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Psiquiatría y literatura.

Autor/autores: A. Rodríguez López
Fecha Publicación: 05/05/2010
Área temática: .
Tipo de trabajo: 

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REVISTA ELECTRÓNICA DE PSIQUIATRÍA
Vol. 1, No. 2, Junio 1997
ISSN 1137-3148

Psiquiatría y literatura.
A. Rodríguez López

ARTÍCULO
ESPECIAL

Universidad de Santiago.
Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario.
Correspondencia:
A. Rodríguez López.

Comunicación presentada en las 2as. Jornadas de Actualización en Psiquiatría (Palma de
Mallorca, 1996).
Trabajo reproducido con permiso del autor.

"Cada persona es una historia. Existen tantas historias como vidas haya y hay muchas
historias dentro de cada vida. La historia que se necesita es la que esclarece el tema
clínico de turno".
"Las historias no son datos, no son la materia prima o las observaciones elementales que
forman la base para una inferencia o una interpretación, sino que ellas mismas son
interpretaciones que relatan, en forma narrativa, hechos o sucesos desde el pasado del
enfermo hasta sus síntomas actuales, de manera tal que parece entenderse el desarrollo
de éstos".
"Las historias no son hechos fácticos, aunque en parte puedan constituirse a partir de
ellos. La historia es una construcción sobre las relaciones entre acontecimientos, un
conjunto de hechos fácticos y presunciones, algunos de los cuales son relatados por el
enfermo y otros son asumidos por el autor".
Estos párrafos, entresacados de un texto de McHugh y Slavney (1), ¿son Psiquiatría o
Literatura?. ¿Es la historia clínica obra del médico o del paciente o el resultado de la
colaboración entre ambos?. Preguntas similares se han planteado respecto a la creación
literaria.
Al reflexionar sobre estos problemas que representan una de las líneas más recientes de
la evolución psiquiátrica, la técnica de las NARRATIVAS, de Kleinman, o LIFE
STORYS, de McHugh y Slavney, acudió a mi memoria, como en un flash-bock, el
nombre de Mircea Ella de y el mito del eterno retorno ¿Estaremos cerrando un ciclo
histórico en la Psiquiatría y volviendo a los orígenes?
"El pasado no es sino la prefiguración del futuro. Ningún acontecimiento es irreversible
y ninguna transformación es definitiva. En cierto sentido, hasta puede decirse que nada

nuevo se produce en el mundo, pues todo no es más que la repetición de los mismos
arquetipos primordiales; esa repetición, que actualiza el momento mítico en que el gesto
arquetípico fue revelado, mantiene sin cesar al mundo en el mismo instante auroral de
los comienzos. El tiempo se limita a hacer posible la aparición y la existencia de las
cosas. No tiene ninguna influencia decisiva sobre esa existencia, puesto que también él
se regenera sin cesar", escribía Mercea Eliade (2).
Echemos una hojeada a la historia de la Psiquiatría, vista desde la perspectiva de su
implicación con la Literatura para poder acercarnos a una respuesta convincente, ya que,
salvo en el caso del Psicoanálisis, cuya interacción con la Literatura es intensa y
evidente, como ha puesto de manifiesto entre nosotros el Prof. Guimón en un libro
relativamente reciente (3), estas disciplinas han seguido caminos paralelos sin apenas
puntos de contacto, cosa tanto más sorprendente si, como decía Saint-Benve, la
Literatura representa la conciencia de la humanidad, la historia del espíritu humano
exteriorizado de forma intelectual, una especie de espejo en el que se reflejan y se
concentran los principales rasgos del pasado. Si esto es así, cuesta trabajo comprender la
escasa atención prestada por la Psiquiatría, la disciplina que tiene por objeto el estudio y
tratamiento de los trastornos del espíritu (en la más amplia y aséptica acepción del
término), a la Literatura. ¡Qué enorme caudal de conocimientos, de comprensión del
comportamiento humano normal y patológico, de comprensión de la vida en su más
amplio y profundo sentido ha ido dejando fuera de su ámbito la Psiquiatría en sus
sucesivos reduccionismos debidos al afán de cientificidad, al deseo de matematización,
de adopción de un lenguaje matemático, que, como señalaba Berrios, ha conferido
tradicionalmente el sello de cientificidad a otras disciplinas.
Se salva de este olvido el Psicoanálisis, que como antes señalaba ha concedido una
considerable atención a la literatura clásica y moderna. Guimón resaltaba las numerosas
aportaciones del psicoanálisis a la literatura y a la cultura en general en relación con
aspectos tales como la comprensión de la mitología, las leyendas, los movimientos
culturales y artísticos y la influencia de las características psíquicas del autor en la
génesis y desarrollo de su obra literaria y artística. La influencia ha sido de tal calibre
que Guimón, tomando las palabras a Heller (4), afirma que "lo que distingue a la
literatura moderna de la poesía en los mitos de la antigua Grecia es que, en los productos
literarios actuales, se pone en evidencia la impronta de una época cuya alma ha sido
analizada por Freud y lo que quede de esa Literatura llevará la impronta de una
conciencia que Freud ha ayudado a hacerse autoconciencia".
Pero no es mi intención seguir aquí por esta vía, para la que me falta formación
psicoanalítica y, sobre todo, espacio y tiempo para explorar, siquiera de forma
esquemática, la inmensa vastedad de este campo. Mi intento es mucho más modesto;
pretendo reflexionar sobre los avatares históricos de la relación entre la literatura y la
psiquiatría -en el más amplio sentido de ésta; no sólo en el psicoanalítico- condenadas
por su objeto a alimentarse y retroalimentarse indefinidamente, caminando parentemente
de forma paralela pero encontrándose, a veces, de forma espectacularmente productiva.
Me ayudaré de un sencillo esquema para ir narrando esta relación a lo largo del tiempo
(Esquema 1).
Sobre las formas de afrontamiento de la enfermedad en la sociedad primitiva se ha
escrito bastante y se ha elucubrado mucho, con frecuencia con más brillantez que
cientificidad; sin embargo, parece razonable pensar que en una sociedad ágrafa la
relación interhumana directa debió representar el medio fundamental de afrontamiento
de todos los problemas humanos, entre ellos el de la enfermedad y la muerte. M.
Foucault (5) expresa bella mente esta relación cuando escribe: "en el alba de la

humanidad, de toda vana creencia, antes de todo sistema, la medicina en su integridad,
residía en una relación inmediata del sufrimiento con lo que lo alivia. Esta relación era
de instinto y de sensibilidad, más aún que de experiencia; estaba establecida por el
individuo, por él mismo y para si mismo, antes de entrar en una red social"... "todo el
mundo indistintamente practicaba esta medicina. .. que era transmitida de padres a
hijos..." "la decadencia comenzó cuando fueron inaugurados la escritura y el secreto" y
el saber médico se hizo esotérico.. "Después que Hipócrates hubo reducido la medicina
a sistema se abandonó la observación y la filosofía se introdujo en ella " (1°
Reduccionismo).
La literatura oral primero, a través de los mitos y las leyendas, fue configurando lugares,
personajes, héroes y dioses con poderes curativos, fruto de los ensueños de los humanos,
como señalaba Lucrecio "en el ensueño se manifestaron por primera vez al alma de los
hombres las espléndidas imágenes de los dioses. Esta idea de la importancia de los
ensueños para comprender la otra de las grandes dimensiones de lo humano, sobre la
que Freud construyó la concepción psicoanalítica, se encuentra vislumbrada a lo largo
de las diversas culturas humanas (Demócrito, Lucrecio, Hans Sachs...)
Permítaseme aquí una pequeña disgresión para exponer brevísivamente una concepción
de la estructura psíquica que puede ayudar a comprender, no resolver, algunos de los
problemas más interesantes de la psicopatología clásica, como el de la integración o no
de los cuadros delirantes crónicos en el grupo de las esquizofrenias, que tanto preocupó
a Krepelin. En otros trabajos (6, 7) he llamado a este modelo de las "dos suturas
antropológicas". De acuerdo con este modelo, el ser humano se socializa e individualiza
como resultado de dos grandes procesos estructurantes que dan lugar a dos suturas
antropológicas, una biopsicológica, que realiza el engarce entre lo biológico y lo
psicológico con formando la estructura psicosomática, la otra psico-cultural, que
engarza lo psicológico individual con lo socio-cultural, mediante la interiorización de un
modelo propio del mundo externo que per mita la integración de la cultura a la que
pertenece el individuo. Ambas suturas no son compartimentos estancos sino que se
desarrollan simultáneamente, interfiriéndose mútuamente. Esta sutura psico-cultural
representa el magma nutricio en el que nacen los mitos, los ensueños, los delirios
parafrénicos y... la poesía.
Amigo mío, la verdadera obra del poeta
es cifrar y traducir sus ensueños
Creedme: la más verdadera ilusión del se le concede en sueños.
Todo el arte del verso y del poeta no es mas que la expresión de la verdad
del sueño
escribe Hans Sachs en Los maestros cantores.
Pero volvamos a nuestro esquema. Con la literatura es criba, especialmente con la
tragedia griega, los conflictos humanos básicos se ritualizan, se expresan
dramáticamente con un fin no sólo lúdico sino también terapéutico. "La evolución
progresiva del arte, escribe Nietzsche, es el resultado de la confrontación del espíritu
apolíneo y del espíritu dionisíaco, las dos dimensiones básicas de lo humano; de la
misma manera que la dualidad de los sexos, engendra la vida en medio de luchas
perpetuas y por aproximaciones simplemente periódicas". Estos momentos de tregua
negociada, estas aproximaciones periódicas entre los dos grandes instintos son, según
Nietzsche, los momentos culminantes de la historia del culto griego, en los que la
destrucción del principio de individuación se manifiesta como un fenómeno artístico.
Estructuración y desestructuración de la personalidad, culto, rito, mito,... arte... terapia...
He ahí el resultado, confuso pero vivo, de ese primer reduccionismo, en el que nace, con

Hipócrates, la Medicina como sistema.
El segundo reduccionismo, después del triunfo de lo bárbaro dionisíaco durante la Edad
Media, es decir, lo dionisíaco sin la templanza de lo apolíneo que caracterizó a la cultura
griega, se produce con el nacimiento de la clínica. Ese período, que comienza con la
formulación del paradigma de Sydenhan en el siglo XVII, en el que establece la
existencia de "entidades morbosas", la consideración de éstas como fenómenos naturales
y, en el campo de la Psiquiatría, a la locura como "enfermedad nerviosa", se desarrolla
durante el siglo XVIII y cristaliza a finales de éste, como señala Foucault en la obra
citada. Esa reflexión de la medicina sobre si misma supone la revalorización de lo
percibido más allá de toda teoría, de todo sistema; la descripción más exacta y simple
posible de lo percibido establece, en palabras de Foucault, "una nueva alianza entre las
palabras y las cosas".
Con estos antecedentes inicia, a comienzos del siglo XIX, su andadura la Psiquiatría
científica, comienza lo que podríamos llamar "aventura científica " de la Psiquiatría .
A partir del paradigma de Sydenhan, resultado de una nueva concepción del mundo
basada en la ciencia natural, la locura, reconvertida en enfermedad mental, fue
constreñida al reino de lo científico-positivo. Los espectaculares avances de la Medicina
durante el siglo XIX con el descubrimiento del origen de las enfermedades infecciosas,
y la paralela consolidación "científica" de la Psiquiatría, especialmente en Inglaterra,
Francia y Alemania, hizo posible que a finales de este siglo se pudiese sentenciar, como
lo hizo Krepelin, que no es que en Psiquiatría se tuviese que trabajar como en Medicina
sino que "la Psiquiatría es Medicina". Sobre los avatares de esta evolución he
reflexionado con más amplitud en otro lugar (8).
Mediante estos sucesivos reduccionismos se fue haciendo desaparecer de la vida
humana todo vestigio de su dimensión dionisíaca, cesó aquel fecundo diálogo de la
razón y la locura que fue lo más característico y creador de la cultura griega, y lo
apolíneo sin contrastes se apoderó de la Psiquiatría hasta desembocar en eso que se
conoce como Psiquiatría biológica.
Pero, ¿qué ocurrió durante todo ese periodo con la di mansión dionisíaca de la vida de la
que no se puede erradicar como el tifus o la tuberculosis?. Aherrojada por el triunfo sin
paliativos de lo apolíneo, la locura, como señaló E. Morín (9) se refugió en la voz de los
poetas (Hölderling, Nerval, Ataud,... J. Toda la riqueza humana de la locura hay que
buscarla en la Literatura. Las auténticas historias clínicas se encuentran en los relatos
novelados de los grandes creadores de la novela del siglo XIX, Balzac, Dostoiewski,
Tolstoi, Proust, Flaubert, Galdós..., Cervantes se había adelantado, en pleno siglo XVI, a
esta técnica narrativa de una psicopatología con perspectivas de totalidad, y Shakespeare
había poetizado trágicamente, en la misma época, las grandes pasiones humanas,
rayando con frecuencia y, a veces, traspasando los limites de lo patológico: los
conflictos paterno-filiales de amor-odio (El rey Lear, Hamlet), la ambición patológica
(Macbeth), los celos (Otelo) y tantos otros dramas humanos que están en el núcleo de la
psicopatología, fueron genialmente tratados por el gran dramaturgo inglés.
Las frías descripciones psicopatológicas realizadas por la Psiquiatría oficial en la misma
época ¡qué poco nos dicen de las personas que sufren, en comparación con las
magnificas, exuberantes descripciones de los genios de la Literatura! . Las precisas y
brillantes descripciones del delirio de celos realizadas por la Escuela psiquiátrica
francesa resultan frías e insustanciales en comparación con la riqueza vivida, plena de
calor humano y emociones contradictorias del drama shakespeariano:

"Por el universo, creo que mi esposa es honrada y creo que no lo es; pienso que tu eres
justo; y pienso que no lo eres... Su nombre que era tan puro como el semblante de
Diana, es ahora tan embadurnado y negro como mi propio rostro... "
"¡Te besé antes de matarte!... ¡No me queda más que este recurso: darme la muerte para
morir con un beso!"
Con estas profundas contradicciones sufría, mataba y moría Otelo.
Casi medio siglo antes de que Freud -más poeta que psiquiatradescubriese las huellas
indelebles de la infancia en la psicopatología del adulto, Marcel Proust hacia estas
profundas observaciones desde "su" mundo de Combray:
"Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar,
me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. ¿De
dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte?. Me daba cuenta de que iba unida al
saber del té y del bollo, pero le excedía en mucho y no debía ser de la misma
naturaleza.. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la
verdad.
Pero cómo?. Grave incertidumbre ésta, cuando ella, la que basca, es justamente el país
oscuro por donde ha de buscar. "
Su obra está llena de geniales intuiciones como ésta en relación con los celos, el
sadismo, la utilización de la enfermedad por el enfermo, el aplazamiento del deseo y
tantas otras que harían esta relación interminable.
¿Y qué decir de Dostoiewski?. ¿Quién, en el campo de la Psiquiatría, ha profundizado
con tan terrible escalpelo en la mente humana y ha desvelado las razones de la sinrazón,
la lógica desgarradora del suicidio o del homicidio, /as vivencias aterradoras e inefables
al tiempo de los enfermos epilépticos?. Las "historias" de Raskolnikov, del príncipe
Mischkin, de la pequeña Nelly, de los Karamazov, y de tantos otros de sus personajes
son historias clínicas en el mejor y más profundo sentido del término en las que los
"síntomas" están integrados, tienen sentido y se comprenden dentro del conjunto general
de la historia.
Entre tanto, la Psiquiatría oficial, a través de las técnicas de exploración psicológica y/o
biológica, iba construyendo, con retazos de muchos hombres, una especie de monstruo
de Frankestein como modelo de identificación respecto al cual comparar a los presuntos
enfermos y determinar lo que es normal y patológico.
Sin embargo, como señalan McHugh y Slavney en la obra citada, "cuando nos hallamos
ante un enfermo, nuestro conocimiento de las enfermedades, de los atributos y de las
conductas motivadas no nos permite conocerlo como persona. Su individualidad
expresada en sus opiniones y decisiones, en sus estados de ánimo y caprichos, en sus
éxitos y fracasos, desafía nuestros conocimientos y exige además otra perspectiva".
Perspectiva que, según ellos, es la de las LIFE STORIES.
Los hallazgos biológicos respecto a las alteraciones neurohormonales no permiten ese
conocimiento. El asesinato de la vieja usurera por Raskolnikov o el del viejo Karamazov
por su hijo Dimitri no son el resultado de un paseo nocturno de la serotonina o de la
dopamina que ha decidido "correr una juerga ese día", sino hechos integrados en una
historia personal e intransferible.

Como decía Nietzsche, "el problema de la puede ser resuelto en el terreno de la ciencia".
Me preguntaba al comenzar esta disertación si las frases entresacadas de la obra de
McHugh y Navney serían Psiquiatría o Literatura. A estas alturas del discurso, la
cuestión se presenta irrelevante, ya que ambas son una y la misma cosa; la psiquiatría, al
menos en algunas de sus formulaciones, seria una literatura encorsetada por un
formalismo seudocientífico,' mientras que la literatura seria una psiquiatría en estado de
libertad anárquico. ¡Viva la literatura, viva la anarquía! gritaba enfebrecido y borracho
Max Estrella en Luces de Bohemia.
La "otra" Psiquiatría, la no biológicista a ultranza, es la culminación de esa vía, no
cientifista, heredera de la tradición literaria, del contacto con la vida, que en su caminar
guadiánico tuvo fugaces apariciones con el psicoanálisis, con la fenomenología
existencial y, después de la Segunda Guerra Mundial, con el movimiento
antipsiquiátrico. La extraordinaria proliferación de técnicas psicoterapéuticas que
surgieron en esta época no fueron más que el resultado, según R. Castel (10), de esa
devolución a la comunidad de su responsabilidad sobre su propia salud mental. El
mundo "psi", es decir, la psiquiatrización de la vida y el control sobre la población como
efecto espúreo, fue la expresión de esa devolución que está en la línea de aquella
relación primitiva del dolor con lo que lo alivia de que hablaba Foucault. En esa
situación surgen miles de iniciativas, de programas de prevención, de "terapias para
normales", de técnicas que no pasan de ser la expresión de una visión personal e
intransferible de la terapia.
Las LIFE STORY se encuentran en esta línea, aunque matizada por el origen médico del
concepto; son una especie híbrida de las dos vías, científico-positiva y literaria de la
psiquiatría .
Sociedad "psi", Life story... ¿Estamos ante una vuelta a los orígenes?. ¿Está la
Psiquiatría viviendo algo parecido a aquello que U. Eco llamaba la Nueva Edad Media?
La Historia clínica, vista desde la perspectiva de la "Lite story" deja de ser un relato de
síntomas para convertirse en un símbolo, con todo el poder de persuasión y seducción
que un símbolo tiene y que permite situarla más allá de la lógica y de la refutación. Esta
perspectiva nos permite comprender el poder curativo del psicoanálisis, que consistiría
en la capacidad del terapeuta para "elaborar" o ayudar al paciente a elaborar una historia
creíble de su trastorno, independientemente de la veracidad de los datos que la
componen.
Esta teoría es similar a la "Teoría de la respuesta del lector", última fase de la historia de
la Critica literaria, que analiza la obra literaria como una realidad a medio camino entre
el texto creado por el autor y la "realización" de ese mismo texto llevada a cabo por el
lector, que "rellena" los vacíos de la historia.
Parafrenando a Max Estrella: ¡Viva la Psiquiatría! ¡Viva la anarquía! .

Referencias
1. McHugh PP, Slavney PhR. Perspectivas de la psiquiatría. Barcelona: Masson;
1985.
2. Eliade M. El mito del eterno retorno. Madrid: Alianza Editorial; 1972.

3. Guimón J. Psicoanálisis y literatura. Barcelona: Kairós; 1993.
4. Keller E. Observations on psychoanalysis and modern literature. En: Kurzweil
E, Phillips W. Literature and psychoanalysis. New York: Columbia University
Press; 1983.
5. Foucault M. El nacimiento de la clínica. 4a. ed. México: Siglo XXI; 1978.
6. Rodríguez A. Sistemas seudodelirantes culturalmente institucionalizados. An
Psiquiatr 1993;9(10):431-5.
7. Rodríguez A. Delirios crónicos: su ubicación nosológica. En: Barcia D. La
esquizofrenia. (En prensa).
8. Rodríguez A. De la epidemiología a la antropología psiquiátrica. Rev
Psicoanálisis Psicoterapia Analítica 1995;1(2):5-21.
9. Morin E. El paradigma perdido: el paraíso olvidado. Barcelona: Kairós; 1974.
10. Castel F, Castel R, Lovell A. La sociedad psiquiátrica avanzada. Barcelona:
Anagrama; 1980.

Referencia a este artículo según el estilo Vancouver:
Rodríguez López A. Psiquiatría y literatura. Psiquiatría.COM [revista electrónica] 1997 Junio [citado 20 Jun 1997];1
(2):[13 screens]. Disponible en: URL: http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol1num2/art_7.htm
NOTA: la fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo.

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