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En los últimos 20 años se han realizado un gran número de estudios e investigaciones empíricas sobre neuropsicología y su relación con la conducta suicida, evidenciándose como ciertos déficits cognitivos se han asociado tanto con el riesgo suicida como en la toma de decisiones, la impulsividad o la agresividad.
Estudios familiares, de gemelos y de adopción sugieren que la vulnerabilidad a la conducta suicida es mediada genéticamente lo que hace que comprender los factores de la propensión familiar al suicidio a través de la valoración de los familiares biológicos en primer grado sea relevante para confirmar los mecanismos involucrados en la conducta suicida. Y Ding, en su estudio de 2017 identificó un patrón de diferencias de activación cerebral durante el proceso de toma de decisiones en comparación con el grupo control. Otros estudios también confirmaron la heredabilidad de esta función cognitiva en familiares de pacientes alcohólicos y trastorno obsesivo-compulsivos. Uno de los últimos estudios de Jollant, F (2022) aporta datos relevantes sobre los biomarcadores neurales de la conducta suicida. Por otro lado, estudios de investigaciones actuales, amplían datos sobre las bases neurofuncionales de la conducta suicida, afirmando activación significativa en el giro poscentral, el cíngulo posterior y las cortezas parietales en familiares de primer grado de pacientes suicidas.
Con este estudio de la literatura más actual se pretende ampliar y actualizar datos sobre las alteraciones neurocognitivas de familiares de primer grado de pacientes suicidas.