Autor/autores:
Carlos Orellano y Marco Macavilca
En octubre de 2018, el Ministerio de Salud del Perú aprobó las directrices de política sectorial sobre salud mental, que actualizan las publicadas hace 14 años. Las cinco directrices resaltan el marco de transición de la salud mental pública, desde la atención terciaria (hospitales psiquiátricos) hasta la atención secundaria y primari...
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En octubre de 2018, el Ministerio de Salud del Perú aprobó las directrices de política sectorial sobre salud mental, que actualizan las publicadas hace 14 años.
Las cinco directrices resaltan el marco de transición de la salud mental pública, desde la atención terciaria (hospitales psiquiátricos) hasta la atención secundaria y primaria.
También piden la inclusión de la gestión de la salud mental en centros no especializados y la implementación de nuevos centros comunitarios de salud mental en todo el país.
El Ministerio de Salud tomó en cuenta los determinantes sociales de la salud, los derechos humanos y los enfoques interculturales, intersectoriales y territoriales para el desarrollo de estas directrices. Las enfermedades neuropsiquiátricas son un importante contribuyente a la carga de la enfermedad en el Perú y la salud mental ha sido descuidada durante muchos años.
La primera guía apunta a fortalecer la capacidad de respuesta del sistema nacional de salud a las demandas de la población, reorganizando la gestión de la salud mental en todos los niveles del sistema nacional de salud y reorganizando la gestión de inversiones, comunicación social, información nacional de salud. Sistemas e investigación en salud mental comunitaria.
La segunda guía cubre el modelo comunitario para el cuidado de la salud mental, promoviendo la salud mental como un componente de la salud en todos los niveles y reconociendo los factores biológicos, psicológicos, sociales y espirituales que afectan la salud mental de las personas. Además, esta guía establece la gestión de la atención de salud mental en territorios definidos, proporcionando un marco para cada territorio para identificar grupos de población, mejorar la comunicación entre los proveedores de atención de salud, y resolver cualquier problema que deba ser abordado.
La tercera guía se enfoca en los grupos de población y comunidades más vulnerables: niños, adolescentes, mujeres, personas mayores, personas discapacitadas, minorías étnicas, víctimas de violencia política, personas LGBT, sobrevivientes de desastres naturales e inmigrantes.
La cuarta directriz se dirige a la fuerza laboral y responde principalmente a la distribución desigual de los trabajadores de salud mental en los territorios ya la escasez de proveedores especializados en salud mental en atención primaria. La guía apunta a incorporar el modelo comunitario de atención de salud mental en los planes de estudio de los programas de salud de pregrado y posgrado, mejorar la capacitación de los proveedores de atención primaria y promover el cuidado personal para la salud mental.
Reconoce la importancia de la capacitación de todos los grupos intersectoriales para una implementación exitosa de estas directrices.
En general, las nuevas directrices sobre salud mental parecen prometedoras; la implementación de estas nuevas medidas fue urgentemente necesaria y debería mejorar en gran medida la salud mental de la población del Perú.
Medidas similares ya se han aprobado en otros países con buen resultado, con lo que esperamos que la aplicación de estas guías contribuuya a la mejora de la salud de la población de Perú.
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