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Trastornos de la conducta alimentaria: los expertos alertan de la bajada de la edad de inicio a los 12 años y de la gravedad de los casos



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Noticia | 11/10/2022

"No come". "No entiendo, con lo fácil que es que coma". "Lo que tiene es tontería". Cuando un niño desarrolla un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), ya sea anorexia o bulimia, su cerebro actúa con una lógica 'aplastante', mientras que desde fuera se percibe como algo irracional. "No lo entiendes, no lo comprendes... Pero tienes que ponerte en su lugar para acceder a ella", cuenta Begoña, madre de una niña, Lidia, de 14 años.


Lidia y otros 12 niños están hoy en la planta de hospitalización de la Unidad de Trastornos del Comportamiento Alimentario del Hospital Universitario Infantil Niño Jesús de Madrid. "Hay más unidades de TCA, pero nosotros somos los que tenemos las edades más bajas, entre 10-13 años de media", explica Beatriz Martínez Núñez, psiquiatra de la unidad.


Aquí llegan los casos más graves, cuando la enfermedad pone en peligro la vida de los más pequeños. Asusta saber que algunos no llegan a entrar en el circuito de Salud Mental, "llegan desde Urgencias. Su estado de salud requiere el ingreso", lamenta Martínez.



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¿Cómo llegan a ese deterioro físico y mental niños menores de 12 años? Ricardo Camarneiro Silva, psiquiatra de la unidad , comenta que no hay una única causa directa, "sería más fácil quitar una bacteria y punto". Aquí se ha producido un fallo 'total' del sistema y la pandemia , como para otras muchas cosas, ha sido el detonante. "Nos hallamos ante niños que ya tienen un grado de vulnerabilidad y que, asociado a otros factores, han desarrollado el TCA".


Ambos psiquiatras destacan la cantidad de mensajes normalizados e interiorizados por la sociedad en cuanto a pérdida de peso, insatisfacción corporal, dietas, comida 'sana'... "Todo eso hace que las señales de alarma, las iniciales, pasen desapercibidas", subraya Camarneiro.

"Lidia es una niña muy buena, hacía natación sincronizada y llevaba sus estudios al día. Pero, de repente, un día empezó con el ejercicio compulsivo, eliminando comidas...", explica Begoña, la madre de Lidía. "Como ya iba al psicólogo por otro tipo de problemas, le avisamos para que estuviera atento».


Los TCA todavía se dan más en niñas que en niños, en una relación de 9 a 1. " Pero sabemos que en ellos aumenta la incidencia y los signos de alerta son diferentes" , recalca Camarneiro. "En los varones se escenifica con una mayor preocupación por el ejercicio y la tonificación muscular, y una mayor tendencia a unas dietas proteicas".


Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), Azucena Díez, coordinadora del Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, explica que en las dos últimas décadas esto está cambiando "y aunque no hay suficientes estudios a largo plazo vemos que la proporción podría ser ya 5 a 1". Esto se debe a que "los cambios sociales han precipitado cambios de roles: los hombres también cuidan su aspecto, se les exige también una determinada imagen".


En lo que coinciden todos los expertos es que la pandemia ha detonado los factores de riesgo y ha provocado que las enfermedades mentales se disparen en la sociedad, pero con especial mella en los más pequeños. "Muchos niños pasaban horas con tutoriales de ejercicio y eso se percibía como algo positivo", apunta Martínez.


Pero somos una sociedad de extremos. Si bien España ocupa uno de los primeros puestos en la UE por la obesidad infantil con una tasa del 14,2%, según la OMS, "no podemos dejar de vigilar cuando un niño con sobrepeso pasa a normopeso. De ahí a perder más peso hay un margen muy estrecho", recuerda la coordinadora de la AEP. "La obesidad también es un factor de riesgo".


Todo ello ha influido para que en estas patologías la edad de los pacientes baje incluso hasta los nueve años y cuando ingresen en las unidades TCA de los hospitales lo hagan sin haber pisado el circuito de Salud Mental. "La pandemia eliminó la posibilidad de que muchos niños pudieran haberse visto en las consultas de salud mental, hubieran sido detectados en atención primaria", lamenta Martínez. "Si un niño te pregunta qué tiene que hacer para perder peso, es el inicio del problema".


Si un niño te pregunta qué tiene que hacer para perder peso, es el inicio del problema


AZUCENA DÍEZ, AEP


De los casos más extremos, la psiquiatra de la AEP pone un ejemplo. "Tras la fase más dura de la pandemia, muchos padres decidieron dar un respiro a sus hijas y las mandaron un mes o una quincena fuera a estudiar inglés o a un campamento. Bien, a la vuelta habían perdido la mitad de su peso. Las recogían e iban directamente a Urgencias".


En el Niño Jesús, Martínez y Camarneiro verifican estos hechos. "No es lo normal, pero sí que hemos tenido más casos que llegan muy graves". Aunque en el caso de Begoña su hija sí contaba con una atención psicológica, "nunca llegamos a la cita de Psiquiatría porque para entonces la niña ya había empeorado tanto que requirió del ingreso".


A muchos niveles, los expertos y los padres denuncian como la red sociosanitaria ha fallado en la detección y en el abordaje precoz de estos casos. "En atención primaria vemos que los recursos son limitados", insiste Begoña. Sin haber cifras consolidadas a nivel general, como ejemplo en el Niño Jesús han registrado un 20% más de ingresos por TCA en los últimos dos años.


EL ESTIGMA DE ESTOS TRASTORNO MENTALES EN LA FAMILIA


Cada cifra es un niño y su familia. Y entonces llega el trabajo más duro no solo para desenmarañar el cerebro del menor que se ha convencido de que su situación física es normal, sino trabajar con los padres para eliminar la culpa y el estigma, "pero, ¿qué he hecho mal?".


"Nosotros trabajamos poniendo a la niña o al niño en el centro y convirtiendo a todos en un recurso terapéutico: a la familia, a sus compañeros ingresados...", explica Martínez. "Tenemos que ganarnos su confianza, para llegar a ellos", apunta Camarneiro. Se trata de desactivar su raciocinio. "No es que no razonen, solo que lo hacen de otra forma. Y tenemos que llegar a hacerles comprender que beber un vaso de agua les hará más bien que mal, no van a ganar peso por ello, sino salud", apunta.


¿Por qué se mira diferente a quienes tienen un niño con cáncer que al que tiene una enfermedad mental?


Con los padres también se trabaja. " Primero hacemos comprender a la familia que no son culpables . Y los capacitamos para que sean parte del tratamiento de sus hijos. Hacemos grupos de padres y comparten experiencias ". Martínez apunta los beneficios múltiples de este abordaje, no sólo para el menor, sino para sus familiares para eliminar estigmas. "¿Por qué se les mira diferente a quienes tienen un niño con cáncer que al que tiene una enfermedad mental?.


Begoña solo tiene palabras de agradecimiento para el Niño Jesús. " A nosotros nos vino muy bien estar con otras familias . Te sirve para ver la enfermedad en sí, sin la carga emocional. Y dices: 'Lo estás haciendo bien'". Y no solo a ellos como padres, sino también al hermano pequeño de Lucía, que fue testigo de sus ataques de ansiedad, depresión. "Lo pasó muy mal, tuvo una época de pesadillas. Pero aquí hablaron con él las psicólogas y mejoró".


La madre de Lucía es profesora y desde la esfera de la educación es testigo de cómo ha golpeado el Covid. "Es algo exagerado. A veces da miedo. Solo quiero que al llegar a clase mis 'niños' estén todos bien". Porque Begoña se emociona también al hablar de sus alumnos, como cuando habla de la dureza que es "ver a tu hija sufrir y luchar por salir de esto. Es muy complicado".


TRATAMIENTO A LARGO PLAZO, INGRESOS DE HASTA CUATRO SEMANAS


El tratamiento llegado a este punto es largo y complejo. Martínez subraya que "el ingreso debe ser el último recurso, pero en muchos casos es necesario porque llegamos al extremo en el que aparecen las autolesiones". Aquí el trabajo multidisplicinar consigue desactivar el razonamiento erróneo de estas pacientes.


"Los padres se sorprenden cuando les decimos que aquí comen. Y es que la presión social de grupo juega en nuestro favor, 'no voy a ser la única que no lo hace'. Y dan el paso". Ambos psiquiatras destacan que las pacientes que sufren TCA están altamente capacitadas. "Son listísimas". Pero "de lo que se trata es de convencerlas. Y bueno, terminan haciendo lo que les explicas, aunque no entra dentro de su lógica, tras ganar su confianza".


Martínez destaca que "a veces, cuando trabajamos en grupo, vemos cómo calan los mensajes porque se los repiten unas a otras". Y los psiquiatras muestran satisfacción "porque sabemos que vamos en la buena dirección. Es otra forma de ver resultados positivos".


El camino es largo: tras los ingresos de hasta cuatro semanas con permisos progresivos, hay que pasar al hospital de día y de ahí al circuito de Salud Mental. " Necesitamos que sean fuertes, que, al final, sean personas autónomas" .

Fuente: El Mundo
Palabras clave: TCA, anorexia, bulimia
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