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Adicciones psicológicas: perspectiva psicosomática.

Autor/autores: Manuel Álvarez Romero , Ana Moreno López, Beatriz Granados González
Fecha Publicación: 05/09/2011
Área temática: .
Tipo de trabajo: 

RESUMEN

Durante el siglo XX se ha producido un cambio relacionado con las conductas adictivas. Nos referimos al impacto que han ocasionado las llamadas adicciones no químicas o sin sustancia, también denominadas adicciones psicológicas. Estos procesos hacen alusión a la presentación de comportamientos de tipo dependiente, y que van siendo reconocidos, poco a poco, en el ámbito científico- sanitario. Prueba de ello es el debate que actualmente se libera en el seno del APA y del DSM-V, de próxima publicación. Por tanto, se hace necesario identificar los patrones de uso de estas conductas, los factores de vulnerabilidad para la realización de las mismas, de modo abusivo o adictivo, así como las diferentes formas de abordar terapéuticamente estos nuevos problemas, sin olvidar las estrategias de prevención más eficaces. Comportamientos tan sencillos y habituales como hablar por el móvil, salir de compras o hacer ejercicio, por ejemplo, pueden convertirse en verdaderas adicciones para algunos, teniendo en cuenta, además, que su prevalencia es cada vez mayor y continua actualmente en aumento, siendo necesaria la búsqueda de tratamientos eficaces para estas nuevas patologías psicológicas. Pretendemos llamar la atención acerca de la posibilidad de que estas conductas, con frecuencia normales, puedan convertirse en patológicas en razón de la intensidad, frecuencia o cantidad de tiempo/dinero invertido, y en función del grado de interferencia en las relaciones familiares, sociales y laborales que afectan y dan la calidad moral da la persona que las sufre. Desde la perspectiva psicosomática, con el apoyo del paradigma Bio - psico ? socio - eco ?espiritual, se consigue, sin duda, una mejor comprensión y un abordaje mas eficaz de todos estos cuadros psicopatológicos.

Palabras clave: gestión de la calidad; adicciones; ISO 9001.


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Álvarez Romero M. Psiquiatria.com. 2011; 15:33.
http://hdl.handle.net/10401/4349

Revisión teórica
Adicciones psicológicas: perspectiva psicosomática
Manuel Álvarez Romero1*, Ana Moreno Gómez2, Beatriz Granados González3

Resumen
Durante el siglo XX se ha producido un cambio relacionado con las conductas adictivas. Nos
referimos al impacto que han ocasionado las llamadas adicciones no químicas o sin sustancia,
también denominadas adicciones psicológicas. Estos procesos hacen alusión a la presentación
de comportamientos de tipo dependiente, y que van siendo reconocidos, poco a poco, en el
ámbito científico- sanitario. Prueba de ello es el debate que actualmente se libera en el seno del
APA y del DSM-V, de próxima publicación. Por tanto, se hace necesario identificar los patrones
de uso de estas conductas, los factores de vulnerabilidad para la realización de las mismas, de
modo abusivo o adictivo, así como las diferentes formas de abordar terapéuticamente estos
nuevos problemas, sin olvidar las estrategias de prevención más eficaces. Comportamientos tan
sencillos y habituales como hablar por el móvil, salir de compras o hacer ejercicio, por ejemplo,
pueden convertirse en verdaderas adicciones para algunos, teniendo en cuenta, además, que su
prevalencia es cada vez mayor y continua actualmente en aumento, siendo necesaria la
búsqueda de tratamientos eficaces para estas nuevas patologías psicológicas. Pretendemos
llamar la atención acerca de la posibilidad de que estas conductas, con frecuencia normales,
puedan convertirse en patológicas en razón de la intensidad, frecuencia o cantidad de
tiempo/dinero invertido, y en función del grado de interferencia en las relaciones familiares,
sociales y laborales que afectan y dan la calidad moral da la persona que las sufre. Desde la
perspectiva psicosomática, con el apoyo del paradigma Bio - psico ­ socio - eco ­espiritual, se
consigue, sin duda, una mejor comprensión y un abordaje mas eficaz de todos estos cuadros
psicopatológicos.
Palabras claves: Gestión de la calidad, adicciones, ISO 9001.

Recibido: 27/11/2010 ­ Aceptado: 10/01/2011 ­ Publicado: 05/09/2011

* Correspondencia: Malvarez@psicosomatica.net
1 Médico - Centro Médico Psicosomático
2y3 Psicóloga - Centro Médico Psicosomático

Psiquiatria.com ­ ISSN: 1137-3148
© 2011 Álvarez Romero M, Moreno Gómez A, Granados González B.

Álvarez Romero M. Psiquiatria.com. 2011; 15:33.
http://hdl.handle.net/10401/4349

¿Qué es la Adicción?
Para iniciar el abordaje de las Conductas Adictivas, también llamadas Adicciones no
químicas y Adicciones Psicológicas, habría que aclarar, desde un principio, cuáles son sus
características básicas. Destacamos la pérdida de control, la abstinencia y la dependencia que
manifiesta el sujeto al intentar reducirlas o eliminarlas como elementos principales.
El término adicción hace referencia a uno de los conceptos de más difícil definición en el campo
de las dependencias; Así, encontramos definiciones como Becoña (1995), que considera que en
una adicción hay cuatro elementos esenciales:
·

Un fuerte deseo o sentimiento de compulsión para llevar a cabo una conducta particular.

·

Capacidad deteriorada para controlar la conducta.

·

Malestar y angustia emocional cuando la conducta es impedida o dejada de hacer.

·
Persistir con la conducta a pesar de la clara evidencia de que es la que produce los
problemas.

En esta misma línea se expresa Washton (1991) quien ya a finales de los 80 propuso un
Modelo de Adicción, e indicó que las etapas del proceso adictivo eran las siguientes:
·

Enamoramiento: "flechazo" en la primera experiencia con la sustancia o actividad.

·

Luna de miel: gratificaciones sin consecuencias negativas.

·

Traición: dependencia y comienzo del declive.

·

Ruina: consecuencias negativas.

·

Aprisionamiento: desesperación y destrucción personal.

En definitiva, según este autor las dos condiciones mínimas necesarias para que una conducta se
convierta en adictiva serían, por un lado, la existencia de una necesidad incontrolada y
reiterada de realizar esa conducta, y por otro, la acción nociva que esa conducta posee.
León (1998) considera la adicción como una "dependencia, a una sustancia o actividad, de tal
intensidad que altera el habitual funcionamiento fisiológico, psicológico y comportamental de la
persona".
Nos encontramos en una época histórica en la que contínuamente florecen numerosos casos de
conductas adictivas, tanto por los avances tecnológicos, con todo los que nos ofrecen (internet,
videojuegos, etc), como por su fácil accesibilidad.

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No olvidemos, tampoco, la contribución de los medios de comunicación a este contexto, con
mensajes masivos a la sociedad sobre valores básicos de consumismo y poder, abriendo el
terreno a adicciones conductuales tales como las compras, el sexo o el trabajo, entre otras.

¿Cuándo hablamos de conducta adictiva?
Son muchas las personas que desempeñan conductas que potencialmente pueden desembocar
en adicción, pero el porcentaje de sujetos que las van a manifestar es bastante inferior. La
persona que finalmente padece una adicción organiza toda su vida en función de
ella.
Es bien conocido el característico efecto de "subidón" que experimentan la mayoría de personas
consumidoras de sustancias. Esto se debe a que las drogas tienen el potencial de incrementar los
niveles de dopamina en el cerebro. Los sujetos adictos, por tanto, se habitúan a altas
concentraciones de dopamina en el metabolismo neuronal.
Pero las adicciones no pueden limitarse exclusivamente a conductas generadas por sustancias
químicas. Existen también hábitos de conducta, inofensivos en un primer momento,
pero que pueden llegar a adquirir un perfil patológico de adicción. Todo dependerá
de la intensidad, la frecuencia, la cantidad o el grado de interferencia que provoquen en la vida
del sujeto. Así, conductas como el sexo, la comida, las compras o el ocio pueden funcionar en
dos extremos opuestos.
En sí, cualquier conducta que resulte placentera es más susceptible de convertirse en adictiva.
Contemplando las adicciones psicológicas desde un punto de vista social, sería conveniente
resaltar dos aspectos. El primero, se trata de un error considerar una adicción como un vicio.
Vicio es una categoría moral, mientras que adicción es un trastorno mental. El segundo,
indicar que podría afirmarse la existencia de un continium donde se colocan las distintas
adicciones en función de la percepción social con la que son contempladas:

delitos (exhibicionismo)

mal hábito (compras)
enfermedad (ludopatía)

I-----------------------------------------------I---------------------------------------------------I
rechazo intermedio
mayor rechazo social

menor rechazo social

La percepción social es diferente en función de los diversos tipos de adicciones. Todas son
valoradas como negativas, pero el grado de adicción varía. En el extremo de mayor rechazo
social se sitúa la conducta adictiva considerada como delito (exhibicionismo, por ejemplo). En
un punto intermedio de desaprobación, se valora una adicción considerándola como una
enfermedad (ludopatía, por ejemplo). En el extremo de menor rechazo se sitúa la adicción

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considerada meramente como un mal hábito (adicción a la comida, al trabajo o a las compras,
por ejemplo).
Estas diferentes percepciones sociales tienen diversas implicaciones para la posible necesidad de
tratamiento, el control que se espera de la persona y la percepción de la gravedad de las
consecuencias.

Límites entre conductas normales vs. conductas adictivas.
En las adicciones sin sustancia también existen la tolerancia (necesidad de llevar a cabo dicha
actividad con más frecuencia) y abstinencia (malestar cuando no se realiza).
Otras
características que diferencian a las conductas adictivas de las normales serían el efectuarse con
una mayor frecuencia de la que se deseaba al comienzo, existe un deseo de controlar la
realización de dicho comportamiento, se disminuye el tiempo destinado a la dedicación a otras
actividades importantes y gratificantes, y se continúa con dicha conducta a pesar del perjuicio
que ocasiona.
Así pues, tanto en las adicciones con sustancias como en las comportamentales existe una
pérdida de control, así como un uso reiterado y persistente de las mismas y un centrar su vida en
torno a la actividad de la que se depende. Por lo tanto, cualquier conducta normal que resulta
placentera tiende a repetirse, por lo que es susceptible de convertirse en adictiva.
En opinión de Echeburúa (2000), los límites que pueden establecerse entre las conductas
normales y las adictivas son las siguientes:
·

Pérdida de control.

·

Fuerte dependencia psíquica.

·

Pérdida de interés por otras actividades gratificantes.

·

Interferencia grave en la vida cotidiana.

Las adicciones psicológicas no figuran en la CIE­10 ni en el DSM-IV, pero su
abordaje terapéutico y su perfil clínico son similares a las adicciones con
sustancias, que sí vienen contemplados en dichos manuales.
Una puntualización fenomenológica de gran interés a este respecto, es la actual realidad
que se origina en pacientes que tratan de salir de alguna adicción química, con la consiguiente
tendencia que se da, en muchos casos, de implicarse en una o más adicciones psicológicas.

Características de la Adicción psicológica
Para Echeburúa y Corral (1994) lo que caracteriza a una adicción psicológica no es el tipo de
conducta implicada, sino la naturaleza de la relación que el individuo establece con ella, es decir,
la forma en que se realiza esa actividad.

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Como características de la adicción psicológica señalamos:
·

Tolerancia.

·
Síndrome de abstinencia (ansiedad, impulsividad, bajo interés por otras actividades
gratificantes)
·
La actividad es realizada con frecuencia en cantidades mayores o durante un periodo más
largo de lo que inicialmente se pretendía.
·
Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir la actividad
adictiva.
·
Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención, consumo de la
actividad o en la recuperación de los efectos de la actividad.
·
Reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido a la
realización de la actividad.
·
Se continúa realizando la actividad a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o
físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por la adicción
psicológica.
·
·

Control inicial por estímulos reforzadores (lo placentero de la conducta en sí)
Control final por estímulos negativos (alivio del malestar)

En el núcleo central de la adicción habría que situar dos aspectos relevantes. Uno de ellos sería
la necesidad subjetiva de realizar imperativamente la conducta para restaurar el equilibrio
homeostático. El otro, sería la supeditación del estilo de vida al mantenimiento del hábito. Por
último, hay que destacar que la conducta adictiva es activada emocionalmente, de forma
automática, por lo que no existe un control racional sobre ella.

Diferencias básicas entre adicciones psicológicas y adicciones químicas
ADICCIONES QUÍMICAS

Perspectiva
psicopatológica

Según
síndrome
abstinencia

Son comunes las politoxicomanías

de

Con una dosis se controla el
síndrome de abstinencia

ADICCIONES
PSICOLÓGICAS

Suelen aparecer aisladas o
asociadas a adicciones químicas
(trabajo-cocaína, juego-alcohol)

Su ejecución ilimitada puede no
disminuir
el
síndrome
de
abstinencia

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Perspectiva terapéutica

2.

Menor motivación al tratamiento

Mayor motivación al tratamiento

Secuencia evolutiva habitual de las adicciones psicológicas

Todas las conductas potencialmente adictivas comienzan a mantenerse por el aspecto
placentero que conlleva la realización, en sí, de dichas conductas. Sin embargo, una vez que se
consolida la adicción, el mantenedor de estas conductas pasa a ser el alivio del malestar,
haciéndose evidentes, en este punto, numerosos síntomas relacionados con la abstinencia, en
caso de la no consecución de la conducta concreta.
A nivel esquemático, y siguiendo a Krych, proponemos, la secuencia característica que siguen las
conductas potencialmente adictivas en su evolución al trastorno:
a) La conducta es recompensante y placentera
b) Aumentan los pensamientos relacionados con la conducta cuando no se hace
c) La conducta se vuelve cada vez más frecuente, disminuyendo el interés por otras
actividades
d) Se resta importancia al interés mostrado en la conducta: mecanismo psicológico de la
negación
e) Deseo intenso y periódico de realizar la conducta, con incremento en las expectativas de
que aliviará el malestar
f)
Mantenimiento de la conducta a pesar de las consecuencias negativas. Distorsión de los
hechos a los demás y a uno mismo.
g) Aumentan los efectos negativos adversos, con intentos fallidos de abandono
h) La conducta deja de mantenerse por placer, pasando a realizarse con motivo de disminuir
el malestar. El alivio es, cada vez, menor y más corto
i)
Aumento de la frustración y disminución de la tolerancia a las emociones negativas. Las
estrategias de afrontamiento se empobrecen y se contempla la adicción como la única salida
j)
La conducta adictiva se agrava progresivamente, siendo, por norma general, un episodio
severo de crisis el que desemboca en la acción de pedir ayuda

Etiología de las Adicciones psicológicas.
Analizaremos los factores más significativos:
· Vulnerabilidad psicológica:
Parecen existir ciertas características de personalidad o estados emocionales que aumentan la
vulnerabilidad psicológica a las adicciones no químicas, entre las que cabe citar las que siguen:
- Impulsividad.
- Estado de ánimo disfórico.
- Intolerancia a los estímulos displacenteros, tanto físicos como psicológicos.

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- Baja autoestima.
- Estilo de afrontamiento inadecuado ante las dificultades cotidianas.
- Egocentrismo.
- Búsqueda de sensaciones
Habría que añadir la carencia de afecto consistente, de manera que el individuo trataría de
llenar esa carencia por medio de su adicción.
Además, el hecho de que una persona se frustre en varias áreas de su vida, puede hacer que
centre su atención en una sola de ellas, colocando así a esta área en riesgo de adicción. Por
tanto, el cultivar un mayor número de intereses podría potenciar una visión positiva y de mayor
satisfacción con la vida cotidiana.
En conclusión, un individuo con una personalidad vulnerable y con una débil cohesión familiar
(desapego, conflicto, etc.) presenta un alto riesgo de convertirse en adicto si, además, está
habituado a las recompensas inmediatas, existe disponibilidad del objeto de su adicción, se
encuentra presionado por el grupo, esta expuesto a estresores (fracaso escolar, frustraciones
afectivas, etc.) o muestra vacío existencial (inactividad, aislamiento social, falta de objetivos,
etc.).

· Inicio y mantenimiento de la adicción sin sustancia:
El inicio de estas conductas adictivas se produce por la presencia de reforzadores positivos, los
cuales controlan dicha conducta: se trata del poder placentero de la conducta en sí misma.
Sin embargo, conforme se instaura la dependencia y comienza a aparecer un síndrome de
abstinencia, el control del comportamiento (esto es, el mantenimiento de la adicción) se lleva a
cabo mediante reforzadores negativos, es decir, el alivio del malestar (al igual que ocurre en las
dependencias químicas).
Es en este momento cuando el individuo evidencia una fuerte dependencia psicológica hacia el
comportamiento en cuestión, manifiesta ansia, pierde el interés por otras actividades también
gratificantes y es incapaz de controlar la realización de la conducta a pesar de que le está
ocasionando daños.
Como consecuencia a todo esto, los comportamientos adictivos se vuelven automáticos,
emocionalmente activados, con poco control sobre el acierto o error de la decisión. El adicto
sopesa los beneficios de la gratificación inmediata, pero no repara en las posibles consecuencias
negativas a largo plazo.
Los estímulos condicionados, desempeñan un papel importante en el mantenimiento de las
adicciones psicológicas. Los externos pueden variar de una adicción a otra: el sonido o las luces
de una máquina tragaperras en el ludópata, el olor de los alimentos en la adicción a la comida,
los anuncios publicitarios en el caso del adicto a las compras, etc.

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Por el contrario, los internos son muy similares en todas las adicciones, siendo el más
importante, la disforia, ya que cualquier adicto tiende a recaer cuando se encuentra mal o
deprimido.

Tipos de adicciones no químicas:
No existe una tipología rigurosa en cuanto a las adicciones sin sustancia ya que, cualquier
conducta que resulte placentera puede convertirse en adictiva si se lleva a cabo un uso
inadecuado de la misma. Por lo tanto, analizaremos aquellas adicciones con mayor prevalencia,
más investigadas y con mayor demanda terapéutica. Las variantes más comunes son:
-

·

Juego patológico
Adicción al sexo
Adicción a las compras
Adicción a la comida
Adicción al trabajo
Adicción al teléfono
Adicción a internet
Apuestas deportivas por internet y televisión
Adicción al ejercicio físico

Adicción al juego

El juego patológico se caracteriza por la incapacidad del sujeto para controlarse y por la
alteración que se produce en áreas significativas de su vida; el juego se convierte en el centro de
su vida y no es capaz de abandonarlo aún cuando lo desea. Se incluyen en este apartado aquellos
juegos que impliquen apuestas de dinero.
Para la APA (2002), la características esencial del juego patológico es un comportamiento de
juego, desadaptativo, persistente y recurrente, que altera la continuidad de la vida personal,
familiar o profesional, como indican, al menos, cinco o más de los siguientes síntomas:
- Preocupación por el juego.
- Necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado de excitación
deseado.
- Fracaso repetido de los esfuerzos para controlar, interrumpir o detener el juego.
- Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrumpir o detener el juego.
- El juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas o para aliviar la disforia
(sentimientos de desesperanza, culpa, ansiedad o depresión).
- Después de perder dinero en el juego, se vuelve otro día para intentar recuperarlo.
- Se engaña a los miembros de la familia, terapeutas u otras personas para ocultar el grado de
implicación con el juego.

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- Se cometen actos ilegales, como falsificación, fraude, robo o abuso de confianza para financiar
el juego.
- Se han arriesgado o perdido relaciones interpersonales significativas, trabajo y oportunidades
educativas o profesionales debido al juego.
- Se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la desesperada situación financiera
causada por el juego.

La CIE-10 (OMS, 1992), por su parte, señala que la ludopatía "consiste en la presencia de
frecuentes y reiterados episodios de juegos de apuestas, los cuales dominan la vida del
enfermo en perjuicio de los valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares
del mismo".

El tránsito del juego normal al patológico no siempre sigue una línea recta. Los indicadores de
dicha transición son los siguientes:
- Gasta más dinero de los planeado.
- Apostar para recuperar lo perdido.
- Seguir jugando incluso cuando se ha perdido.

Las cuatro fases de evolución del juego patológico (R. Custer, 1984):
- Ganar mucho ( "big win").
- La búsqueda ( la caza).
- La desesperación.
- El abandono (jugar por jugar, sin esperanza de ganar).

·

Adicción al sexo

La adicción al sexo consiste en un exceso de deseos y de conductas sexuales que el sujeto se
siente incapaz de controlar. Así, este impulso incontrolado se traduce en una conducta sexual
breve, frecuentemente poco satisfactoria, que se repite con intervalos variables siempre cortos,
con parejas distintas o en soledad y sin reparar en los perjuicios que dicha conducta puede
ocasionar sobre uno mismo y sobre la familia. El adicto, realiza dicho comportamiento, no tanto
para obtener placer, sino para reducir un malestar. El sexo pasa a ser el remedio para reducir la
ansiedad y así la actividad sexual se transforma en algo morboso.

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El paso de una sexualidad alta, pero normal, a una sexualidad adictiva viene marcada, sobre
todo, por dos elementos:
- Interferencia grave en la vida cotidiana: sufrimiento, destrucción, soledad, pérdida de la
familia, incapacidad de mantener una relación afectiva duradera, etc.
- Síndrome de abstinencia: aparece cuando no se puede llevar a cabo la conducta sexual y cursa
con nerviosismo, irritabilidad, dolor de cabeza, temblores, insomnio, etc.

La adicción al sexo puede revestir diversas formas:
- Masturbación compulsiva.
- Búsqueda ansiosa de relaciones sucesivas con múltiples parejas.
- Empleo frecuente de los servicios de prostitutas.
- Uso abusivo del teléfono erótico.
- Llamadas telefónicas obscenas.
- Entrada en páginas de internet con contenido sexual.

El contenido de la adicción puede referirse a la sexualidad normal o a una sexualidad parafílica.

Los signos que alertan de la adicción podrían ser los siguientes:
- Fantasías sexuales alejadas de la relación de pareja.
- Conductas sexuales anónimas, múltiples y breves.
- Sexualidad comprada.
- Voyeurismo.
- Acoso sexual a personas dependientes del sujeto.
- Contactos con niños.

Un elemento significativo, en este tema, es la naturaleza y dimensión de la actitud amorosa del
sujeto. Sexo sin amor es campo abonado para la adicción o sus proximidades.

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·

Adicción a las compras

La adicción a las compras (también conocida como oniomanía, compra compulsiva, compra
adictiva, consumo adictivo. Trastorno de la adquisición o síndrome de las compras) se define
como "el impulso incontrolable de adquirir objetos inútiles y superfluos".
Los rasgos distintivos de esta dependencia son los siguientes:
- La gratificación proviene del propio proceso de comprar; es decir, lo importante no es la
compra, sino comprar.
- El consumo, no planificado, excede de las posibilidades económicas del sujeto y le lleva a un
gasto excesivo.
- Si el individuo pasa por la puerta de un centro comercial y no accede al mismo, sufre síndrome
de abstinencia, que sólo se calma cuando entra en el establecimiento.
- Los objetos que se adquieren se olvidan almacenados en armarios, se regalan, se coleccionan,
etc.
- La estimulación proviene del carácter de comprar, sacar la tarjeta de crédito, sentir la
excitación de las bolsas en la mano, recibir la atención de los dependientes, etc.; y lo que pone
en marcha esta excitación son las ofertas, los escaparates, estrenar algo nuevo, etc. La
autoestima y el sentimiento de poder se satisfacen con la conducta de compra.

El ciclo de la conducta adictiva es el siguiente:
- Estado de ánimo disfórico.
- Excitación ante las expectativas de compras.
- Adquisición placentera de objetos superfluos.
- Arrepentimiento y reproches por el dinero gastado y por la pérdida de control.
- Repetición del ciclo para superar el malestar.

El alejamiento de la familia, la soledad, presión de la publicidad, la insatisfacción con la pareja o
el trabajo, o la baja autoestima son circunstancias personales, familiares y sociales que hacen
que comprar permita que el individuo sea el centro de atención de los demás, aunque sea por
unas horas.

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·

Adicción a la comida

La sobreingesta compulsiva, reflejo de la adicción a la comida, supone la "presencia regular de
atracones sin control por parte del sujeto". Los atracones se inician de una forma brusca,
precedidos de una sensación de hambre incontenible, y suponen la ingestión voraz (
normalmente a solas o escondidas) de una gran cantidad de alimentos, sobre todo, de lato valor
calórico, en un periodo corto (20-60 minutos) hasta que el sujeto se encuentra
desagradablemente lleno, o cuando se ha terminado el alimento, o tras aparecer dolores
abdominales, o bien cuando llega otra persona. En cada atracón se pueden consumir entre 1500
y 5000 calorías.
Los efectos de los atracones son gratificantes de inmediato, puesto que reducen la inquietud y
provocan euforia, pero a los pocos minutos generan un elevado nivel de malestar físico y
psicológico.
Los fracasos afectivos, ánimo deprimido, sentimiento de soledad o aburrimiento, y estrés se
encuentran entre los factores precipitantes más frecuentes. Asimismo, las dietas restrictivas,
pueden desencadenar un deseo irresistible de comer de modo compulsivo.

Adicción al trabajo
Esta adicción se caracteriza por una implicación progresiva, excesiva y desadaptativa a la
actividad laboral, con una pérdida de control respecto a los límites del trabajo y una
interferencia negativa en la vida cotidiana. Afecta, por tanto, a las relaciones familiares y
sociales, tiempo de ocio, estado de salud, etc.
La sobreimplicación laboral responde al ansia o la necesidad de la persona más que a las
necesidades objetivas del entorno laboral. El trabajo genera, de esta forma, una excitación que
oscila entre la fascinación y el sobresalto.
Lo que distingue al adicto es más su actitud ante la tarea que el número de horas dedicadas a
ella. Frecuentemente, se acompaña de ideas sobrevaloradas acerca del dinero, del éxito o del
poder.
Las principales características de esta adicción son las siguientes (Killinger, 1993):
a)

Implicación elevada en la actividad laboral

b)

Impulso a trabajar debido a presiones internas

c)

Poca capacidad para disfrutar de la tarea realizada

d)

Búsqueda de poder o prestigio

Lo que está en juego en la persona adicta es su propia autoestima y el reconocimiento social,
siendo frecuente que, bajo la adicción, se escondan sentimientos de inferioridad y miedo al
fracaso.

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Algunos indicadores relacionados con el comienzo de la adicción son la tendencia al aislamiento
social, el agotamiento, un excesivo sentido del deber, la aspereza de trato y la pérdida de
satisfacción con las actividades cotidianas anteriormente placenteras.

Adicción al teléfono
Entre los síntomas principales para detectar la adicción al teléfono móvil figuran:
- gasto exagerado de la factura de teléfono
- descenso del rendimiento escolar y laboral
- aumento del nivel de estrés y ansiedad.
La adicción al teléfono puede generar conflictos en la pareja y familia, que son precisamente
quienes detectan la mayoría de las problemáticas ya que el enfermo tiende a justificar siempre
su conducta".
Frente a los usuarios moderados del móvil, aquellos que son adictos presentan un estado de
alerta-vigilia permanente hacia cualquier señal que provenga del aparato, que provoca la
necesidad casi compulsiva e incontrolada de consultar el móvil constantemente, con
independencia de la actividad que se encuentren realizando.
Cada vez necesitan dedicarle más tiempo, convirtiendo al móvil en algo prioritario en sus vidas.
Ante la separación del móvil hay estudios que han observado una serie de síntomas que podría
configurar el cuadro de abstinencia, tales como angustia, ansiedad, nerviosismo e irritabilidad,
principalmente. Tales manifestaciones, disminuyen en cuanto se instaura de nuevo el uso del
móvil.
Entre los sujetos estudiados parecen existir ciertos rasgos comunes, como problemas de
autoestima e inseguridad, dificultad en las relaciones sociales, aislamientos y otros factores
emocionales.
A diferencia de la adicción a sustancias químicas, con la terapia no se centra en el abandono del
consumo sino en el aprendizaje de un uso responsable.

Adicción a internet
La adicción supone una pauta anómala, unos tiempos de conexión elevados anormalmente, de
forma permanente, extendiéndose más allá de la conducta normal de muchos usuarios.
Consiste en una dedicación intensiva de tiempo como consecuencia de la fascinación inicial por
las posibilidades de la red y una regularización temporal dentro de unos límites controlados al
cabo de unas pocas semanas.

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La red permite satisfacer dos de las necesidades básicas:
La estimulación solitaria, que abarca desde la búsqueda de información, de imágenes y de
sonidos, hasta la participación en juegos colectivos e individuales o la descarga de nuevos
programas.
La búsqueda de interacción social. De hecho, resulta llamativo que los espacios de la red
destinados a las relaciones sociales sean los que más cuentan con componentes adictivos y
donde se encuentran la mayoría de personas que tienen una adicción a internet. Cabe destacar
aquí a los chats o canales de conversación en tiempo real, los foros, el correo electrónico o los
conocidos juegos on-line.
La dependencia a internet comienza de forma gradual. Algunos signos iniciales, que podrían
considerarse de alerta, son la comprobación reiterada del correo electrónico, el bloqueo del
teléfono de contacto al navegar por la red para no ser interrumpidos, y el aumento
desproporcionado de inversión en tiempo y dinero que le dedicamos a la red, y que puede
evidenciarse, por ejemplo, en el aumento del costo en las facturas.
Los síntomas experimentados por la dependencia a la red son similares a los sufridos por los
ludópatas, existiendo pérdida de control, ansiedad, insomnio, irritabilidad, inestabilidad
emocional y dificultades serias de comunicación con las personas de su entorno.
Los usuarios más jóvenes tienden a hacerse adictos con más facilidad, a pesar de que lo más
importante para que esto ocurra es la existencia de vulnerabilidad psicológica. Los factores de
riesgo que destacan en este tipo de adicción, son:
El aburrimiento y la carencia de relaciones u objetivas
La falta de habilidades para desenvolverse en el mundo real
La timidez, a pesar de que el uso continuado de internet para paliar esta característica puede,
irónicamente, incrementarla
La búsqueda de sensaciones en personas solitarias
La ausencia de una autoestima adecuada
Finalmente, la dependencia a internet puede ser reflejo de unas características psicológicas
primarias, como soledad, déficit de habilidades de comunicación, otros trastornos mentales,
etc., o de problemas de pareja.
Cabe la posibilidad de que personas adictas a sustancias o a otras conductas tiendan a hacer
fácilmente un uso psicológico de internet.

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http://hdl.handle.net/10401/4349

Adicción al ejercicio físico
La vigorexia o adicción al ejercicio físico es un trastorno en el que se realizan prácticas
deportivas en forma desmedida, sin reparar en las consecuencias que pueda tener para el
organismo tal exigencia patológica.
Sin registrar lo anormal de la conducta por el tiempo, la frecuencia y la intensidad de estas
prácticas, el intento de realizar actividad saludable se va convirtiendo en una necesidad
obsesiva, perentoria e ineludible de consagrar cada vez más y más horas a entrenar el cuerpo.
El paciente se justifica a sí mismo porque persigue un modelo de perfección y estética que las
modas imponen, o porque busca optimizar su rendimiento para presentarse en pruebas
deportivas o por el bienestar que le genera la secreción de endorfinas.
Los adictos al ejercicio no tienen en cuenta condiciones climáticas, dolores ni indisposiciones. Se
enojan cuando alguien les señala lo desmedido de su actividad o se sienten culpables si por
cualquier circunstancia no pueden realizarla.
Presentan características de baja autoestima, dificultades de integración, rechazo de su imagen
corporal, entre otras.
La práctica de ejercicio continuado puede estar recompensada psicológicamente de varias
maneras. Por ejemplo, no mejorando el estado de ánimo, proporcionando más ocasiones para
relacionarse socialmente, y estas recompensas pueden fomentar un comportamiento de ejercicio
continuado, proceso que se ha denominado como motivación intrínseca al ejercicio continuado.
La adicción al ejercicio físico es sufrida por aquellas personas que no se sienten a gusto con su
propio cuerpo y se obsesionan con la mejora de ciertos defectos físicos. Esta patología se
englobaría dentro de los trastornos obsesivos compulsivos y tendría cierta predisposición
biológica.
Los adictos al ejercicio físico son personas inmaduras por su excesiva dedicación al cuerpo, con
baja autoestima, introvertidos, y con conductas reiteradas de observarse ante el espejo.
Controlan con frecuencia su peso y se obsesionan por hacer un sobre-esfuerzo físico y tienen
trastornos de personalidad.
Otras características en ellos serían una auto-imagen distorsionada, no existencia de una
integración adecuada en la sociedad y elevada tendencia tanto de automedicación como de
variación de su dieta.

Abordaje Psicosomático de las Adicciones Psicológicas
Quien atiende una adicción psicológica presta un servicio que enfermo en persona ­o a través de
sus enviados- solicita curación o alivio de su dolor y su sufrimiento. Sufrimiento y dolor que
pueden tener su origen en una alteración neurobiológica o en una vivencia que han dañado a la
persona íntegra en mayor o menor medida.

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http://hdl.handle.net/10401/4349

Y, en todo caso hemos de considerar la existencia de un dolor primario y derivado de la propia
disfunción junto a otro dolor secundario ocasionado por el modo con el que llevamos ese proceso
patológico que nos ha tocado vivir. Esta sencilla distinción nos dará luces para mejor comprender y
ayudar a quien padece dolor y sufrimiento
En Psicosomática representamos la situación descrita colocando un círculo (la
persona) dentro de un cuadrado (la enfermedad) cuando el proceso patológico
domina la situación y somete tiránicamente el paciente. Y por contra el cuadrado
dentro del círculo representa la situación en la que la persona tiene la prevalencia y
solamente se sabe y considera portador de una enfermedad.
Cuando esa persona aparece ante nosotros debe notar ­conocer y sentir- que es una persona y que
como a tal se le trata en ese lugar al que acude buscando curación y alivio. Y, como es portadora de
una individualidad única e insustituible, desea ­y agradece- ser considerada de esta forma. Su
corporeidad y su genética, su peculiar historia personal que incluye la educación recibida, su
situación actual que puede ser dramática ­con o sin fundamento-, sus vivencias recientes..., hacen
peculiar el trato que necesita, reclama y ha de recibir.
Ciencia humana, conocimientos psicológicos, capacidad empática y un equilibrio personal
razonable son características propias de quien atiende con competencia a los pacientes.
Qué diferencia tan notable existe entre un modo de dispensación clínica ejercido de
forma rutinaria, marginal e impersonal o por el contrario enmarcado en el
paradigma psicosomático. Los ámbitos bio-psico-socio-eco-espirituales del paciente
enriquecerán nuestro trabajo si son conocidos y tenidos en cuenta por ambas partes.
El Paradigma Psicosomático nos aportará la consideración de los antecedentes familiares, de la
educación psicoafectiva y del apoyo social en que se ha desarrollado tiempo atrás y en la actualidad,
del sentido de su vivir y, en fin, de la patobiografía proyecto vital del paciente.
Saber sonreír amablemente, utilizar el tono de voz adecuado, la escucha atenta y el
reconducir el diálogo hacia la relación eficiente constituyen generosas dotes para el
acto profesional médico-psicológico. A la vez, hemos de ser conscientes de la compatibilidad
del trato amable con sortear o corregir los vicios de comunicación en los que incurre un paciente
reiterativo, prolijo, complicado o desinhibido como sucede tantas veces.
Desde la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática ofrecemos nuestra
experiencia y nuestra capacidad integradora capaz de generar una atención integral
de la persona enferma, también en este caso de las Adicciones Psicológicas.

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http://hdl.handle.net/10401/4349

Trabajo seleccionado para su publicación en la revista Psiquiatria.com, de entre los presentados al XII
Congreso Virtual de Psiquiatría Interpsiquis 2011.

Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Álvarez Romero M, Moreno Gómez A, Granados González B. Adicciones psicológicas:
perspectiva psicosomática. Psiquiatria.com [Internet]. 2011 [citado 05 Sep 2011]; 15:33.
Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/4349

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