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25/10/2016
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lass="m_1214248162857319984gmail-ladillo">MADRID, 24 Oct. (EUROPA PRESS)
Decir mentiras pequeñas desensibiliza nuestro cerebro a las emociones negativas asociadas y nos puede animar a decir mentiras más grandes en el futuro, según revela una nueva investigación de 'University College London' (UCL), en Reino Unido, financiada por Wellcome y el Centro Avanzado de Retrospección.
La investigación, cuyos detalles se revelan en un artículo publicado en la revista 'Nature Neuroscience', proporciona la primera evidencia empírica de que las mentiras egoístas aumentan gradualmente y cómo esto ocurre en nuestro cerebro. El equipo escaneó los cerebros de los voluntarios mientras participaban en tareas en las que podían mentir para obtener beneficios personales.
Los investigadores hallaron que la amígdala, una parte del cerebro asociada con la emoción, estaba más activa cuando las personas mintieron para obtener beneficios personales. La respuesta de la amígdala a la mentira disminuyó con cada mentira mientras que la magnitud de las mentiras se intensificaba. Fundamentalmente, los autores vieron que caídas más grandes en la actividad de la amígdala predijeron grandes mentiras en el futuro.
"Cuando mentimos para obtener beneficios personales, nuestra amígdala produce una sensación negativa que limita el grado en que estamos dispuestos a mentir", explica el autor principal, Tali Sharot, profesora de Psicología Experimental en UCL. "Sin embargo, esta respuesta se desvanece a medida que continuamos mintiendo y cuanto más cae, más grande es nuestra mentira. Esto puede conducir a una 'pendiente resbaladiza', donde los pequeños actos de deshonestidad se conviertan en mentiras más significativas", añade.
CAÍDA DE LA RESPUESTA EMOCIONAL A ESTOS ACTOS
En el estudio participaron 80 voluntarios que realizaron una tarea de estimación que implicó adivinar el número de monedas en un frasco y enviar sus estimaciones a compañeros a los que no veían mediante el uso de un ordenador.
Esto se llevó a cabo en varios escenarios diferentes: en el escenario base, se les dijo a los participantes que la estimación más precisa les beneficiaría a ellos y a su compañero, mientras en otros escenarios, la sobre o sub-estimación de la cantidad les beneficiaría a expensas de su pareja, beneficiaría a ambos, beneficiaría a su pareja a sus propias expensas, o sólo beneficiaría a uno de ellos, sin efecto sobre el otro.
Cuando la cantidad sobre-estimada beneficiaba a los voluntarios a expensas de su pareja, los participantes empezaron a exagerar ligeramente sus estimaciones, lo que provocó una fuerte respuesta de la amígdala. Sus exageraciones se intensificaron a medida que el experimento continuó mientras que sus respuestas de la amígdala se redujeron.
"Es probable que la respuesta del cerebro a repetidos actos de deshonestidad refleja una respuesta emocional reducida a estos actos", dice el autor principal, Neil Garrett, profesor de Psicología Experimental en UCL.
"Esto está en línea con las sugerencias de que nuestra amígdala señala aversión a los actos que consideramos malos o inmorales. Sólo evaluamos la falta de honradez en este experimento, pero el mismo principio también puede aplicarse a la progresividad en otras acciones como la toma de riesgos o el comportamiento violento", concluye.
Acceso gratuito al texto completo.
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Nature Neuroscience