La flora intestinal desempeña un importante papel en la salud, incluida la salud mental. Investigadores de la Universidad de Basilea y de las Clínicas Psiquiátricas Universitarias de Basilea (Suiza) han demostrado que los probióticos pueden reforzar el efecto de los antidepresivos y ayudar a aliviar la depresión.
Cuando fue visitado por lo que él llamaba "el perro negro", Winston Churchill apenas podía levantarse de la cama. No tenía energía, ni intereses, ni apetito. Aunque el primer ministro británico no inventó esta metáfora de la depresión, fue él quien la popularizó.
Los expertos utilizan la medicación y la psicoterapia para intentar ayudar a los pacientes a escapar del "perro negro", pero éste persiste en algunas personas. Por ello, los investigadores buscan formas de mejorar las terapias existentes y desarrollar otras nuevas.
Un enfoque prometedor es el eje microbioma-intestino-cerebro. Por microbioma se entiende el conjunto de microorganismos que viven en el cuerpo humano o sobre él, como la flora intestinal. Las bacterias intestinales pueden influir en el sistema nervioso, por ejemplo, a través de productos metabólicos.
En el estudio, publicado en la revista científica 'Translational Psychiatry', estos científicos suizos han demostrado que los probióticos pueden apoyar el tratamiento con antidepresivos.
Se sabe por estudios anteriores que los pacientes con depresión muestran una prevalencia de problemas intestinales y digestivos superior a la media. Si se implanta la flora intestinal de personas con depresión en ratones criados en condiciones estériles (es decir, sin flora intestinal), los animales también desarrollan un comportamiento similar al de la depresión.
Por ejemplo, son menos enérgicos y muestran menos interés por su entorno que sus compañeros. Por ello, los investigadores sospechan que la composición de la comunidad bacteriana del intestino desempeña un papel importante en los síntomas depresivos.
En su nuevo estudio, estos científicos investigaron sistemáticamente los efectos de los probióticos en pacientes con depresión. Todos los participantes eran pacientes y recibieron un probiótico (21 sujetos) o un placebo (26 sujetos) durante 31 días, además de antidepresivos.
Ni los participantes ni el personal del estudio sabían qué preparado estaban tomando durante todo el periodo de estudio. Los investigadores realizaron una serie de pruebas a los participantes inmediatamente antes del tratamiento, al final de los 31 días y de nuevo cuatro semanas después.
El análisis posterior demostró que, aunque los síntomas depresivos disminuyeron en todos los participantes gracias al tratamiento antidepresivo general, hubo una mayor mejora en los sujetos del grupo de probióticos que en los del grupo de placebo.
Además, la composición de su flora intestinal cambió, al menos temporalmente: en el grupo probiótico, el análisis de las muestras de heces reveló un aumento de las bacterias del ácido láctico al final del tratamiento, un efecto que se acompañó de una reducción de los síntomas depresivos.
Sin embargo, el nivel de estas bacterias intestinales beneficiosas para la salud volvió a disminuir en las cuatro semanas siguientes. "Puede ser que cuatro semanas de tratamiento no sean suficientes y que la nueva composición de la flora intestinal tarde más en estabilizarse", explica Anna-Chiara Schaub, una de las autoras principales del estudio.
Otro efecto interesante de la toma de probióticos se observó en relación con la actividad cerebral al ver caras neutras o temerosas. Los investigadores estudiaron este efecto utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf).
En los pacientes con depresión, ciertas regiones cerebrales para el procesamiento emocional se comportan de forma diferente que en los individuos con buena salud mental. Después de cuatro semanas de probióticos, esta actividad cerebral se normalizó en el grupo de probióticos pero no en el grupo de placebo.
"Aunque el eje microbioma-intestino-cerebro ha sido objeto de investigación durante varios años, los mecanismos exactos aún no se han aclarado del todo", dice Schaub.
Esta fue otra razón por la que los investigadores creyeron que era importante utilizar una amplia gama de bacterias en forma de probióticos, como las formulaciones ya disponibles en el mercado.
"Con el conocimiento adicional del efecto específico de ciertas bacterias, puede ser posible optimizar la selección de las bacterias y utilizar la mejor mezcla para apoyar el tratamiento de la depresión", remacha la investigadora.