La relación entre la dieta y los síntomas depresivos ha sido objeto de múltiples estudios, y una revisión reciente de 2024, que abarcó a cerca de 10 millones de participantes de estudios observacionales, reveló que una dieta rica en alimentos ultraprocesados se asocia con un 22% mayor de riesgo de desarrollar depresión o síntomas depresivos e...
La relación entre la dieta y los síntomas depresivos ha sido objeto de múltiples estudios, y una revisión reciente de 2024, que abarcó a cerca de 10 millones de participantes de estudios observacionales, reveló que una dieta rica en alimentos ultraprocesados se asocia con un 22% mayor de riesgo de desarrollar depresión o síntomas depresivos en comparación con aquellos que consumen menos de estos alimentos.
En contraste, las personas que siguen dietas ricas en nutrientes, como la dieta mediterránea, los Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión (DASH) y patrones alimentarios con bajo potencial inflamatorio, muestran un riesgo 30% menor de desarrollar síntomas depresivos. Estos patrones alimentarios incluyen alimentos frescos y no procesados, que aportan nutrientes esenciales y compuestos bioactivos que pueden beneficiar la salud mental.
Además, estudios clínicos aleatorizados de menor escala han observado que las intervenciones dietéticas pueden reducir los síntomas depresivos. Ensayos en personas con depresión han mostrado que una dieta mediterránea, en comparación con un grupo de control, provoca una mejora moderada a significativa en los síntomas depresivos.
Aunque la dieta mediterránea ha sido la más estudiada, los resultados sugieren que cualquier patrón dietético que enfatice alimentos ricos en nutrientes y esté adaptado a las necesidades del individuo puede ser beneficioso. La flexibilidad en la elección de la dieta puede ser clave, lo que implica que no existe un único enfoque “ideal” en cuanto a la alimentación, sino más bien la importancia de evitar alimentos ultraprocesados y priorizar aquellos que nutren el organismo de manera integral.
Para lograr una adherencia óptima a las intervenciones dietéticas, es crucial que el asesoramiento nutricional sea personalizado. Esto implica tomar en cuenta las preferencias éticas, espirituales y culturales de cada individuo, así como posibles intolerancias alimentarias, alergias y gustos personales. También es fundamental considerar el contexto socioeconómico, que puede influir en el acceso a ciertos alimentos saludables. De manera general, se recomienda que las personas prioricen el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y carnes magras, limitando al mismo tiempo los alimentos ultraprocesados, que pueden contribuir a procesos inflamatorios asociados con el deterioro de la salud mental.
En conclusión, la dieta no solo influye en la salud física, sino también en la salud mental. Un enfoque dietético centrado en alimentos frescos y ricos en nutrientes puede desempeñar un papel preventivo en el desarrollo de la depresión y puede contribuir a la reducción de los síntomas depresivos. Este enfoque, cuando es personalizado y culturalmente sensible, puede ser una herramienta poderosa en el manejo de la salud mental, ofreciendo una alternativa o complemento a los tratamientos convencionales y fomentando el bienestar general de las personas.
Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original:https://www.cmaj.ca/