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¿Influye la menopausia en la evolución del trastorno bipolar?

Autor/autores: Jerónimo Saiz , A. Ibáñez, A. O'Neill
Fecha Publicación: 10/05/2010
Área temática: .
Tipo de trabajo: 

RESUMEN

Objetivo: Valorar la posible influencia de la menopausia en el curso del trastorno bipolar. Material y método: Se revisaron los pacientes de ambos sexos con el diagnóstico DSM-III-R de trastorno bipolar que eran atendidos en la Clínica del Litio del Hospital Ramón y Cajal. Se incluyeron enfermas del sexo femenino postmenopáusicas (mínimo 2 años) y con inicio de su enfermedad al menos 2 años antes de la menopausia, que no hubieran presentado cambios significativos en su tratamiento preventivo en dicho periodo perimenopáusico. En la selección de los enfermos varones utilizamos los mismos criterios, estableciendo como edad de referencia los 50 años. Resultados: 20 mujeres y 20 varones fueron incluidos en el estudio y entrevistados para completar un cuestionario sobre datos personales y evolutivos de la enfermedad tras la menopausia o la edad de referencia en el caso de los varones. Ambos grupos resultaron homogéneos en cuanto a edad actual, estado civil, edad de inicio de la enfermedad, duración de la misma y tiempo transcurrido desde la edad de referencia. El 40% de los pacientes estaban mejor o sin cambios, mientras que el 60% habían empeorado, sin que hubiera diferencias en la evolución en función del sexo. Conclusión: La menopausia y sus cambios hormonales no parecen tener influencia en la evolución del trastorno bipolar, al menos en el grupo de pacientes estudiados. Estos resultados contribuirían a apoyar la opinión de otros investigadores sobre la menopausia, a la que no consideran por sí misma como un factor etiológico de la morbilidad psiquiátrica registrada en este periodo.

Palabras clave: Menopausia; Trastorno bipolar; Depresión; Trastorno afectivo.


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REVISTA ELECTRÓNICA DE PSIQUIATRÍA
Vol. 2, No. 3, Septiembre 1998
ISSN 1137-3148

¿Influye la menopausia en la evolución
del trastorno bipolar?
J. Saiz*, A. Ibáñez*, A. O'Neill**
* Servicio de Psiquiatría. Hospital Ramón y
Cajal. Universidad de Alcalá. Madrid (España).
** Servicio de Psiquiatría. Hospital de
Guipúzcoa. San Sebastián. Guipúzcoa (España).
Correspondencia:
Prof. Jerónimo Saiz Ruiz
Jefe del Servicio de Psiquiatría
Hospital Ramón y Cajal
28034 Madrid (España)
Tel.: +34 91 336 84 83 - Fax: +34 91 336 88 29
E-mail: jeronimo.saiz@hrc.es

ARTÍCULO ORIGINAL
[Resumen] [Abstract]
Introdución.
Material y método.
Resultados.
Discusión.
Conclusiones.

Introducción

La menopausia supone el final de la vida reproductora de la mujer, y las implicaciones
culturales y sociales que este hecho ha supuesto a lo largo de los años alimentó el mito
que relacionaba la menopausia y los cambios hormonales asociados, con trastornos
físicos y psiquiátricos en la mujer, entre los que la depresión era la psicopatología más
representada en este periodo de la vida1, 2, 3. El término menopausia supone un
momento bastante bien definido ya que se refiere al cese en la presentación de las
menstruaciones, lo que ocurre generalmente entre los 45 y 55 años en la mayoría de las
mujeres. Sin embargo, los cambios hormonales asociados a la menopausia, que están
relacionados con la involución de los ovarios, se inician mucho tiempo atrás,
probablemente hasta 10 años antes, y continúan también durante varios años después,
denominándose a este espacio mayor de tiempo con el término más general de
"climaterio"4.
Se han llevado a cabo numerosos estudios para delimitar la relación de los síntomas
físicos y psiquiátricos con los cambios hormonales de la menopausia5, 6, 7, 8.A pesar de
las limitaciones metodológicas que este tipo de investigación plantea9, 10, la mayoría de
los autores concluyen que los únicos síntomas físicos que muestran una relación directa
con la menopausia, son los vasomotores y la atrofia vaginal, sin que se pueda observar
una correlación entre dichos síntomas y la patología psiquiátrica. Por otra parte, el
aumento en la incidencia de los episodios depresivos observados en esta edad de la vida
de la mujer, no han podido atribuirse a los cambios hormonales de la menopausia como
había sido sugerido en numerosas ocasiones, sino que han mostrado una mayor
correlación con variables psicológicas y psicosociales, entre las que los acontecimientos
vitales estresantes tienen un papel preferente11, 12, 13. Tampoco ha podido demostrarse

una mayor incidencia de depresión en los casos de menopausia quirúrgica por
histerectomía2, 14.
Sin embargo, la mayoría de los estudios realizados para valorar la posible influencia de
la menopausia en los trastornos afectivos se han llevado a cabo en pacientes con
depresión unipolar, que se presenta significativamente con mayor frecuencia en el sexo
femenino que en el masculino, alcanzando una prevalencia a lo largo de la vida en las
mujeres cercana al 20%15. A diferencia de otros trastornos afectivos, el trastorno bipolar
es una patología que se presenta con incidencia similar en ambos sexos, con una
prevalencia media del 1% y cuya edad media de presentación se sitúa alrededor de los
30 años, disminuyendo su incidencia a partir de los 5016, 17. Aunque la investigación
sobre las diferencias en el curso evolutivo del trastorno bipolar en función del sexo
continua siendo escasa, se pueden resumir los hallazgos observados por algunos autores
en los siguientes aspectos18, 19, 20, 21: Las mujeres desarrollan con más frecuencia que
los varones un trastorno bipolar con ciclos rápidos, experimentan un mayor número de
episodios depresivos, presentan con más facilidad episodios de manía mixta o disfórica
en contraste con la manía "pura" más habitual en varones, y es más probable en el sexo
femenino que en el masculino que el inicio del trastorno se sitúe entre los 45 y los 49
años.
El potencial efecto del ciclo reproductor femenino sobre la evolución del trastorno
bipolar ha sido menos investigado2, 22, y en particular el posible efecto de la
menopausia ha sido estudiado, según los datos disponibles en la literatura, por dos
grupos de autores, habiéndose informado de resultados contradictorios: Mientras que
Wehr et al.23 no observaron influencia de la menopausia en el curso evolutivo de un
grupo de pacientes, el trastorno bipolar evolucionaba a un curso "continuo circular" (sin
periodos de eutimia) coincidiendo con la menopausia o el periodo perimenopaúsico en
una tercera parte de las mujeres bipolares estudiadas por Kukopulos et al.24

Material y método
El objetivo del presente trabajo era estudiar la posible influencia de la menopausia en la
evolución del trastorno bipolar. Para ello diseñamos un protocolo de valoración que
incluyera dos grupos homogéneos de pacientes bipolares, uno de varones y otro de
mujeres, con el fin de analizar el curso de la enfermedad en éstas tras la menopausia,
comparándolo con el de los varones, y de esta manera poder establecer si había algún
efecto de la misma en la evolución del trastorno.

Sujetos
Los pacientes incluidos en el estudio procedían de los que son atendidos en la Clínica
del Litio del Hospital Ramón y Cajal que cumplían criterios diagnósticos DSM-III-R de
trastorno bipolar25. En primer lugar se seleccionaron enfermas postmenopáusicas, cuya
enfermedad hubiera empezado al menos dos años antes de la menopausia, y que hubiera
transcurrido al menos otros dos años desde la misma. Para obtener el grupo de varones
se siguieron criterios similares, tomando como edad de referencia a partir de la cual
valorar los cambios en el curso de la enfermedad los 50 años. Esta edad se estableció
tras conocer que la media de edad de la menopausia en el grupo de mujeres era de 47,15
(D.E.= 4,95), y se decidió fijarla en 50 años en el caso de los varones ya que por ser un
estudio retrospectivo, ésta era una edad más fácil de recordar para los enfermos y

valorar los posibles cambios a partir de la misma. Con el objeto de poder interpretar los
datos obtenidos como propios de la evolución y no atribuibles a un cambio de
medicación, se estableció como criterio de exclusión en el estudio aquéllos pacientes
cuyo tratamiento de mantenimiento hubiera sido modificado en el intervalo de dos años
antes y dos después a la edad de referencia.

Procedimiento
Para la recogida estructurada de la información se elaboró un cuestionario en el que se
recogían los siguientes aspectos:
1. Datos de filiación: nombre, edad, sexo, estado civil.
2. Presencia o ausencia de sintomatología afectiva en el periodo premenstrual.
3. Menopausia: Edad de aparición, tipo de menopausia (espontánea o quirúrgica), si
precisó o no tratamiento hormonal para los síntomas de la menopausia.
4. Síntomas experimentados tras la menopausia: Virilización, irritabilidad, cefaleas,
sofocos, cambios en el peso y en el sueño. También se preguntó acerca del posible
menoscabo de la femineidad tras la menopausia, considerando para ello la
disminución en las relaciones sexuales, el descuido del aspecto físico y la
devaluación de la autoimagen.
5. Acontecimientos vitales estresantes que tuvieran lugar coincidiendo con la
menopausia, para valorar su posible influencia en la evolución. Para ello
utilizamos el Cuestionario de Acontecimientos Vitales de Paykel26, que contiene
un total de 33 supuestos, incluyendo problemas conyugales, familiares,
económicos, legales, enfermedades, pérdidas, etc.
6. Información sobre la enfermedad bipolar: Edad de aparición, tratamiento previo y
posterior a la menopausia, cambio en los efectos secundarios de las medicaciones
con la misma, y curso de la enfermedad a partir de dicha edad. Esta última era la
cuestión más significativa para el objetivo del estudio, y de manera global se
valoraba como: a) Mejoría, b) Sin cambios y c) Empeoramiento, y en este caso
precisar los aspectos del mismo: Mayor número de recaídas; mayor duración de
las mismas; mayor intensidad de los síntomas; mayor inestabilidad en el curso del
trastorno; cambio en la polaridad de las fases.
El cuestionario previo se adaptó a los varones eliminando las preguntas no pertinentes, y
sustituyendo la edad de la menopausia por la edad previamente fijada de 50 años. Todas
las entrevistas fueron llevadas a cabo por alguno de los autores, solicitando información
adicional de los familiares para confirmar los datos evolutivos, siempre que fue posible.

Análisis estadístico
Los datos obtenidos de cada paciente se introdujeron en un programa estadístico
informatizado, obteniendo la media y la distribución de frecuencias según la naturaleza
de cada variable. Para la valoración de las diferencias entre hombres y mujeres, o de la
posible asociación entre las variables, se aplicaron los procedimientos estadísticos de
análisis de la varianza y la prueba exacta de Fisher según la naturaleza de las variables.

Resultados
Tras la revisión de todos los pacientes entrevistados, se obtuvo un total de 20 mujeres y
20 varones que cumplían los criterios de inclusión establecidos. En el proceso de

selección encontramos además 7 mujeres cuya enfermedad se inició coincidiendo con la
edad de la menopausia, mientras que en ninguno de los varones el comienzo del
trastorno se había producido en la edad estimada como referencia.
La media de edad de los sujetos fue de 61,2 años en los varones (D.E.= 7,88; n=20), y
de 58,3 en las mujeres (D.E.= 7,99; n=20); las diferencias entre ambos no eran
significativas. El estado civil de los varones fue 85% casados (n=17), 10% solteros
(n=2) y 5% viudos (n=1), siendo en las mujeres un 85% casadas (n=17), un 5% solteras
(n=1) y un 10% viudas (n=2); no había ningún paciente separado o divorciado. Las
diferencias no eran significativas entre los dos grupos.
La media de la edad de inicio de la enfermedad fue de 32,65 años en los varones (D.E.=
8,18) y de 31,65 en las mujeres (D.E.= 10,47), siendo la diferencia no significativa. La
media de años de evolución de la enfermedad era de 28,55 en varones (D.E.= 8,79) y de
26,65 en mujeres (D.E.= 12,32), con diferencias no significativas.
La media de la edad de la menopausia en las mujeres fue de 47,15 (D.E.= 4,95), siendo
ésta en el 75% espontánea (n=15) y en el 25% quirúrgica (n=5). El curso de la
enfermedad y el tipo de menopausia no mostraron relaciones significativas. La media de
años transcurridos desde la edad de referencia en varones (50 años) era de 11,22 (D.E.=
7,85) y desde la menopausia en mujeres de 10.65 (D.E.= 7,13), siendo la diferencia no
significativa. Por lo tanto ambos grupos eran homogéneos en edad actual, estado civil,
edad de inicio de la enfermedad, duración de la misma y años transcurridos desde el
punto de corte establecido para valorar la evolución.

Curso de la enfermedad
En los varones el curso de la enfermedad tras los 50 años fue mejor en 7 enfermos
(35%), sin cambios en uno (5%) y peor en 12 (60%). En las mujeres fue mejor en 3
pacientes (15%), sin cambios en 5 (25%) y peor en 12 (60%). Las diferencias en la
evolución respecto al sexo no eran significativas (Tabla I). Para discriminar si las
diferencias evolutivas estaban relacionadas con el tiempo transcurrido desde el inicio de
la enfermedad, se comparó el curso de la enfermedad con los años de evolución de la
misma, sin que se encontraran diferencias significativas.
Tabla I. Curso del trastorno bipolar tras la menopausia
Curso de la enfermedad

Varones (n=20)

Mujeres (n=20)

P

a) Empeoran

60%

60%

N.S.

b) Mejoran
Sin cambios
Total no empeoran

35%
5%
40%

15%
25%
40%

N.S.

(p): Comparación en función del sexo aplicando la prueba exacta de Fisher. (N.S.): No
significativo.
El análisis del motivo del empeoramiento ofreció los siguientes resultados: Por mayor
número de recaídas en 8 varones y 9 mujeres; por mayor duración de las recaídas en 4
varones y 3 mujeres; por mayor intensidad de las mismas en 10 varones y 8 de mujeres;
por mayor inestabilidad en el curso en 4 varones y una mujer; y por un cambio de
polaridad de las fases en 8 varones y una mujer. En la tabla II se recoge el motivo del

empeoramiento considerando sólo los pacientes cuyo curso de la enfermedad había sido
peor. Al comparar cada motivo de empeoramiento con relación al sexo, sólo se
encontraron diferencias significativas en el cambio de polaridad de las fases, que fue un
motivo de empeoramiento más frecuente en los varones respecto a las mujeres (p<0.01).
Tabla II. Pacientes bipolares que empeoran tras la menopausia
Motivo del empeoramiento

Varones (n=12)

Mujeres (n=12)

P



Más recaídas

8

9

N.S.



Más duración

4

3

N.S.



Más intensidad

10

8

N.S.



Más inestabilidad en el
curso

4

1

N.S.



Cambio en polaridad de
episodios

8

1

p<0,01

(P): Nivel de significación de la comparación entre sexos mediante la prueba exacta de
Fisher. (N.S.): No significativo.
Como las cinco causas por las que el curso podía ser considerado como peor no eran
excluyentes entre sí, cada paciente podía haber empeorado por uno, dos, tres, cuatro o
cinco de los ítems valorados. Los varones que habían empeorado, contestaron
afirmativamente a una media de 2,83 ítems (D.E.= 1,19), mientras que la media en las
mujeres fue de 1,92 (D.E.= 0,90), siendo la diferencia significativa (F=4,51; p<0.05),
para un tamaño de muestra igual en ambos grupos.

Estrés y curso de la enfermedad
La media del número de acontecimientos vitales estresantes referidos por las mujeres
coincidiendo con la menopausia fue de 0,5 (D.E.= 1,15; n=20) y en los varones de 0,45
(D.E.= 0,52; n=11); las diferencias por sexo no eran significativas.
Con relación al curso de la enfermedad, considerando la totalidad de la muestra, los que
habían tenido un curso mejor refirieron una media de 0,14 acontecimientos estresantes
(D.E.= 0,38; n=7); en los que no tuvieron cambios en el curso la media fue 0,6 (D.E.=
1,34; n=5); y en los que empeoraron la media era 0,58 (D.E.= 1,02; n=19). Las
diferencias entre los grupos no eran significativas, es decir, que el curso evolutivo no
parecía tener relación con el número de acontecimientos estresantes.

Otros datos
Nueve mujeres habían tenido sintomatología afectiva premenstrual, mientras 10 de ellas
respondieron negativamente a esta pregunta. Se analizó la relación entre la presencia de
este trastorno y las siguientes variables: Curso de la enfermedad tras la menopausia,
síntomas post-menopáusicos como virilización, irritabilidad, cefaleas, sofocos,
modificaciones en el peso o en el sueño y cambios en los efectos secundarios del
tratamiento. En todos los casos no hubo asociaciones significativas, salvo en la
existencia de antecedentes de distimia premenstrual y sofocos tras la menopausia que se

relacionaban directamente de forma significativa (p<0.05).
En la tabla III se recogen los datos obtenidos sobre posibles cambios experimentados en
los efectos secundarios al tratamiento, el peso y el sueño, así como la comparación en
función del sexo. Se observó una tendencia a la ganancia de peso en ambos grupos, algo
mayor en las mujeres, si bien la diferencia entre sexos no era significativa, y tampoco se
encontró una relación entre el cambio en el peso y el curso de la enfermedad. Con
relación al cambio en el sueño se evidenció un incremento de la apreciación subjetiva de
sueño insuficiente. Aunque la disminución del sueño fue referida con más frecuencia
por los varones, la diferencia por sexos no era estadísticamente significativa y tampoco
la relación entre el cambio en el sueño y el curso de la enfermedad.
Tabla III. Cambios en los efectos secundarios al tratamiento, el peso y el sueño
tras la menopausia
N
Disminución
Sin cambios Aumento
P
Efectos secundarios



Varones
Mujeres

17
18

0%
5,6%

82,4%
83,3%

17,6%
11,1%
N.S

Comparación
Peso



Varones
Mujeres

20
20

10%
10%

45%
30%

45%
60%
N.S.

Comparación
Sueño



Varones
Mujeres

20
18

55%
33,3%

40%
66,7%

5%
0%
N.S.

Comparación
N.S.: no significativo.

El 47,4% de las mujeres (n=19), y el 35% de los varones (n=20) estaban más irritables
tras la edad de referencia; la diferencia por sexos no era significativa. Tampoco se
relacionó significativamente la presencia de irritabilidad con el resto de las variables. La
aparición de cefaleas tras la menopausia fue referida por el 42,1% de las mujeres (n=19)
y el 11,8% de los varones (n=17), siendo en este caso la diferencia significativa
(p<0.05). No había relaciones significativas entre la presencia de cefaleas y la de
sofocos o irritabilidad en mujeres.
Tres mujeres de dieciocho (16,7%) reconocieron tener algún signo de virilización. De
las veinte mujeres, ninguna siguió tratamiento hormonal por la menopausia. El
menoscabo en la femineidad fue una variable cuya respuesta no pareció muy fiable en
algunos casos, dada la naturaleza de las preguntas y la falta de intimidad en que se
realizaban en algunas ocasiones (en presencia del cónyuge, hijos, etc.). Por ello los datos
obtenidos hay que valorarlos con precaución. Las mujeres señalaron menoscabo de su
femineidad en un 27,8%, con disminución en las relaciones sexuales en un 23,5%,
descuido de su aspecto personal en un 16,7% y devaluación de la autoimagen en un

11,8%.

Inicio de la enfermedad coincidiendo con la menopausia
Como hemos comentado anteriormente, en la selección de pacientes encontramos siete
mujeres con esta característica. A pesar del número reducido de casos, se decidió
estudiar este grupo de enfermas para valorar la existencia o no de diferencias en los
ítems que no tenían relación con el curso de la enfermedad. Los resultados se reflejan en
la tabla IV.
Tabla IV. Inicio de la enfermedad coincidiendo con la menopausia (n=7)
Media

D.E.

p*

Edad actual

58,28

6,65

N.S.

Edad de la menopausia

50,57

3,73

N.S.

Número acontecimientos
vitales estresantes

1,42

0,79

p<0,1
**(p<0,05)

SI

NO

Distimia premenstrual

3

3

N.S.

Sofocos

2

3

N.S.

Virilización

0

7

N.S.

Irritabilidad

3

4

N.S.

Cefaleas

1

6

N.S.

Menoscabo de la feminidad

2

7

N.S.

Aumento del peso

5

2

N.S.

Disminuye el sueño

3

4

N.S.

*p: Nivel de significación al comparar los datos de estas pacientes con el grupo de 20
enfermas cuya enfermedad se inició antes de la menopausia. N.S.: no significativo.
** Comparación del número de acontecimientos vitales respecto a la muestra total de
40 enfermos (mujeres y varones) que iniciaron su enfermedad antes de la menopausia o
edad de referencia respectivamente.
Este grupo de 7 mujeres tenía una media de edad de 58,28 (D.E.= 6,65). La media de la
edad de la menopausia fue a los 50,57 años (D.E.= 3,73). El tipo de menopausia fue en
todos los casos espontáneo. Ninguna de ellas refirió virilización. Tres de ellas habían
tenido distimia premenstrual. Tras la menopausia tres estuvieron más irritables, una se
quejó de cefaleas, dos tuvieron sofocos, y dos mostraron menoscabo de su femineidad.
Comparadas estas variables con el grupo de 20 mujeres cuya enfermedad se había
iniciado antes de la menopausia, ninguna mostró diferencias significativas entre ambos
grupos.
En cuanto al número de acontecimientos vitales estresantes coincidiendo con la
menopausia, y que en este grupo de 7 mujeres también lo hacían con el inicio de la
enfermedad, la media de los mismos fue de 1,43 (D.E.= 0,79; n=7), frente a 0,5 en el

otro grupo de 20 mujeres (D.E.= 1,15; n=20). La diferencia era cercana a la
significación (p<0,1). Comparado con el total de sujetos varones y hembras, que tenían
una media de acontecimientos estresantes de 0,48 (D.E.= 0,96; n=31), la diferencia era
entonces significativa (p<0,05).

Discusión
El trastorno bipolar es una patología que se presenta con incidencia similar en ambos
sexos, con una prevalencia a lo largo de la vida alrededor del 1%, y que está siendo
objeto en los últimos años de una amplia investigación para delimitar, entre otros, los
aspectos epidemiológicos, evolutivos y terapéuticos16, 17. Algunos estudios se han
centrado en la identificación de posibles diferencias en la presentación del trastorno
según el sexo del paciente18, 19 y sus implicaciones terapéuticas27, mientras que la
información sobre la influencia del ciclo reproductor femenino y en particular la
menopausia sobre el curso del trastorno bipolar resulta todavía escasa e insuficiente23,
24. La mayoría de los trabajos publicados que abordan este tema se basan en la
observación de grupos reducidos de mujeres en ausencia de un grupo control de
enfermos del sexo masculino, aspecto éste que plantea sin duda importantes dificultades
metodológicas9, 10.
La edad media de presentación de la enfermedad en los enfermos estudiados, entre 31 y
32 años, coincide con la apuntada en la literatura como la más frecuente, tanto en
varones como en mujeres16. Como dato de interés se observó el inicio de la enfermedad
coincidiendo con la menopausia en un reducido grupo de mujeres, mientras que en
ninguno de los varones el trastorno comenzó en la edad de referencia, lo que apoyaría
una de las diferencias en función del sexo en el trastorno bipolar, en la que la
presentación tardía de la enfermedad es más probable en el sexo femenino que en el
masculino21, 28.
Según los resultados del presente estudio, en el que se compara el curso del trastorno
bipolar en un grupo de 20 mujeres y 20 varones después de la menopausia en el primer
caso y una edad de referencia similar en el segundo, la evolución en términos generales
(porcentajes de mejorías, sin cambios y empeoramientos), no muestra diferencias en
función del sexo. La menopausia y los cambios hormonales que ésta lleva consigo no
parecen por tanto un factor que influya en el curso del trastorno, tal como había sido
apuntado por otros autores23.
En cuanto a los pacientes cuyo curso de la enfermedad empeora con la edad (porcentaje
equivalente en ambos sexos), observamos una tendencia en los varones a mostrar un
cambio en la polaridad de las fases, con una diferencia significativa respecto a las
mujeres. No obstante este dato debe ser interpretado con precaución y requiere estudios
posteriores, con muestras más amplias, para poder ser valorado.
Durante muchos años se han atribuido a los cambios hormonales de la menopausia
(principalmente el déficit de estrógenos) gran parte de los padecimientos de las mujeres
de esta edad, tanto físicos como psíquicos. Aunque algunos autores han señalado que
dichos cambios se relacionarían etiológicamente con la incidencia de trastornos
afectivos, apuntando de esta manera una novedosa orientación terapéutica de los mismos
(terapia hormonal vs. antidepresivos), este aspecto continúa siendo objeto de debate ya
que no se han podido demostrar resultados claros que tuvieran correspondencia con las
expectativas creadas8, 29, 30, 31. La polémica sobre menopausia y depresión sigue

abierta, como sugiere la relación observada por Harlow et al. (1995) entre depresión y
menopausia precoz32, aunque en este sentido es preciso recordar que los cambios
hormonales no suceden sólo durante el periodo más circunscrito de la menopausia,
independientemente del momento en que ésta tenga lugar, sino que se suceden a lo largo
de varios años tanto anteriores como posteriores a la retirada de las menstruaciones.
En cambio hay que señalar que la menopausia sucede en una época de la vida que puede
ser considerada como de "transición psicosocial", ya que tienen lugar una serie de
cambios, sobre todo en el ámbito familiar (pérdida de los padres, enfermedades,
emancipación de los hijos, jubilación de la pareja con las dificultades económicas
asociadas, etc.), cuya presencia sí guarda una relación etiológica con la morbilidad
psiquiátrica11, 12, 13. En este sentido se observó, en las mujeres cuya enfermedad
comenzó coincidiendo con la menopausia, un número significativamente mayor de
acontecimientos vitales estresantes durante ese periodo que en aquéllas con un inicio
más temprano del trastorno. Este dato apoyaría lo anteriormente expuesto sobre los
trastornos afectivos en la mujer que se inician en la edad perimenopáusica, que no
estarían en relación con los cambios hormonales del climaterio, mientras que parecen
asociarse con diversos factores psicosociales y acontecimientos vitales estresantes que
acontecen a las mujeres en esta edad de su vida.
El trastorno disfórico premenstrual es una nueva categoría diagnóstica propuesta para
estudios posteriores en el DSM-IV33. En la literatura existen pocos datos sobre la
influencia del ciclo menstrual en el trastorno bipolar. En esta investigación la presencia
de síntomas propios del trastorno disfórico prementrual en las enfermas se objetivó en
cerca del 50% de las mismas, porcentaje que puede resultar comparable al 60%
observado por Price & DiMarzio34 en un grupo de mujeres con trastorno bipolar, si bien
en este último caso se trataba de enfermas con ciclos rápidos. Sin embargo, en ambos
estudios la información sobre este tipo de síntomas se recogía de forma retrospectiva lo
que limita metodológicamente la validez de los resultados por la tendencia a sobrestimar
la presencia de síntomas.

Conclusiones
Según los resultados de esta investigación, se puede concluir que la menopausia y los
cambios hormonales que ésta lleva consigo no parecen tener influencia en el curso
evolutivo del trastorno bipolar. Por otro lado, el inicio de este tipo de trastorno
coincidiendo con la edad de la menopausia se asociaría con una mayor incidencia de
acontecimientos vitales estresantes en la vida de las enfermas con esta edad de
presentación. Hay que señalar, en otro orden de cosas, que algunas limitaciones del
estudio relacionadas con el número de casos estudiados y la obtención de información
de forma restrospectiva, pueden condicionar la interpretación de los resultados, y se
requieren, en opinión de los autores, estudios posteriores con muestras más amplias.
REFERENCIAS
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Referencia a este artículo según el estilo Vancouver:
Saiz J, Ibáñez A, O'Neill A. ¿Influye la menopausia en la evolución del trastorno bipolar? Psiquiatría.COM [revista
electrónica] 1998 Septiembre [citado 1 Oct 1998];2(3):[24 pantallas]. Disponible en: URL:
http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol2num3/art_3.htm
NOTA: la fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo.

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