Tristeza, irritabilidad, baja autoestima o falta de energía son algunas de las señales que alertan de que un niño o un adolescente padece depresión, el segundo trastorno mental más frecuente en esta población, por detrás de los trastornos de conducta.
Así lo han comentado expertos del programa 'Recurra-Ginso' con motivo de la celebración del Día Mundial para la Lucha contra la Depresión, quienes recuerdan que aproximadamente un 15 por ciento de la población infanto-juvenil muestra síntomas de depresión durante la infancia.
Sin embargo, y a pesar de que esta problemática está cada vez más presente entre los jóvenes, solo una proporción "muy reducida" recibe un tratamiento adecuado, debido principalmente a que la depresión en adolescentes no muestra la misma sintomatología ni señales que en los adultos, y por ello, muchas veces queda enmascarada y no se llega a detectar.
El origen de la depresión en menores puede ser muy diverso y estar relacionado con distintos factores tanto biológicos (antecedentes familiares con depresión, alteraciones genéticas o cambios hormonales) como psicológicos (baja autoestima, estilo cognitivo rumiativo, déficits en habilidades sociales o tendencia a experimentar estados emocionales negativos) o sucesos externos (situaciones estresantes en la vida de los menores; hechos traumáticos; problemas escolares; crisis políticas, económicas o guerras).
Según los expertos, las personas que han sufrido una depresión son capaces de vivir con normalidad y afrontar la enfermedad, si bien deben ser conscientes de que existen algunos factores de riesgo que pueden desencadenar que la depresión reaparezca en un futuro. Para evitarlo e intervenir a tiempo, tendrán que poner atención a posibles signos alarmantes que indiquen una recaída y buscar tratamiento antes de empeorar.
"En la actualidad, gracias a los diversos avances científicos, el tratamiento en la depresión es muy eficaz. Ofrecerle un espacio seguro al joven donde pueda expresar sus dificultades y emociones sin sentirse juzgado, y contar con ayuda de psicoterapeutas y farmacología, en caso de ser necesarios, permitirán que el menor pueda superar la depresión y en un futuro esa experiencia la reelabore, dotándole de una gran madurez y expectativas realistas", ha explicado la subdirectora clínica del Hospital de Día Retiro Recurra Ginso, Beatriz Urra.
Ahora bien, añade, en ocasiones, es complicado detectar la enfermedad en los más jóvenes, por lo que ha destacado la importancia de que los padres sean conocedores de ciertas señales que indican que su hijo puede estar sufriendo depresión como, por ejemplo, si está decaído o triste durante un periodo de tiempo alargado, presenta comportamientos agresivos u hostiles o realiza comentarios críticos o despectivos hacia sí mismo de forma continua.
Otras señales pasan por si el menor se culpabiliza de sus errores o se frustra con facilidad, tiene poco interés en actividades que antes le gustaban o con las que disfrutaba, se sienta cansado o su nivel de energía es más bajo, tiene pensamientos o expresiones sobre la muerte, disminución en el rendimiento escolar, o retraimiento, aislamiento y ganas de estar solo.
"Una adecuada intervención por parte de especialistas y el apoyo y acompañamiento de los familiares durante el proceso reducen significativamente los agravantes de la depresión en niños y adolescentes. Ante estos casos, los Hospitales de Día permiten realizar un tratamiento individualizado para el joven y su familia, combinando actividades, rutinas diarias y terapias individuales y grupales, que le ayudarán a identificar y gestionar sus pensamientos y emociones", ha zanjado Urra.