Investigadores de diversos centros españoles han determinado que las células del neuroepitelio olfativo de pacientes con desorden bipolar se distinguen de las normales por una mayor expresión de ciertos tránscritos del gen de la quinasa PTK2. Este aumento se correlacionó con una reducida capacidad migratoria de las células y con un mayor tamaño y elongación de las mismas, rasgos todos ellos característicos de los pacientes y ausentes en los individuos sanos.
Notablemente, los niveles de la proteína PTK2 también aumentaron, en contraste con la reducción concomitante observada en células de sangre periférica. Maria Hidalgo Figueroa, científica de la Universidad de Cádiz y codirectora del estudio, afirma que aunque el diagnóstico temprano de la bipolaridad es esencial en la mejora de la prognosis y en la reducción de riesgo de suicidio, actualmente la única herramienta disponible es la evaluación clínica longitudinal, sin que existan biomarcadores apropiados.
Las células del neuroepitelio olfativo ofrecen la oportunidad de observar procesos neuronales dinámicos, ya que generan neuronas sensoriales a lo largo de toda la vida y experimentan reorganizaciones citoesqueléticas durante su neurogénesis, que pueden ser relacionadas con patologías psiquiátricas. Estas células, concluye Hidalgo, pueden ser obtenidas de manera poco invasiva, evitando tener que recurrir a métodos más complejos, tales como la reprogramación a partir de células madre pluripotentes inducidas del propio paciente.