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Noticia | 06/02/2024

El desconocimiento acerca de la obesidad impide adoptar medidas preventivas



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La obesidad, explica en esta entrevista en exclusiva, se debe tratar por parte de un equipo multidisciplinar y es importante hacerlo cuanto antes puesto que es una enfermedad crónica que puede derivar en más de 200 complicaciones que condicionan una amenaza continua y creciente a la salud de la población.


En las últimas décadas, se ha incrementado en todo el mundo el número de personas con obesidad. ¿Estamos ante una pandemia silenciosa? ¿Es un problema de salud pública?


La prevalencia de la obesidad en la edad adulta en España, medida por el índice de masa corporal, alcanza el 23,8 % y la de sobrepeso el 37,8%. En total, más de un 61% de personas tiene exceso de peso. Las predicciones para el año 2035 sitúan la frecuencia de obesidad en un 37%, y lo que es muy relevante, un aumento anual de 2,5% en la tasa de obesidad infantil.


Su capacidad para el desarrollo de complicaciones de alto impacto -tanto sobre el gasto sanitario como sobre el deterioro en la calidad y expectativa de vida-, ha convertido la obesidad en un problema de salud pública de primer orden. Requiere de políticas sanitarias activas encaminadas a la optimización de la educación, prevención y tratamiento.


Se estima que el impacto económico total del exceso de peso en nuestro país aumente desde los 29.784 millones de dólares en 2020 a los 43.915 en 2035. El carácter aparentemente silencioso de esta patología viene condicionado por el desconocimiento de su papel como enfermedad crónica generadora de más de 200 complicaciones que condicionan una amenaza continua y creciente a la salud de la población.


¿Cuáles son las causas que aumentan las probabilidades de padecer esta enfermedad?


Asumiendo la existencia de una genética determinada, la inmersión en una sociedad obesogénica, que promueve el estrés, juega un papel muy relevante. Junto a otros factores, este contexto hace aumentar la predisposición a desarrollar obesidad. Y hacerlo, por ejemplo, en la infancia o en la adolescencia se asocia con un riesgo del 75% de que persista en la edad adulta.


Además, el desconocimiento acerca de la enfermedad es importante, pues en muchos casos es lo que impide adoptar medidas preventivas desde el punto de vista individual o colectivo.


¿Qué es el ambiente obesogénico? ¿Se puede controlar?


Es la suma de influencias que el entorno, las oportunidades o las condiciones de vida tienen en el fomento de la obesidad. Aspectos como el urbanismo que comprende las zonas verdes de una ciudad, el acceso a supermercados y a una alimentación saludable, la creación de zonas para practicar ejercicio físico, la disponibilidad de transporte público, carriles bici, etc. Todo esto mide de alguna forma las características de una ciudad para prevenir la obesidad.


También se incluyen aspectos socioeconómicos, ya que la desigualdad y la pobreza favorecen el desarrollo de obesidad. La promoción del consumo de alimentos de alta densidad energética también tiene efecto obesogénico. Hay quien incluye, además, el estigma relacionado con la obesidad en grandes entornos como el sanitario, laboral, escolar y familiar, así como las políticas sanitarias que no atienden al problema de la obesidad.El ambiente obesogénico no es fácil de controlar. En cualquier caso, es importante la educación en obesidad y la concienciación sobre la importancia de luchar contra el ambiente obesogénico tanto personal como colectivamente.


¿Por qué resulta tan crucial que se visibilice la obesidad como una enfermedad?


Una enfermedad como la obesidad debería tener visibilidad dada su elevada prevalencia. La falta de visibilidad proviene del desconocimiento de que se trata de una enfermedad crónica, de sus causas, consecuencias y tratamiento. Si se considera una actitud voluntaria o una consecuencia de falta de voluntad para el control personal en el más puro comportamiento ignorante y estigmatizador, no se le otorgará la importancia que la etiología, su identificación diagnóstica y su tratamiento necesitan.


La estigmatización de las personas que viven con obesidad incluye su culpabilización por la enfermedad y con frecuencia su discriminación y reducción al acceso a su tratamiento. Esto provoca alteraciones psicológicas graves, estrés mental y cronifica la obesidad y sus complicaciones.


Así pues, el reconocimiento de la obesidad como enfermedad crónica es importante para que las personas que viven con obesidad puedan recibir el soporte que requieren. Por tanto, las políticas de educación sanitaria y el reconocimiento de familiares, compañeros de trabajo, profesionales sanitarios, de nuestros administradores y de la sociedad general acerca de la trascendencia clínica y sociosanitaria de la obesidad es esencial para su visibilidad, prevención y tratamiento.


¿Por qué cree que la obesidad no se ve como cualquier otra enfermedad crónica como la DM2?


Nadie se plantea que la diabetes es consecuencia de la falta voluntad o de la capacidad de control personal. Más bien se considera que existe un trastorno del metabolismo de la glucosa que debe ser tratado por ser una enfermedad en sí misma. En este sentido, las personas que viven con obesidad se sienten discriminadas respecto a otras enfermedades crónicas al carecer de recursos para recibir una atención y tratamiento adecuados. En muchos casos, la diabetes y la hipertensión reconocen en la obesidad a un factor de riesgo para su origen y progresión, pero su reconocimiento como enfermedad se pone con frecuencia, e injustamente, en tela de juicio.


¿Cuál es el papel del clínico en el seguimiento y tratamiento de las personas con obesidad?


La obesidad se debe tratar en la mayoría de los casos por parte de un equipo multidisciplinar. El médico de Atención Primaria es el principal profesional sobre el que pivota la detección y tratamiento de la obesidad, trabajando en el marco de una unidad funcional multidisciplinar que permita que el paciente sea evaluado por un nutricionista, psicólogo, endocrinólogo, cirujano bariátrico y otras especialidades médicas si se estima conveniente.


La empatía, la escucha activa, la prevención de la estigmatización, así como un abordaje holístico, individualizado y consensuado con la persona a tratar deben presidir la actuación del profesional sanitario. La educación en obesidad es clave para empoderar a las personas sobre cómo deben cumplimentar su tratamiento y las características del seguimiento que ha de ser crónico, haciendo uso de la tecnología existente que facilitará un control individualizado adaptado a cada persona según sus necesidades.


Una persona con obesidad corre el riesgo de que aparezcan patologías asociadas. ¿Cuáles son las principales y qué problema suponen para el paciente?


La obesidad se define como una enfermedad crónica, donde se produce una acumulación excesiva de tejido adiposo que puede derivar en la disfunción del mismo, aumentando su acumulación en el tejido adiposo visceral y ectópico, lo cual induce un estado de inflamación de bajo grado.


Esta situación puede afectar a órganos como el miocardio, músculo, hígado y páncreas entre otros, sentando las bases del desarrollo de complicaciones cardiovasculares, como hipertensión arterial, infarto de miocardio, fibrilación auricular o insuficiencia cardiaca, y metabólicas como diabetes, dislipemia, enfermedad metabólica hepática o hígado graso, y el cáncer. También puede generar afectaciones de tipo mecánico como la apnea del sueño o la sobrecarga de las articulaciones, así como alteraciones mentales como ansiedad o depresión.


Conforme mayor es el índice de masa corporal más aumenta la prevalencia de estas complicaciones.  La afectación puede manifestarse en la vida cotidiana con dificultades para atarse los zapatos, fatiga y limitaciones en la movilidad entre otras,  que se traducen en una frecuente reducción en la calidad de vida.


La reducción del exceso de masa grasa y de peso mejora las complicaciones y, eventualmente, puede conseguir la remisión de la diabetes, por ejemplo.


¿Qué dificultades para el tratamiento pueden encontrar las personas que viven con obesidad?


Existen numerosas barreras. La falta de reconocimiento de la obesidad como enfermedad crónica y la estigmatización de las personas que viven con obesidad enfatizan la necesidad de educación en obesidad a todos los niveles para eliminar este gran problema.


Debe trabajarse en la uniformidad de la atención protocolizada a las personas que viven con obesidad evitando la heterogeneidad del abordaje de esta enfermedad. Finalmente, la desigualdad y el acceso limitado a los recursos terapéuticos en el seno de un entorno obesogénico contribuye en gran medida a que la prevalencia de obesidad siga aumentando de forma progresiva hasta alcanzar cifras que hacen de la enfermedad un gran problema de salud pública.


 

Fuente: Diario Médico
Palabras clave: obesidad, medidas preventivas
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