MADRID (EUROPA PRESS)
Investigadores de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) han confirmado en un estudio que las personas privadas de sueño se sienten más solitarias y menos dispuestas a relacionarse con los demás, evitando el contacto cercano casi de la misma manera que las personas con ansiedad social. Además, también hace que sean socialmente menos atractivas para los demás.
Los hallazgos, que se publican este martes en la revista 'Nature Communications', son los primeros en mostrar una relación bidireccional entre la pérdida del sueño y el aislamiento social, "arrojando nueva luz sobre la epidemia global de soledad". "Nosotros, los humanos, somos una especie social. Sin embargo, la privación del sueño puede convertirnos en 'leprosos' sociales", apunta el autor principal del estudio, Matthew Walker, profesor de Psicología y Neurociencia.
Los investigadores descubrieron que los escáneres cerebrales de personas privadas de sueño cuando veían vídeos de extraños que caminaban hacia ellos mostraban una "poderosa" actividad de repulsión social en las redes neuronales que normalmente se activan cuando los humanos sienten que su espacio personal está siendo invadido. La pérdida de sueño también debilita la actividad en las regiones del cerebro que normalmente fomentan el compromiso social.
"Cuanto menos horas duermas, menos quieres interactuar socialmente. A su vez, otras personas te perciben como más socialmente repulsivo, lo que aumenta aún más el grave impacto de aislamiento social de la pérdida del sueño. Ese círculo vicioso puede ser un factor importante que contribuye a la crisis de salud pública que es la soledad", asegura Walker, quien añade que "tal vez no sea una coincidencia que en las últimas décadas se haya observado un marcado aumento de la soledad y una disminución igualmente dramática en la duración del sueño".
Desde un punto de vista evolutivo, el estudio desafía la suposición de que los humanos están programados para alimentar a los miembros socialmente vulnerables de su tribu para la supervivencia de la especie. Walker tiene una teoría de por qué ese instinto de protección puede fallar en el caso de la privación del sueño: "No existe una red de seguridad biológica o social para la privación del sueño, como por ejemplo, la inanición. Es por eso que nuestra salud física y mental implosiona tan rápido incluso después de la pérdida de una o dos horas de sueño".
DETALLES DEL ESTUDIO
Para medir los efectos sociales del sueño deficiente, Walker llevó a cabo una serie de experimentos complejos utilizando herramientas como imágenes cerebrales por resonancia magnética, medidas estandarizadas de soledad, simulaciones grabadas en vídeo y encuestas a través del mercado 'online' 'Mechanical Turk' de Amazon.
En primer lugar, los investigadores probaron las respuestas sociales y neuronales de 18 adultos jóvenes sanos después de una noche de sueño normal y una noche de insomnio. Los participantes vieron vídeos de individuos con expresiones neutrales caminando hacia ellos. Cuando la persona en el vídeo se acercó demasiado, presionaron un botón para detenerlo.
Así, registraron cuán cerca permitieron acercarse a la persona del vídeo. Como predijeron, los participantes privados de sueño mantuvieron a la persona que se acercaba a una distancia significativamente mayor, entre 18 y 60 por ciento más atrás, que cuando habían descansado bien.
A los participantes también se les escaneó el cerebro mientras miraban los vídeos de las personas que se les acercaban. En los cerebros privados de sueño, los investigadores encontraron una mayor actividad en un circuito neuronal conocido como la 'red espacial cercana', que se activa cuando el cerebro percibe posibles amenazas humanas entrantes. Por el contrario, otro circuito del cerebro que fomenta la interacción social, llamado red de 'teoría de la mente', se cerró debido a la falta de sueño, empeorando el problema.
Para la parte 'on line' del estudio, más de 1.000 observadores reclutados en el mercado 'Mechanical Turk' de Amazon vieron vídeos de participantes del estudio discutiendo opiniones y actividades comunes. Los observadores no sabían que los sujetos habían sido privados de sueño y calificaron a cada uno de ellos basándose en lo solos que parecían, y si querrían interactuar socialmente con ellos. Una y otra vez, clasificaron a los participantes del estudio en el estado privado de sueño como solitarios y menos deseables socialmente.
Para probar si la alienación inducida por la pérdida de sueño es contagiosa, los investigadores pidieron a los observadores que calificaran sus propios niveles de soledad después de ver vídeos de los participantes del estudio. Se sorprendieron al descubrir que los observadores, por lo demás sanos, se sentían alienados después de ver solo un clip de 60 segundos de una persona solitaria.
Finalmente, los investigadores analizaron si solo una noche de sueño buena o mala podría influir en la sensación de soledad al día siguiente. Se siguió el estado de soledad de cada persona a través de una encuesta estandarizada que formuló preguntas como '¿Con qué frecuencia te sientes aislado de los demás?', y '¿Sientes que no tienes a nadie con quien hablar?'. Los investigadores encontraron que la cantidad de sueño que una persona pasó de una noche a otra predijo con exactitud qué tan solitarios e insociables se sentirían de un día para otro.
"Todo esto es un buen presagio si duermes las siete a nueve horas necesarias por noche, pero no tan bien si continúas cambiando tu sueño. En una nota positiva, solo una noche de buen sueño te hace sentir más sociable y socialmente seguro y, además, atraerá a otros hacia ti", concluye Walker.