas medidas tuvimos un modesto papel en estos
estudios hipotetizando, y comprobando después, que la aparición de síntomas psicóticos
era un intento homeostático fallido y que el aumento de actividad dopaminérgica
intentataba compensar un proceso patológico subyacente que incluso cursaba con baja
actividad dopaminérgica. De hecho comprobamos que, durante buena parte del proceso
esquizofrénico, la actividad dopaminérgica estaba disminuída. Sirvan estas alusiones
finales como un pequeño homenaje a Arnold Friedhoff . Con su inspiración y ayuda
tuvimos la ocasión de estudiar y presentar junto a él, y en presencia de los citados
Seeman y Carlsson, algunos hallazgos con los que termino y que ligan con algunos
estudios nuestros más recientes.
Fue sobre todo en dos reuniónes de el "American College of Neuropsychopharmacology", y en una ponencia dictada en el Congreso Mundial de
Psiquiatría en Filadelfia. Allí expusimos nuestra opinión, junto a los resultados que la
sustentaban, de que un sistema dopaminérgico fuerte y plástico no era en si mismo un
factor patogénico, sino de buen pronóstico. Después de las actas del congreso, nuestros
resultados fueron recogidos en Archives of General Psychiartry , en Biological
Psychiatry y en otras publicaciones, algunas de ellas presentes en la bibliografía citada
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después (Dávila, Gonzalez et al., 1995; Davila, Zumarraga, Basterreche, Arrue, &
Anguiano, 2007; Dávila, Zumarraga et al., 1995). Como decíamos, los primeros
hallazgos mostraban que una respuesta inicial potente del sistema dopaminérgico al
tratamiento neuroléptico, intentando superar el bloqueo dopaminérgico, predecía una
más favorable respuesta clínica, y que esta respuesta se puede medir, en condiciones
experimentales adecuadas, por las variaciones del ácido Homovainílico plasmático.
Una última reflexión sobre el carácter homeostático de los sistemas restitutivos
cerebrales dependientes de la dopamina: Que actuar sobre el sistema dopaminérgico
tenga diversas aplicaciones terapéuticas: Psicosis Esquizofrénicas, Abuso de drogas,
Manía, otras psicosis etc., no es sólo consecuencia de nuestra todavía deficiente e
inespecífica aproximación psicofarmacológica, que también lo es, sino que tiene el
sustento objetivo del papel Reequilibrante y homeostático que las especiales
características citadas otorgan a este sistema.
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