Con el fin de evaluar diferencias individuales en la conectividad funcional, empleamos un enfoque metaanalítico de efectos aleatorios en dos etapas. Específicamente, identificamos dos subgrupos con patrones de conectividad diferenciados funcionales.
El primer subgrupo, compuesto por 29 participantes (53,70%), mostró una conexión retardada adicional desde el c&o...
Con el fin de evaluar diferencias individuales en la conectividad funcional, empleamos un enfoque metaanalítico de efectos aleatorios en dos etapas. Específicamente, identificamos dos subgrupos con patrones de conectividad diferenciados funcionales.
El primer subgrupo, compuesto por 29 participantes (53,70%), mostró una conexión retardada adicional desde el córtex cingulado posterior derecho hacia el izquierdo. Este patrón de conectividad se adapta con niveles más altos de ansiedad y una menor conectividad funcional en general. La presencia de una conexión retardada en esta vía podría reflejar un procesamiento emocional menos eficiente, lo que explicaría la mayor vulnerabilidad de estos individuos a la ansiedad y una menor capacidad para suprimir pensamientos amenazantes.
En contraste, el segundo subgrupo, conformado por 25 participantes (46,30%), exhibió una conexión adicional desde el córtex cingulado posterior izquierdo hacia la corteza prefrontal ventromedial (vmPFC) . Este patrón de conectividad se correlacionó con menores niveles de ansiedad y una mayor conectividad funcional. La corteza prefrontal ventromedial desempeña un papel crucial en la regulación emocional, lo que sugiere que estos individuos podrían emplear estrategias más eficientes de control cognitivo para la supresión de amenazas futuras.
Estos hallazgos resaltan la importancia de considerar diferencias individuales en la conectividad funcional durante la regulación emocional, en lugar de asumir una única vía neurobiológica común a todos los individuos. La existencia de estos dos subgrupos sugiere que algunos individuos pueden ser más resilientes al procesamiento de amenazas futuras gracias a una mayor integración de regiones prefrontales en la regulación emocional, mientras que otros pueden ser más susceptibles a la debida ansiedad a una conectividad menos eficiente.
Futuras investigaciones deben explorar cómo estas diferencias en la conectividad funcional pueden influir en la vulnerabilidad a trastornos de ansiedad y contribuir al desarrollo de enfoques personalizados para mejorar la regulación emocional. Además, examinar la estabilidad de estos patrones a lo largo del tiempo y su relación con intervenciones terapéuticas podría ofrecer nuevas perspectivas sobre cómo modular la actividad cerebral para reducir la ansiedad y mejorar el bienestar emocional.
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