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Notas sobre Epistemología. Las teorías como estructuras: Paradigmas.

  • Autor/autores: Fernando Ruiz Rey.

    ,Artículo,Investigación,


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Artículo | Fecha de publicación: 19/03/2004
Artículo revisado por nuestra redacción

El positivismo y el neopositivismo buscaron la racionalidad del discurso científico en el inductivismo y la confirmación; el falsacionismo rechaza ambos, e intenta definir lo científico en base a la concepción de las teorías como conjeturas susceptibles de ser falsables. Estas dos aproximaciones epistemológicas pretenden ser independientes del contexto social en que se genera la actividad ci...



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El positivismo y el neopositivismo buscaron la racionalidad del discurso científico en el inductivismo y la confirmación; el falsacionismo rechaza ambos, e intenta definir lo científico en base a la concepción de las teorías como conjeturas susceptibles de ser falsables. Estas dos aproximaciones epistemológicas pretenden ser independientes del contexto social en que se genera la actividad científica, solo aceptan responsabilidad frente a la lógica y pueden ser consideradas como ahistóricas. Thomas S Kuhn (1922-1996) emprende un camino diferente, no se centra en el análisis lógico del lenguaje ni de la metodología científica, sino que recurre a la historia de la ciencia para encontrar en su estudio la posible racionalidad de esta, con este acercamiento Kuhn inicia el historicismo en la filosofía de la ciencia.



Kuhn sostiene que la historia no provee ningún apoyo a las proposiciones de las dos escuelas epistemológicas mencionadas y no confirma la afirmación del inductivismo de que el conocimiento científico se acumula progresivamente en el curso de las investigaciones científicas; según el análisis de este filósofo, el avance de la física y de otras ciencias, no ha ocurrido, ni por inducción ni confirmación, ni tampoco por falsación continuada de las teorías; por el contrario, para Kuhn, la ciencia ha progresado en su historia a saltos discontinuos en las concepciones científicas y presenta la dinámica de estos cambios en su mundialmente famoso libro: The Structure of Scientific Revolutions (1), publicado en 1962 con una segunda edición revisada en 1970, incluyendo un apéndice esclarecedor.



Para Kuhn (1) el estudio de la historia, si ha de ser significativo y útil en proveer una imagen adecuada de la ciencia, no puede ser reducido a una mera cronología o a una generalización del conocimiento como se presenta en los textos científicos. Es necesario revisar los documentos históricos que muestran la investigación misma, para conocer el origen y las circunstancias que rodean los descubrimientos científicos que habitualmente se presentan decantados en los textos corrientes de estudio como una simple acumulación de conocimiento y en forma prácticamente ahistórica.



Pero, al realizar los estudios históricos de esta manera, y al presentar la situación de la ciencia con toda la integridad y coherencia interna que presenta en un momento dado, se encuentran serias dificultades en precisar claramente cuando se producen los descubrimientos particulares, como, por ejemplo, el descubrimiento del oxígeno, o quién concibió por primera vez la idea de la conservación de la energía. Así mismo, se enfrentan problemas al tratar de distinguir en un momento histórico determinado, lo que constituye en una teoría el componente “científico”, de lo que posteriormente se califica de error o simplemente de “superstición”. Nos dice Kuhn: “Si estas creencias fuera de uso [descalificadas] se van a llamar mitos, entonces los mitos pueden ser generados por los mismos tipos de métodos y sostenidos por la misma suerte de razones que ahora conducen al conocimiento científico” y agrega, si estas “van a ser llamadas ciencia, entonces la ciencia ha incluido cuerpos de creencias bastante incompatibles con las que se sostienen hoy día” (1, pág. 2). Las teorías del pasado no son no-científicas por haber sido descartadas. Estos hallazgos de la investigación histórica amenazan peligrosamente la concepción del proceso científico como acumulación progresiva de conocimiento y constituyen una revolución historiográfica.



La descripción historiográfica muestra que aquellos periodos que Kuhn llama de “ciencia normal”, se caracterizan, porque la investigación realizada está firmemente basada en logros científicos, “que una comunidad científica reconoce por algún tiempo como la base del fundamento para la continuación de su práctica.” (1, pág. 10) Estos descubrimientos tienen tal significado e impacto que atraen a los científicos a realizar investigaciones en esa línea de actividad, estos no agotan el campo estudiado, sino que por el contrario, ofrecen una avenida para la prosecución de las investigaciones, ya que nunca se solucionan todos los problemas que plantea la naturaleza. A estos logros Kuhn se refiere con el término “paradigmas”, un concepto íntimamente ligado a la “ciencia normal”.



Los paradigmas son ejemplos aceptados de práctica científica vigente como es, por ejemplo, un conjunto de ley, teoría, aplicación e instrumentación, y que “proveen modelos desde los cuales emergen tradiciones coherentes de investigación científica.” (1, pág. 10) Por ejemplo, ¨la astronomía copernicana”, “la dinámica newtoniana”, etc. Los científicos que se forman y adhieren a un paradigma común comparten las mismas reglas y standards de práctica científica. Este compromiso y entrega que implica la adherencia a un paradigma, es un requisito para el desarrollo de la “ciencia normal”, “para la génesis y continuación de una tradición particular de investigación.” (1, pág. 11)



La adquisición de un paradigma aceptado por la generalidad de la comunidad científica es un signo de madurez de la ciencia, cualquiera que sea su campo de atención. Con ello se inicia el desarrollo de una ciencia madura, con una actividad teórica y de investigación, unificada y dirigida. El paradigma aglutina a las comunidades científicas y ayuda a organizar su actividad, con lo que pronto aparecen los congresos, las revistas especializadas, etc. Previo al establecimiento de una ciencia madura se encuentra un grupo de “escuelas” de ´científicos´preocupados de temas comunes, pero con enfoques dispares, sin coherencia, ni integración.

Cada una de estas escuelas es guiada “por algo muy parecido a un paradigma”(1. Pref. xi), con relación con una concepción metafísica particular, pero como se ha señalado, sin constituir un paradigma universal que unifique el campo estudiado.



Un paradigma se impone frente a otros paradigmas competitivos y es aceptado por la comunidad científica, no por ser exitoso en resolver un problema particular o muchos problemas, sino que porque ofrece de partida la promesa de éxitos futuros si se sigue su ejemplo. De aquí el nombre de paradigma, pero no solo en el sentido de ”modelo” o “patrón” que se repite o imita, sino más bien, como un modo de ver y de proceder para lograr descubrimientos y aumentar la articulación del paradigma mismo.



La tarea de la “ciencia normal” es precisamente efectuar la activación de la promesa que implica el paradigma adoptado. Señala Kuhn: “la investigación científica-normal está dirigida a la articulación de aquellos fenómenos y teorías que el paradigma ya provee.” (1, pág. 24) Por ejemplo, investigaciones dirigidas a desarrollar técnicas para probar predicciones desprendidas de la teoría, a calcular el valor de constantes y de leyes universales, a exploraciones en áreas que han sido productivas en los descubrimientos de la naturaleza y, también, a posibilitar la aplicación del paradigma a otras zonas de interés. Según Kuhn, el científico suele no ver los fenómenos que no calzan con el paradigma, ni tampoco es su meta el crear nuevas teorías, y se muestra “intolerante de aquellas inventadas por otros.” (1, pág. 24) El paradigma reduce el panorama a explorar, pero concentra la atención en un área acotada de la naturaleza, con investigaciones detalladas y en profundidad que de otra manera serían inimaginables.



La “ciencia normal” enfrenta problemas teóricos -y prácticos- que emergen en las dificultades de la correspondencia entre la teoría y la naturaleza que requieren de ajustes en la estructura conceptual del paradigma. Pero también el paradigma en si, necesita ser clarificado y ser formulado en forma lógica y matemáticamente adecuada para enfrentar los problemas que van surgiendo en el desarrollo de la ciencia. En la física los aportes de matemáticos y científicos como Gauss, Laplace, Lagrage y Euler hicieron posibles los ajustes que necesitó el paradigma newtoniano para sortear las dificultades mencionadas. Este ajuste y articulaciones que sufre el paradigma durante el curso de la ciencia normal no modifican el paradigma en forma substancial.



Las investigaciones realizadas durante el periodo de “ciencia normal” no generan verdaderamente resultados novedosos inesperados, aún considerando aquellas efectuadas para la articulación del paradigma. El paradigma funciona como una caja conceptual en la que ocurre la actividad científica cada vez más detallada, pero siempre dentro de los límites fijados desde el comienzo y que dirigen el curso de la ciencia en ese momento. Según Kuhn, la fascinación que ejerce la actividad científica normal no deriva de las novedades que resultan, sino de la manera como se logran los resultados anticipados, venciendo los “puzzles” (juegos de acertijo) matemáticos, conceptuales y técnicos instrumentales que se presentan.



Para Kuhn un puzzle es un problema para el cual hay solución, si no existe esta, no se trata de un puzzle. El paradigma que define a la ciencia se toma básicamente por dado, y los problemas que ofrece se supone poseen solución. Estos problemas son los únicos que la comunidad admite como científicos y alienta a resolverlos. Otros problemas, incluyendo los considerados standards anteriormente “son rechazados como metafísicos, como de incumbencia de otra disciplina o, a veces, como simplemente demasiado problemáticos para merecer tiempo [en estudiarlos].” (1, pág. 37) Por esta razón, la ciencia normal parece progresar tan rápidamente, los problemas planteados se sabe que tienen solución, esta depende de la habilidad e ingenio del investigador. Si se fracasa en lograr la solución esperada, se desacredita el investigador, no la ciencia.



Al igual que los puzzles, los paradigmas tienen “reglas del juego” para resolver los problemas. Estas son más amplias que en el juego propiamente tal, son más bien normas teóricas provenientes de la teoría, leyes y estilos metodológicos del paradigma; algo como “puntos de vista establecidos” o “supuestos” (1, pág. 39) . Pero, aún más, Kuhn habla de que el estudio historiográfico muestra en las comunidades científicas, compromisos a un nivel más alto que los ya mencionados, refiriéndose a supuestos “cuasi metafísicos”, como lo es para la física y la química, la concepción atomista y mecanicista del universo y del orden que en él existe. Estas normas y ´compromisos´ proveen reglas al investigador de una especialidad madura que le indican que, tanto el mundo como su ciencia, son similares, que puede concentrarse con seguridad en los esotéricos problemas que estas reglas y el conocimiento existente definen para él.” (1, pág. 42)



Pero Kuhn señala que las “reglas” a las que adhieren todos los practicantes de una especialidad científica en un momento dado, no especifican “todo lo que la práctica de estos especialistas tienen de común. La ciencia normal es una actividad altamente determinada, pero no tiene que estar enteramente determinada por las reglas........Las reglas, sugiero, derivan de los paradigmas, pero los paradigmas pueden guiar la investigación, aún en la ausencia de reglas.” (1, pág. 42)



Para Kuhn las “reglas” son abstracciones hechas de paradigmas compartidos por la comunidad científica en un momento dado. Para el historiador de la ciencia no es fácil identificar estas “abstracciones” e “interpretaciones” de los paradigmas; resulta más fácil para él, identificar un paradigma que lograr una interpretación o racionalización completa de él. Esto, entre otras razones, porque un paradigma no necesita la presencia de un grupo completo de reglas para su existencia y, los científicos no suelen ponerse de acuerdo en las interpretaciones del paradigma. Los científicos aprenden los paradigmas imperceptiblemente en el proceso educacional y entrenamiento profesional, el practicante científico los hace suyo intuitivamente. Dar una interpretación racional de lo que son estos paradigmas compartidos en la comunidad científica es una tarea ardua y básicamente no emprendida por los investigadores que viven los paradigmas en los que se han formado. Kuhn escribe: “Los paradigmas pueden ser previos, más obligatorios y más completos que cualquier conjunto de reglas para la investigación que pudieran ser abstraídas inequívocamente de ellos.” (1, pág. 46)

El nuevo especialista aprende los paradigmas de su ciencia durante el periodo de formación profesional, con el estudio y la práctica. De tal manera, que toda su actividad científica está impregnada por los paradigmas que guían sus investigaciones sin necesidad de explicitar reglas. Kuhn dice “que los paradigmas guían la investigación tanto por modelo [aplicación tácita], como por reglas abstraídas de ellos”. (1, pág. 47) Para Kuhn la formulación de reglas acaece fundamentalmente cuando los paradigmas se encuentran debilitados como en los periodos previos a la ciencia madura y durante las crisis y revoluciones científicas.



Los hallazgos “novedosos” de facto y teoría son los que eventualmente producen el cambio en el paradigma. Kuhn señala que en el estudio histórico de los “descubrimientos” “novedosos” en la ciencia -como el descubrimiento del oxígeno- se tienen problemas en precisar la fecha exacta y la autoría de ellos. Esto se debe a que en un descubrimiento, primero debe reconocerse que hay algo ahí, y luego determinar qué es eso, y para esto se requiere no solo de la observación, sino también de un ajuste conceptual; Kuhn dice que “si la observación y la conceptuación, hecho y asimilación a la teoría, están íntimamente ligados en el descubrimiento, entonces el descubrimiento es un proceso que debe tomar tiempo.” (1, pág. 55) Este proceso puede darse en el trabajo de un solo investigador, pero frecuentemente envuelve a varias personas en distintos períodos.



La ciencia normal no tiene por meta el descubrimiento de hechos nuevos o novedosos, si estos ocurren, comienzan como observaciones que no satisfacen las expectaciones del paradigma desde el que se trabaja, “la naturaleza ha violado de algún modo las expectaciones inducidas por el paradigma que gobierna la ciencia normal” (1, pág. 52)



Estas violaciones son llamadas por Kuhn, anomalías. Nos dice Kuhn: “Una novedad no anticipada, un nuevo descubrimiento, puede emerger solo en la extensión de que sus anticipaciones [del paradigma] acerca de la naturaleza , y sus instrumentos han fallado.” (1, pág. 96)



Con el progreso de la ciencia normal se generan equipos técnicos y equipos elaborados, se comparte un lenguaje especializado común y un refinamiento conceptual que conduce a una práctica científica rígida con disminución de la “visión” del científico. En estas circunstancias el investigador sabe con precisión que esperar de sus investigaciones, si algo sale mal lo es en relación al paradigma. Entre más preciso y detallado es el paradigma, más sensitivo es en detectar anomalías. Las anomalías sólo surgen en contradicción al paradigma imperante y, por ello, encuentran la resistencia de la tradición. Esta resistencia garantiza que el estudio de la anomalía penetre profundamente el conocimiento existente. La prosecución del estudio de una anomalía con la emergencia gradual y simultánea de su reconocimiento observacional y ajuste conceptual necesario para su comprensión teórica, lleva al descubrimiento completo y, con ello, al cambio del paradigma.



La ciencia normal no es una empresa monolítica, ni unificada; no sólo una ciencia tiene varios paradigmas, sino que también un científico durante su educación es expuesto a distintos paradigmas al leer distintos textos que describen diferentes logros de la ciencia y a distintas aplicaciones del paradigma central a diversas especialidades; Kuhn escribe: “un paradigma para muchos grupos científicos [diversas especialidades], no es el mismo paradigma para todos ellos.” (1, pág. 50) De tal manera, que cuando una anomalía -como en el caso de los descubrimientos novedosos- afecta un paradigma en un modo de aplicación, y se debe reajustar para acomodar el fenómeno anómalo, el cambio de paradigma es sólo local, no obliga un cambio dramático del paradigma central.



Cuando las anomalías surgen con frecuencia amenazando amplia y seriamente al paradigma, y la resolución de los problemas puzzles no resulta ya satisfactoria (situación inevitable en el curso de la ciencia normal que avanza intentando -desde el paradigma tradicional- escudriñar la naturaleza ), se debilita el paradigma de la ciencia, crece el malestar en la comunidad científica y se entra en lo que Kuhn llama “crisis en la ciencia”. Los paradigmas inevitablemente enfrentan dificultades en coger y explicar la naturaleza, por lo que las anomalías surgirán siempre, al igual que los puzzles sin resolverse; especialmente cuando el paradigma se ha vuelto rígido. Pero la sola presencia de estos problemas no significa una crisis en la ciencia; muchas veces se ignoran o se dejan para ser resueltos en el futuro. Un ejemplo de esta situación es la incongruencia de la teoría newtoniana y el perihelio de Mercurio, un problema que no desbancó el paradigma de la mecánica clásica y que fue posteriormente resuelto satisfactoriamente por el paradigma de la relatividad de Einstein. Solo cuando la situación alcanza tal grado de dificultades y debilitamiento del paradigma, se entra en crisis y confusión. Kuhn señala, además, que las circunstancias externas a la ciencia juegan un papel importante en los cambios de paradigmas, estas “pueden influir en el rango de alternativas disponibles al hombre que busca terminar la crisis proponiendo una u otra reforma revolucionaria” (1. Pref. xii) y como la revolución copernicana y la reforma del calendario en ese tiempo (situación externa) muestran que las circunstancias sociales (tecnológicas, económicas, prácticas e intelectuales) “pueden ayudar a transformar una mera anomalía en una fuente de crisis aguda”. (1. Pref. xii)



Durante los periodos de crisis comienzan a aparecer explicaciones diferentes a las del paradigma tradicional, pero la comunidad científica continúa aferrándose a la tradición, Según Kuhn “una vez que ha alcanzado el status de paradigma, una teoría científica es declarada inválida solo si una teoría alternativa es disponible para tomar su lugar.......La decisión de rechazar un paradigma ocurre siempre simultáneamente con la decisión de aceptar otro, y el juicio que lleva a esta decisión, envuelve la comparación de ambos paradigmas entre si, y con la naturaleza.” (1, pág. 77) No hay investigación en ausencia de paradigma.

Durante el periodo de crisis abundan los ajustes parciales del paradigma y las modificaciones ad hoc que intentan salvar la tradición, y también se fortifican las reglas con la esperanza de resolver las dificultades. Si los problemas se resisten a desaparecer, la confusión se generaliza en la comunidad científica, aumenta el descontento y el desaliento entre los investigadores; Kuhn cita a Wolfang Pauli meses antes de la publicación de la teoría de Heisenberg de la matrices matemáticas en la mecánica cuántica: “En este momento la física está otra vez en una terrible confusión. En todo caso, es muy difícil para mi, y hubiera preferido haber sido un comediante de cine o algo por el estilo y nunca haber oído hablar de física.” (1, pág. 84)



Algunas veces la ciencia normal puede resolver la crisis, otras veces deja de lado las dificultades para una solución futura cuando el instrumental disponible sea más sofisticado y, otras, simplemente llevan al cambio total del paradigma: al periodo de la revolución. Esta revolución no intenta reajustar el paradigma tradicional, sino que “más bien es una reconstrucción del campo desde fundamentos nuevos, una reconstrucción de algunas de las generalizaciones teóricas más elementales, como también muchos de los métodos y aplicaciones de sus paradigmas.....Cuando la transición es completa, la profesión habrá cambiado su visión del campo, sus métodos y sus metas.” (1, pág. 85) Los científicos ya no ven la misma cosa de manera diferente, sino que simplemente ven de manera distinta.



El debilitamiento del paradigma, la pérdida del rigor en las normas de investigación, la carencia de una guía clara y segura para el trabajo científico conduce al investigador a generar teorías especulativas para resolver los problemas que se han enfrentado: etapa de investigaciones extraordinarias, que si son exitosas, estimulan en la prosecución de las investigaciones de las anomalías y abren camino para la eventual emergencia de un nuevo paradigma. Más de las veces estas investigaciones son infructuosas, lo que aumenta el estado de crisis y confusión; surgen las preguntas por los fundamentos de la ciencia y las disquisiciones filosóficas.



El nuevo paradigma surge raramente de las estructuras que se han ido formando como resultantes del estudio exitoso de las anomalías, lo habitual es que el nuevo paradigma emerja de una vez, repentinamente, “en el medio de la noche, en la mente del hombre profundamente inmerso en la crisis.” (1, pág. 90) Muy frecuentemente en los científicos muy jóvenes, o muy nuevos en el campo del paradigma que cambian, en aquellos con un compromiso muy leve con el paradigma que se supera.



Al proponerse un nuevo paradigma solo se puede describir lo que sería la ciencia desde su perspectiva, no hay argumentos fuera de los paradigmas -nuevo y tradicional- que puedan decidir de una manera lógica, neutral e inequívoca la validez de uno o del otro. Kuhn aclara que no toda teoría nueva implica un cambio de paradigma, puede ser una teoría acerca de un área nueva que no transforma el paradigma básico, o puede ser una teoría de alto nivel que combina teorías sin cambiar los paradigmas.



La emergencia de un nuevo paradigma que reemplaza -en forma incompatible- total o parcialmente un paradigma tradicional, puede parecer un simple desarrollo al que mira la ciencia desde fuera, pero desde la ciencia misma es una verdadera revolución, una manera nueva de ver y de pensar la situación científica y sus problemas, incluyendo naturalmente, un cambio en la definición de los problemas, en la metodología y en los standards de solución aceptados. La aceptación de un nuevo paradigma requiere a menudo una revisión de la ciencia correspondiente. La nueva ciencia normal que emerge después de una revolución, no solo es incompatible con la dejada atrás, sino que es “a menudo de hecho, inconmensurable” (sin medida común). (1, pág. 103) Por ejemplo, los problemas no resueltos por un paradigma tradicional no son los mismos que los del paradigma nuevo, por lo que los debates entre paradigmas que siempre envuelven la pregunta: ¿qué problemas son más importante de resolver? no puede responderse desde la ciencia misma, la pregunta implica un juicio de valores cuyo criterio yace fuera del campo de la ciencia.



El proceso del conocimiento durante la ciencia normal es acumulativo, este conocimiento es el resultado de las investigaciones inspiradas y dirigidas por el paradigma. Cuando se produce la revolución y se acepta un nuevo modo de ver la ciencia y sus problemas, hay un replanteamiento de la situación científica y una quiebra del proceso acumulativo del saber. Si se necesita una nueva teoría para resolver una anomalía, las consecuencias de esta teoría -nuevo paradigma- serán lógicamente distintas de las del paradigma anterior. Kuhn usa como ejemplo el cambio de paradigma de la dinámica newtoniana a la dinámica de Einstein. El paradigma einsteiniano es una concepción completamente diferente de la dinámica, aunque aparentemente ambos usen palabras comunes como masa, fuerza, gravedad, etc.; estas palabras tienen un significado completamente diferente en los dos paradigmas.



Con la aceptación de un nuevo paradigma se produce un cambio en el científico que afecta su modo de ver, de percibir y de manejar el mundo de la ciencia en que se encuentra. Una vez aceptado el nuevo paradigma, la visión de su mundo a través del paradigma antiguo, pierde vigencia y posibilidad. Kuhn usa varios ejemplos de la historia de la ciencia para ilustrar este punto, uno de ellos es el descubrimiento del planeta urano; un cuerpo celeste había sido visto en varias oportunidades entre los años 1690 y 1781 en lo que más tarde sería identificado como la trayectoria de urano, se pensó que era una estrella fija; en 1781 William Herschel vio un cuerpo celeste que se movía y anunció que había visto un nuevo cometa; meses más tarde Lexell sugirió que la órbita del cometa correspondía más bien a un planeta; cuando esta sugerencia fue aceptada, los astrónomos empezaron a ver un planeta, no un cometa, ni una estrella fija. Otro ejemplo usado por Kuhn es el del péndulo de Galileo, este físico vio, en la lámpara oscilante de la catedral de la ciudad de Pisa, un péndulo, en cambio un aristotélico hubiera visto en la lámpara, un cuerpo pesado que busca infructuosamente su lugar natural cerca del centro de la . (1, pág. 115 y siguientes)

En la revolución científica el investigador no hace una interpretación diferente de datos individuales y estables. Los datos recogidos son percibidos y entendidos desde un paradigma, una lámpara oscilante es un péndulo, no un cuerpo pesado cayendo al centro de la. Los datos científicos son entonces variables y diferentes, y cualquier interpretación presupone un paradigma. De tal manera que, las interpretaciones que se hagan, solo articulan el paradigma, pero no lo corrigen: los paradigmas no son corregibles por la ciencia normal. La ciencia normal lleva al reconocimiento de las anomalías que no se resuelven por deliberación ni interpretación, sino que: “por un suceso relativamente repentino y desestructurado como un cambio de Gestalt (Gestalt switch).” (1, pág. 122) Una nueva intuición.

La experiencia sensorial no es fija ni neutral, depende del paradigma que guía la observación y la experimentación del investigador. Las medidas que éste efectúa no son de “lo dado” por la experiencia espontánea, sino que son el fruto de un trabajo dirigido por el interés particular del científico que selecciona, opera y conceptualiza desde un paradigma. No existe tal cosa como un “lenguaje puro” de observación, esta es siempre determinada por el paradigma. Si el investigador utiliza el mismo instrumental y medidas de un paradigma superado, los resultados obtenidos son “vistos” desde una perspectiva diferente y son, por lo tanto, distintos.

Las revoluciones en ciencia no son, sin embargo, claramente percibidas, fundamentalmente, porque los textos científicos son escritos desde el paradigma triunfante, y las pocas notas históricas que en ellos se encuentran son seleccionadas en cuanto contribuyeron a la crisis y emergencia del nuevo paradigma. Kuhn escribe: “...cada revolución científica altera la perspectiva histórica de la comunidad que la experimenta.” (1. Pref.xi) Los textos científicos se reconstituyen cada vez que nace un nuevo paradigma. En base a estos libros se tiene la impresión que el progreso científico ha sido acumulativo. El uso, por ejemplo, de los conceptos de espacio y tiempo se encuentra tanto en el paradigma de la física clásica, como en la teoría de la relatividad. Einstein usó los mismos vocablos que Newton, no definió los conceptos, pero les dio un significado totalmente diferente. A simple vista pareciera que se trata de los mismos “datos”, pero en verdad, no lo son; ni la teoría de la relatividad es un crecimiento acumulativo de la teoría newtoniana.

El cambio de adherencia de un paradigma a otro, no ocurre fácilmente, los científicos se han formado y practicado en el seno de un paradigma por lo que resulta difícil abandonar un modo de pensar y ver la situación científica; el proceso de conversión no puede ser forzado. Kuhn ilustra este punto con una cita de Max Planck: “una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes, mostrándoles la luz, sino que más bien por la muerte eventual de sus oponentes, y el advenimiento de una nueva generación que está familiarizado con ella.” (1, pág. 151; Max Planck; Scientific Autobiography and Other Papers, trans. F. Gaynor (New York, 1949), pp. 33-34)

Durante el periodo de revolución los científicos realmente someten a pruebas el paradigma solo cuando ocurren fallas persistentes en la solución de problemas puzzles y se ha producido una crisis con aparición de paradigmas competitivos. Pero esta prueba no consiste nunca en la comparación de un paradigma con la naturaleza, sino que “la prueba ocurre como parte de la competencia de dos paradigmas rivales por la adhesión de la comunidad científica.” (1,pág. 145) Kuhn rechaza el verificacionismo por no sólo ser imposible realizar todas las pruebas imaginables para asegurar la verificación de la teoría por los datos naturales, sino que también, porque este considera los datos naturales como independientes de las teorías a verificar, con lo que también rechaza la versión probabilística del verificacionismo, esto es, la probabilidad de verificación en vista de las evidencias disponibles. Kuhn tampoco acepta el falsacionismo de Popper, ya que las teorías no son nunca perfectas y contienen problemas puzzles propios de la ciencia normal, de tal modo que, las falsaciones no necesariamente conducen al abandono del paradigma.

La elección entre paradigmas rivales no puede recurrir a pruebas, ya que estas son siempre dependientes de un paradigma, en otras palabras no existen pruebas fuera de los paradigmas en disputa. Los standards o definiciones de ciencia son distintos según el paradigma que se considere, así como también los problemas que los paradigmas deben resolver. Hay una inconmensurabilidad básica entre paradigmas diferentes, aún cuando el nuevo paradigma utilice aparatos conceptuales y manipulativos que pertenecieron al paradigma desplazado, como ya se ha señalado, estos cobran un sentido y significado distinto al cambiar de paradigma. En el mejor de los casos en esta situación, la comunicación entre paradigmas competitivos es inevitablemente parcial. Pero para Kuhn la inconmensurabilidad de los paradigmas en cambio revolucionario es verdaderamente profunda, los científicos adherentes a paradigmas en disputa viven en dos diferentes mundos de referencia, ven distintas cosas y no hay posibilidad de un diálogo racional, de argumentos y contra argumentos, Por esta razón, la transición entre paradigmas es una verdadera “conversión”, un cambio que no puede hacerse paso a paso, siguiendo una lógica o una experiencia natural. Es, dice Kuhn: “como un cambio de Gestalt, debe ocurrir de una vez (aunque no necesariamente en un instante) o no ocurrir del todo.” (1, pág. 150)

Uno de los argumentos más eficaces en producir la conversión de paradigma es mostrar que el nuevo paradigma resuelve los problemas que condujeron a la crisis del paradigma anterior, y esto es más efectivo si lo hace en forma cuantitativa precisa. Sin embargo, este argumento no suele ser suficiente, porque el nuevo paradigma no siempre ayuda de inmediato a resolver los problemas que provocaron la crisis. Otro argumento es señalar que el nuevo paradigma puede permitir la predicción de un fenómeno completamente insospechado mientras prevalecía el antiguo paradigma. Kuhn también menciona el aspecto estético del nuevo paradigma como un factor subjetivo que influye al cambio: más “simple”, más “nítido.”

Pero Kuhn recalca que en el debate acerca de paradigmas rivales lo más importante es determinar cual paradigma debe guiar en el futuro la investigación de problemas, muchos de los cuales ninguno de los paradigmas en competencia resuelven completamente. Esta es una decisión que debe ser basada más en una promesa futura que en logros pasados. El científico debe “tener fe en que el nuevo paradigma tendrá éxito con los grandes problemas que confronta, sabiendo solo que el antiguo paradigma ha fallado con unos pocos. Una decisión de este tipo solo puede hacerse con fe (can only be made on faith)” (1, pág. 158)



Kuhn sostiene que la crisis no es suficiente para que ocurra el cambio de paradigma: “Debe haber también una base, aunque no necesita ser ni racional ni ser finalmente correcta, por fe en el candidato particular elegido [paradigma]. Algo debe hacer sentir, al menos a unos pocos científicos, que la nueva propuesta está bien encaminada y, a veces, son solo consideraciones estéticas personales no articuladas las que lo hacen.” (1, pág. 158)



Esto no significa que el nuevo paradigma triunfa finalmente en base a estas consideraciones, pero en un comienzo el nuevo paradigma necesita reclutar unos pocos científicos que lo desarrollen y eventualmente generen argumentos más firmes para la conversión del resto de la comunidad. Si el paradigma que emerge está destinado a ganar la batalla, se irán generando nuevos argumentos persuasivos a su favor, crecerá la comunidad de convertidos y la exploración del paradigma crecerá. Con el cambio de paradigma a menudo desaparecen algunos problemas, se puede estrechar el área de preocupación profesional de la comunidad, aumentando la especialización y limitando la posibilidad de comunicación con grupos científicos y legos. La ciencia crece en profundidad, si lo hace en amplitud, se generan subespecialidades.



El cierre del periodo de revolución ocurre con la aceptación del nuevo paradigma triunfante que guiará la ciencia en el nuevo periodo de ciencia normal. Kuhn enfatiza la importancia fundamental de la presencia de un paradigma unificador en la ciencia normal que guíe la investigación y el entrenamiento profesional de la nueva generación de científicos. El paradigma protege en cierto modo a la comunidad científica de interferencias sociales externas, lo que le permita a esta a concentrarse en la articulación del mismo y en los problemas no resueltos, que con buenas razones cree que podrá solucionar. Por estas características, la actividad de la ciencia normal es fructífera y genera progreso en el conocimiento científico, que como ya se ha mencionado, según Kuhn, es acumulativo durante este periodo de la ciencia.



Pero también se genera progreso durante el periodo de revolución de la ciencia. Kuhn señala que los científicos que adhieren al nuevo paradigma consideran que el cambio ha implicado un progreso. De acuerdo a Kuhn la comunidad científica, entre muchas otras características, posee un interés especial por resolver los problemas en detalle de la conducta de la naturaleza y ha adquirido un entrenamiento especializado para ello, y en virtud de esto, y de la experiencia, tiene el reconocimiento de poseer una “competencia profesional única” y constituye “el árbitro exclusivo de los logros profesionales” (1, pág. 168). Y esta comunidad es la que reconoce un progreso en el nuevo paradigma.



Kuhn señala que la “unidad de logro científico es el problema resuelto” (1, pág. 169), por lo que para la comunidad científica, la resolución de problemas de una teoría es una consideración de especial importancia. Cuando se ha desencadenado la crisis y ha emergido un paradigma rival, la comunidad que se resiste a abandonar el antiguo paradigma que ha resuelto muchos problemas, no será convencida de cambiar, al menos, que se cumplan dos condiciones: “Primero, el nuevo candidato [paradigma] debe parecer resolver algún importante y reconocido problema que no puede ser abordado de otra manera. Segundo, el nuevo paradigma debe prometer preservar una buena parte de la habilidad concreta de resolución de problemas que se ha acumulado en la ciencia por sus predecesores.” Por esto, los nuevos paradigmas usualmente conservan “una buena porción de las partes más concretas de los logros pasados y siempre permiten, además, la adición de otros modos concretos de resolución de problemas.” (1, pág. 169)



Kuhn agrega que como ha afirmado, esta resolución de problemas “no es una base única o inequívoca para el cambio de paradigma”; ya ha dado muchas razones para que no haya un criterio de este tipo. “Pero esto sugiere que una comunidad de científicos especialistas hará lo posible para asegurar el crecimiento continuo de los datos reunidos que se pueden tratar con precisión y detalle.” (1, pág. 169-170) Kuhn sostiene que: “la naturaleza de tales comunidades [de científicos] provee una garantía virtual que ambos, la lista de problemas resueltos por la ciencia y la precisión de la solución de problemas individuales, crecerá y crecerá.” (1. pág. 170)



El progreso de la ciencia para Kuhn no es acumulativo (excepto, y transitoriamente, durante el periodo de la ciencia normal), ni se trata de un acercamiento progresivo a la verdad. Con la actividad científica se genera un progreso diferente; Kuhn escribe: “En ciencias no se necesita que haya un progreso de otro tipo. Nosotros tenemos, para ser más preciso, que abandonar la noción, explícita o implícita, que los cambios de paradigma conducen a los científicos y aquellos que aprenden de ellos, más y más cerca de la verdad.” (1, pág. 170) Kuhn propone una concepción evolutiva del progreso de la ciencia. El proceso que Kuhn describe en su análisis historiográfico de la ciencia es caracterizado por el autor como evolutivo: “desde un comienzo primitivo - un proceso cuyas etapas sucesivas se caracterizan por un creciente, detallado y fino entendimiento de la naturaleza”....”un proceso de evolución hacia nada.”...”sin el beneficio de una determinada meta, una verdad científica fija y permanente.” Esta evolución de la ciencia no tiene meta, y no tiene por qué tenerla, según Kuhn. La sucesión de ciencia normal, crisis y revoluciones de este proceso evolutivo, “están marcados por un aumento en la articulación y la especialización.” (1 pág. 172-173)



Kuhn no intenta en su libro estudiar por qué la naturaleza permite el conocimiento científico, pero afirma que: “Cualquier concepción de la naturaleza compatible con el crecimiento de la ciencia por pruebas es compatible con la perspectiva evolutiva de la ciencia...” (1, pág. 173)

The Structure of Scientific Revolutions se ha traducido a varias lenguas y ha sido extensamente estudiado y analizado; la nueva perspectiva que abrió Kuhn en la filosofía de la ciencia constituyó un verdadero desafío a la concepción tradicional de la racionalidad de la ciencia, y generó muchas críticas. Kuhn intenta contestar a algunas de estas críticas en un Postscript, escrito en 1969 e incluido como apéndice en las publicaciones posteriores de su obra principal.



Kuhn, por ejemplo, reconoce que la noción de paradigma conlleva una circularidad: la comunidad de científicos consiste en un grupo que comparte un paradigma, y un paradigma es caracterizado como lo que comparte una comunidad científica. Kuhn señala que en verdad, el estudio de la estructura de la comunidad científica se debe hacer, y se ha ido haciendo, por estudios sociológicos, pero intuitivamente se tiene la noción de que una comunidad de este tipo está conformada por los intereses comunes, la formación profesional, la literatura especializada, etc. También Kuhn señala que las comunidades en las que se despliega la dinámica evolutiva que el propone con los cambios de paradigmas, son comunidades de trabajo especializadas y no las sociedades en gran escala (sociedad de ciencias naturales, sociedad de física, etc.). También reconoce que en el periodo de “pre-paradigma”, los diferentes grupos o “escuelas”, poseen elementos compartidos: “un paradigma”. El paso a ciencia madura está dado por la adquisición de un paradigma que identifica problemas puzzles y provee las claves para resolverlos.



Ante la crítica de que la noción de paradigma es usada en varios sentidos y resulta un concepto confuso, Kuhn escribe que muchas de estas variaciones solo se deben a inconsistencias estilísticas y son fácilmente corregibles. Sin embargo, reconoce dos usos muy diferentes del término paradigma. Uno se refiere a lo que da a una comunidad científica una relativa plenitud a su comunicación profesional y una relativa unanimidad a sus juicios profesionales. A este sentido amplio del uso del término paradigma, Kuhn propone denominarlo “matriz disciplinaria”. (1, pág.182) En esta matriz disciplinaria se pueden distinguir varios componentes, entre otros, “las generalizaciones simbólicas”; estas son componentes formales o formalizables de la matriz que se expresan, por ejemplo, como leyes de la naturaleza o manera como se conducen los fenómenos de la naturaleza (f=ma -segunda ley del movimiento de Newton-), pero que van más allá de esta función, ya que permiten definir los símbolos que entran en la ecuación. Otro componente de la matriz es lo que Kuhn había denominado “paradigmas metafísicos”, que los describiría ahora como creencias en “modelos particulares” y lo ampliaría para incluir modelos “heurísticos”; ejemplo de un modelo para el periodo clásico es: “las moléculas de un gas actúan como pequeñas bolas elásticas de billar en movimiento al azar.” (1, pág. 184)



También incluye Kuhn como componente de la matriz lo que describe como “valores”. Los valores son compartidos por muchas comunidades; están presentes todo el tiempo en la actividad científica, pero muy especialmente en los momentos de crisis. Entre estos valores menciona: el carácter de las predicciones, más bien cuantitativas que cualitativas; el margen de error aceptable en los experimentos; utilidad de las teorías por los problemas puzzles que puede resolver; la simpleza de la teoría, su consistencia y plausibilidad; etc. Los valores aunque compartidos por todos los miembros de la comunidad son aplicados en distinta forma por los científicos individuales. Esta aplicación de los valores es influida a veces considerablemente por la personalidad y rasgos biográficos de los miembros. Kuhn agrega que los ataques hechos a su concepción epistemológica de ser subjetivista e irracional ignora dos características propias del juicio de valores en cualquier campo y que no justifican la crítica; esto es, los valores compartidos por un grupo influyen fuertemente la conducta individual y la variación en la aplicación de los valores otorga flexibilidad, en ciencia muy necesaria para proceder en los momentos de crisis.



El último componente de la matriz disciplinaria mencionado por Kuhn lo constituyen aquellos procedimientos concretos de resolución de problemas que los estudiantes aprenden en su entrenamiento profesional. Para el filósofo este aspecto fue lo que le llevó a usar el término paradigma en primer lugar, pero ahora lo cambia por “ejemplares” (“exemplars”).



El segundo sentido como Kuhn ve el uso del término paradigma en su libro es lo que ahora llama “ejemplares”, y que correspondería más fielmente al término en cuestión. Los ejemplares son aquellos modos de resolver problemas aprendidos por los estudiantes durante su entrenamiento; no se trata solo del aprendizaje de una teoría o ley, sino en la aplicación de la ley en situaciones diferentes, con lo que se va explorando la naturaleza y aprendiendo por analogía, y, lo más significativo, se va aprendiendo un modo de ver las situaciones físicas. El ejemplo que usa Kuhn para ilustrar este punto, es la Segunda Ley del Movimiento de Newton: f=ma; al aplicarla a distintas situaciones, caída de cuerpos, péndulos, etc. y sufrir las manipulaciones matemáticas necesarias, el estudiante ve las similitudes en las distintas situaciones y aprende un modo de concebir los problemas naturales. Este aprendizaje no es exclusivamente verbal: “la naturaleza y las palabras se aprenden juntas”, es lo que Kuhn, siguiendo a Michael Polanyi, llama “conocimiento tácito”. (12, pág. 191)



El conocimiento tácito no es según Kuhn, ni subjetivo, ni imposible de analizar objetivamente, como se le ha criticado. Este conocimiento no se trata de intuiciones individuales, sino de un modo compartido de ver, y está condicionado por la educación y contexto cultural, y es analizable como lo es el proceso de la percepción psicológica, también igualmente condicionada: hay una elaboración desde el “estímulo” puro que incide en el sistema nervioso hasta la percepción completa. El conocimiento tácito se aprende y puede también cambiar por la educación y la experiencia.



Sin embargo, los críticos de Kuhn señalan, que a pesar de las aclaraciones, el concepto de paradigma es vago y es usado en numerosos sentidos en la obra del filósofo que incluyen aspectos concretos acerca de como resolver problemas, aspectos ontológicos acerca de la concepción del mundo y sus leyes, y aspectos sociológicos.

Esta falta de claridad conceptual del elemento básico de la concepción kuhniana, no solo entorpece su inteligibilidad, si no que también, agrava aún más, la dificultad en identificar las unidades historiográficas de cambio (Kuhn: “paradigma”; Lakatos: “programa de investigación científica”; Laudan: ”tradición de investigación”) en la historia de la ciencia, esencial para una teoría historiográfica de la epistemología.



En lo referente a la acusación de irracionalidad en la elección del nuevo paradigma como consecuencia de la inconmensurabilidad entre ellos y generar mundos distintos en sus adherentes, Kuhn argumenta que, si bien es cierto que no se puede recurrir a un algoritmo neutro que permita la elección de los paradigmas, esto no significa que no hayan “buenas razones” para hacer la elección; estas razones son para él, los valores (simplicidad, precisión, productividad, etc.), y agrega que es la comunidad de especialistas más que el individuo, quien toma la decisión efectiva: “Lo que se debe entender, sin embargo, es la manera por la cual un conjunto de valores particulares compartidos, interactúa con las experiencias particulares compartidas por una comunidad de especialistas para asegurar que la mayoría de los miembros del grupo encontraran finalmente un conjunto de argumentos más decisivos que otro.” (1, pág. 200)



La inconmensurabilidad -que significa la imposibilidad de comunicación en grupos que adhieren a paradigmas rivales-, de acuerdo a Kuhn, la resuelven los científicos siendo “traductores”, esto es, identificando primero los términos y los resultados de investigaciones de los paradigmas en competencia: inconmensurables, y luego mediante el lenguaje diario común explicarlos, y así, eventualmente, aprender a ver la posición del otro científico partidario del paradigma opuesto. De esta manera, es posible la “persuasión” que ahora Kuhn la distingue de la “conversión”. La persuasión convence intelectualmente al científico traductor de la vialidad de estas nuevas experiencias, pero aún no tiene el convencimiento profundo de la visión del mundo nuevo que ofrece el otro paradigma, para llegar a ella, se necesita la conversión, el cambio de Gestalt.



Kuhn se defiende de la acusación de relativismo en el proceso de cambio de paradigmas que propone, insistiendo en que la elección se hace en base a los valores ya mencionados, y especialmente, la capacidad de resolver problemas. Kuhn afirma que cree en el progreso de la ciencia, y escribe: “ No tengo duda, por ejemplo, que la mecánica de Newton mejora la de Aristóteles y que la de Einstein mejora la de Newton como instrumentos para resolución de problemas.” (1, pág. 206) Pero Kuhn rechaza explícitamente la concepción ontológica de la ciencia avanzando hacia “la verdad”, en tanto las teorías se van correspondiendo más y más a “la realidad” (la idea de “realidad” es dependiente de una teoría).



La proposición epistemológica de Kuhn ha tenido particular popularidad, tal vez, por la propicia cultura posmodernista de la época, y como señala Chalmers (2), Kuhn ha descrito acertadamente el trabajo científico de la ciencia normal que no cuestiona lo fundamental y avanza fructíferamente. Según este filósofo, también las ideas de Kuhn captan más convincentemente que el falsacionismo de Popper, la situación de la astrología con respecto a la ciencia, o sea, el sistema kuhniano ofrece un criterio de demarcación más convincente que el popperiano. Según el falsacionismo la astrología no sería una ciencia, porque o, es infalsable o bien, porque es falsable y se demuestra falsa. Pero Kuhn señala que durante el Renacimiento, cuando la astrología se practicaba seriamente, esta hacía predicciones falsables, y muchas veces se demostraron falsas; si se usara este criterio para eliminar a la astrología del mundo de la ciencia, también deberían eliminarse las ciencias mismas, porque estas hacen muchas observaciones y experimentos problemáticos. Kuhn propone que la diferencia entre la astrología y la astronomía, es que los astrónomos pueden aprender de sus errores, no así los astrólogos. Los astrónomos poseen un paradigma que les permite desarrollar métodos para encontrar las soluciones a los problemas que se presentan. De este modo, de acuerdo con Chalmers: “La “ciencia normal” de Kuhn sirve, por tanto, para identificar un elemento crucial de la ciencia.” (2, pág. 114)



Chalmers (2, pág. 115) también comenta que la descripción de Kuhn de las revoluciones de la ciencia es correcta, en cuanto a que las revoluciones involucran un cambio de las afirmaciones que se hacen y, más radicalmente, del tipo de entidades que se suponen constituyen el mundo, y proveen una base para formular explicaciones, desarrollar métodos y realizar pruebas apropiadas.



En una visión general, la concepción epistemológica de Kuhn es bastante atractiva, pero en un análisis más minucioso, surgen numerosas situaciones equívocas e inconsistencias que requerirían una mayor elaboración. Sin embargo, entre las críticas más serias que se han lanzado contra Kuhn es la de caer en el relativismo, una posición de modo alguno confortable para ningún filósofo.



Como ya hemos visto, Kuhn declara en su Postscript que cree firmemente en el progreso de la ciencia y se defiende de la acusación, aclarando -pero reiterando su posición básica- de que el progreso ocurre solucionando los problemas que se encuentran en la naturaleza y por los “valores” del grupo que conforman las decisiones de los científicos individuales entrenados para elegir lo mejor. Los problemas que la ciencia resuelve están definidos en la teoría de Kuhn, por el paradigma, y Kuhn mismo había señalado que este no es un criterio absoluto.



Kuhn, sin embargo, escribe ahora, que “la precisión en la predicción, particularmente de predicción cuantitativa; el balance entre problemas esotéricos y temas de materia diaria; y el número de problemas diferentes que resuelve” (1, pág. 206) serían los criterios que posibilitarían a un observador no comprometido distinguir un período posterior -más avanzado- de uno anterior, en la historia de las ciencias; la continuación de esta línea de pensamiento puede conducir a un tipo de objetividad de los paradigmas, pero enfatizar la idea de conversión o cambio de Gestalt con los valores del grupo, de la cultura y de los científicos particulares, jugando un papel importante en la elección de paradigmas, lleva a involucrar criterios ajenos a la ciencia para explicar su dinamismo y progreso, a una racionalidad externa, “sociológica”. (2, pág. 117-121)

Bibliografía

1) Kuhn TS (1970). The Structure of Scientific Revolutions. Third Edition.The University of Chicago Press. 1996



2) Chalmers AF (1999).¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Tercera edición en España (2000). Siglo veintiuno de España Editores.

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