La conectividad aberrante entre dos áreas cerebrales es un rasgo característico tanto de las personas en riesgo agudo o con un intento reciente, según un nuevo estudio.
Científicos de diversos centros estadounidenses han llevado a cabo un estudio de neuroimagen funcional, en el que identifican la conectividad aberrante entre la amígdala derecha y el giro temporal medial derecho (GTM) como marcador de riesgo de intento de suicidio.
A diferencia de otros marcadores, este puede ser observado tanto antes como después del intento, lo que lo convierte en un rasgo estable y, por tanto, especialmente útil en la predicción de riesgo. AudreyanaJagger-Rickels, investigadora del VA Boston Healthcare System y directora del estudio, afirma que aunque la evaluación del riesgo de suicido es crítica en la prevención, aquélla apenas ha experimentado mejoras en los últimos 50 años.
A pesar de los recientes avances que han vinculado el GTM con intentos actuales o recientes, ningún estudio había determinado si las alteraciones halladas se encontraban presentes con anterioridad o si, por el contrario, surgen como resultado del intento.
Un trabajo previo del mismo equipo científico ya había establecido la existencia de áreas disfuncionales que distinguen a las personas con desorden de estrés post-traumático que han intentado suicidarse, de las que tienen la misma enfermedad pero no lo han intentado.
Esas áreas disfuncionales objeto del actual estudio, están relacionadas con las emociones y el control cognitivo, asegura Jagger-Rickels. Mientras que el componente amigdalar de las emociones ya era conocido, la conexión entre el GTM y la denominada red de modo por defecto (DMN) ha sido sólo recientemente descrita.
La conectividad aberrante en la DMN puede conducir a un exceso de rumiación y de autopercepciones negativas, teoriza la investigadora. El marcador ahora identificado es manifiestamente independiente de la presencia de ideación suicida, lo que le asignaría potencial como herramienta clínica predictiva
