Rafael Yuste, neurobiólogo, profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia, Nueva York y responsable del Proyecto Brain ha hablado del futuro de la neurotecnología y de la necesidad de avanzar en la protección de derechos humanos incluyendo los neuroderechos, en un acto moderado por Santiago Mediano, presidente de la sección de Robótica, IA y Realidad Aumentada del despacho Santiago Mediano Abogados.
Durante su intervención por videoconferencia en la jornada sobre neuroderechos que ha organizado el Colegio de Abogados de Madrid esta semana, Yuste apuntó a Chile, como uno de los países donde se han dado pasos más firmes en la protección de los neuroderechos, al incluir dentro de la Constitución una protección a la información neuronal de las personas. En la misma dirección, el experto apuntó a la Carta de Derechos Digitales de España, en la que se hace referencia a estos neuroderechos.
De neuroderechos comenzó a hablarse a comienzos de este siglo, como recordó José Luis Peñaranda Ramos, letrado de las Cortes Generales y profesor asociado de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III de Madrid, con un punto de inflexión en el año 2017, cuando coincidieron la publicación de varios trabajos sobre esta materia, entre ellos, el firmado por Rafael Yuste.
En este momento, es una cuestión que preocupa y ocupa desde las más altas instancias. Yuste cuenta que su equipo, en la Universidad de Columbia, ha estado trabajando con la ONU sobre este tema, con el objetivo de revisar la protección de los derechos humanos para ponerlos al día, "que no se han tocado desde el año 48" y según señala el neurobiólogo "ahora tenemos una tecnología de frontera" que obliga a llevar a cabo esa revisión.
¿Podrán hackear nuestros cerebros? ¿Invadirá la tecnología nuestra privacidad mental? ¿Será la inteligencia artificial la que guíe nuestra voluntad y nuestras conductas?, fueron algunas de las cuestiones que se abordaron en la jornada.
En todo caso, Peñaranda Ramos explica que estos derechos "nuevos" están conectados con otros derechos que ya conocemos "pero es evidente que la nueva realidad exige dar nuevas respuestas" y, añade, que incorporarlos a una nueva regulación traería ventajas, pues los neuroderechos traen conceptos novedosos que hay que aclarar.
Pedro Maldonado, licenciado en Ciencias Biológicas y magister en Ciencias Fisiológicas de la Universidad de Chile, advierte que el desarrollo de un marco normativo que reconozca esos neuroderechos "no debe suponer un freno a la investigación de estas tecnología, si no que responde a la necesidad de proteger valores esenciales".
Estas reflexiones fundamentalmente jurídicas son más fáciles de entender al explicar los avances que dentro de la Medicina se han logrado con estas nuevas tecnologías y que Yuste explicó en su ponencia.
"Estamos en un momento muy importante. Soy muy optimista sobre las consecuencias positivas de las neurotecnologías. Son fantásticas, pero tenemos que poner el marco apropiado de desarrollo para que no generen problemas éticos, sociales, legales...", apunta el neurobiólogo.
Dentro de las neurotecnologías, el experto diferenció las que permiten leer el cerebro y aquellas que permiten escribir en el cerebro. Las primeras estarían en un punto más avanzado de desarrollo, pero todavía con trazo grueso, mientras que las segundas están lejos de estar accesibles.
En sus ensayos en el laboratorio apuntó avances en neurotecnologías invasivas aplicadas a la lectura del cerebro en ratones, "en el que se han conseguido cosas fantásticas". Pero con las que se ha entendido que "si cambias la actividad cerebral desde dentro, entonces, cambias a la persona y eso debería estar protegido".
De este modo, concluye que "el cerebro no se toca". "Es el órgano más importante del cuerpo y no debe tocarse", asegura como resumen de su ponencia.
Aplicación médica
En relación a la aplicación médica de estas tecnologías recordó que "las ondas magnéticas, que ya se están utilizando, han demostrado cambios en la actividad cerebral", si bien, "estas ondas magnéticas no son finas" en cuanto a poder dirigir su aplicación.
Recordó el llamado síndrome de la Habana, el daño cerebral que se identificó en personas de las embajadas de Estados Unidos, Canadá y Cuba, cuyo origen ha sido imposible de concretar. Entre las explicaciones que se han dado para ese daño ha sido el uso de estas ondas de alteración cerebral.
Pero esta tecnología también puede ser capaz de lo mejor. "El Alzheimer, la esquizofrenia, la depresión profunda, los ictus cerebrales, los retrasos neurológicos... son enfermedades y situaciones sobre las no se puede hacer nada a pesar de los esfuerzos que hacen neurólogos y psiquiatras, pero la neurotecnología puede dar una oportunidad a este campo, a estas personas", señala Yuste.
El mapa del desarrollo de esta neurotecnología se concentra "en ciertas partes de Estados Unidos, en algunos laboratorios en Europa, Israel y Japón". ¿Y España? "En España hay muchos institutos de neurociencia, pero desafortunadamente no se ha desarrollado la neurotecnología de una manera fuerte", el experto apuntó a la necesidad de formación en este campo, de crear interés en la iniciativa privada para que desarrollen esta tecnología.
Este enorme campo de desarrollo tecnológico, con "fantásticas" aplicaciones médicas, requiere de una regulación que reclaman los propios investigadores, como Rafael Yuste que, además, abandera la protección de estos neuroderechos.