Autor/autores:
Julia Fraiha-Pegado ,Vanessa J. Rodrigues de Paula ,Tariq Alotaibi...(et.al)
Introducción Desde su introducción en 1949, el litio (Li) ha sido considerado como una terapia de referencia para la estabilización del estado de ánimo, especialmente en el tratamiento de trastornos bipolares. Además de sus efectos estabilizadores, múltiples estudios han demostrado que el litio tiene propiedades neuroprotectoras, lo que ha generado un cre...
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Desde su introducción en 1949, el litio (Li) ha sido considerado como una terapia de referencia para la estabilización del estado de ánimo, especialmente en el tratamiento de trastornos bipolares. Además de sus efectos estabilizadores, múltiples estudios han demostrado que el litio tiene propiedades neuroprotectoras, lo que ha generado un creciente interés en la posible reutilización de este fármaco para otras afecciones neurológicas.
Sin embargo, la dosis óptima para lograr estos efectos neuroprotectores no está claramente definida y puede diferir de las dosis utilizadas en el tratamiento estándar de los trastornos bipolares.
Recientes investigaciones han examinado el efecto de los niveles traza de litio presentes en el agua potable, sugiriendo que incluso en concentraciones extremadamente bajas, el litio podría tener un impacto positivo en la salud cognitiva, retrasando el deterioro cognitivo y potencialmente previniendo la demencia. Esto ha llevado a cuestionar el paradigma convencional que asume que solo las dosis altas de litio son terapéuticamente útiles.
Esta revisión tiene como objetivo sintetizar los datos sobre los efectos neuroprotectores del litio en concentraciones bajas y explorar el potencial del litio como un agente preventivo para la demencia.
Se revisaron sistemáticamente cinco estudios que examinaron la relación entre los niveles de litio en el agua potable y la incidencia o mortalidad por demencia. Los estudios incluyeron poblaciones expuestas a distintos niveles de litio, desde concentraciones muy bajas hasta trazas más detectables.
En cuatro de los cinco estudios, se encontró una asociación significativa entre la presencia de litio en el agua potable y un menor riesgo o mortalidad por demencia. Estas asociaciones se observaron en concentraciones tan bajas como 0, 002 mg/L y 0, 056 mg/L de litio en el agua. Sin embargo, los niveles de litio inferiores a 0, 002 mg/L no mostraron efectos protectores sobre la demencia.
Es importante señalar que, aunque tres de los estudios encontraron beneficios protectores del litio en ambos sexos, un estudio que incluyó los niveles más bajos de litio observó esta asociación solo en mujeres.
Esto sugiere la posibilidad de diferencias de género en la respuesta a la exposición prolongada a litio en concentraciones bajas, aunque se necesita más investigación para confirmar esta observación.
Los estudios revisados sugieren que los niveles de trazas de litio en el agua potable, incluso en concentraciones extremadamente bajas, podrían ser suficientes para reducir el riesgo o la mortalidad por demencia.
Esta evidencia es particularmente relevante dado que actualmente existen pocas opciones eficaces para la prevención o tratamiento de la demencia. Los hallazgos plantean una fuerte justificación para reevaluar el uso del litio a largo plazo, no solo en dosis altas como se utiliza en los trastornos bipolares, sino también en dosis bajas o microdosis para la prevención de enfermedades neurodegenerativas.
Dado el impacto global de la demencia y la falta de tratamientos preventivos efectivos, estos resultados no deben ser ignorados. Los ensayos clínicos futuros deben centrarse en el uso prolongado de dosis bajas de litio para examinar más de cerca su potencial preventivo en la demencia. Si se confirman estos hallazgos, el litio, un fármaco ampliamente conocido y accesible, podría ofrecer una nueva vía prometedora para la prevención de la demencia.
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