MADRID, 22 Sep. (EUROPA PRESS) -
El síndrome de piernas inquietas tiene una prevalencia de entre un 5 y 15 por ciento en población adulta, pero con amplias diferencias según el género, ya que "afecta al doble de mujeres que de hombres", ha destacado el director de la Unidad de Neurofisiología y Trastornos del Sueño de Vithas Internacional, Rafael Del Río.
Este trastorno sensitivo-motor se caracteriza por una "angustiosa" necesidad de mover las piernas, que aparece acompañada de una intensa sensación de malestar o dolor en las mismas, así como en otras partes del cuerpo afectadas.
El trastorno suele presentarse de dos formas, y lo más normal es lo que se denomina como síndrome idiopático o primario, que tiene en ocasiones un componente familiar y suele afectar a los pacientes antes de los 30 años.
Pero también puede tratarse de un cuadro secundario a distintas condiciones médicas, particularmente la anemia por déficit de hierro, el embarazo o la enfermedad renal en fases avanzadas. Y en estos casos, la resolución de la causa suele suponer la curación del cuadro.
En cualquier caso, el efecto inmediato es la dificultad para conciliar y mantener el sueño, particularmente en los primeros compases de la noche. Y a la larga, como señala el especialista, "puede producirse estrés adrenérgico junto con los despertares constantes por la noche, que pueden acabar representando un factor de riesgo cardiovascular".
Además, también se conoce un importante impacto progresivo sobre otras esferas no motoras ni sensitivas, como es el caso de la depresión o los distintos estados de ansiedad generalizada, que "retroalimentan el cuadro", ha avisado Del Río.
CÓMO ABORDAR EL PROBLEMA
En lo que respecta a su tratamiento, puede abordarse a través de diferentes terapias farmacológicas, siendo las más frecuentes los agonistas dopaminérgicos, los opioides, las benzodiacepinas y algunos anticonvulsivantes.
No obstante, a ello se pueden sumar otras actuaciones como evitar el consumo excesivo de cafeína, el alcohol, el estrés emocional y también influyen los horarios irregulares de sueño, por ejemplo, en el caso del trabajo por turnos.
En este sentido, el especialista recomienda evitar una vida estresante en la medida de lo posible y seguir unos horarios regulares, y ve perjudicial practicar ejercicio físico intenso al final del día.