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Las diferencias en la estructura cerebral se asocian con el consumo temprano de sustancias entre los adolescentes



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Noticia | 31/12/2024

 


Un estudio de casi 10.000 adolescentes realizdo por expertos de la la Universidad de Washington en St. Louis (Estados Unidos) y financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos ha identificado diferencias distintivas en las estructuras cerebrales de quienes consumieron sustancias antes de los 15 años en comparación con quienes no las consumieron.


Según se publica en 'JAMA Network Open',muchas de estas diferencias estructurales cerebrales parecían existir en la infancia antes del consumo de cualquier sustancia, lo que sugiere que pueden desempeñar un papel en el riesgo de iniciar el consumo de sustancias más adelante en la vida, junto con factores genéticos, ambientales y otros factores neurológicos.



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"Esto se suma a algunas evidencias emergentes de que la estructura cerebral de un individuo, junto con su genética única, las exposiciones ambientales y las interacciones entre estos factores, pueden afectar su nivel de riesgo y resiliencia al consumo de sustancias y la adicción", apunta la doctora Nora Volkow del Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA) del NIH.


"Comprender la compleja interacción entre los factores que contribuyen y protegen contra el consumo de drogas es crucial para informar intervenciones de prevención efectivas y brindar apoyo a quienes pueden ser más vulnerables".


El estudio utilizó datos del Estudio del Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente (Estudio ABCD), el estudio longitudinal más grande sobre el desarrollo y la salud del cerebro en niños y adolescentes en los Estados Unidos, que cuenta con el apoyo del NIDA del NIH y otros nueve institutos, centros y oficinas.Así, los investigadores evaluaron imágenes por resonancia magnética realizadas a 9.804 niños de todo Estados Unidos cuando tenían entre 9 y 11 años (en la "línea de base") y siguieron a los participantes durante tres años para determinar si ciertos aspectos de la estructura cerebral capturados en las imágenes por resonancia magnética de referencia estaban asociados con el inicio temprano en el consumo de sustancias. Monitorearon el consumo de alcohol, nicotina y/o cannabis, las sustancias más comunes consumidas en la adolescencia temprana, así como el consumo de otras sustancias ilícitas. Los investigadores compararon las imágenes por resonancia magnética de 3.460 participantes que informaron haber iniciado el consumo de sustancias antes de los 15 años entre 2016 y 2021 con los que no lo hicieron (6.344).


Asimismo, evaluaron las diferencias tanto globales como regionales en la estructura cerebral, observando medidas como el volumen, el grosor, la profundidad de los pliegues cerebrales y la superficie, principalmente en la corteza cerebral. La corteza es la capa más externa del cerebro, densamente poblada de neuronas y responsable de muchos procesos de nivel superior, incluidos el aprendizaje, la sensación, la memoria, el lenguaje, la emoción y la toma de decisiones. Las características y diferencias específicas en estas estructuras (medidas por el grosor, la superficie y el volumen) se han vinculado a la variabilidad de las capacidades cognitivas y las afecciones neurológicas.Los investigadores identificaron cinco diferencias estructurales cerebrales a nivel global entre quienes declararon haber consumido sustancias antes de los 15 años y quienes no lo hicieron.


Estas diferencias incluían un mayor volumen cerebral total y un mayor volumen subcortical en quienes indicaron haber consumido sustancias. Se encontraron otras 39 diferencias estructurales cerebrales a nivel regional, y aproximadamente el 56% de la variación regional involucraba el grosor cortical. Algunas diferencias estructurales cerebrales también parecían exclusivas del tipo de sustancia consumida.Entre los 3.460 adolescentes que iniciaron el consumo de sustancias antes de los 15 años, la mayoría (90,2%) afirmó haber probado el alcohol, con una superposición considerable con el consumo de nicotina y/o cannabis; el 61,5% y el 52,4% de los jóvenes que iniciaron el consumo de nicotina y cannabis, respectivamente, también informaron haber iniciado el consumo de alcohol. El inicio del consumo de sustancias se asoció con una variedad de diferencias estructurales a nivel global del cerebro, así como con diferencias estructurales más regionales que involucraban principalmente la corteza, algunas de las cuales eran específicas de la sustancia. Si bien estos datos podrían algún día ayudar a informar las estrategias de prevención clínica, los investigadores enfatizan que la estructura cerebral por sí sola no puede predecir el consumo de sustancias durante la adolescencia, y que estos datos no deben usarse como una herramienta de diagnóstico.Por otra parte, en un análisis post-hoc, los investigadores descubrieron que muchas de estas diferencias cerebrales se mantenían incluso después de eliminar a aquellos participantes que informaron haber iniciado el consumo de sustancias antes de la obtención de sus resonancias magnéticas iniciales. La comparación resultante fue entre aquellos que no informaron haber iniciado el consumo de sustancias y un subgrupo de 1.203 participantes del grupo de iniciación al consumo de sustancias que no tenían ninguna experiencia de consumo de sustancias cuando se les tomó la primera resonancia magnética. Los resultados de este análisis secundario sugieren que algunas de estas diferencias estructurales cerebrales pueden existir antes del consumo de cualquier sustancia, lo que desafía la interpretación de que dichas diferencias solo se deben a la exposición a sustancias y señala un área para una mayor investigación.Si bien algunas de las regiones cerebrales en las que se identificaron diferencias se han vinculado con la búsqueda de sensaciones y la impulsividad, los investigadores señalan que se necesita más trabajo para delinear cómo estas diferencias estructurales pueden traducirse en diferencias en la función cerebral o en los comportamientos. También enfatizan que la interacción entre la genética, el entorno, la estructura cerebral, el entorno prenatal y la conducta influyen en las conductas.Otro análisis reciente de datos del estudio ABCD realizado por la Universidad de Michigan (Estados Unidos) demuestra esta interacción, mostrando que los patrones de conectividad cerebral funcional en la adolescencia temprana podrían predecir el inicio del consumo de sustancias en la juventud, y que estas trayectorias probablemente fueron influenciadas por la exposición a la contaminación.Los estudios futuros serán cruciales para determinar cómo las diferencias iniciales en la estructura cerebral pueden cambiar a medida que los niños crecen y con el uso continuo de sustancias o el desarrollo de un trastorno por uso de sustancias.


Palabras clave: adolescentes, sustancias, estructura cerebral

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