Celso Arango, presidente de la SEP, llama a no estigmatizar los trastornos mentales.
Nunca se asocia a una persona hipertensa o a una diabética con una agresión como se hace con las personas con ciertas enfermedades o trastornos de salud mental. Y esto es algo que las asociaciones de pacientes, familiares y profesionales llevan años intentando cambiar, sobre todo cuando muchas veces estos problemas son un factor de vulnerabilidad ante la violencia.
Ocurre, por ejemplo, con la esquizofrenia, un trastorno que se ha venido asociando una y otra vez con una actitud violenta, sin ser esto real. "Hemos visto en nuestros propios estudios, financiados con fondos públicos, que las personas con esquizofrenia que están estables no son más violentos que la población general", asegura Ceslo Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
Es más, según señala Arango, por cada persona con esquizofrenia que comete crimen, 100 se suicidan y 50 reciben una agresión. "Tienen muchas más posibilidades de ser agredidas física, sexual o verbalmente. Son carne de cañón. Por eso a mí lo que me preocupa no es la violencia originada o realizada por una persona con trastorno mental, sino que la que estas personas sufren", asegura.
"Las personas con esquizofrenia tienen muchas más posibilidades de ser agredidas física, sexual o verbalmente"
Solamente en mujeres hay estudios que demuestara que las que son diagnosticadas con una enfermedad mental grave experimentan el doble de tasas de violencia en comparación con aquellas sin la enfermedad.
Por eso recuerda que no se debe dar información médica sobre una persona sin su permiso y, menos, cuando se relaciona con una agresión o cuando directamente se deja ver que la acción violenta es debido a su enfermedad. A "estar loco". "De otra forma, se echa por tierra el trabajo que, granito a granito, han hecho las asociaciones en este sentido", afirma.
