El investigador Juan Carlos Izpisúa integra un grupo de élite científica que busca la fórmula para cumplir años con salud mediante el rejuvenecimiento celular.
Encontrar el elixir de la eterna juventud es una ambición tan antigua como esquiva para la humanidad. ¿Podrán conseguirlo los mejores cerebros de la ciencia unidos con ese único propósito? Quizá conozcamos la respuesta de la mano de la compañía biotecnológica Altos. Aquí un grupo de reputados científicos y premios Nobel suma su experiencia para avanzar en el conocimiento del rejuvenecimiento celular como una estrategia con la que detener y revertir el deterioro del organismo a lo largo de la edad. Uno de esos cerebros es el científico español Juan Carlos Izpisúa, quien habla por primera vez desde que dejó el Instituto Salk para iniciar una nueva etapa en esta organización. Izpisúa es ahora el director del Instituto de Ciencia de Altos en San Diego (California), uno de los institutos científicos que la biotecnológica ha puesto en marcha, de momento en el área de la bahía de San Francisco (Estados Unidos) y en Cambridge (Reino Unido).
Pese a lo que se ha dicho sobre Altos, el investigador matiza que no es en absoluto una empresa de antienvejecimiento ni buscan que el ser humano viva cien años más. En cambio, indagan en cómo mediante el rejuvenecimiento de células y tejidos puede detenerse los procesos de la enfermedad y el deterioro asociados al envejecimiento. Hoy la revista Nature Aging publica un experimento del grupo que Izpisúa dirigía en el Salk y que supone un paso más hacia ese objetivo. El trabajo, del que también es coautor principal el investigador del Salk Pradeep Reddy, se ha realizado en colaboración con Genentech y la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM). El estudio muestra en ratones cómo la administración de un cóctel de factores de reprogramación celular en animales sanos de mediana edad no se asocia a un aumento del cáncer ni de otros problemas de salud, y además borra ciertos signos del envejecimiento. Izpisúa confía en que los avances y la translación a la clínica lleguen antes gracias a la fórmula con la que Altos pretende aunar lo mejor de la academia y de la industria.
PREGUNTA: Este estudio en Nature Aging se publica cuando ha dejado el Instituto Salk para iniciar una nueva andadura en la compañía biotecnológica Altos Lab. Después de tres décadas en el Salk y alguna más como investigador en otros centros académicos, ¿qué le ha motivado para dar este salto? Imagino que un científico de su talla habrá tenido bastantes ofertas anteriores, ¿por qué ahora? ¿Ha pesado en su decisión la cuestión económica?
RESPUESTA: Sí, he tenido ofertas anteriormente y no, a estas alturas de mi vida no es en absoluto por una cuestión económica personal. Ha sido una decisión conjunta con mi mujer, también científica [Concepción Rodriguez], y quien ha sido el pilar fundamental del laboratorio en el Salk estas tres décadas. La ciencia básica en los últimos años, y principalmente debido a avances tecnológicos, ha progresado significativamente. Y aunque todavía desconocemos muchos de los mecanismos responsables del deterioro celular también es cierto que se están produciendo avances que nos permiten vislumbrar nuevos tratamientos y terapias para enfermedades que hoy en día no tienen cura. Si algo ha traído de bueno la pandemia es que nos ha hecho reflexionar a todos sobre nuestras vidas y cómo podemos ser mejores y ayudar a los demás. A nosotros nos ha hecho pensar que los conocimientos conceptuales básicos que hemos adquirido hasta este momento, en un entorno apropiado y con los recursos apropiados, podrían ser suficientes para tratar de trasladarlos a la clínica y ayudar a mejorar la enfermedad de muchas personas.
P. Alguna vez se ha comentado que uno de sus puntos fuertes como científico es la imaginación, su capacidad para poner en marcha líneas de trabajo inspiradoras. Es algo que en el entorno académico a veces puede hacerse sin las cortapisas de tener que alcanzar unos resultados concretos, solo para ampliar el conocimiento. ¿No teme estar coartado ahora?
R. En absoluto. Todo lo contrario. Rick Klausner, la persona que se puso en contacto conmigo por primera vez para esta iniciativa, quien además de ser uno de los mejores científicos de nuestra generación (ha dirigido durante más de una década la agencia financiadora con más recursos del mundo, el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos) y es también uno de los pioneros en la translación a la clínica de las nuevas terapias del cáncer que están llegando a los hospitales, me dijo que el único requisito imprescindible para unirse a esta iniciativa era la capacidad de imaginación. Desde entonces, juntos, hemos tratado de atraer a científicos de todo el mundo con esa capacidad imaginativa que nos ayude a resolver cuestiones de manera distinta. Aunque ya estamos abriendo caminos hacia la clínica con diferentes enfoques y direcciones científicas, somos conscientes de que todavía nos queda mucha ciencia fundamental por describir y desarrollar. El modus operandi de Altos está basado en la integración de las mejores características de la academia, excelencia científica, libertad e inspiración para abordar los problemas más desafiantes de la biología, junto con los mejores atributos de la industria, como por ejemplo, el enfoque y velocidad en una misión compartida por transformar ciencia en medicamentos.
P. Se ha definido a Altos como una empresa de antienvejecimiento creada por millonarios como Yuri Milner y Jeff Bezos quienes reclutaron a un elenco de estrellas científicas, entre ellas y además de usted y al mencionado Rick Klausner, a los premios Nobel David Baltimore, Frances Arnold, Shinya Yamanaka y Jennifer Doudna, y al ex director del Instituto Babraham de Cambridge Wolf Reik, solo por citar algunos. ¿Qué hay de cierto? ¿Cómo nace y qué es, en realidad, Altos?
R. Creo que ha habido cierta información no del todo correcta sobre Altos. Respecto a los inversores de Altos solo le podemos confirmar ARCH Venture partners como inversores iniciales. Por otra parte, Altos no es en absoluto una empresa de antienvejecimiento. La idea detrás de nuestras investigaciones no es conseguir que el ser humano viva 100 o 1.000 años más. De hecho, ya vivimos cada vez más y más tiempo, pero no siempre de una manera más saludable ya que muchas veces ese aumento de la extensión vital va unido a una discapacidad y pérdida de la calidad de vida. Los laboratorios Altos se crean como una organización de investigación y desarrollo mundial con sedes iniciales en Europa, Estados Unidos y actividades en Japón con el objetivo de restaurar la resiliencia celular a través de programas de rejuvenecimiento que permitan mejorar la salud de nuestros tejidos y órganos en pacientes de cualquier edad para así poder revertir y prevenir las enfermedades, lesiones y disfunciones que nuestro organismo acumula a lo largo de la vida.
P. Desde luego, lo que no es Altos es una startup. Con una inversión de 3.000 millones de dólares, parece una apuesta muy decidida por un área de la ciencia que de momento se ha movido en el terreno experimental. Hasta ahora los avances en el control del envejecimiento se han conseguido en ratones, como el estudio que acaban de publicar. ¿Tienen plazos definidos? ¿Están cerca de demostrar que esta línea de investigación es trasladable al ser humano?
R. Así es, Altos es quizás una de las mayores iniciativas en el mundo de la medicina y la biotecnología. Una parte muy elevada del presupuesto de las agencias de financiación en el mundo de la biomedicina, en España y en todo el mundo, se focaliza en la financiación de proyectos atomizados, pero en menor proporción en la búsqueda de soluciones globales para los grandes problemas de salud que afectan a toda la humanidad. No es una crítica, al contrario, creo que esa diversificación es fundamental, entre otros aspectos, para avanzar el conocimiento desde muy diversos ángulos y perspectivas. No obstante, una de las consecuencias de este modelo de financiación es que, en general, la translación de esos proyectos a la clínica suele ser muy lenta y difícil de cristalizar tanto por la fragmentación y diversidad del conocimiento generado, como principalmente por la cuantía, muy limitada en general, de los recursos dedicados a los mismos. Abordar problemas de salud que afectan a millones de personas necesita de un abordaje más integral y una financiación más elevada.
Una de las grandes líneas de investigación iniciales en Altos se centrará en mejorar nuestra compresión de cómo la reprogramación celular por determinadas moléculas genera células más saludables y resistentes a la enfermedad e induce el rejuvenecimiento de nuestros tejidos. Comprender estos fenómenos en detalle, en particular mediante el desarrollo de nuevos métodos experimentales y computacionales de inteligencia artificial, nos ayudara a desarrollar intervenciones médicas potencialmente universales y de aplicación general para mejorar la salud humana. Aparte de modelos animales, ya tenemos resultados con células humanas, y aunque es difícil establecer plazos, el tratamiento de algunas enfermedades que hoy en día son difíciles de tratar podría no estar tan lejos.
P. Volviendo al estudio en Nature Aging, ¿en qué consistió el experimento y qué han averiguado?
R. Hace unos años descubrimos que alterando la dosis, frecuencia y duración de unas moléculas llamadas factores de Yamanaka [por el Nobel japonés Shinya Yamanaka] podíamos programar las células para aumentar su resiliencia y funcionalidad in vitro. Fue posteriormente, en 2016 cuando, por vez primera realizando experimentos en animales in vivo observamos que este tratamiento contrarrestaba los signos del envejecimiento y aumentaba la esperanza de vida en ratones con una enfermedad de envejecimiento prematuro. Este año nuestro equipo ha descubierto que, incluso en ratones jóvenes, estos factores pueden acelerar la regeneración muscular. Tras estas observaciones iniciales, otros científicos han utilizado nuestra metodología para mejorar la función de otros tejidos como el corazón, el cerebro o el nervio óptico.
La finalidad del estudio actual era doble, por un lado comprobar si los efectos beneficiosos que previamente observamos en ratones con diversas enfermedades, también ocurrían en ratones sin ninguna patología y a diferentes etapas de su vida. Los ratones fueron expuestos durante varios meses a las moléculas de rejuvenecimiento en una etapa de sus vidas equivalente en el ser humano a la mediana edad y a la vejez. Observamos una reversión de las huellas moleculares del envejecimiento tanto en los ratones tratados durante unos días en las etapas finales de su vida, como en aquellos expuestos a moléculas de rejuvenecimiento durante varios meses en su juventud.
P. Los factores de Yamanaka suelen asociarse al riesgo de teratoma, ¿cómo han logrado evitarlo? ¿Es seguro que a largo plazo los animales no desarrollarán cáncer?
R. Uno de los requisitos sine qua non para trasladar los resultados del laboratorio a la clínica humana es demostrar que el tratamiento es seguro y esa es la otra finalidad que nos ha llevado a realizar este estudio. En nuestro protocolo actual, controlamos el nivel de expresión de los factores de Yamanaka y tratamos a los ratones solo dos días a la semana. Estos dos aspectos son críticos para prevenir consecuencias negativas. Expresamos los factores de Yamanaka durante una etapa prolongada de sus vidas. No observamos que ningún ratón enfermara o desarrollara teratomas durante estos períodos de tratamiento.
P. ¿Cuáles fueron los principales beneficios que se observaron en los animales?
R. Observamos que las características moleculares del envejecimiento, como el transcriptoma y la firma de metilación del ADN, eran mejores en los ratones que se sometieron al tratamiento. Además, demostramos que la composición de lípidos y los metabolitos en el plasma sanguíneo de los animales tratados eran similares a los de los ratones jóvenes. Por último, también hemos demostrado que tras inducir lesiones en órganos como la piel, el riñón, etcétera, hubo una mayor capacidad de regeneración en los ratones tratados en comparación con hermanos de la misma edad no tratados.
P. ¿Puede compararse el momento que vive hoy la investigación en el rejuvenecimiento o en el freno del envejecimiento a lo que supuso con el cambio de siglo el estudio de la genómica humana?
R. Absolutamente. De aquellos polvos vienen estos lodos, pero en sentido positivo. El proyecto de secuenciación del genoma humano significó un paso trascendental en la historia de la ciencia y la medicina. Dado que el mayor factor de riesgo para cualquier enfermedad es el envejecimiento, el conocimiento del genoma y del epigenoma humano nos está ayudando no ya solo a descifrar los mecanismos moleculares subyacentes a la enfermedad y el envejecimiento, sino que también nos proporciona una nueva perspectiva sobre los secretos de la salud celular. El conocimiento científico fundamental generado en estas dos décadas por miles investigadores en todo el mundo, unido a los avances tecnológicos y la inteligencia artificial está empezando a revolucionar la práctica de la medicina actual. Desde Altos queremos ayudar tratando de programar y rejuvenecer células y tejidos de manera efectiva y segura para desacelerar y revertir los procesos que subyacen a la enfermedad y el envejecimiento. El poder avanzar en nuestros objetivos dependerá de una cultura de intensa colaboración, entusiasmo y, sobre todo, humildad, dada la magnitud del problema que queremos resolver.