La DANA en Valencia ha dejado un rastro de destrucción en hogares, infraestructuras y vidas, pero los daños psicológicos son quizá la faceta menos visible y más duradera de la tragedia. Además de las pérdidas materiales, las personas afectadas enfrentan ahora desafíos emocionales que podrían marcarles a largo plazo.
Una de las principales consecuencias psicológicas que pueden experimentar las personas que han vivido una catástrofe de este tipo es el estrés postraumático (TEPT). Este trastorno, según los expertos en salud mental, puede aparecer tras experimentar situaciones de alto impacto emocional, como una inundación severa o un desastre natural.
El TEPT puede manifestarse a través de:
- Flashbacks: recuerdos intrusivos y perturbadores del momento traumático, en los que la persona revive la situación una y otra vez.
- Pesadillas y problemas de sueño.
- Hipervigilancia y ansiedad constante: muchos afectados pueden desarrollar miedo a situaciones cotidianas, como una simple tormenta, que antes veían como inofensiva.
La psicóloga clínica Judith Herman afirma: “Los traumas rompen el sentido de control y seguridad que una persona tiene sobre el mundo y sobre sí misma”.
Esta sensación de vulnerabilidad extrema y falta de control puede derivar en crisis de ansiedad y un miedo persistente a que una tragedia similar se repita, afectando profundamente la vida diaria y las relaciones personales.
Depresión y duelo: pérdidas que van más allá de lo material
Para muchas personas, la DANA no solo significó perder propiedades, sino también recuerdos, proyectos de vida y estabilidad emocional. Estos factores pueden desencadenar procesos de duelo complejo y depresión. El duelo en estos casos no solo incluye la pérdida de bienes materiales, sino también de una forma de vida que les proporcionaba seguridad y confianza.
Aunque el camino de recuperación sea largo y complejo, existen herramientas que pueden ayudar a las personas afectadas por la DANA a reconstruir su bienestar emocional.
Algunas recomendaciones incluyen:
Buscar apoyo psicológico: profesionales de la salud mental pueden ayudar a las personas a procesar el trauma, trabajar con sus miedos y reconstruir una narrativa de resiliencia. La terapia cognitivo-conductual, en particular, ha demostrado ser efectiva para personas con TEPT.
Grupos de apoyo: unirse a otros que han pasado por la misma experiencia puede proporcionar un espacio seguro para compartir emociones y consejos sobre cómo gestionar los desafíos.
Ejercicio y autocuidado: mantener una rutina de autocuidado que incluya actividad física puede reducir los niveles de estrés y ansiedad. Las actividades como el yoga y la meditación también han mostrado beneficios para reducir la hipervigilancia.
Aceptar la vulnerabilidad: reconocer que algunas emociones, como el miedo y la tristeza, son normales y esperables en situaciones traumáticas puede ser el primer paso hacia la sanación.La resiliencia como camino hacia la recuperación
Es fundamental que las autoridades y la sociedad en general brinden recursos y apoyo a las personas afectadas para ayudarles a reconstruir sus vidas y a sanar emocionalmente. Solo así, las heridas invisibles de la tragedia podrán cicatrizar, y las personas podrán volver a encontrar seguridad y paz en sus entornos.
Las secuelas emocionales de una tragedia de tal magnitud, son tan profundas como los daños materiales que deja a su paso.
La clave está en reconocer, aceptar y atender estas heridas para poder avanzar.
El proceso de sanación es largo, pero no imposible, y recordar que no estamos solos en el camino hacia la recuperación puede hacer toda la diferencia.
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