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El conflicto entre ciencia y religión se encuentra en nuestro cerebro

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Noticia | 31/03/2016
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ID, 29 Mar. (EUROPA PRESS) -

El conflicto entre la ciencia y la religión puede tener sus orígenes en la estructura de nuestro cerebro, según revela un equipo de investigadores de la ‘University Case Western Reserve’ y el ‘Babson College’, en Estados Unidos. Los enfrentamientos entre el uso de la fe frente a la evidencia científica para explicar el mundo que nos rodea se remonta a hace siglos y es quizás más visible hoy en las discusiones entre la evolución y el creacionismo.

Al creer en un dios sobrenatural o un espíritu universal, las personas parecen suprimir la red cerebral que se utiliza para el pensamiento analítico y comprometer a la red empática, según los autores del trabajo. Al pensar analíticamente sobre el mundo físico, las personas parecen hacer lo contrario.

“Cuando hay una cuestión de fe, desde el punto de vista analítico, puede parecer absurdo –explica el director de la investigación, Tony Jack, profesor de filosofía en Case Western y director de investigación del Centro Internacional Inamori de Ética y Valores de la Universidad –. Pero, a partir de lo que entendemos sobre el cerebro, el salto de fe para creer en cantidades sobrenaturales deja a un lado el camino crítico/la vía analítica de pensamiento para ayudarnos a lograr una mayor comprensión social y emocional”.

“Una corriente de investigación en psicología cognitiva ha mostrado y afirma que las personas que tienen fe (es decir, son religiosas o espirituales) no son tan inteligentes como los demás. De hecho, pueden afirmar que son menos inteligentes”, relata Richard Boyatzis, profesor universitario y profesor de comportamiento en la Case Western Reserve, además de miembro del equipo de Jack. “Nuestros estudios confirmaron la relación estadística, pero al mismo tiempo mostraron que las personas con fe son más prosociales y empáticas”, destaca.

En una serie de ocho experimentos, los investigadores encontraron que cuanto más empática es una persona, más probabilidades hay de que sea religiosa. Ese hallazgo ofrece una nueva explicación para la investigación anterior que muestra que las mujeres tienden a tener más visiones religiosas o espirituales del mundo que los hombres, una diferencia que puede deberse a que las mujeres presentan mayor tendencia hacia la preocupación empática que los varones.

Los ateos, según encontraron los investigadores, cuyo trabajo se detalla en un artículo publicado en ‘Plos One’, están más estrechamente alineados con psicópatas no asesinos, pero la gran mayoría de los psicópatas son clasificados como tales debido a su falta de empatía por los demás.

La investigación se basa en la hipótesis de que el cerebro humano tiene dos dominios opuestos en tensión constante. En una investigación anterior, el laboratorio de conciencia, mente y cerebro de Jack empleó imágenes de resonancia magnética funcional para mostrar que el cerebro tiene una red de neuronas analítica que nos permite pensar de manera crítica y una red social que nos permite empatizar. Cuando se les presenta un problema de física o dilema ético, un cerebro sano activa la red apropiada, mientras que suprime la otra.

“Debido a la tensión entre las redes, dejar a un lado una visión del mundo naturalista permite profundizar en el aspecto social/emocional –explica Jack–. Y eso puede ser la clave de por qué existen las creencias en lo sobrenatural a lo largo de la historia de las culturas. Se hace un llamamiento a una forma esencialmente no material de entender el mundo y nuestro lugar en él”.

Otro de los autores, Jared Friedman, asistente de investigación y recién graduado en Filosofía y Ciencia Cognitiva quien comenzará su doctorado en la Case Western en otoño, dice: “Tener empatía no significa que necesariamente se tengan creencias anticientíficas. En su lugar, nuestros resultados sugieren que si tan sólo se hace hincapié en el razonamiento analítico y las creencias científicas, como sugiere el movimiento Nuevo Ateísmo, entonces estamos comprometiendo nuestra capacidad de cultivar diferentes tipos de pensamiento, es decir, una visión social/moral”.

“Estos hallazgos -continúa Friedman– son consistentes con el punto de vista filosófico, expuesto por (Immanuel) Kant, según el cual hay dos tipos distintos de verdad: empírica y moral”. Los científicos examinaron la relación entre la creencia en Dios o en un espíritu universal con medidas de pensamiento analítico y la preocupación moral en ocho experimentos diferentes, cada una con entre 159 a 527 adultos. Consistentemente a través de todos ellos, cuanto más religiosa era la persona, más preocupación moral mostró; pero no se estableció la causa y el efecto.

Además, encontraron que tanto la creencia espiritual como la preocupación empática se asociaron positivamente con la frecuencia de oración, meditación y otras prácticas espirituales o religiosas, pero tampoco fueron predichas por distintas formas de contacto social asociado con la afiliación religiosa.

LOS HUMANOS, DISEÑADOS PARA USAR AMBAS REDES CEREBRALES

Al igual que otros estudios, estos experimentos demostraron que el pensamiento analítico desalienta la aceptación de las creencias espirituales o religiosas. Sin embargo, el análisis estadístico de los datos agrupados de los ocho experimentos sugiere que la empatía es más importante para las creencias religiosas que el pensamiento analítico para el escepticismo

“Debido a que las redes suprimen entre sí, se pueden crear dos extremos –apunta Boyatzis–. Reconociendo que se trata de cómo funciona el cerebro, tal vez podamos crear más razón y equilibrio en las conversaciones nacionales sobre la ciencia y la religión”. Los investigadores subrayan que los seres humanos están diseñados para acoplarse y explorar el uso de ambas redes.

“Lejos del eterno conflicto con la ciencia, en las circunstancias adecuadas, las creencias religiosas pueden promover positivamente la creatividad científica y el entendimiento –considera Jack–. Muchos de los científicos más famosos de la historia eran espirituales o religiosos. Esos destacados individuos fueron intelectualmente lo suficientemente sofisticados como para ver que no hay necesidad de que la religión y la ciencia entren en conflicto”.

Los investigadores se refirieron al libro de Baruch Aba Shalev ’100 años de Premios Nobel’, que encontró que, desde 1901 hasta 2000, 654 premios Nobel, o casi el 90 por ciento, pertenecían a una de las 28 religiones, frente al 10,5 por ciento restante que eran ateos, agnósticos o librepensadores. “Usted puede ser religioso y ser un muy buen científico”, afirma Jack.

Los investigadores están de acuerdo con Nuevo Ateísmo que la suspensión de pensamiento analítico, en el momento equivocado, puede ser peligroso y apuntan al uso histórico de las diferencias religiosas para perseguir o luchar en las guerras.

Jack entiende que el conflicto se puede evitar recordando reglas sencillas: “La religión no puede decirnos acerca de la estructura física del mundo, que es el negocio de la ciencia. La ciencia debe informar a nuestro razonamiento ético, pero no puede determinar lo que es ético o decirnos cómo debemos construir el significado y propósito en nuestras vidas”.

Acceso gratuito al texto completo.
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Plos One

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