Autor/autores:
E. Glenn Schellenberg y César F. Lima
Generalmente se supone que el entrenamiento musical mejora las capacidades perceptivas y cognitivas. Aunque los datos correlacionales resaltan asociaciones positivas, los resultados experimentales no son concluyentes y plantean dudas sobre la causalidad. ¿La formación musical tiene efectos de transferencia lejana o los factores preexistentes determinan quién toma lecciones de...
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Generalmente se supone que el entrenamiento musical mejora las capacidades perceptivas y cognitivas. Aunque los datos correlacionales resaltan asociaciones positivas, los resultados experimentales no son concluyentes y plantean dudas sobre la causalidad.
¿La formación musical tiene efectos de transferencia lejana o los factores preexistentes determinan quién toma lecciones de música?
Todo comportamiento refleja influencias genéticas y ambientales, pero las diferencias de énfasis (naturaleza versus crianza) han sido una fuente de tensión a lo largo de la historia de la psicología.Después de revisar la literatura reciente, concluimos que la evidencia de que la formación musical causa beneficios no musicales es débil o inexistente, y que los investigadores rutinariamente enfatizan demasiado las contribuciones de la experiencia y descuidan las de la naturaleza. La literatura también es en gran medida exploratoria más que teórica. No explica de manera mecanicista cómo podrían ocurrir los efectos del entrenamiento musical e ignora la evidencia de que la transferencia lejana es rara.
En lugar de centrarse en beneficios perceptivos o cognitivos esquivos, argumentamos que es más fructífero examinar los efectos socioemocionales de la interacción con la música, particularmente en grupos. Las intervenciones basadas en la música pueden ser efectivas principalmente para poblaciones clínicas o atípicas.
Estas intervenciones pueden fomentar la cohesión social, reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional, áreas en las que la música ha demostrado tener un impacto significativo. El entrenamiento musical, aunque no proporciona los beneficios cognitivos amplios que a menudo se le atribuyen, puede tener un valor intrínseco significativo.
La disciplina, la perseverancia y el trabajo en equipo son habilidades que los estudiantes pueden desarrollar a través de la práctica musical, y estas competencias tienen un valor inestimable en diversos contextos de la vida. Además, la música como actividad grupal puede servir como una herramienta poderosa para la construcción de comunidad y la expresión cultural.
Participar en actividades musicales puede aumentar el sentido de pertenencia y la identidad grupal, lo cual es particularmente beneficioso en contextos educativos y terapéuticos. La revisión de la literatura también sugiere que los beneficios percibidos del entrenamiento musical a menudo se deben a factores de confusión, como el nivel socioeconómico, el apoyo familiar y las habilidades cognitivas iniciales.
Por lo tanto, es esencial que las futuras investigaciones adopten un enfoque más riguroso y controlen adecuadamente estas variables para obtener conclusiones más precisas sobre el impacto real del entrenamiento musical.
En resumen, aunque el entrenamiento musical no parece mejorar las capacidades perceptivas y cognitivas de manera concluyente, sus beneficios en términos de desarrollo socioemocional y cohesión grupal no deben subestimarse. Las intervenciones musicales deben ser consideradas no solo por sus posibles beneficios cognitivos, sino también por su capacidad para mejorar el bienestar emocional y social, especialmente en poblaciones que pueden beneficiarse significativamente de tales enfoques.
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