Cada vez se habla más de él y esto en las enfermedades no suele ser una buena noticia. Pero en el caso del trastorno bipolar necesitamos de verdad que se hable. Hay que dejar de pasar por encima del problema sin hacer ruido y poner las cartas sobre la mesa, porque el trastorno bipolar afecta al 2% de la población, tiene un alto riesgo de suicidio y es quizás uno de los trastornos en los que más fallamos en el diagnóstico.
No se trata de una de esas enfermedades de moda, fue descrita por primera vez por Arateo de Capadocia en el siglo I d.C. La tuvieron Winston Churchill, Nina Simone o Handel, aunque no hace falta ser un genio para sufrirla. Le puede pasar a cualquiera. La tiene una de cada 60 personas. En un vagón de metro lleno hay tres bipolares y nadie se va a dar cuenta, porque son gente normal. La gente con trastorno bipolar trabaja, va al cine o juega al Candy Crush. Mujeres y hombres, parados y directivos, jubilados y estudiantes.
¿Cómo es una persona con trastorno bipolar? Como tú y como yo. No cambian de opinión a cada momento, no son gente impredecible ni tipos raros. En las noticias siempre nombran a actores, cantantes o millonarios, pero a nuestro vecino de al lado también puede pasarle. Como sucede en todas las enfermedades mentales, el estigma hace que apenas se lo nombre, pero eso no lo hace desaparecer. Las cuentas no mienten: los gastos derivados de esta enfermedad volatilizan el 0,4% del PIB en nuestro país.
Sus síntomas casi nunca son los de las películas, en realidad se parecen mucho a los de una depresión corriente, con cansancio, apatía y tristeza. Lo habitual es que inicialmente se trate como depresión, hasta que al final la persona sigue empeorando, el cuadro clínico ya no cuadra y se llega a la valoración correcta. Pasan unos diez años de media desde que la persona pide ayuda a un médico hasta que es finalmente diagnosticado. Entre tanto los pacientes con trastorno bipolar reciben unos 3-4 diagnósticos erróneos previos. También es frecuente confundir como algún tipo de psicosis los síntomas iniciales de aceleración, especialmente en la adolescencia o confundirlo con una adicción.
Y la buena noticia es que tenemos tratamientos que funcionan. Gracias a ellos las personas con trastorno bipolar pueden hacer una vida normal (algunas veces con un rendimiento por encima de la media). Por eso es tan importante diagnosticarlo correctamente, por eso es necesario hablar del trastorno bipolar, desmitificarlo, tratarlo a tiempo. Podemos evitar mucho sufrimiento sin sentido, pero hay que hablar, pensar qué podemos hacer mejor con el trastorno bipolar porque la situación actual es claramente mejorable.