Ayer falleció en Valencia el profesor Demetrio Barcia Salorio, una de las grandes personalidades españolas de la Psiquiatría. Realizó su formación en la Universidad de Valencia donde fue Premio Extraordinario de Licenciatura, Doctor en Medicina y Especialista en Neurología y Psiquiatría. Pasó por distintos puestos académicos por oposición hasta llegar a alcanzar el de catedrático de psiquiatría de Santiago de Compostela en 1972, desde donde se trasladó en 1975 a la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia para dirigir la cátedra de psiquiatría y psicología médica. Su labor asistencial, paralela a la universitaria, comenzó en los Servicios de Psiquiatría del Hospital Clínico de Valencia, llegando a dirigirlos tras el fallecimiento del Profesor Román Alberca, su maestro, y posteriormente en el Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico de Santiago de Compostela del que tuvo la dirección. A su llegada a Murcia la Diputación Provincial le ofreció la dirección médica del Hospital Psiquiátrico Román Alberca. La llegada a Murcia de Demetrio Barcia coincidió con la salida de la primera promoción de médicos de la Facultad de Medicina de Murcia (1969-1975), de manera que algunos de ellos con vocación de psiquiatras pudieron comenzar su especialización en el hospital psiquiátrico dirigido por él. En 1976, y gracias a su prestigio se creó por orden ministerial la Escuela Profesional de Especialización en Psiquiatría, con sede en el Hospital Psiquiátrico Román Alberca. En ella el Prof. Barcia aceptó de forma generosa y dejando de lado muchas veces su interés personal a todos cuantos llegaron con el afán de aprender psiquiatría y desarrollarse académica y profesionalmente a su lado. Allí tuvimos el privilegio de formarnos más de cincuenta psiquiatras y psicólogos clínicos que pasaron por la escuela entre los años 1976 y 1986. Tras su cese como director médico del Hospital Psiquiátrico Román Alberca en 1981 se creó en ese mismo centro el Instituto de Investigación y Docencia de la Consejería de Sanidad con localización en ese hospital y dirigido por él mismo, lo que posibilitó mantener una docencia práctica adecuada tanto en la Cátedra de Psiquiatría como en la Escuela de Especialización Profesional en Psiquiatría. A partir de 1986 y con la llegada de la Ley General de Sanidad organizó la primera unidad hospitalaria de psiquiatría en el Hospital General Universitario de Murcia y la dirigió hasta su jubilación en 2001. En los siguientes años pasó a dirigir la Cátedra de Psicogeriatría de la Universidad Católica de Murcia durante varios años desarrollando su labor en la dirección de tesis doctorales y la publicación de diversas monografías.
La obra del Profesor Barcia ha sido muy extensa. Cabe destacar que fue autor de dos Tratados de Psiquiatría, de numerosas Monografías como autor, director y colaborador. Publicó más de 500 artículos científicos en revistas nacionales e internacionales (en lengua alemana, inglesa y francesa). Participó como ponente en más de 300 congresos nacionales e internacionales, siendo director de ponencia en 84 ocasiones. En su larga vida organizó 61 Symposia y Congresos y 36 cursos de doctorado. Fue también director de varias revistas especializadas y consejero de numerosas revistas nacionales y extranjeras. Presidió la Sociedad Española de Psiquiatría entre 1983 y 1985 y la Sociedad Española de Psicogeriatría entre 1997 y 2000 y miembro de numerosas sociedades científicas nacionales y extranjeras.
Las enseñanzas del Prof. Barcia tuvieron un planteamiento básico con la consideración de que las enfermedades mentales son enfermedades del cerebro. Este planteamiento que ha estado presente desde el inicio de su actividad académica le llevó a hacer tempranamente una psiquiatría basada en el conocimiento de la patología cerebral, con publicaciones tempranas sobre los síntomas psíquicos de los tumores cerebrales, los aspectos psiquiátricos de la epilepsia, o la importancia del sistema límbico en psiquiatría, y todo ello en una época (años sesenta del siglo pasado) en que la psiquiatría europea era de corte fenomenológico y la americana de corte psicoanalítico. El tiempo le dio la razón y hoy en día la psiquiatría de corte biológico basada en los avances en neurociencias tiene un gran desarrollo. No obstante su visión biológica de la especialidad nunca dejó de llamar la atención sobre la necesidad de reflexión antropológica como fundamento de la psiquiatría considerando que la enfermedad afecta al hombre en su totalidad y no es sólo la patología que afecta a un órgano determinado. En su monografía “Psiquiatría y Humanismo” recogió toda su aportación sobre ese tema. En ella alerta de la necesidad de otros planteamientos además de los biológicos que muchas veces con un reduccionismo excesivo consideran al hombre sólo desde el punto de vista científico-natural. Aporta la visión antropológica sobre la manera en que el hombre interpreta su enfermedad, presentándonos ese saber no como un saber teórico que viene de la filosofía, sino como un saber que parte de la praxis clínica. En sus frecuentes seminarios nos acercaba constantemente a los problemas para los que la medicina no antropológica tiene difícil respuesta como son los problemas del dolor, la relación alma-cuerpo y la muerte.
Siempre nos presentó la relación Medicina y Psiquiatría como dos Saberes Médicos orientados al conocimiento de la enfermedad humana y a su tratamiento, pero con la peculiaridad de que en el campo de la psiquiatría siempre han existido distintos modelos (biológico, psicológico y social) para explicar la enfermedad mental, que incluso han intentado imponerse unos a otros en distintas etapas o que se han desarrollado de una forma completamente independiente. Sus enseñanzas nos hicieron ver desde el principio la necesidad de integrar todos esos modelos y nos hicieron ver las ventajas y los inconvenientes de cada uno de ellos para las distintas patologías.
Pero las aportaciones del Prof Barcia han sido también muy importantes en el campo de la observación clínica con sus estudios sobre las psicosis cicloides como formas periódicas independientes de la esquizofrenia y las psicosis maniaco-depresivas, en el campo de la historia a partir de la necesidad de conocer las fluctuaciones de los planteamientos teóricos de la psiquiatría, y en el de la ética como una esencia del quehacer médico. De su obra destacan planteamientos adelantados en los que ha sido pionero y luego han sido estudiados por otros autores como son el interés por el estudio de los ritmos biológicos en psiquiatría, la calidad de vida y su valoración, el estudio del dolor, y el sueño y su importancia en la patología mental.
En lo personal fue un hombre de profundas creencias religiosas que tuvo que afrontar enviudar en dos ocasiones. Aceptó con resignación la soledad en la que quedó tras la segunda pérdida marchando a vivir a Valencia donde estuvo muy bien atendido y querido por sus sobrinos que le ayudaron en la última etapa de su vida en la que tuvo que adaptarse a una pérdida de funcionalidad motora secundaria a ictus. El entierro se realizará esta mañana en Valencia. Descanse en paz.
Pedro Pozo Navarro